I
Había sido un día tremendamente agotador. Había caminado lo que le pareció una eternidad bajo el fuerte calor del sol, pegando los carteles con la foto de su novio y grandes letras rojas que decían SE BUSCA, dándoles también a los transeúntes que pasaban por su lado.
Cuando la noche dio comienzo, ella ya deseaba más que nada regresar a su departamento, tomar un vaso con agua para refrescar su garganta seca y descansar sus adoloridos pies. Pero aun con todo eso siguió con aquella labor que tenía meses realizando y que comenzaba a pagarle factura a su estado emocional y físico.
Y los días siguientes seguirían siendo iguales. Tendría que soportar el calor del sol golpeando su piel y la fatiga de su cuerpo por caminar largas horas. Pero era un precio justo que ella había aceptado pagar, porque el beneficio que estaba obteniendo era mucho mejor y que disfrutaría a lo largo de su vida.
Cuando por fin entró en su edificio, suspiró por lo fresco del ambiente gracias al aire acondicionado. El gusto le duró poco cuando apenas tocó el segundo escalón de las escaleras. Resbaló con algo pegajoso que cubría el escalón.
Grito con fuerza, sus brazos se alzaron como buscando algo con lo que detenerse e impedir su inminente caída. Su trasero se golpeó con mucha fuerza en el suelo y un fuerte dolor la recorrió entera. Si ya de por sí su cuerpo le palpitaba de cansancio, ahora le dolía mucho más. Incluso le costaba respirar.
—¡Hey! ¿Te encuentras bien?
Vio a un chico acercarse a ella con urgencia y se arrodilló para brindarle ayuda. No se había percatado de su presencia, y tampoco lo había visto antes en el edificio. ¿Sería familiar de algún residente? Aun así, agradeció mentalmente su preocupación.
—Me duele mucho el trasero, pero estaré bien.
—¿Segura? Fue una caída larga, pudiste haberte lastimado de gravedad.
—No te preocupes. De verdad estoy bien.
Aquel chico se puso de pie y le ofreció una mano para levantarse. Al hacerlo, se quejó ligeramente del dolor y pudo notar cómo su salvador frunció las cejas. Él estaba seguro de que no estaba bien e insistió en ayudarla. Incluso se ofreció a llevarla al departamento de su abuela para darle unas pastillas para el dolor.
—¿Abuela? ¿De casualidad eres nieto de la señora Kang?
—Sí —respondió con una sonrisa que dejaba ver sus adorables molares que parecían de un conejito—. Vine a cuidarla unos días mientras se compone del resfriado que pesco. Me llamo Jungkook.
—Hee-sook.
Ella asintió en respuesta, pero la duda atravesó ligeramente su rostro. Aquel chico no se le parecía en nada a esa dulce anciana que vivía en el departamento frente al de ella. Y además, la había visto recientemente y no se veía enferma. Sin embargo, se llamó paranoica y le restó importancia. Desde que Taehyung había desaparecido, se había convertido en una chica miedosa y desconfiada hasta de su propia sombra.
Una mala cualidad que estaba luchando por eliminar porque ahora todo ya estaba bien.
Jungkook se ofreció a levantar los volantes del suelo. Una vez término, analizo con detenimiento el contenido con las cejas fruncidas y luciendo un tanto preocupado.
—Se busca —leyó en un susurro—. Pobre chico. ¿Es tu hermano?
—No, es mi novio.
—Oh. Creo que había visto un anuncio sobre él hace dos meses. ¿Aún no lo encuentran? —se escuchaba sorprendido.
Hee-sook negó con la cabeza. No sabían nada de él desde hacía más de cinco meses. Había desaparecido una noche cuando salió a comprar en la tienda de conveniencia. Se le alertó a la policía al día siguiente de que él no regresara y desde entonces tanto Hee-sook como la familia de su novio y amigos y la policía lo han estado buscando sin obtener resultados positivos. Sin embargo, no perdían las esperanzas de que lograran encontrarlo, o por lo menos, de encontrar respuestas y recuperar un poco de paz.
—Parece una situación realmente difícil. Lamento mucho que estés pasando por esto —su mirada compasiva a Hee-sook—. Espero que logren encontrarlo.
—Gracias. Yo también espero que esto acabe pronto.
Jungkook alzó una de sus cejas. Hee-sook se mordió la lengua, aquello se escuchó muy raro y extremadamente mal de su parte. Corrigió rápidamente su error.
—Es difícil vivir con la preocupación y la incertidumbre de no saber si está bien o… —hizo una pausa y agachó la mirada. Dándole más drama a sus palabras—. Solo quiero que esto acabe rápido y poder regresar los días cuando él y yo éramos felices.
Pudo ver cómo los ojos de Jungkook se teñían de preocupación y una profunda empatía por su situación. Aquel chico sin duda tenía un gran corazón, uno muy bueno y compasivo. Posó una de sus manos en el hombro de la chica y le dio un ligero apretón, además de sonreírle para levantarle los ánimos.
—No puedo imaginar lo complicado que es vivir con una situación como esa. Pero no pierdas las esperanzas, te aseguro que todo saldrá bien.
Ella le sonrió por sus palabras de apoyo. Después de eso, Jungkook se quedó con uno de los carteles. Le aseguró a Hee-sook que si él se enteraba de algo o encontraba al chico del cartel, la llamaría inmediatamente.
Ella le agradeció profundamente, dando por terminado aquel encuentro y con Hee-sook por fin, dirigiéndose a tener el merecido descanso que necesitaba para continuar al día siguiente.

Hee-sook se incorporó de forma rápida al escuchar un estruendoso ruido que provenía de su sala. Miró el reloj y ya era pasada de la media noche. Se apresuró a ponerse de pie y salió para ver que había pasado. Camino por el pasillo que llevaba a la sala, encendiendo en el proceso varias luces, pero ni eso le ayudó a ver los trozos de cristales que estaban esparcidos por toda su sala.
Un quejido de dolor resonó en toda la estancia. La chica se alejó a un pequeño lugar donde no había rastro de vidrios y procedió a quitar de su pie el que tenía incrustado. Había sido un pedazo considerablemente grande, y dolía mucho. Aun así, dejó de lado el dolor y examino todo el sitio ¿Cómo demonios había pasado aquello? Las ventanas estaban intactas, y no tenía objetos de ese material que pudieran romperse.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando otro escandaloso ruido se escuchó en la cocina. Hee-sook se quedó quieta en su sitio, ni siquiera se atrevía a respirar. De nuevo otro ruido, y seguido de eso un vaso de cristal salió volando de la cocina y se estampó en la pared frente a Hee-sook. Esta vez grito por el miedo y sin importarle el dolor punzante en su pie, se alejó rápidamente hacia la salida de su departamento.
—¿Hee-sook?
La nombrada volvió a gritar a la vez que daba un gran salto del susto que su vecino Jungkook le ocasiono. Él también reaccionó de esa manera, pues no se esperaba tal reacción de la chica.
—¿Qué sucede? ¿Estás bien? Escuché algo romperse en tu departamento.
—Creo que alguien entró a mi casa –le explico–. Había vidrios por toda mi sala, después hubo ruidos en la cocina y un vaso salió disparado...
—tranquila, trata de relajarte –le dijo el chico tomándola suavemente de los hombros para reconfortarla–. Espérame aquí, iré a ver.
Con mucha cautela el chico se fue metiendo poco a poco al departamento de su vecina. Reviso cuidadosamente todo el lugar, desde la habitación de Hee-sook, la cocina, el baño, el closet y nada. No había rastro de que alguien ajeno a la dueña hubiera estado ahí, salvo el montón de cristales esparcidos por el suelo.
—No hay nadie ahí dentro.
—¿Estás seguro?
—Para que duermas tranquila puedes llamar a la policía.
Le dijo Jungkook ofreciéndole su celular, ella de inmediato lo tomó para hacerlo.
—Que extraño, dice que no hay señal.
—¿A qué te refieres?
Efectivamente, su celular no recibía señal. Agitó su celular y lo golpeó ligeramente, pero nada dio resultado ¿Por qué sucedió eso? No tenía ningún sentido, y aquello estaba asustando cada vez mas a Hee-sook.
¿Pero como no iba a sentirse de esa forma después de todo lo sucedido? Sobre todo porque ahora estaban dentro de su departamento donde probablemente había una persona peligrosa que podía hacerles daño.
—Tal vez sea error de la compañía telefónica. Pero no debes preocuparte, ya te lo dije, no hay nadie en tu departamento –le dijo acunado el rostro de la chica con sus dos manos, pero no servía de nada.
La chica estaba muy alterada, incluso estaba comenzando a sudar. Jungkook comenzó a ponerse nervioso también por no saber que más hacer. Lo único que se le ocurrió fue llevar a la chica a la cocina para darle un bazo de agua y mojarle el rostro para ver si eso la calmaba. Al principio eso pareció funcionar, pero cuando Hee-sook desvío su atención de Jungkook hacia algo detrás de él, ella se alejó rápidamente del chico para pegar su espalda contra la pared con un inmenso miedo reflejado en sus ojos.
Hee-sook señaló una puerta que estaba justo detrás del chico y que estaba abierta. Jungkook había imaginado que tal vez había visto algo realmente tenebroso para que ella gritara de esa forma, pero solo se trataba de una puerta común y corriente, y que al parecer a ella le aterraba.
—¿Hee-sook?
—Esa puerta estaba cerrada con llave y ahora... –las palabras salieron con algo de dificultad.
Hee-sook se quedó parada en su sitio sin separar la mirada de aquella habitación. Hacía meses que la mantenía cerrada, con deseos de nunca entrar a ese lugar que solamente le traía malos recuerdos.
Lo único que quería era salir corriendo y encerrarse en el departamento de Jungkook hasta el día siguiente. En esos momentos ese sería un sitio más seguro, pero la puerta se abrió de par en par dejándola ver el interior de esa habitación. Estaba tal y como su anterior ocupante la había dejado, con un enorme lienzo en blanco y muchos pinceles y pinturas esparcidas por el suelo.
Inmediatamente, los pensamientos de la chica la llevaron hacia aquel pintor joven que había ocupado esa habitación para plasmar en grandes lienzos lo que él llamaba arte. Aún podía recordar como movía los pinceles con gran precisión y maestría, creando hermosos cuadros. Hee-sook siempre quedaba fascinada con cada obra que ese pintor creaba. No las entendía del todo, sobre todo porque siempre usaba colores oscuros o a veces diferentes tonalidades de color rojo. A pesar de eso siempre le parecieron lindas, al menos asta que supo el verdadero significado. Ahora solo le producían asco.
Hee-sook sintió su estómago revolverse por los recuerdos de aquellos escabrosos cuadros, sobre todo del último que aquel pintor hizo. Ese en específico había sido el peor de todos y también el más difícil de olvidar.
—Hee-sook. –La chica miró a su amigo, este tenía una mirada neutra en su rostro, no había emoción alguna–. ¿Por qué esa habitación te pone tan alterada?
—Porque... –Hee-sook trato de pensar en una mentira, pero aún sentía tanto miedo que nada se le pudo ocurrir.
—¿Acaso te trae algún mal recuerdo?
¿Quizás a aquel pintor que tanto admirabas?
Hee-sook presto toda su atención en Jungkook. Lo miro confundida ante ese detalle.
—¿Acerté?
Hee-sook retrocedió algunos pasos, termino recargada en el marco de la puerta. Se encogía cada vez más en su sitio deseando hacerse pequeña asta desaparecer. Ella jamás había hablado de lo sucedido con Taehyung con nadie, para sus poco conocidos él solo había sido un chico que la había abandonado por cumplir su sueño de ser un exitoso pintor. Asta esa fecha ella había sido la única que sabía la verdadera historia detrás de la fachada de chico bueno que Taehyung sabía interpretar muy bien.
—¿T-Tú como sabes eso? Yo jamás...
—Me hablaste sobre eso –completo la oración. Jungkook ahora se acercaba a Hee-sook a paso lento, pero amenazador–. Tienes razon, tu nunca lo hiciste, pero Taehyung sí.
Los ojos de la chica se abrieron con horror ante tal declaración. Ella negó frenéticamente ante lo dicho por Jungkook.
—Eso es imposible porque él está...
—¿Muerto? No querida, si estuviera muerto él no habría entrado a tu departamento y esparcido todos esos vidrios en tu sala, ni mucho menos estrellado ese vaso en la pared.
Hee-sook miró con horror a Jungkook. La pesadilla se estaba repitiendo.
—Ni tampoco habría estado siguiéndote, ni observarte todas las noches mientras dormías con mucha tranquilidad a pesar de tu grave pecado.
Las lágrimas de la chica quemaban sus mejillas, se sentía muy impotente y con mucho miedo. Cosa que solo había sentido con aquel pintor que una vez dijo amar.
—¿No me crees? Porque no se lo preguntas a él y confirmas con tus propios ojos que tu amado pintor sigue respirando.
Jungkook la tomó del brazo y la empujó muy fuerte dentro de la temida habitación y la encerró. Hee-sook grito mientras corría y golpeaba la puerta rogándole al chico que ella pensaba era su amigo que la dejara salir. Golpeó y rasguño con desesperación la puerta, implorando salir. No quería estar dentro de esa cámara de tortura que fue testigo de múltiples atrocidades.
—Hola linda musa.
° ° °
¿Les a gustando?
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