14 | Por buen camino

Elijah

Desde que era pequeño, mi padre siempre me dijo que cuando quisiera algo, debía luchar con uñas y dientes hasta conseguirlo.

Lograr la beca del Erasmus no fue tarea fácil. A pesar de que contaba con buena nota en casi todas las asignaturas, hubo una que se me resistía. Tuve que renunciar a mis fiestas de los fines de semana, para centrarme en sus correspondientes exámenes. Odié con todo mi ser a esa profesora, pero respiré tranquilo cuando obtuve el aprobado. Dejar Seattle no me costó en absoluto. Es más, agradezco estar lejos de casa durante un tiempo.

Me permite más libertad.

Estiro mis brazos soltando un bostezo. Siena se fue hace una hora y desde entonces no me he movido de la cama. Si no tuviera que estudiar, me tiraría el día aquí metido, pero el deber me llama. Reuniendo toda mi fuerza de voluntad, aparto las sábanas. Agarro mi móvil para comprobar la hora exacta y veo una nueva notificación. Se trata de un mensaje de Bryce.

¿Pasó algo?

Me siento al borde de la cama y marco su número. No sé si le pillaré durmiendo o atenderá rápido. Suenan tres tonos hasta que descuelga.

—Espero que me llames por una buena razón, porque si no te cortaré los huevos —me advierte.

Por su voz ronca asumo que estaba durmiendo y que le he jodido el sueño. Ignoro su advertencia y repaso mentalmente mis próximas palabras.

—Lo he hecho —confieso.

Al principio no entiende nada, pero tarda poco en comprender sobre qué hablo. Le escucho silbar. Estoy casi seguro de que sonríe. Compruebo desde lejos que la puerta sigue cerrada. No quiero que nadie escuche la conversación.

—¿Y cómo estuvo?

Resumirlo es complicado.

—Baylee en la cama es muy pasional, pero con Siena es otro rollo.

—Lo hiciste —dice para sí mismo. Todavía no se cree que me acosté con ella.

Cuando Lorie me propuso que fuera yo al planetario, dudé. Luego comprendí que sería una buena oportunidad para acercarme a Siena. Estuvo más receptiva de lo que esperé. Aquella noche en el balcón sé que no me buscaba por algo relacionado con la universidad, lo noté en sus ojos, pero en cuanto vio la llamada de Bay, su propuesta murió en el aire. Odié en ese momento a la chica de cabellos dorados por ser tan inoportuna.

No pude rechazar la oferta del planetario.

—Costó más de lo que pensaba —aseguro.

Siena es una chica bastante difícil.

—¿Y Jena sabe que estás con Baylee?

Escucho un ruido al otro lado de la puerta. Alejo un segundo el móvil de mi oreja para captar algo, pero nada. Quizá lo he soñado. O tal vez es mi hermana que ha vuelto de su carrera matutina. Vuelvo a centrar mi atención en la conversación.

—Para nada —Niego, aunque Bryce no puede verme—. Ella sigue pensando que somos amigos de la infancia.

—Mejor que siga así.

Entonces recuerdo algo. Tengo una ligera sospecha porque me he dado cuenta de las miradas que me lanza cada vez que analizo los movimientos de Siena. Cree que escondo algo y eso me cabrea.

—Ralen sospecha algo —susurro.

A pesar de estar en mi cuarto con la puerta cerrada, no me fío. Jena no es un problema pero «mi amigo» sí. Seguro que le va con el cuento a Siena si escucha mi conversación con Bry. En realidad no sé por qué estamos viviendo juntos. Siempre ha sentido un cariño especial por mi hermana, hasta me apostaría que en algún momento todos esos sentimientos llegaron a transformarse en amor, supongo que su amistad sí es de verdad.

—¡No me jodas!

Vuelvo a escuchar pasos al otro lado y la curiosidad acaba ganando. Me despido de Bryce y salgo al pasillo. La sorpresa inicial se transforma en cabreo en cuanto me topo con Ralen. Va con ropa deportiva, por eso asumo que saldrá a correr. Otra cosa en común que tiene con mi hermana. No lo soporto. Me centro en el ahora.

—¿Qué haces?

Mi pregunta suena como una acusación. Estoy casi seguro que el sonido de antes provenía de su parte. Cruzo los dedos, deseando que no haya escuchado nada. La expresión de su cara me dice que no puedo estar más equivocado.

Lo ha oído todo.

Todo.

—Eres un capullo. —Clava su dedo en mi pecho—. Sabía que no estabas tramando nada bueno. Le dije a tu hermana que Baylee no era una simple amiga, que había algo más entre vosotros, y encima te atreves a engañarla con otra. Ninguna se merece eso. Me das asco.

Agarro su mano y la aparto de un manotazo. Ralen no se mueve, permanece de pie, lanzándome miradas de odio. ¿Por qué se mete donde no le llaman? ¿A él qué más le da lo que haga con mi vida? No tiene ningún derecho a decirme qué está bien y qué no. Ni siquiera somos amigos.

—¿No será que te pone Siena? —En mi cara se dibuja una sonrisa de superioridad—. Está buena, así que no te culpo.

Ralen niega con la cabeza.

—No te va a funcionar, Elijah. Tu mentira se va a ir a la mierda. Vas a perder a Baylee y a Siena.

—Mantén la boca cerrada —le advierto.

—¿O si no qué? Me das pena —escupe las palabras.

Se coloca los auriculares y me quedo solo en el pasillo. Mi advertencia se la suda, lo sé. Siena se fue esta mañana algo desilusionada por mi reacción y si ahora Ralen le cuenta sobre nuestra conversación, es muy probable que crea en sus palabras. No voy a permitir que me joda la diversión.

Justo cuando voy a mandarle un mensaje, mi hermana entra en casa.

—¿Ha pasado algo? —pregunta.

Tiene que haberse cruzado con mi amigo por narices. Me invento una excusa.

—Está celoso de Siena y de mí.

Jena estudia mi rostro con cuidado, comprobando que digo la verdad. Los hombros se me tensan. No quiero que descubra lo que he hecho. Mi relación con Ralen es una mierda y sólo fingimos que nos caemos bien, pero perder a mi hermana... No puedo dejar que ocurra eso. Cuando la veo sonreír, me relajo.

—Lorie también dice eso —Se encoge de hombros. Va a reanudar la marcha, cuando algo le hace detenerse. Me está sonriendo, pero no como antes—. ¿Qué tal anoche? —pregunta, apartándose un mechón que cae por su frente.

Golpeo su brazo de forma cariñosa. Ella siempre tan cotilla.

—No voy a hablar contigo sobre mi vida sexual, Jena. —Niego con la cabeza.

Ella me palmea el hombro antes de entrar en su habitación. De nuevo, estoy solo en el pasillo. Tomo el móvil para mandar un mensaje a Siena disculpándome por mi humor de esta mañana, cuando veo una notificación reciente de Bryce.

¿Por qué tanta prisa al despedirte?

Recuerdo mi conversación con Ralen y me hierve la sangre.

El capullo de Ralen, escuchando detrás de la puerta.

Su respuesta no tarda en llegar.

¿No me jodas?

Como te cuento. Ahora tengo que resolver algo, más tarde te digo.

Okay.

Voy a seguir con la cabeza dentro de los apuntes.

No todos somos tan afortunados como tú.

Río. Salgo de su conversación y entro en la de Siena. Cuando comienzo a teclear la disculpa, enseguida me arrepiento. Debo hacerlo en persona para que sea más creíble, un simple mensaje es una mierda.

Los muros de la residencia "St. North Star" se alzan ante mí. Tuve que hablarle por privado a Lorie para que me dijera dónde vivían. Espero que no le comente nada a Siena de mi visita sorpresa.

Camino hacia el interior y mi primer obstáculo consiste en una mujer algo menuda con el pelo canoso. No parece muy feliz y eso provoca que mis ánimos decaigan. Me va a fastidiar el plan. Alza la cabeza en cuanto escucha mis pasos. Trago saliva y muestro mi mejor sonrisa. Quizá siendo amable consigo que me deje pasar.

—Hola —Me apoyo en el mostrador. Está un poco sucio, pero me concentro en lo importante—. Venía a ver a una amiga.

En ningún momento dejo de sonreír y siento que las comisuras de mi boca empiezan a dolerme. La mujer se ajusta sus gafas y me observa. Tarda varios segundos en contestar, y los nervios iniciales se mezclan con el cabreo. Cuando creo que va a tirarse todo el tiempo en silencio, habla.

—¿Amiga o novia? —inquiere.

Mi primer impulso es decir: ¿Acaso importa? Después asumo que esa respuesta va a mandar a la mierda el plan. No hemos establecido una etiqueta a lo ocurrido anoche, pero pensando que es una pregunta trampa, digo:

—Ambas.

Por un segundo siento que la he cagado y que me tocará volver al piso sin tener una conversación con Siena, pero contra todo pronóstico, la mujer sonríe y me aplaudo mentalmente. Lo he conseguido.

—Está bien. Puedes pasar.

Durante el trayecto a la habitación medito bien mis palabras. Tengo que convencer a Siena de que todo está bien entre nosotros y así evitar que se trague las quejas de Ralen. Debo ser más listo que él.

Cierro los ojos y tomo una bocanada de aire cuando me planto delante de la puerta. ¿Por qué estoy tan nervioso? «Controla la situación, Elijah» me digo. Tras varios toques, una cara conocida aparece ante mí. Sus ojos se llenan de sorpresa. Espero que en un sentido positivo. No quiero volver a mi piso con las manos vacías.

—¿Qué haces aquí? —pregunta, aún sin salir del asombro.

Veo a Lorie al fondo de su habitación. Se halla frente a su escritorio. Tiene los cascos puestos, por eso no volteó cuando llamé a la puerta. No me escuchó. En cambio, la voz de Siena parece perturbar su tranquilidad. Se gira en su silla y al verme plantado junto a la puerta, no se molesta en ocultar la sonrisa. Me he ganado a su amiga, ahora tengo que ganarme a Siena.

Abandona su escritorio y camina hasta mí. Siena le pide con la mirada que no se vaya, pero ella prefiere ignorarlo.

—Os dejo solos —murmura, colocándose de nuevo los cascos.

Me aparto para dejarla salir. La habitación se inunda de un completo silencio.

—¿Qué haces aquí? —vuelve a preguntar.

—Disculparme —A veces es mejor ir directo al grano. Sin rodeos—. ¿Puedo pasar?

No me apetece tener esta conversación en mitad del pasillo. Asiente. Sin pensármelo dos veces, voy hasta su cama —no me cuesta mucho averiguar cuál es— y me siento en el borde. Siena imita mis movimientos.

—Quería disculparme por lo de esta mañana. Fue un poco shock para mí todo lo que pasó anoche y sé que me he portado como un capullo.

Ojalá crea en mis palabras.

Su reacción me descoloca un poco. Pensé que estaría más enfadada, pero estalla en carcajadas. ¿He dicho algo gracioso?

—¿Has venido hasta aquí sólo por eso? —pregunta. Así que es eso—. Podías llamarme o mandar un mensaje.

—No es lo mismo —protesto—. Además, quería hacer otra cosa.

Arquea una ceja. Eso no se lo esperaba.

—¿Qué cosa?

Reduzco la distancia entre nosotros hasta el mínimo y planto mi boca contra la suya. El beso le pilla por sorpresa, pero no se aleja. Me rodea el cuello, alterando todos mis sentidos. Gime en mi boca y eso me enciende más. Mete las manos por mi sudadera y noto sus dedos presionándose contra mi espalda. Gruño en respuesta. Sin pensarlo mucho, introduzco una mano en su jersey y agarro uno de sus pechos.

Baylee es tímida en la cama y eso me gusta.

Siena, en cambio, es tan pasional que me vuelve loco.

Se aparta un segundo para tomar aire.

—Veo que te quedaste con ganas. —Ríe.

Quiere jugar. Bien. Me encanta jugar.

Quito la mano de su pecho y la meto en sus pantalones. Rozo el dobladillo de sus bragas y gime cuando le introduzco un dedo. Saber que yo provoco eso me gusta. Voy a echar de menos esto al volver a Seattle. «Al menos tendré a Baylee» me consuelo. Supongo que será suficiente para mí, al menos durante un tiempo. Quizá luego necesite buscarme a otra chica más para pasar el rato si Bay no me completa.

—Tú no te quedas atrás —digo, aumentando el ritmo de mi dedo.

Tiembla en mis brazos. La veo morderse el labio y sé que voy por buen camino.

Ralen se puede ir a la mierda, porque tengo a Siena donde quiero.

¡Hola!

Sé que me he ganado vuestro odio después de este capítulo, pero todo tiene una razón. Admito que he sentido mucho asco al escribir la escena de Elijah hablando con su amigo. Es un completo capullo.

¿Os ha gustado el capítulo?

¿Cuánto tiempo podrá mantener Elijah su mentira?

¿Ralen le contará la verdad a Siena?

¿Cómo reaccionará esta cuando sepa las intenciones del chico de ojos verdes?

¿Y Baylee? ¿Sabrá ella lo que ocurre?

Ahora hay mil preguntas en el aire, pero prometo que más adelante todo quedará resuelto.

¡Nos leemos pronto! No olvides dejar tu estrellita y un comentario, me motiva a seguir 💙


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top