19 | Me ha mentido

Los días que he pasado en Moonlight se me han hecho bastante cortos y sé que si hubiera estado más tiempo, regresar habría sido aún más duro.

Antes de salir del vehículo le pago al taxista por el viaje y saco mi equipaje del maletero. El edificio de la residencia "St. North Star" se alza ante mí y una leve presión se instaura en mi pecho. No sé si se trata del jet lag o que echo de menos mi casa, pero ahora mismo deseo estar en cualquier lugar menos este. Tal vez sueno un poco idiota.

Arrastro la maleta con pesar hasta la entrada. Me cruzo con Hilda cuando atravieso la puerta principal y me dedica una mirada de desdén. Sigo sin entender la manía que nos tiene a Lorie y a mí, pero tampoco voy a intentar que cambie su manera de vernos. Pienso antes de golpear la puerta de mi cuarto, porque tampoco quiero encontrarme una escena subida de tono con uno de los ligues de mi amiga.

Estoy a punto de golpear cuando la puerta se abre de par en par. Todo sucede muy rápido porque de un momento a otro me hallo con la espalda sobre el suelo y un brazo alrededor del cuello.

—¿Siena? —pregunta Lorie extrañada.

Asiento como puedo, porque la posición en la que estoy apenas me permite moverme. ¿Pero esta chica quién se cree que es? ¿Un ninja? Ella se aparta, dejándome espacio para recomponerme porque siento que la merienda que tomé en el aeropuerto antes de pillar el taxi se me ha subido a la garganta.

—No, soy el espíritu santo, no te jode. ¡Pues claro que soy yo! —chillo, aunque enseguida me arrepiento de hablar tan alto. Aún estamos en el pasillo.

Extiende su mano en señal de ayuda. Estoy tentada a rechazarla debido a su ataque repentino, pero al final lo descarto. Me sacudo los pantalones que se han manchado un poco de polvo y fulmino con la mirada a Lorie cuando veo que se está partiendo el culo en mi cara como si la situación le resultara cómica.

—¿Has visto la llave que te he hecho? —pregunta con orgullo—. No estoy tan oxidada como parece.

—Que te den, Lorraine. —La aparto de un empujón y entro en la habitación.

Escucho el sonido de la puerta cerrarse, seguido de la voz de mi amiga.

—¡Vaya recibimiento! —exclama entre risas.

Su risa resuena por todo el cuarto. Intento ignorarla, pero el plan se va a la mierda cuando Lorie me rodea por la espalda en un abrazo. Permanezco inmóvil, y a pesar de tener ganas de corresponderle, trato de mantenerme seria. Como ve que no me muevo, se aparta. Volteo y ahora ya no percibo diversión en su rostro. Camina hacia la puerta y los impulsos me pueden, porque termino abriendo la boca:

—¿A dónde vas?

Tarda varios segundos en contestar.

—A pedir que me busquen otra compañera de cuarto.

Sé que no lo dice en serio, por eso me cuesta aguantarme la risa. Quiero agarrarle el brazo para que no se vaya, pero tengo miedo de acabar en el suelo otra vez por su culpa. Mi amiga se cruza de brazos y me mira con bastante seriedad, aunque sé que por dentro se está partiendo de risa. Se me ocurre seguirle el juego.

—¿Dónde vas a encontrar a otra compañera como yo?

—Pues... —empieza a decir, pero le interrumpo.

—Otra compañera que aguante las tonterías que se te pasan por la cabeza.

Se coloca en posición ninja y doy unos pasos hacia atrás. Por mi mente pasa una imagen mía estampada contra el suelo y no es nada agradable. Levanto las manos en son de paz. Por hoy creo que he tenido suficiente emoción, además, estoy cansada por el viaje. Lorie camina hasta su escritorio y cuando ocupa su silla, se digna a intercambiar palabra conmigo.

—Vamos a tener la noche en paz —dice, y después emite un sonido que me recuerda a las clases de yoga que tomábamos Margaret y yo en Moonlight.

Para una persona que no conozca a Lorie, lo más probable es que ese simple gesto no signifique nada, pero llevo casi tres años conviviendo con ella y sé cuando algo le ronda por la cabeza. Está preocupada.

Me siento en mi cama con las piernas cruzadas. Lorraine sostiene un pincel y parece tan concentrada en el dibujo, ajena a todo, que me da miedo romper esa burbuja. Pero quiero saber cómo se encuentra mi amiga.

—¿Estás bien?

Durante varios segundos, que me resultan eternos, la habitación se llena de un completo silencio que da la sensación de que nunca cesará. Lorie comienza a llorar de un momento a otro y mi primer impulso es lanzarme a sus brazos. Sus lágrimas responden a mi pregunta. No lo está.

Paso las manos por su espalda e intento que se tranquilice. Necesito que se calme para entender bien qué le atormenta. Sus respiración se va controlando poco a poco y a medida que transcurre el tiempo, Lorie deja de llorar. Nuestros ojos se encuentran y me fijo en que tiene los suyos algo rojos. Me duele verla así.

—¿Qué sucede?

Su respuesta me da miedo.

Lorraine suele ser algo reservada cuando se trata de mostrar sus sentimientos y aunque siempre intenta hacerse la fuerte, la procesión va por dentro, como suelen decir. Las siguientes palabras que escapan de su boca me dejan perpleja.

—Le han detectado metástasis a mi tía.

La piel se me pone de gallina y a pesar de que no conozco a su tía, a mí también me dan ganas de ponerme a llorar. No me imagino lo que está pasando mi amiga. El cáncer es una jodida mierda. Vives a contrarreloj, esperando que la muerte se halle lo más lejos de ti. La experiencia más cercana que he tenido con esa enfermedad fue con la madre de Margaret. Aún recuerdo como si fuera ayer cuando le comunicaron la noticia. Estuvo varias horas en completo silencio —raro en ella— sin asumir nada. Después la realidad le golpeó y se echó a llorar en mis brazos.

—No sé qué decir... —murmuro.

Y es la verdad. ¿Qué se dice en una situación así? ¿Acaso existe algo que alivie el dolor?

—Es tan joven... —pronuncia, con la voz rota.

Su cabeza se posa en el escritorio y sigo la dirección de su mirada. Sobre la mesa hay un cuaderno de dibujo abierto. Soy incapaz de apreciar con claridad el boceto, pero capto varias manchas de color azul. Parece el cielo.

Lorie vuelve a centrar su atención en mí. Fuerza una sonrisa que no le llega a los ojos.

—Es un cielo estrellado. Un regalo para Rhonda, mi tía.

Extiende el cuaderno y me lo muestra. Observo cada detalle y a pesar de que no está terminado, es maravilloso. Lorie tiene un don. Sé que tiene un significado, ella no suele dibujar cosas porque sí, pero no me atrevo a preguntar. Abro y cierro la boca varias veces hasta que rompo la barrera del miedo y me lanzo.

—¿Por qué justo un cielo estrellado?

—Hace varios meses cuando Rho estaba tan mal, me dijo «Me encontrarás cada vez que mires al cielo y veas brillar a las estrellas. Siempre estaré contigo, Lorraine, incluso cuando no puedas verme».

—Me parece un regalo precioso, Lorie, y con un gran significado.

Mi amiga sonríe, pero se nota a leguas que hoy no es un buen día para ella. Entonces se me ocurre una idea para intentar animarla un poco. Tal vez necesita tomar aire y salir de estas cuatro paredes. Dicen que desconectar ayuda a poner los pensamientos en orden. El silencio se instaura en la habitación y comprendo que es momento de compartir mi plan.

—Cámbiate de ropa, porque vamos a salir a dar una vuelta —Intenta rechistar, pero la corto—. No se acepta un no como respuesta.

—Pero... —protesta—. No tengo ganas, Siena.

Cuando vuelve su atención al dibujo, agarro el pincel de su mano y lo suelto en el escritorio. Es mi amiga y no voy a dejar que se atormente por cosas que no están en su mano. Sé que ella haría lo mismo en mi lugar. Lorie no parece muy convencida, pero al final termina aceptando. Más tarde me lo agradecerá.

Mientras se arregla, se me pasa por la cabeza llamar a Jena. Podríamos tener una tarde de chicas en modo chill, además, así nos ponemos al día sobre su viaje a la nieve. Con el ajetreo de mi llegada a Londres, ni siquiera he mirado las notificaciones del móvil y hasta que no lo abro, no veo que tengo un nuevo mensaje de Elijah. Llevo varios días sin hablar con él y le echo de menos.

Tecleo un «A la noche hablamos» y entro en la conversación con Jena.

¿Te apuntas a un plan de chicas con Lorie y conmigo en un rato?

Aparece desconectada, y su última conexión fue hace un par de horas, así que no tengo mucha esperanza de que responda pronto. La vida me demuestra que me equivoco. Al momento la veo en línea y sólo pasan varios segundos hasta que llega su respuesta.

¿Se permiten los cotilleos?

Me echo a reír con su sugerencia. Aunque bueno, no plantea nada descabellado. Las amigas están también para eso, ¿no?

Claro que sí.

¿Entonces vienes?

El móvil vibra al instante.

Contad conmigo :)

Lo bloqueo antes de dejarlo en la mesilla.

Aprovecho que Lorie sigue en el baño para recostarme en mi cama. Estoy muerta de cansancio, pero no me importa hacer el esfuerzo de salir, si con eso consigo que mi amiga se anime. Mañana tendré tiempo de descansar. Con la habitación en silencio, mi mente se pone a darle vueltas a muchas cosas. Lo que más me preocupa es Elijah. No entiendo por qué ha tardado tanto en ponerse en contacto conmigo y por un segundo, viajo al pasado y recuerdo las palabras de Ralen. Me obligo a no torturarme con eso porque no tiene ningún sentido. También podría haberle hablado yo.

Elijah no me ha dado motivos para desconfiar de él.

Estoy a punto de hacerme un sudoku para matar el tiempo, cuando Lorie sale del cuarto de baño. A pesar de que se ha remojado la cara para aliviar el sofoco, aún noto sus ojos algo hinchados. Me da pena ver a mi amiga en ese estado. Al menos se ha arreglado un poco y no se ha puesto la típica ropa que usas cuando no tienes ganas de salir de la cama.

—¿Nos vamos?

Me incorporo en la cama. Tomo mi bolso de la silla y antes de guardar el móvil en él, le mando un mensaje a Jena avisando de que vamos camino de su piso.

Ambas salimos de la habitación en silencio. Lorrie ni siquiera se burla de Hilda cuando cruzamos el hall de la residencia. Tiene la mirada perdida y su mente se encuentra en otra parte lejos de Londres. Ojalá el paseo levante su ánimo.

Jena nos espera en el portal, con la espalda apoyada en la fachada. A diferencia de mi amiga, sonríe. Nos envuelve en un abrazo en cuanto llegamos a su lado y con Lorraine se demora más tiempo.

—Menos mal que me habéis sacado de casa. Elijah y Ralen me estaban volviendo loca.

Su confesión me pone alerta. Creí que apenas hablaban, pero por lo que relata Jena, debe de haber ocurrido algo para que salten chispas entre ellos. Quiero preguntar, pero no me apetece quedar de cotilla, así que las palabras terminan muriendo en mi boca. Jena se da cuenta de ello y habla, aclarando todas mis dudas.

—Es por ti, Siena.

Cada día entiendo menos. Al ver mi desconcierto, añade:

—Elijah se ha enterado de que vuelves a hablar con Ralen. Aunque en realidad no sé por qué os distanciasteis.

Lorie me echa una mirada por encima. Ella conoce la verdad, pero nunca me atreví a contárselo a Jena, porque a fin de cuentas estoy saliendo con su hermano y tampoco quiero que las cosas se vuelvan raras entre nosotras si digo algo que pueda molestarla. Niego con la cabeza, restando importancia al último comentario y buscando cambiar de tema.

—Por cierto, ¿qué tal fue el viaje a la nieve?

Jena sonríe, recordando lo que debió de ser un buen momento.

—¡Estupendo! Me caí de culo varias veces, pero me lo pasé genial. Otra vez os tenéis que apuntar —nos sugiere a Lorie y a mí.

—¿Y tu hermano? ¿Cómo le fue a él?

En la cara de Jena se refleja una confusión total.

—Elijah no vino conmigo.

Un balde de agua fría cae sobre mí. ¿El chico de ojos verdes me ha mentido? Fuerzo una sonrisa para reducir la tensión que se ha formado en el ambiente. Más tarde me ocuparé de este tema.

Asiento.

—Lo sé —murmuro, y siento como se me acelera el corazón por culpa del cabreo que empieza a brotar por mi cuerpo—. Decía en general. Apenas he hablado con él estos días.

—Ah —Jena vuelve a sonreír—. Supongo que bien —Se encoge de hombros—. He estado poco pendiente del móvil.

—Genial.

En realidad nada está bien ahora mismo. Elijah me ha mentido y no sé por qué narices lo ha hecho.

¡Hola!

Sé que me tomo mi tiempo para actualizar, pero los últimos meses he estado un poco agobiada y además la historia me tiene algo bloqueada 😪

¿Os da pena Lorie? Confieso que sufrí escribiendo esa escena 💔

¿Siena enfrentará a Elijah o buscará otra manera de descubrir la verdad?

Quedan tres capítulos y el epílogo para que la historia llegue a su final. AVISO: El drama está servido.

Muchísimas gracias por leer, y si te ha gustado, no olvides votar y dejarme un comentario 💫💙


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