Capítulo 20- Recaída

Úrsula:

Lunes

Me despierto sonriendo en mi cama, refregando mi rostro contra la almohada y teniendo la mente inundada de fantasía y pensamientos en Matthew.

Después de mucho tiempo, todo está bien. Matthew es de las personas que en mi vida están bien. Es como un ángel en el momento justo, la señal a reencontrarme de a poco, aceptarme y dejarme disfrutar en todo lo que quiero y deseo, sin miedos. Aunque sé que es un largo camino el amor propio. Y que me falta mucho.

Matthew me cautiva cada vez más, y más, volviéndose un sentimiento fuerte, un pensamiento incontrolable, una corporalidad insaciable. Un fuego que me hace volar por los aires olvidándome de la triste realidad que a veces usurpa mi mente.

Sonrío mientras me observo en el espejo con atención. Tengo un camisón corto, mi cabello esta despeinado y parece una locura que continúo sonrojada como si fuera una niña por todo lo que estoy viviendo con Matthew, y por lo bien que me hace sentir. Pienso también, que estoy logrando estar equilibrada después de varias tormentas, y que poco a poco mi alma se va curando, o eso quiero creer. No lo sé. Si bien hay cosas que me siguen doliendo, y hay cosas que continúo guardando y nunca desaté, trato de ser fuerte. De soportar más. Soportar todo lo que lleva mi alma. Liberarme cuando puedo, a través de la escritura o desde los momentos en los que realmente me siento bien y conecto conmigo misma.

Pero todo puede desvanecerse en cualquier momento, sin previo aviso.

Todo estado pacifico puede voltearse sin que te lo esperes.

Mi celular suena con un número desconocido. Me extraño ante eso. Atiendo de manera lenta.

— ¿Hola? — pregunto confundida.

— Buenas tardes... ¿Úrsula Lee? — contesta la voz de una señorita muy cortés

— ¿Si? — mi rostro relajado empieza a tensionarse por la formalidad del habla.

—Úrsula, la llamamos del centro de psiquiatría para informarle que tiene turno disponible para atenderse con uno de nuestros profesionales el día miércoles— prosigue en línea.

Mi mirada se pierde en el reflejo, haciendo decaer todo lo bueno que estaba pensando y viviendo, desordenando ese falso equilibrio que estaba creando en mi mente, tal vez. No lo sé. La confusión me abruma. El pasado me amenaza. Los demonios quieren ocupar el espacio nuevamente.

—N...no. Yo no reservé turno, debe estar confundida— contesto atónita, sintiendo mi corazón desbocado y con palpitaciones.

—Úrsula, lo sabemos. Pasa que guardamos lista de hace seis meses y anotamos a todos los pacientes que no pudieron atenderse antes por la gran cantidad de personas que asisten. No debe recordar que le dijimos que en cuando se desocupen lugares la llamaríamos.

—No voy a ir. Gracias de todas maneras— murmuro nerviosa.

—Señorita, cuando llamó se la notó muy angustiada y lamentamos no haberle dado turno, pero es necesario que un psiquiatra la vea nuevamente. Su informe denota depresión severa y bulimia nerviosa.

En mi cabeza hace eco toda información, incitándome al pasado. Empiezo a marearme y a perder el equilibrio. La mirada en el espejo se pierde completamente. Otra vez no me reconozco. Los flashbacks amenazan.

La Úrsula que estaba viendo cuando desperté parece borrarse en cámara lenta para mostrar la Úrsula interna, jodida, dolida.

"Nena ese vestido no te va bien, ¿Por qué no pruebas algo más corto? Como en tus fotos..."

"Como toda una zorra..."

"Esta zorra solo sirve para ser engañada por el chico que le gustó alguna vez, ilusa"

"Ay nena me encantó hacerte perder la virginidad y que me mandes fotos tan sexis"

Risas. Risas. Más risas.

"¿Tienes miedo de algo? ¿De encontrar a Michael?"

"Hace mucho que no te vestías así nena, que bien te queda ese vestido. ¿No quieres estar conmigo otra vez?"

"¡Eres una maldita puta!"

"¿Qué ha ocurrido, Ursu? ¿Tan de repente te sientes bien?"

"Son fotos muy hermosas Lee, con esto carajo que usurparás las redes"

Risas. Más risas.

"¿Co...compartieron esas fotos en las redes?"

"Oye, te harás famosa ¿No es genial?"

Risas.

Tormenta.

— ¿Señorita usted se encuentra mejor ya que no quiere recibir el turno?

Caigo desplomada, vencida, llorando por todo lo malo, inundándome de esas sensaciones horribles que te toman sin posible salida. Mi pecho se cierra impidiéndome respirar de manera normal.

Me observo en el espejo y veo a esa adolescente sufrida, sin ser escuchada por sus padres, sin ser atendida por alguien, reservándose, reservando, reservando lo insoportable.

Desquitándose con comida, con atracones, no aceptando su cuerpo, sintiéndose usada, usurpada, engañada, con sentimiento de odio hacia sí misma por no ser más astuta, por confiar en alguien que solo tenía la función de lastimar.

—Señorita... Por favor conteste.

"Michael se acostó con ella. Dijo que es una puta en la cama hasta la primera vez que perdió la virginidad"

El dolor de no poder ser por cómo te juzgan las personas malas.

Me tomo del cabello con mis dos manos, sintiendo el tirón de mis raíces sin compasión, mientras mi rostro se inunda en lágrimas de enojo y dolor. Las imágenes de recuerdos pasan en mi mente torturándome.

"A veces los demonios de tu cabeza te ganan.

Lo que pensaste que quedaba atrás, no era más que una corta separación e ilusión para creer que estarías bien.

Mi adolescencia fue lo de más jodido.

Me tocó eso que les toca a muchos adolescentes, sufrir, doler, la autoestima baja.

Verme en el espejo y no reconocerme, creer lo que dicen los demás de mí para pisotearme, pensar que era real.

Dejarme caer en ese pozo, donde solo yo sé de su profunda oscuridad.

Dejarme doler.

Dejarme lastimar.

Dejar que los demonios usurpen mi reflejo.

A veces, simplemente te dan ganas de gritar, de sacarlos, de corromperte, de no sentirlos, de no sentirte.

Pero, la fuerza maligna es más fuerte en los pensamientos.

A veces los demonios te ganan

Y te regalan una recaída"

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