53. Yafüpiwke
Miro el cuerpo inerte, la piel cenicienta, la sangre saliendo del pecho, el olor a quemado, el burbujeo de la sangre que entra en contacto con el laurel.
Mis manos tiritan, soy incapaz de apartar mis ojos de Liane. Está muerta, y la he matado yo. Ni siquiera lo pensé, ni una sola fracción de segundo. Tal vez si mi vida y la de Nikolaj no hubiesen corrido riesgo, dada la oportunidad, habría desistido. Porque aunque haya matado a Melisa y Héctor, siempre pensé que no sería yo la encargada de acabar con su vida. Ni tampoco con la de Jochem. Asumí que iba a ser Nikolaj, porque él es más fuerte, él es más rápido, él era quien podía hacerles frentes. No yo. Desde luego que no.
—Sofie —me llama Nikolaj. Levanto la cabeza y lo miro.
La sudadera desgarrada, la sangre saliendo de su cuello y pecho, aun se sostiene las costillas, pero su brazo ha vuelto a una posición normal. Tardo unos segundos en reaccionar, en asegurarme de que está bien, de que yo estoy bien.
Y cuando compruebo que ella realmente está muerta, tomo una gran bocanada de aire y salto a sus brazos.
—Auch —se queja por lo bajo. Me alejo y miro su pecho.
—¿Te he hecho daño? —pregunto, él niega con la cabeza.
—Estoy sanando, no te preocupes —dice, quitando mi cabello de la cara.
Vuelvo a mirar a Liane. Mis ojos se humedecen. No puedo evitarlo. A pesar de todo, no me siento bien de haberle quitado la vida. La maté, soy una asesina. Por supuesto que lo merecía, por supuesto que lo planeamos. Pero del papel a la acción... es un paso muy grande. Sobre todo si tomamos en cuenta que fui yo quien lo hizo. Yo la maté.
—Sofie. —Nikolaj toma mi rostro con su mano y me obliga a mirarlo—. ¿Estás bien?
Luce preocupado. También lo estaría. Creo que estoy en shock. Es como si no asimilara lo que acaba de pasar. Liane está muerta. La he matado yo. Héctor está muerto, en mi cocina. Por poco me mata a mí y a Nikolaj. Liane está muerta, yo la he asesinado.
—No lo sé —replico con honestidad. Nikolaj frunce el ceño y se acerca, estrechándome contra su pecho, deposita un beso en mi frente.
De pronto, voltea con rapidez y me cubre con su cuerpo. Miro sin entender. Aparecen en el aire Jochem, Thorsten, Ava y alguien que no conozco. Rápidamente los ojos de todos caen en Liane. Veo a Ava gruñir y Thorsten mirar horrorizado. El desconocido sisea. Jochem es el único que se mantiene imperturbable. Sus ojos caen en Nikolaj y luego en mí.
—Veo que hemos llegado tarde —comenta, con su tono siniestro y frío.
—Qué mala suerte ¿no? —replica Nikolaj, su voz cargada de ironía. ¿Se ha demorado a propósito? Tal vez tenía la esperanza de que Liane me asesinara.
—Has matado a Liane —gruñe Ava. El desconocido ruge.
—Vas a pagar por esto —masculla. Jochem levanta una mano, sin dejar de mirarme.
—Calla Siegfried —le dice al desconocido—, Liane tenía claras instrucciones y me desobedeció. Estas fueron las consecuencias —sentencia, su voz imperturbable.
Siegfried gruñe, más no dice nada. Thorsten sigue consternado mirando el cadáver. Jochem voltea a mirarlos.
—Déjenme a solas con mi hermano, aún tenemos ciertos asuntos que tratar —les ordena, con tono autoritario.
Sin chistar, los tres vampiros desaparecen corriendo por el bosque. Jochem ríe y vuelve a enfrentarnos, Nikolaj tensa su espalda.
—Ya puedes salir de tu escondite, Isabel —dice en voz alta.
Miro el bosque. De entre los árboles, aparece Isabel, con Sammy en brazos. Su mano, en la que carga una bolsa de orégano, tirita. Lo ve aterrorizada. Trago saliva. No quiero que esté en presencia de Jochem de nuevo.
—Vaya cuarteto hacemos. —Sonríe, mostrando sus dientes. Me estremezco.
—Espero que esto no altere nuestro trato —le dice Nikolaj. Jochem niega con la cabeza.
—Por supuesto que no, hermanito. Debo suponer que Liane estaba a punto de matarte cuando acabaste con ella ¿no? porque si la mataste por defender a la humana...
—La humana tiene nombre —replico molesta. Nikolaj sisea, Jochem vuelve a posar sus ojos en mí, frunciendo el ceño, destilando desprecio—. Y la he matado yo.
Jochem abre los ojos, sorprendido. Nikolaj voltea y sonríe.
—Es cierto —afirma Nikolaj.
Jochem me observa por unos segundos y luego recupera la compostura. Miro a Isabel, quien me mira impactada. ¿Qué pensará de mí luego de esto?
—Ya veo —murmura Jochem. Mira el cadáver de Liane—. Supongo que me tengo que hacer cargo del cuerpo.
—También del humano que está dentro —espeta Nikolaj. Me estremezco al recordar a Héctor.
Jochem lo mira con ojos entrecerrados.
—De acuerdo —accede. Posa nuevamente sus ojos en mí—. Ist stärker als es scheint. —Sonríe.
Ha hablado en alemán para que solo entienda Nikolaj, pero lo que no sabe, es que yo también entiendo. "Es más fuerte de lo que parece". Su sorpresa es insultante, pero claro, no se puede esperar más por alguien que desprecia a los humanos.
—Ich bin —replico mordaz. Arquea una ceja sorprendido.
—Será mejor que vayas a lo tuyo —le dice Nikolaj. Sus ojos siguen en mí.
Sin decir nada, se acerca al cuerpo de Liane y desaparece en dirección al bosque. Veo a Isabel tiritar, ya que el bastardo pasa a su lado.
Nos alertamos al escuchar un coche, sin embargo Nikolaj voltea a mirarme y coloca una mano en mi hombro.
—Es Aukan —indica, tranquilizándome. Nikolaj mira a mi hermana—. ¿Por qué no vas con él? Yo y tu hermana nos encargaremos de limpiar.
Isabel me mira, yo asiento y ella se va sin más. Ni siquiera puedo pensar en limpiar lo de adentro. La cocina se ha transformado en la cede de una película de terror. Cada vez es peor, primero mis gotas de sangre, luego, la sangre de Nikolaj, y ahora un cadáver.
Nikolaj vuelve a abrazarme y me apoyo en su hombro, con cuidado de no abrazarlo muy fuerte, debido a sus heridas. Coloco mi mano en su hombro. Noto que la mordida en su cuello no sana, un hilo de sangre cae por ella. Me separo y lo miro.
—¿Por qué no estás sanando? —pregunto preocupada. Sonríe con amargura.
—No me he alimentado en días, pero está bien, apenas terminemos de limpiar, iré a cazar —replica.
Miro el suelo, sintiéndome culpable. Está herido por mi culpa. Veo el charco de sangre donde antes yacía el cuerpo inerte de Liane. La he matado. Jamás pensé que estaría presenciando la muerte tan de cerca, menos aún, que llegara a asesinar. Y esto ni siquiera había sido un accidente. Lo hice a conciencia. Enterré el laurel en su espalda, justo donde sabía que estaba su corazón, con la intención de hacerle daño, de matarla. Mis manos comienzan a tiritar. La realidad me golpea de sopetón.
Héctor está muerto, Liane lo mató. Liane está muerta, yo la maté. Muerte, muerte y más muerte. Nikolaj acuna mi rostro entre sus manos. Él sabe perfectamente lo que ronda por mi cabeza.
—Me salvaste, Sofie. Nos salvaste. Habría asesinado a toda tu familia, a Aukan —susurra. Mis ojos se humedecen.
—Yo... —Soy incapaz de decir algo. Siento los sollozos atrapados en mi garganta. La realidad es apabullante. Nikolaj me mira con aquellos ojos de hielo.
—Sé lo que sientes. Yo también lo sentí. Matar... es como si marcara tu alma —continúa—. Y sé que las excusas no borraran aquella huella, pero debes saber, en tu interior, que salvaste más vidas de las que quitaste. No lo hiciste por maldad, lo hiciste porque fuiste valiente.
Mi labio inferior tirita y me abraza. Hundo mi rostro en el hueco de su cuello y dejo que los sollozos y las lágrimas salgan. No sé cuánto tiempo nos quedamos así, pero comienzo a sentirme entumecida, mi cuerpo adolorido por la pelea. Levanto la cabeza y miro a Nikolaj, sus heridas aún no sanan.
—Nikolaj —musito.
—¿Si?
Miro sus ojos de hielo. Trago saliva.
—¿Me dejarías curarte? —pregunto.
El semblante de Nikolaj cambia. Tensa su mandíbula. Abre la boca para hablar, pero antes de que pueda decir algo, coloco mi índice sobre sus labios.
—Por favor escúchame —le suplico. Su semblante se mantiene, pero asiente. Saco mi mano—. Casi te pierdo hoy, y yo... no puedo verte herido. Me desespera. Sé que crees que es peligroso, pero puedes controlarte, yo lo sé. Por favor, déjame ayudarte.
No se inmuta ante mis palabras.
—Por favor —suplico. Miro sus heridas y me estremezco—. No puedo soportar verte así. Me recuerda aquella vez y... no puedo.
Cierra los ojos y aparta la cabeza. Necesito verlo bien. Si Nikolaj está bien, entonces todo el resto también. Después de causar tanta muerte, necesito saber que he hecho algo bien.
Vuelve sus ojos a mí. Su mano toma mi mano. La acerca a su boca. Sus ojos miran mi piel, se relame los labios. Sus ojos cambian de color, sus colmillos se alargan. Acerca lentamente su boca a mi mano y, con sumo cuidado, corta mi palma. Pega sus labios a mi mano y succiona. Lo miro impresionada. No va a salir más que un poco de sangre.
Sin embargo, me impresiona aún más ver que sus heridas sanan, dejando solo los rastros de sangre. Aleja mi mano y presiona sus dedos sobre la herida. Me mira a los ojos, el brillo escarlata desaparece y vuelven a ser hielo derretido.
—¿Solo necesitabas eso? —pregunto. Él asiente.
—Te dije que no era grave —replica. Sonrío avergonzada—. Vamos dentro, necesitas cambiarte aquellas ropas.
Asiento. Acaricia mi mejilla con su mano.
—¿Puedo preguntarte algo?
Él asiente. Miro el suelo.
—¿Por qué aceptaste mi sangre?
Nikolaj coloca su dedo bajo mi mentón y me obliga a mirarlo.
—Porque si la situación fuera al revés, yo tampoco dudaría en dártela. Y al igual que tú, tampoco soporto verte herida —susurra, y mira mi cuello. Sonrío y me sonrojo.
—Lástima que no se pueda solucionar con un poco de tu sangre —bromeo. Él ríe.
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