47. Kuñiwn

Me levanto de inmediato pero me bloquea el paso. Coloca su mano enguantada sobre mi hombro y, con fuerza, me obliga a sentarme nuevamente. Me siento a regañadientes, quejándome. Suelta mi hombro, coge la silla y se sienta frente a mí. Cojo el tenedor con firmeza y lo entierro en el kuchen. Él ríe.

—¿Vas a probar atacarme con todos los cubiertos? —se burla.

Me fijo que nadie esté mirando y entierro el tenedor en su mano, que está sobre la mesa. Ahoga un grito y me mira con odio.

—Kuchen de murta, imbécil —mascullo.

Jochem respira profundo y se saca el tenedor. Mueve los dedos, puedo ver la sangre en su guante y en la mesa. Vuelve a mirarme y hace una mueca de disgusto.

—Veo que Nikolaj dijo mucho más de lo que debía —comenta. Entrecierro los ojos, dándole una mirada asesina.

—¿Fue por eso que le heriste y lo dejaste medio muerto en el bosque? —espeto. Jochem ríe.

—Mi hermano rompió las reglas, querida Sofía. Tenía que castigarlo. En ningún caso iba a dejarlo morir. Al menos no aún —replica como si nada.

—Psicópata de mierda —susurro entre dientes. Jochem coge una servilleta y limpia su guante.

—Vaya modales que tienes, Sofía. Cualquiera pensaría que Sussane te crio mejor que esto —dice.

Me tenso. ¿Cómo demonios sabe el nombre de mi madre? Jochem vuelve a mirarme y sonríe con satisfacción. Deja la servilleta sobre la mesa y se inclina ligeramente.

—Deberías aprender más de ella. Es una dama, tan educada y dulce. Isabel heredó eso de ella. Por cierto, ¿Cómo está tu hermanita? ¿Extraña mis visitas nocturnas?

Respiro agitada. ¿Cómo conoce a mi madre? ¿Qué le ha hecho?

Jochem parece adivinar mis pensamientos. Se reclina en la silla y observa mi comida.

—¿No vas a comer? ¿Te he quitado el apetito? —pregunta, la burla clara en su voz.

—¿Qué mierda quieres? —pregunto. No dejo que el miedo se me note en la voz, pero estoy aterrada. Aterrada por lo que puede hacerle a mi madre, a mi hermana. Aterrada por lo que le hizo a Nikolaj.

—¿Nikolaj no te lo ha dicho? —pregunta, arqueando una ceja.

Me quedo en silencio. Ríe por lo bajo y sacude la cabeza. Respira hondo y mira por la ventana.

—Vaya, pensé que mi hermano te contaba todo —dice. Apoya sus codos en la mesa y se acerca—, veo que me equivoqué.

Lo miro fijamente, vigilando cada uno de sus gestos, de sus movimientos. No confío ni un poco en él. Ni en lo que dice, ni en lo que hace. Jochem esboza una sonrisa macabra, endereza su espalda y estira el cuello.

—Lo que quiero es muy simple: que Nikolaj vuelva al clan —sentencia. Frunzo el ceño.

—¿Al clan?

—Nada más —afirma.

—¿Acaso no te molesta que interactúe con una humana? —pregunto incrédula. Jochem pone los ojos en blanco.

—Los gustos de mi hermano son peculiares y no totalmente de mi agrado, lo admito. Pero lo que haga en su tiempo libre no me importa en absoluto —replica—. Además, —se inclina, yo me echo hacia atrás—, no eres más que un pasatiempo. Algo desechable.

Ignoro sus palabras hirientes.

—Si de mí dependiera, Nikolaj no volvería a tu estúpido clan nunca —escupo, Jochem sonríe—. Pero tengo el leve presentimiento de que te dijo que no, y por eso lo apuñalaste.

Su sonrisa se desvanece, puedo ver la molestia en su semblante.

—Solo necesita un incentivo —susurra, mirándome fijamente.

—No voy a convencerlo por ti, si eso es lo que crees.

—¿No tendría mucha opción si amenazara con matarte, no crees? —pregunta como si nada. Lo miro, el terror claro en mis ojos. Hago el amago de levantarme pero coloca su mano sobre la mía. Sonríe con malicia.

—Me mataría antes de dejar que me usaras contra él —le advierto. Aprisiona aún más mi mano.

—Lo sé —afirma—, por eso he elaborado un plan de respaldo.

Frunzo el ceño, asustada. Jochem voltea la cabeza y mira hacia la ventana.

—Tu amiga Melisa es muy cercana a ti ¿no? ella confía muchísimo en ti —comenta.

Miro en la misma dirección que él. Allí veo a Melisa riendo con Liane. Abro los ojos como platos. Liane...

Jochem me mira y asiente.

—Veo que ya ataste cabos. Sí, Liane es parte del clan. Te odia mucho, por cierto. Me ha pedido que cuando llegue la hora de matarte, le deje hacerlo —dice Jochem.

Respiro hondo, intentando tranquilizarme. Melisa...

—Tu madre es bastante reservada con su vida privada, aunque de vez en cuando le cuenta a ti y tu hermana a Siegfried —continúa. Lo miro—. Si, querida Sofía, Siegfried, el futuro socio de tu madre. No creo que aquel trato le convenga realmente.

Mi labio inferior tirita. Estoy paralizada, soy incapaz de decir una sola palabra. Estoy analizando que tan jodida es la situación, y parece que mucho.

—Lo ves, ya descubrí lo que necesito hacer para Nikolaj vuelva con nosotros. No debo incentivarlo a él, sino a ti —sonríe Jochem—. Por supuesto, sería mucho más conveniente si hubiese encontrado la forma de acercarme a Aukan, tu amiguito. Pero Ava no fue capaz de llamar su atención. Además, está el riesgo de levantar sospechas con los mapuches, y no queremos que eso ocurra. Nuestra existencia depende de nuestros buenos términos con ellos.

»En cambio, tu noviecito, o mejor dicho, exnovio, cayó directamente en los brazos de Ava. No lo culpo, ella es realmente hermosa. Aunque ya está algo aburrida de él, demanda bastante atención, supongo que deshacernos de él será un alivio para ella.

—Héctor no tiene nada que ver en todo esto. Ni tampoco Melisa y mis padres —digo desesperada. Jochem ríe.

—Muy por el contrario, Sofía. Ellos son fundamentales. Tu hermana fue muy detallada con la información al respecto. Tienes que agradecerle a ella por ser tan lengua suelta.

Maldito. Maldito Jochem. Estoy atrapada. Encerrada en una situación imposible. Él sabe perfectamente que no dejaré a mis seres queridos ser involucrados en toda esta situación. Me ha estudiado muy bien.

—¿Por qué quieres a Nikolaj? —pregunto. Él niega con la cabeza.

—Ese no es asunto tuyo.

—Parece que si lo es, si estás dispuesto a amenazarme de esta forma, atacando con la artillería pesada, es por algo importante. No harías esto solo para tenerlo en el clan. Sospecho que hay algo más —insisto.

Jochem entrecierra los ojos y me observa. La burla y el sarcasmo han desaparecido, he dado en el clavo. Hay algo que no está diciendo.

Tiene sentido. Si fuera por proteger mi vida, Nikolaj hubiese aceptado unirse a su mierda de clan, sin más. Pero el hecho de que se haya negado, y que Jochem esté actuando tan desesperado, indica que hay algo más. Hay algo importante de por medio. Pero ¿el qué? ¿Qué puede ser tan importante para él?

Abro los ojos al comprenderlo. Nikolaj me lo había dicho, cuando le pregunté por el piuchén. Jochem los había matado a casi todos, creyendo que así podrían volver a ser humanos. Y Nikolaj me dijo que eso no era suficiente, que era necesario un ritual.

¿Significaba eso que Nikolaj sabía dónde estaba el monstruo que los convirtió? ¿Por qué se negaría a dar esa información y volver a ser humanos? A menos que...

Miro los ojos fríos y sádicos de Jochem. No, él ya no es humano, ni una parte de él. Es una bestia, un asesino, sin piedad, sin compasión.

¿Y si Jochem y el clan ya no quieren ser humanos? Lo más seguro para mantenerse como vampiros, sería eliminar la única cosa que podría amenazar su existencia. Y eso es el piuchén. Abro la boca y sonrío, no tengo como saber si lo que yo estoy especulando es verdad, pero algo en mí, mi instinto, me dice que lo es.

—Quieres encontrar al piuchén que los convirtió —susurro. Las fosas nasales de Jochem se expanden. Suelta mi mano y empuña sus manos.

—Dile a mi hermano que tiene hasta mañana para volver, de lo contrario, al primero que mataré será a tu estúpido exnovio —masculla entre dientes.

Se levanta de golpe y sale del local rápidamente. Me quedo mirando la puerta y respiro aliviada. Me doy unos segundos para reponerme y cojo el teléfono para llamar a Aukan.

No puedo dejar que nadie salga herido por mi culpa.

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