Capítulo 5- Protección

Úrsula:

Mi amiga extiende el brazo hacia el equipo de música para bajar el volumen de la radio.

—Por un instante creí que te habías olvidado de mi...— menciona mientras plancha su cabello en frente de su tocador— pero gracias por aceptar mi invitación.

—Ay Zara... sabes que no soy social. Me gusta mi mundo solitario, de todas formas, te quiero y estimo— prosigo.

— ¡Eres tan reservada, Ursu! Pero también te quiero...

—Si me quieres... ¿Puedes traerme más chocolate?

— ¿Qué? ¿Acaso piensas que estoy planchándome el cabello para comer y dormir? No mi amor, no. Y ven aquí ahora mismo porque saldremos.

Me refriego la cara con la almohada de mi amiga.

— ¿Salir en serio? Ay por favor, no. La última vez que salí a bailar la pasé pésimo. ¿Qué favor necesitas Zara? Como si no te conociera...

—En primer lugar, la última vez que saliste a un bar o para bailar fue hace siglos, en segundo lugar, necesito que estés conmigo porque conoceré a un chico nuevo con el que hablé por internet. Y por las dudas... ya sabes. Uno nunca sabe que se esconde detrás de una foto. ¡No quiero estar sola! ¡Vamos por favor! Un ratito nada más, luego te vas a tu casa. O te quedas, si quieres tener una aventura.

Aja, claro. La única aventura que me interesaría tener es con Matthew Stone.

— ¡¿Me engañaste para venir a tu casa y ahora me entero que es para salir?! ¿Y qué conocerás a otro chico más? Ay Zara...

—Si— realiza un puchero— vamos por favor. Además hace mucho no sales, tal vez te haga bien tomar un trago.

Mi mente procesa la propuesta que está diciendo Zara, y realmente parezco una señora de ochenta años.

— ¿Tienes miedo de algo? ¿De encontrar a Michael? — se da vuelta mirándome preocupada.

— ¿Qué? Claro que no— contesto a la defensiva—es solo que no me gusta salir. Pero bien, saldremos querida amiga. Pero me regalarás los chocolates que tienes en la cocina de recompensa ¿Ok?

— ¡Te los regalaré! ¡Gracias Ursu! Oye... ¿Tú no tienes nada para contarme?

—Mmm... no por el momento. Solo continúo mi vida tranquila— contesto intentando finalizar la conversación— ¿Me prestas uno de tus vestidos de cuando salíamos?

— ¡Ay sí! ¿Te animaras a usar esos vestidos otra vez? ¡Que emoción! — exclama mientras toma un labial de su cajón.

—Sí, me animaré— me dirijo al vestuario de mi amiga para buscar uno en particular que siempre me prestaba— este era, que recuerdos.

Luego de unos pequeños minutos salgo cambiada. El vestido es strapple, corto y de color negro.

—Wow— afirma Zara ojeándome con gesto atrevido— ¿A quién conquistarás hoy, bonita?

Nos reímos.

—Estúpida— muerdo mis labios nerviosa— pasaron los años, me aprieta un poco, pero no lo puedo evitar. ¿El busto está bien? Siento que es muy notorio...

—Tienes más cuerpo Ursu, te queda espectacular. ¡No puedo creer que saldrás también!

***

La noche de viernes profundiza sobre cada paso en la avenida principal. Muchas miradas me cruzan, pero ninguna logra cautivarme como la de Matthew.

Carajo, ¿Acaso no dejaré de pensar en él por un puto instante?

—Ay mierda olvidaba que había tanta gente, mmm ¿En serio no puedes sola? — gestualizo fastidiosa y me remuevo inquieta intentando irme.

— ¡Ven aquí! — exclama Zara.

La fila es interminable y realmente me siento incomoda. Claramente este no es mi ambiente, pero Zara me suplicó de una y mil maneras acompañarla en este momento especial. Aunque no nos hablemos ni nos veamos demasiado, sabe que estoy para ella en cuestiones urgentes.

Y lo de hoy, es urgente. Debemos controlar que el chico de internet sea real y no un fake como muchos lo hacen. Malditos imbéciles.

Entramos y la música me revienta los oídos, saldré adolorida. Parezco una señora grande quejosa de cuestiones mínimas.

— ¡¿Habías venido antes?! — grito sobre la música en tanto abro el paso con mis codos en el alboroto de personas.

— ¡Es nuevo! — prosigue.

— ¡Ah, con razón! ¡Vamos a esa barra y sentémonos, no soportaré estar entre tantas personas! ¡Dile al chico que te busque por ahí!

Me toma de la mano para encaminarnos a la barra y sentarnos en sus respectivas banquetas altas. Respiro y exhalo tranquila cuando el alboroto queda atrás.

—Un agua, por favor— exclamo a la chica extremadamente sexy y musculosa detrás del mostrador. Jodido trabajo.

— ¿Estoy bien? Dime— empieza a conversar Zara con su ansiedad que la acompaña siempre en estos momentos— ya me estoy muriendo.

—Tranquila Zara, estará todo bien. Estoy aquí. Recuerda no tomar mucho, por favor.

—Lo sé— acomoda su cabello hacia atrás. Luego visualiza su iPhone para ver si hay algún mensaje en las notificaciones. — ¡Carajo! ¡Me reconoció! — prosigue nerviosa.

— ¿Zara? — exclama una voz masculina atrás nuestro. Volteo levemente y jodido hombre. Zara se elige cada badboy de película y novela que no les puedo explicar. Yo no podría con ese estilo. Musculosos excesivamente, cabello largo, llenos de tatuajes hasta en el rostro. Y a mi pobre amiga le lleva dos cabezas de altura.

Levanto las cejas mirando nuevamente hacia la barra mientras bebo de mi botella de agua. Que santa soy tomando agua.

—Hola— susurra completamente intimidada y a la vez, coqueta.

Mi amiga se dispone a darme un beso en la mejilla y me agradece en el oído.

Le contesto que por favor se cuide.

De nada Zara, de nada.

El alboroto de personas me satura pero por lo menos hago tiempo de terminar mi botella de agua, mientras reviso mi iPhone con todas las redes sociales disponibles.

Debo ir al baño.

Me encamino nuevamente en la infernal pasada de personas de un lado para el otro hacia el maldito baño donde sea que se encuentre. Carajo. Tomé dos tazas de café en la casa de Zara y no fui al baño.

Cuando entro estoy sola así que me relajo completamente. Es increíble cómo no soporto este ambiente en cuestión de pocos minutos. Me siento sobre la mesada de la toilette mientras observo mi rostro en el espejo.

Entran dos jovencitas a peinarse y maquillarse rápidamente y muy ansiosas para volver a salir. Recuerdo con nostalgia mi adolescencia y esas épocas con mi amiga.

Salgo por el pasillo oscuro que debo caminar hasta volver a ver las luces de colores, pero de repente siento un brazo que me atrapa bruscamente y me sujeta hacia atrás.

—Ey, Ursu bonita— susurra una voz conocida. Ay no, Michael no. ¡Mierda!

Mi corazón se paraliza y aunque quiero defenderme me cuesta trabajo.

—Hace mucho que no te vestías así, nena. Que bien te queda ese vestido... ¿No quieres estar conmigo otra vez? — prosigue completamente ebrio.

—Michael suéltame, estoy por irme. Vine a acompañar a Zara— exclamo intentando tranquilizarlo para que no ocurra nada más que no deseé.

— ¿Tanta prisa? ¿Acaso no sabes lo que me provocas con ese maldito vestido? — empieza a derramar de su vaso de alcohol sobre mi cuello para comenzar a besarme y siento un asco inexplicable.

— ¡¿Qué haces?! Suéltame por favor— sollozo nerviosa.

— ¿O sino qué? — baja las manos por mi trasero y de manera impulsiva le encajo un rodillazo en el abdomen— ¡Maldita ven aquí!

Empiezo a correr entre el alboroto para despedirme de esta horrible situación. Salgo a la calle y también continúo corriendo para alejarme más del bar.

Michael me alcanza y vuelve a tomarme bruscamente.

— ¡Suéltame imbécil! — prosigo acelerada y siento que el corazón se me va a desbocar.

— ¿Te excusas y te has puesto ese vestido? ¡Eres una maldita puta! — me lastima en los brazos y los lleva hacia arriba de mi cabeza en plena calle. Cierro los ojos intentando resistirme pocos minutos que se vuelven eternos.

De repente escucho un golpe seco y fuerte. Y mis brazos fueron liberados de aquellas manos a las que tanto odio tengo.

Otro golpe más, y el imbécil de Michael empieza a mariconear.

—Le vuelves a poner una mano así y te las veras conmigo hijo de perra— otro puñetazo más provocando sangre en su boca.

Giro la cabeza y Michael escapa corriendo tropezándose.

— ¿Matt? — susurro asustada de la situación con Michael.

El me dedica una mirada profunda y comprensiva mientras limpia su mano con el tapado que lleva puesto.

— ¿Estas bien? — pregunta acercándose más a mí.

—Yo... lamento esta situación, que me encuentres así, oh por dios. Estoy bien, gracias por defenderme, oh carajo— me desplomo en la vereda sentada y empiezo a llorar como una pequeña niña.

—Tranquila, ya pasó— pronuncia su dulce voz— ¿Te ha tirado alcohol el imbécil? Te puedes resfriar.

—Sí— levanto mi cabeza y con las manos empiezo a secar mi rostro— disculpa mi actitud. Es muy débil.

—Úrsula ¿Qué? No te sientas mal por como reaccionas, es un maldito imbécil. No eres débil. ¿Lo conocías?

Su última pregunta me deja paralizada sin saber que contestar.

—No— trago saliva— era un chico que estaba en el bar. Acompañé a mi amiga y me quede sola un pequeño instante, fui al baño y me atacó, escapé pero me persiguió hasta recién.

—Vamos a mi auto, no quiero que tomes frio— se levanta y su mano me llama nuevamente, como aquella vez en la salida del museo.

Siento su extremada calidez y me levanto junto a él.

—Sube— pronuncia en tanto abre la puerta. Entro confiada. — ¿Ya estas mejor? — pregunta mientras gira el volante después de tres cuadras.

—Sí, gracias— contesto con la voz quebrada— ¿Y tú que hacías por aquí?

—Me gusta salir a caminar en las noches, y compré chocolates.

Me sonrío en mis propias lágrimas ante su última oración.

—Oh Úrsula Lee te saqué una sonrisa— me mira nuevamente— ¿A ti también te gustan los chocolates?

—Mucho— contesto sonrojada en tanto me sueno la nariz en una servilleta.

—Me pasaría la vida comiendo chocolate— afirma sonriendo. Su sonrisa me hace olvidar de toda situación horrible que pude vivir. — Agarra uno, están ahí abajo— señala con su dedo índice.

Tomo uno y le sonrío en agradecimiento.

—No lo comas impulsivamente, debes disfrutarlo más Lee. Ábrelo y primero siente la fragancia y deja impregnarte en ella— exclama en tanto su mirada continúa firme en el camino.

Me observa un pequeño instante y me dejo deleitar por el aroma.

—Muy bien lo de los ojos cerrados, se disfruta más. ¿Sabes? Dicen que las mejores cosas las hacemos con los ojos cerrados, porque las sentimos con el corazón. Por ejemplo soñar, besar, comer algo que nos guste mucho, escuchar un sonido de la naturaleza, dormir...

—Nunca lo pensé así, es verdad.

—Cuando lleves un bocado a tu boca tomate el tiempo suficiente de saborearlo. Si lo comes impulsivamente no tiene gracia. Dame uno.

Le alcanzo uno y me encanta la delicadeza que tiene en sus manos para abrir y comer el chocolate con sus instrucciones. Es tan artístico en todo lo que dice y hace.

—Llegamos, Lee— exclama en tanto abre su puerta y se encamina hacia la del otro lado donde me encuentro.

—Oh, yo puedo. Gracias de todas maneras— sonrío incomoda. Siento mi piel fría.

—Espera— vuelve a su asiento y toma un tapado de atrás.

Se acerca con precisión hacia mí y me paralizo completamente cuando sus manos toman mi cabello de forma delicada para colocar su tapado en mi espalda. Lo hace todo tan lento que podría perder la cordura. Sus manos tibias tocan con delicadeza mi cuerpo frio.

—Para que no te enfermes, se te nota pálida— susurra en voz baja en tanto sacude levemente los costados de los brazos.

Mi mirada se hipnotiza en su acción, no tengo palabras que puedan salir de mi boca por todo lo que me genera.

—G... gracias— tartamudeo leve. Me sonríe.

Maldita sonrisa.

—Tengo una muestra mañana por la noche en el museo principal, otra vez. ¿Te gustaría venir?

Su propuesta me toma por una completa sorpresa.

—Oh, claro. ¿Es muy formal?

—Este vestido te queda espectacular si lo quieres usar, por lo general nos vestimos elegantes.

Miro hacia abajo recordando lo que sucedió con Michael y sus acusaciones de mi vestido y que soy una puta. Lo odio.

—Sé lo que piensas. No te sientas mal de usar este vestido. Ese chico es un maldito imbécil. Las mujeres deben vestirse como se les canta y no por eso deberían recibir críticas ni acusaciones. Maldito imbécil, si me lo cruzo otra vez no querrá enfrentarse.

¿Cómo es capaz de leer mentes?

Sonrío incomoda. Afirmo con la cabeza.

—Está bien, me pondré este. A mí también me gusta— levanto mi mirada hacia sus ojos brillantes. Carajo. Jodida mirada que me encandila por completo.

—Que tengas buena noche, Lee. Mañana te espero en el museo.

—Así será— finalizo sonrojada. Él se despide levemente hacia atrás y me siento terrible ante su lejanía.

Maldita sea. Lo que me genera no tiene una explicación consciente en estos momentos. 

Notita de autor: 

Bueno, voy a hacer notitas de autor cuando lo vea necesario. Pintando tu cuerpo estrenó el 2 de julio porque la intensa que se encuentra detrás de todas estas letras no soportó mas la emoción y adrenalina. Quiero agradecerles porque no puedo creer que en tan poco tiempo, PTC generó un revuelo impresionante. Tengo otras novelas pero nunca me ocurrió de generar tantas visitas, votos y comentarios en pocos días. En serio, me emocionan mucho.

Esta historia recién comienza y no saben todo lo que se viene, va a ser muy intenso, de hecho en un word ya tengo escenas que son puro 🔥 pero estarán mas adelante, así que tienen excusa para continuar leyendo ahre. 

Posta, gracias de corazón, espero que Matthew Stone y Úrsula Lee conquisten sus corazones y les hagan vibrar el alma <3 

Vamos que se viene el futuro éxito romántico y erótico, no voy a seguir hablando porque lloro de emoción. Los quiero y gracias, hasta el próximo capitulo (esta semana, obvio). Escribiré muy seguido, se los aseguro <3

Un beso enorme, y que sueñen con Matthew, Mili.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top