Capítulo 9- Desquite
Úrsula:
El cielo se encuentra lleno de nubes que denotan una posible lluvia para después, al igual que mi estado interior. Todo el día de trabajo se hizo tortuoso y eterno.
—Querida ¿No quieres hablar? — pronuncia preocupada Meli en tanto se acerca con una taza de té entre sus manos— toma— levanto la mirada y me sonríe melancólica.
—Gracias Meli, disculpa mi mala actitud de hoy— continúo en tanto reviso la agenda con las ventas del día.
—Todos tenemos malos días, no fue tu actitud. Son tus sentimientos, Ursu— exclama intentando convencerme.
—Cumpliré mi turno los quince minutos que quedan ¿Va?
—Estaré acomodando nuevos libros que han llegado, avísame si necesitas algo— finaliza despidiéndose.
"Son tus sentimientos, Ursu"
Sentimientos que desearía no tener, sentimientos de odio y rechazo hacia una persona que alguna vez como una estúpida pude querer, sentimientos de inseguridad y miedo. Tanto guardo y seguiré guardando.
Acomodo los libros de atrás de la caja por orden alfabético ya que se encuentran desordenados.
Al darme vuelta me llevo la sorpresa del día: Matthew.
Se nota en su rostro cierto insomnio y cansancio, pero de todas formas continúa siendo igual de atractivo. En cambio de mi parte no lo sé, las ojeras me toman profundamente dejando marca de la preocupación y ansiedad.
Nos quedamos mirándonos pequeños segundos, sin hablar pero entendiendo que algo nos ocurrió. Y a los dos.
— ¿A ti también se te cayo el mundo, Úrsula? — pronuncia con una completa sabiduría.
— ¿A ti también?
—A mí también.
— ¿Me esperas a que termine el turno?
—Claro, te llevo a tu departamento.
—Gracias— sonrío débil.
Ahora, después de lo que ocurrió el sábado, deberíamos estar coqueteándonos seguramente o descubriéndonos más, como lo llama Matthew. Sin embargo la vida te puede golpear después de un buen momento, con malos momentos o con personas que quieres dejar atrás. Y todo humor se desvanece.
***
En su auto mientras Matthew empieza a manejar, yo observo atentamente el exterior, mirando al cielo, como si le pudiera suplicar que me ayude a superarlo todo.
— ¿Quieres hablarlo, Úrsula? — pregunta mirándome con ojos de comprensión.
—En resumen...— suspiro fuerte. Tomo una pausa antes de volver a hablar— se compartieron fotos mías en las redes sociales. Fotos un tanto subidas de tono que le mandé a un chico una vez.
—Que imbécil quien lo haya hecho— gira la cabeza en rechazo.
— ¿Él es el imbécil? ¿No seré yo una maldita zorra? — sollozo levemente. Las lágrimas amenazan otra vez en mi rostro después de horas de haber llorado.
El auto se frena radicalmente en un costado. Nos quedamos en silencio.
—Mírame— exclama autoritario. Levanto la mirada hacia él, que se encuentra llena de orgullo y precisión en lo que vaya a decir— ¿Cómo te puedes catalogar de zorra por haber hecho lo que te dio la gana? Además, sin profundizar, no se de quien se tratará, pero... a lo mejor él se abusó de tu debilidad. Son unos completos imbéciles, Úrsula. Pero tú no eres una zorra.
Mi mirada se pierde en sus ojos, los míos a punto de llorar, mostrando toda sensibilidad desplomándose en el momento.
—Lo sé— continúo frágil— no entiendo por qué a veces me auto culpo de lo que me pasó.
— ¿Qué te ha pasado?
—Oh no, Matthew. Mi historia es muy compleja, no creo poder contarla de primera tan rápido.
—Claro, comprendo. Pero sea lo que sea estas aquí, siendo fuerte, no te estas rindiendo... ¿Verdad?
—Eso creo— mi mano sube lentamente por la ventanilla, apreciando el vidrio y tocándolo.
—Lo de las fotos, tal vez puedes hacer una denuncia o una aclaración en redes.
—Nadie me creería, Matt. Aunque no lo creas en esta ciudad soy vista como una zorra, mientras él es el más querido de todos— sujeto una servilleta de mi bolsillo para sonar mi nariz— en fin... eso. No hay solución.
—Hay una solución, que lo mandes a la mierda y lo superes y hagas lo que se te dé la gana. ¿Sabes cuál es la mejor venganza, Lee? Que te vean feliz, radiante, nueva.
—Nunca lo pensé así, es verdad.
—Pronto serás una chica que caminará por el mundo demostrándole a los demás que no es ninguna zorra como le decían, o si, la puta ama serás— nos reímos.
Al sonreír siento mis pómulos doliendo.
— ¿Y a ti que te ha pasado?
—Oh, también muy complejo, Úrsula. Una historia de película si te cuento. Pero lo venceré, estoy seguro. No me detendrá.
¿A quién se refiere? ¿De qué habla? ¿Qué le habrá ocurrido?
Sin embargo son demasiadas preguntas a poco tiempo de conocernos.
—Ahora hablaremos de tu dibujo, estarás en el museo el viernes que viene, Úrsula Lee.
Recuerdo todo lo que sucedió el sábado y una sonrisa me invade de punta a punta, algo tímida y a la vez perversa.
—Fue un placer dibujarte— susurra. Giro la cabeza completamente seria y él me dedica una pequeña sonrisa para darse vuelta hacia la ventana y fumar.
Carajo.
—Gracias— continúo.
A pesar de todo, no puedo negar que Matt me enloquece y me saca de mi realidad en cada momento junto a él para transportarme a otro mundo. A un mundo de llamas, a un infierno donde solo existe el deseo que se incrementa cada vez más.
Llegamos a la puerta del departamento y cierta tensión empieza a avecinarnos en el auto. Nos mantenemos en silencio un pequeño instante que se vuelve tortuoso.
Lo del sábado fue fuerte, y todavía no puedo borrar de mi mente sus palabras en cada momento justo, sus besos, sus roces y su maldito labor de sexo oral. Los gemidos que liberé por él. Todo.
—Matt— siento mis piernas temblando y es que con él no lo puedo evitar. Mi corazón palpita fuerte y mi respiración se vuelve pesada, subiendo y bajando.
Con una sola mirada él parece saber lo que pienso.
De manera impulsiva doy la vuelta subiendo a sus piernas y enrollando mis brazos en su cuello.
Carajo, querido Matt. Mira lo que provocas con solo mirarme.
—Úrsula— gime en bajo ante mi inesperado gesto.
Yo también puedo ser infierno, Matt. Yo también puedo provocar todo lo que tú provocas en mí.
Nuestros cuerpos están juntos sintiendo el calor el uno del otro, empiezo a besarlo con demanda, mordiendo sus labios y rozando mi lengua junto a la de él. Me inclino a su cuello para besarlo sin compasión alguna.
Él empieza a jadear y sonrío triunfante en tanto reconozco que me encanta escucharlo así por mí.
—Lo que sucede es que ahora eres como una maldita droga que me encanta experimentar, Matt— susurro sobre su oído. Él gruñe en respuesta.
Empiezo a refregar mis caderas contra las suyas necesitada de sensaciones. Y qué sensaciones.
Cada vez acelero más mis movimientos, sabiendo que puedo acercarme a un orgasmo. No puedo evitar gemir su nombre una y otra vez como la fantasía hermosa que es. Él parece disfrutarlo porque sujeta mis caderas con fuerza, incitándome, sin dejar de besar mi cuello.
Instinto, querido Matt.
Dicen, que a veces, liberamos las tensiones en los actos sexuales, que no solo implican la penetración, la sexualidad es tan abierta como podamos experimentarla. Yo creo que un roce sin piedad estando con ropa, pero sintiendo absolutamente todo, puede formar parte de una perversión.
Estamos tan mal emocionalmente, que parecemos liberarnos devorándonos el uno en el otro, con besos, caricias, jadeos y movimientos.
Lo que estamos haciendo es un impulso de sentir para dejar de pensar en nuestras infernales realidades. Nada más. Porque eso nos entrega la unión con otra persona, que dejes de existir en el plano terrenal para llevarte a un extremo. Y qué extremo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top