41. Weza

Por instinto, cubro a mi hermana, colocándola tras de mí, protegiéndola con mi cuerpo. Ella solloza. Trago saliva. Él lo supo todo este tiempo. Supo que yo y Nikolaj nos veíamos, supo quién era yo y mi hermana. Él era el culpable de las pesadillas de Isabel, el que la amenazó.

Mi mente pensaba a mil por segundo, buscando como escapar, que hacer. Mi mano sostenía el cuchillo firmemente, soy consciente del orégano que llevo en mi bolsillo. Todo movimiento que haga, él lo percibirá al instante. Debo ser rápida, precisa e inteligente.

—Es un gusto por fin conocerte, Sofía.  Te diría que mi hermano me ha hablado de ti, pero hace varios años que dejamos de estar en buenos términos —dice. Su voz es fría, formal. Algo en ella me causa un escalofrío. Isabel tirita a mis espaldas. Jochem ladea la cabeza e intenta mirarla—. ¿Qué pasa Isabel? ¿No te alegras de verme? Con lo triste que te pusiste cuando me fui.

Me quedo en silencio. Esto está mal, muy mal. No soy rival para él, menos aún teniendo que proteger a Isabel.

—No eres muy conversadora, Sofía. Tampoco muy educada, sin darme la bienvenida a tu hogar —comenta, y mira la cocina.

—Tal vez es porque no eres bienvenido —replico, con la voz más seria y carente de emoción. Jochem me mira y sonríe, mostrando sus perfectos dientes blancos.

—Tu hermana dijo que eras temeraria. Hablarle así a alguien que puede matarte en un segundo no es algo muy inteligente. Ella lo llamó valiente, pero yo lo llamaría estúpido.

Me quedo quieta. Da un paso hacia nosotras, retrocedo hacia la puerta. Suelta una risita irónica. Vuelve a mirar a Isabel tras mi brazo.

—Te ves mal, Isabel. ¿Has dormido bien? —pregunta burlón. Mi hermana tiembla, él ríe.

—Déjala en paz —mascullo. Jochem vuelve su vista a mí.

—¿O qué? —Señala el cuchillo en mi mano—. ¿Me vas a apuñalar con ese cuchillo? Porque te llevarás una gran sorpresa.

Piensa me digo a mi misma.

La puerta del jardín se abre. Jochem voltea con rapidez y frunce el ceño.

—¿Sofi? ¿Isa? —nos llama Aukan. Mierda.

—¡Aukan vete! —le grito.

Jochem voltea a mirarme, me sonríe.

—Eso no lo va a salvar —me dice, da un paso hacia mí.

—No, pero esto sí —susurro.

Y antes de que entienda de lo que hablo, cojo el puñado de orégano de mi bolsillo y se lo lanzo a la cara.

—¡AAAHHH! —grita, tapándose el rostro con las manos.

Volteo y empujo a Isabel hacia la salida.

—Ve con Aukan, yo lo distraeré —le ordeno. Jochem continúa gritando adolorido

Sale pitando y choca con Aukan, él me mira sin entender, Isabel lo coge del brazo y lo tironea, en dirección al jardín. Avanzo por el vestíbulo hasta la puerta, pero antes de que mi mano toque el pomo, Jochem captura mi brazo y me lanza hasta el otro lado de la habitación. Mi espalda choca contra la mesa llena de fotografías familiares, algunas caen al suelo, el vidrio haciéndose añicos. Me levanto lo más rápido que puedo. Jochem me agarra del cuello y me acorrala contra la pared, golpeándome con fuerza en la cabeza.

—¡¿Crees que unas hierbas me van a detener?! —gruñe. Me cuesta respirar.

Agarro firme el cuchillo y se lo entierro de lleno en el abdomen. Sus ojos se abren en sorpresa cuando el ajo que le he pasado por el filo le quema. Me suelta dejándome caer, coloca sus manos sobre la herida. Me levanto y salgo pitando hacia la cocina. Tengo una rama de laurel. Necesito llegar a ella.

Me precipito sobre la encimera. Apoyo mi mano sobre esta y me estiro para alcanzar la rama que me entregó Sayen el otro día, colgando del mueble.

Algo me agarra del cabello y estampa mi mejilla contra la ventana, aprisionándome contra el mesón. El aliento de Jochem choca contra mi oreja, respira agitado.

—Estás haciendo esto mucho más divertido de lo que esperaba —dice contra mi oído. Tira de mi cabello, exponiendo mi cuello. Su nariz roza mi piel delicada e inhala—. Mi hermano tiene buen gusto.

Me estremezco, siento su boca cerca de mi cuello. Mi mano busca en el mesón algo con lo que defenderse. Encuentro el diente de ajo que deje hace unos minutos. Lo estrujo en mi mano con toda la fuerza que puedo. Lo miro, está distraído. Abre la boca, sus ojos se vuelven del todo escarlata, sus colmillos se alargan y cuando esta por morderme, aplasto mi mano con el diente de ajo sobre su ojo derecho.

Grita y me suelta. Volteo y corro rápidamente hacia la puerta. Una de sus manos alcanza a empujarme haciéndome trastabillar, cayendo sobre la encimera. Miro rápidamente, encuentro otro cuchillo. Aunque no tenga ajo, espero demorarlo aunque sea un poco. Volteo, se lanza sobre mí. Levanto mi mano para enterrar el cuchillo en su cuello pero su mano atrapa mi muñeca, aprieta.

—¡No! —me quejo. Dobla mi muñeca, provocándome dolor e inmediatamente dejo caer al cuchillo—. ¡Ah!

Miro a Jochem. Su ojo derecho parece haber sido rociado con ácido, sin embargo, ya noto como la piel quemada comienza a sanar.

—¿En serio crees que puedes vencerme? —pregunta divertido.

Me toma del cuello, elevándome del suelo, pataleo mientras mis manos rasguñan su brazo, sintiendo la falta de aire. Me lanza contra la mesa, choco contra esta y caigo, botando la vajilla al suelo. Caigo sobre los platos rotos. Me siento, adolorida, apoyando mi espalda contra la mesa y miro a Jochem, que observa mi brazo son ojos desorbitados. Miro en la dirección de sus ojos y lo veo. Mi codo se ha cortado, y la sangre comienza a caer por mi antebrazo.

Un rugido gutural emana de la garganta de Jochem. Levanto la cabeza, respiro entrecortadamente. Sus ojos vuelven a tornarse rojos, sus colmillos vuelven a sobresalir. Parece un monstruo de una película de terror. Intento alejarme, la sangre chorrea y ensucia el piso.

Jochem se abalanza sobre mí, impidiéndome moverme. Coge mi brazo con fuerza, intento escapar pero es imposible, él es mucho más fuerte que yo. Su lengua lame la sangre que corre por mi brazo. No siento las lágrimas salir de mis ojos. Tengo que arrancar. Él me va a matar. Sus ojos me miran, una especie de sonrisa torcida se forma en su rostro monstruoso.

Se inclina hacia mi brazo, me va a morder. Y entonces, un aire frío pasa a mi lado y Jochem es empujado hasta el otro lado de la cocina. Retrocedo, me apoyo en un taburete y me levanto, mi cuerpo adolorido. Nikolaj se me acerca. Jamás había estado tan aliviada de verlo, aunque también me asusta. Mira mi brazo, veo un brillo escarlata cruzar sus ojos. Observo a Jochem levantarse. Inmediatamente, Nikolaj voltea y me protege con su cuerpo. Miro asustada, no quiero que le pase nada.

—Hermanito —dice Jochem, se limpia la sangre de la boca con el dorso de su mano—, tanto tiempo.

—Vete de acá —susurra Nikolaj entre dientes, con tono amenazador que me llega a asustar. Jochem ríe.

—Creo que tú y yo debemos tener una conversación ¿no crees? —replica Jochem, con tono casual. Como si no hubiese estado a punto de matarme hace unos segundos.

Me acerco a Nikolaj, colocando una mano en su espalda, no quiero que se le acerque. No quiero que le haga daño. Nikolaj voltea a mirarme.

—Estaré bien —murmura.

—No lo voy a morder, Sofía, pierde cuidado —bromea Jochem. Lo miro con odio.

—Vete a la mierda —espeto. Jochem ríe, Nikolaj vuelve a mirarlo.

—Sí que tiene carácter —comenta Jochem. Nikolaj levanta el mentón.

—Si hablo contigo, ¿la dejarás en paz? —pregunta él. Abro la boca para decirle que no, pero su mano coge la mía, dándole un apretón.

Jochem nos observa y sonríe.

—Por ahora —afirma. Nikolaj asiente.

—Espérame en el bosque.

Jochem arquea una ceja y me mira.

—Un gusto conocerte, Sofía —se despide, burlón.

Le doy una mirada asesina. Camina como si nada por la cocina, sobre los platos rotos. Me quedo quieta, atenta a los sonidos, hasta que escucho la puerta que da al jardín cerrarse.

Nikolaj rápidamente voltea y me abraza. Me aferro a él. Besa mi coronilla. No quiero que se vaya. No con Jochem. Se separa y acuna mi rostro en sus manos, me da un corto beso.

—Tengo que irme —dice. Niego con la cabeza.

—No —suplico.

Escucho la puerta de entrada ser azotada, y entra corriendo Aukan con un palo de hockey, seguido de mi hermana que trastabilla nerviosa, ambos empapados, probablemente porque afuera sigue lloviendo. Al ver a Nikolaj, Aukan se dispone a atacar. Me coloco delante de él y levanto las manos, protegiéndolo, Aukan se detiene.

—Sofi —dice sin entender, mi hermana mira a Nikolaj sorprendida.

—Él es bueno, el otro se ha ido —le explico. Aukan se ve que no entiende una mierda. Isabel mira a Nikolaj y luego a mí.

—Tengo que irme, Sofie —dice Nikolaj. Volteo a mirarlo.

—Por favor... —suplico. Coloca una mano en mi mejilla.

—Volveré, lo prometo.

Coloco mi mano sobre la suya, sintiendo el frío de esta. Nikolaj se inclina y deposita un suave beso en mis labios. Luego se endereza, mira a Aukan e Isabel, que están pasmados, asiente la cabeza a modo de despedida, y se va en un abrir y cerrar de ojos.

Me acerco a la ventana a ver el bosque. No lo veo, probablemente ya se adentró entre los árboles.

—Sofi —escucho a mis espaldas, volteo e Isabel se acerca corriendo a abrazarme. Le devuelvo el abrazo.

Aukan deja caer el palo de hockey y observa la cocina, está hecha un desastre. Levanta la cabeza y me mira, incrédulo.

—¿Qué mierda acaba de ocurrir? —pregunta. Isabel levanta la cabeza y me mira.

Suspiro.

—Será mejor que te sientes —le indico.

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