Capítulo 23- Confianza
Úrsula:
Transitamos un largo rato en el sillón del taller. Nos quedamos acostados, en silencio, pero sin incomodidad alguna. Así me siento, relajada. En confianza.
Desprendo mi mirada fascinada hacia los ventanales llenos de colores con sus respectivas obras antiguas.
— ¿Te gustan? — susurra cerca de mi oído. Cierro los ojos suspirando. Luego de un pequeño instante los abro para girar mi cabeza y encontrarme con su mirada otra vez.
Esa potente mirada que te consume dejándote a su merced.
Esa mirada que te invita a un camino al que no puedes negarte.
Esos ojos café que me trasladan a otra galaxia. Parecen mágicos.
—Sí— sonrío— todo me gusta— susurro volviendo la mirada al espacio— eres increíble, Matt— finalizo tímida.
Acaricia mi cabello, acomodándolo detrás de la oreja. Me estremezco ante su tacto.
— ¿Estas mejor? Sé que no se soluciona de un día al otro, pero cada día puedes pensar que logras vencer un poco más a esos pensamientos terroríficos.
—Solo sé una cosa, y es que me haces bien, Matt. No puedo creer que una persona me aprecie tanto en poco tiempo...
—La verdadera química entre dos personas surge instantánea— sonríe de lado.
— ¿Nosotros tenemos esa química? — curioseo atrevida.
Él me toma de la cintura para girarme y quedar debajo de él, mientras aprecia pacíficamente mi rostro.
—La plus belle et divine chimie... francés— susurra.
Le sonrío sin entender y exigiendo una traducción con mí gesto facial.
—La química más bella y divina, Úrsula Lee— pronuncia en bajo, de manera seria y con la mirada encendida— jamás sentí tanta conexión con alguien, y estoy seguro de que nos encontramos para enseñarnos, curarnos y encendernos— finaliza.
Trago saliva y realmente me siento intimidada.
Eso es Matthew Stone, la capacidad de encandilarte en todos los sentidos...
—Tengo algo para enseñarte, Matthew— prosigo acariciando su cuello.
Él levanta las cejas sorprendido dedicándome esa maldita sonrisa atrevida.
Estoy nerviosa... ¿Le debería enseñar el arte que oculto?
— ¿Algo artístico? — pregunta inspeccionando mi mirada. Carajo. Leer mentes es su especialidad.
Río incomoda girando la cabeza hacia el costado para volver a enfrentarlo.
—S...sí.
—Lo sabía, Úrsula. Sabía que ocultabas arte... ¿Recuerdas cuando te vi en la biblioteca leyendo erotismo? — Ríe en bajo— entre artistas nos descubrimos en algún momento, bonita...
Aguantando los nervios. Soportando la tensión. A veces quisiera no delatarme tanto.
—Delatarte tan fácil te hace más linda— susurra cayendo otra vez a mi costado.
Mierda. Mierda. Mierda.
—Debo ir a buscar mi mochila arriba... ¿Me aguardas? — me levanto del sillón, acomodando mi cabello y la ropa. Matthew se sienta para sujetar el paquete de cigarrillos de la pequeña mesita en frente.
—Te espero— sonríe para volver la mirada concentrado en sacar un cigarrillo y prenderlo.
***
Bajo las escaleras y puedo sentir la potente respiración y exhalación junto a mi corazón palpitante. Esto es demasiado. Nunca a nadie había mostrado mis cuadernos llenos de escritos y emociones, repleto de sentimientos y situaciones que la vida me enseñó.
Matthew se encuentra sentado en el sillón, deleitándose en el cigarrillo en cada pitada y exhalada del humo. Me acerco lentamente a él y puedo sentir mis mejillas incendiadas como si fuera una niña avergonzada.
—Este cuaderno es el último que llevo conmigo, pero en mi departamento tengo más. Muchos más...— me mira atento dejándome continuar el discurso a mí tiempo, solo escuchándome— desde chica escribía. En realidad, no lo sé, me gustaba imaginar y fantasear con novelas, cuentos, relatos. Frases que eran un desastre pero de todas maneras las escribía igual— río nostálgica y una lágrima amenaza en mi mejilla.
Matthew me mira sonriente apoyando una mano en su mentón mientras desplaza el cigarrillo al cenicero.
—Me gustaba crear mundos, personajes, situaciones, sentimientos... era simplemente hermoso— bajo la cabeza recordando esas letras desastrosas pero llenas de vida— me gustaba hacer autógrafos aunque era conmigo misma— río y otra lágrima se corre en mi mejilla.
Respiro y exhalo, sintiendo mi corazón acelerado.
—Y esa niña fue creciendo, y cada escrito cambiaba con su evolución, la historia de princesas, duendes y hadas quedaron en el corazón, mientras que asomaban a la vista los sentimientos, relatar lo que me pasaba, lo que quería gritar, en muchas ocasiones...
La mirada de Matthew pasa a una profunda comprensión, dejando la ternura de la niñez atrás.
—Pasaban tantos pensamientos en mi mente, tantos relatos cuando veía a las personas con su vida, tantas preguntas, tantas reflexiones hasta que un día esa niña creció indagando la vida de verdad y dejando huella de su camino... Lo más curioso es que la mayoría de mis textos son cuando transitaba la tristeza...
Matthew vuelve a sujetar el cigarrillo para fumar nuevamente.
—Y descubrí que la escritura se volvió mi arte preferido, además de leer, claro. Pero ser dueña de los escritos, saber que salían de mi corazón y de mi alma simplemente me fascinaba. Lo que el habla callaba, el papel lo gritaba a los cuatro vientos, dejando esa sensación intacta, sabiendo que podía transportarme cuando lo deseaba...
Acaricio el cuaderno, apreciando su belleza.
—La expresión, las cartas. Tengo una caja llena de recuerdos, y es tan grandioso saber que puedo recordar esas sensaciones... te debe pasar con las pinturas... es una forma de transportarte transcurra el tiempo que transcurra, una huella que siempre sabrás lo que significa y lo puedes vivenciar en tu mente una y otra vez... ¿Te ocurre así?
Exhala el humo y baja la cabeza, asintiendo. Vuelve la mirada hacia mí de manera brillante..
—Acabo de darme cuenta de que también eres increíble, Úrsula Lee— susurra.
Trago saliva y las lágrimas incontrolables me avecinan otra vez.
—A veces se siente como que tu mejor amigo es ese arte donde puedes desquitarte— agrega— en tu caso la escritura, en mi caso la pintura, y así tantas personas pueden transportarse por un instante a donde deseen, como los lectores también.
—Un lugar donde lo haces propio, donde es tuyo y nadie te interrumpe ni te juzga— susurro secando mi mejilla. Sonrío— nunca nadie supo de esto que oculto, Matthew. Bueno, solo Meli, mi jefa de la biblioteca, de chica corría a su librería para enseñarle mis cuadernillos con letra desastrosa y novelas mal escritas— reímos.
Las risas se esfuman en silencio. Mi corazón se siente liberado. Esta sensación es única. Pude liberar un secreto que llevaba en mi alma y que siempre me transmitió paz: Escribir. Expresarme. Dejar huella de todo.
—Este cuaderno...— me mira curioso, tal vez presintiendo mis próximas palabras— lo escribí... pensando en todo lo que me haces vivir y sentir, Matthew— finalizo rápidamente y con cierta timidez.
Él se acerca, levanta mi rostro con su dedo pulgar y me sonríe.
—A esta altura no deberías avergonzarte más, Úrsula. Entiende que me encantas y conocerte me prendió el mundo por completo— me quedo paralizada, quieta. Matthew sujeta mi cuaderno en sus manos— será un placer leer tus letras inspiradas en mi persona.
Siento que tiemblo, mis mejillas se encienden y relamo mis labios.
Matthew Stone, descubrirás a través de esos escritos que te profundizaste y adentraste enteramente en mí en todos los sentidos.
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