Capítulo 4- Café
Úrsula:
"¿Te gustaría ir a tomar un café, Úrsula Lee?"
Su pregunta me hizo detener en el tiempo, donde solo existía él con su presencia tan única invitándome a conocernos más.
O invitándome, tal vez, a descubrir más su mundo.
— ¿Quién era ese atractivo hombre, eh? Ya entiendo la razón de tu distracción— cuestiona Melissa luego de que Matt se despida en el breve intercambio de palabras ante mi respuesta afirmativa.
—Un cliente, Meli— prosigo intentando despejarme de la situación.
— ¿Un cliente? Con esos ojos tan encendidos no creo que sea un cliente al azar nada más— me sonríe segura de sus palabras.
—Meli, por favor— contesto incomoda ante su cuestionario— sabes que te aprecio pero...
—Ya, querida. Te conozco. Eres reservada con tus cosas. Y está bien, no te molestaré más.
— ¿Debemos continuar hasta las seis? ¿Hay que acomodar más libros? — exclamo volviendo a la realidad.
—Hoy cerraré a las cinco, así que puedes prepararte e irte tranquila, Ursu. Ya me has ayudado bastante.
Me extraño ante su repentina decisión.
— ¿En serio ya está por hoy?
—Sí, querida. Puedes irte. — contesta finalizando la conversación.
Luego de unos minutos preparo mis cosas y saludo a Melissa que se encuentra acomodando el registro del día con las ventas.
El atardecer empieza a asomarse levemente y un color lila destalla sobre el cielo.
Matthew dijo que me esperaría en el café de la cuadra a las seis de la tarde.
Empiezo a caminar observando atentamente todo a mí alrededor, hasta que a través de la vidriera del famoso café, lo encuentro apoyado sobre la ventana mientras dibuja con atención en la hoja.
En un instante prende un cigarrillo y abre la ventana para exhalar el humo.
Es tan sensual.
Su mirada vuelve a perderse en la hoja. Sus ojos denotan concentración en lo que expresa, fortaleza, confianza.
Dudo si entrar e interrumpirlo, pero mi impulso me lleva de manera imprevista a él.
Entro por la puerta principal del café, se escucha alboroto y música de fondo, camino lentamente hacia su mesa. Los reflejos anaranjados chocan contra el dibujo, y pareciera que está fascinado con tal acción. Su mano se toma el tiempo suficiente para no perder la cautela en la tinta.
Vuelve a llevar el cigarrillo a su boca y cuando levanta la cabeza me clava una mirada profunda por pocos segundos. Reacciona y hace una gestualidad con la mano para que me acerque, y de a pocos pasos voy.
Carajo.
Otro dibujo hipnotizante.
—Qué sorpresa, Úrsula Lee. Pensé que vendrías a las seis.
—Mi jefa dijo que cerraría más temprano, estaba paseando y te vi desde afuera. ¿Puedo? — exclamo señalando la silla.
—Claro. ¿Te molesta el humo?
—No, no hay problema.
No dejes de fumar, porque en cada pitada del cigarrillo a tu boca me provocas una sensación única.
—Estaba terminando unos detalles mientras te esperaba. ¿Qué te parece?
El dibujo es una mujer ladeando su cuello hacia el costado en tanto su pareja le succiona profundamente la zona. Es increíble la expresión que maneja en el rostro femenino.
—Es... llamativo. Dibujas muy bien, Matthew.
Levanta la mirada sonriéndome.
—Dibujo desde los seis años, tal vez sea por eso.
—Hay personas que tienen un don especial, para mi es admirable dibujar con tal realismo. De verdad.
—Gracias, Úrsula Lee. Qué lindo halago— cierra su carpeta para guardarla en su bolso— ¿Puedo preguntarte como llegaste al museo la primera vez que entraste?
—Claro— acomodo mi cabello— paseaba y... vi una de tus obras, la del rostro femenino, y junto a ella la presentación y... me llamo la atención.
Carajo. Tan nerviosa.
El ríe suavemente en tanto llama al mozo.
—Disculpa mi risa Úrsula Lee, es que tu reacción con la muestra de mi obra fue un tanto extraña.
Quisiera proseguir con seriedad pero ya no lo soporto. Empiezo a reír levemente tapándome la cara un poco avergonzada.
—Yo... esa noche. Estaba rara...— miro hacia abajo y puedo sentir el calor en mis mejillas.
—Tienes aires de ternura, Lee— prosigue— no te avergüences. Muchas personas reaccionan como tú cuando descubren que soy artista erótico o visualizan mis obras. Es una cuestión social la reacción de las personas en el ambiente sexual y erótico en el exterior.
—Imagino que sí, pero de todas formas, dibujas hermoso. ¿Has estudiado arte o algo así?
—Además de dibujarlo por hobbie, quise hacer la carrera, pero no me gustó en absoluto. Es todo demasiado estructurado. Aún así me fascina la historia del arte. Estudio y me formo conmigo mismo. Pero me especialicé más a partir de los veinte en el área erótica. He realizado cursos en otros países y se me han brindado numerosas muestras, de las que estaré siempre agradecido.
—Wow, que increíble— me sorprendo ante sus logros y decisiones.
—Buenas tardes ¿Qué desean? — interrumpe el mozo.
—Un café— exclama y vuelve a mirarme— ¿Tú?
—Lo mismo— contesto hacia el mozo, quien se despide amablemente a continuar con su labor.
— ¿Y tú que me cuentas, Úrsula Lee? ¿Qué haces de tu vida?
Mi interna persona se ríe ante esa pregunta.
—Pues... mi hobbie favorito es leer. Me gusta leer. Y por eso al terminar el colegio estudié para ser bibliotecaria, porque amo las bibliotecas. Y tengo una vida tranquila, Matt. Nada interesante.
—Oye, lo interesante no va en los logros. Lo interesante va en que hagas lo que te gusta y deseas, y en las experiencias que recolectarás en la vida, Úrsula Lee.
—Si, tal vez. Bueno, leer y la biblioteca me hace feliz. Lo disfruto dentro de lo caótico de la vida en sí.
—La vida a pesar de lo caótico es hermosa. Créeme.
Sonrío ante su reflexión. Me mira pensativo.
—Aunque algo me dice que si tienes un hobbie secreto, pero lo ocultas.
—Todo puede ser— vuelvo a sonrojarme.
Los cafés llegan y me deleito en su aroma y gusto.
Transcurren dos horas intensas conversando con Matt, y la notoria tensión que pude tener antes, ahora empieza a disminuir lentamente. Sin embargo mis nervios ante su profunda belleza y sensualidad continúan intactos, porque es imposible no sentir nada en el cuerpo.
Como lo pensé en el momento en que decidí volver al museo, Matthew Stone parece de esas personas que te convencen de quedarte o buscarlos sin la necesidad de que lo expresen en palabras.
Matthew es de esas personas que te encandilan con una mirada, sin que puedas escapar.
Y sobre todo, que provocan que no quieras escapar. Porque les aseguro, que no quisieran escapar.
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