12 | Sensación agridulce
¿En qué momento acepté la propuesta de Elijah?
Cuando entramos en su piso, me percato que está vacío. La casa se encuentra en completo silencio. Siento curiosidad por saber dónde están Jena y Ralen. Ni siquiera sé qué hago aquí. Bueno, tal vez sí y no quiero aceptarlo, porque si lo hago se volverá real. Aún creo que estoy cometiendo una locura, pero no me voy. Lorie dice que no viene mal arriesgarse de vez en cuando. Darle emoción a la vida.
Las manos de Elijah se posan en mi cintura y me gira para estar cara a cara.
—¿Estás segura?
Es complicado responder a esa pregunta. Si me pongo a analizar todos los motivos por los que debería estar en la residencia y no aquí, sin duda diría que no. Pero por una noche no quiero pensar en nada. Llevo dos años viviendo en mi propia burbuja sin disfrutar de mi vida universitaria. Necesito brindarme este momento de desconexión. Además, Elijah me gusta y me siento bien a su lado.
Asiento.
—Lo estoy —murmuro, rodeando su cuello con mis manos.
Me deshago del abrigo tirándolo sobre el sofá y él hace lo mismo. Después vuelvo a su cuello y voy depositando suaves besos. Sé que disfruta porque suelta varios gemidos cada vez que mis labios conectan con su piel.
—Cómo te gusta provocar, Siena —habla, con la voz ronca.
No respondo. Llevo mi boca hasta su oído y tratando de sonar sensual, susurro:
—¿No querías continuar lo que empezamos?
Esperaba una reacción más adecuada al momento, pero su risa inundando el salón me pilla por sorpresa. Me alejo y le golpeo el brazo. Niega con la cabeza y entrelaza su mano con la mía, arrastrándonos —hasta la que entiendo— su habitación.
Mis ojos viajan por todo el cuarto. A pesar de que llevan en Londres apenas dos meses, ya la tiene bastante decorada. Junto a su escritorio hay una estantería ocupada con unos cuantos libros y siento un poco de envidia por ello. En la residencia me tengo que conformar con un pequeño estante para colocar apuntes de la universidad. Hasta su mesa de trabajo es más grande que la mía.
Cuando poso la vista en la cama, un grito de sorpresa sale de mi boca. Duerme en una jodida cama de matrimonio. ¿Acaso los hermanos Steed son ricos? Yo no me podría permitir vivir en un piso así si no lo fuera. No pregunto, porque no quiero desviarnos de lo que nos concierne. Observo como Elijah se sienta en su cama y se quita las botas.
Entonces la realidad de lo que estamos a punto de hacer me golpea.
—¿Me das un momento?
Me mira confuso. No le doy tiempo a contestar porque abandono la habitación. Entro en el cuarto de baño para despejarme. Abro el grifo y enjuago mi cara con agua fría. Después lo cierro y me contemplo en el espejo.
—¿En serio quieres hacer esto? —pregunto a mi reflejo.
En ese momento mi móvil vibra en mi bolsillo. Enciendo la pantalla y veo una nueva notificación.
Si respondes este mensaje es porque no estás follando.
Así que, ¿a qué narices esperas?
El mensaje de Lorie ayuda a aliviar mis nervios.
Necesitaba unos minutos.
Ah, y mi vida sexual no te interesa.
Que duermas bien, Lorraine ;)
Lo pongo en silencio antes de bloquearlo. Vuelvo a mirarme en el espejo y tras soltar un breve suspiro me encamino hacia la habitación. Elijah sigue en la misma posición que hace unos minutos. En cuanto me ve entrar sonríe. Mi presencia en su cuarto le da a entender que deseo esto tanto como él.
—¿Por dónde íbamos? —Me dedica una sonrisa pícara.
Me deshago de mis Converse y avanzo hasta él. Rodea mi cintura y me coloca entre sus piernas. Sus manos en mi cuerpo provocan que mi estómago se remueva y eso que hay ropa de por medio. Inclino mi cabeza para que nuestras bocas estén a la misma altura. Sus labios me tientan.
—En esto.
Borro la distancia existente entre nosotros y le beso. Elijah suelta un gemido de placer cuando introduzco mi lengua en su boca. Sus manos se cuelan dentro de mi jersey y acaricia mi piel desnuda. Cierro los ojos disfrutando de la sensación. Rompe el beso y sin eliminar el contacto, pregunta:
—¿No crees que sobra esto?
Sin darme tiempo a contestar, comienza a quitarme el jersey. Segundos después me hallo casi desnuda de cintura para arriba. El sujetador de encaje es la única barrera. Sus ojos no se apartan de mí. No me incomoda, porque me siento bastante orgullosa con mi cuerpo, pero no me gusta estar en desigualdad de condiciones.
—Puede —digo—. Aunque —Llevo mis manos hasta su sudadera—, también hay que deshacerse de esto.
Ríe. Su risa me acelera el corazón y más cuando no deja de mirarme. No tarda en volver a posar sus labios en mi cuello. Un gemido escapa de mi boca. Hace unas horas estaba en el planetario y ahora... Ni siquiera estaba planeado. Le empujo hacia la cama y me coloco a horcajadas. Deslizo mis manos sobre su pecho desnudo, deleitándome son la sensación de su piel en mis dedos.
Sus ojos verdes bucean en los míos y mi corazón tiembla.
Sube sus manos hasta mi espalda y alcanza el broche de mi sujetador. Apenas le cuesta desabrocharlo. Lo echa hacia un lado y pese a que estoy nerviosa al sentirme expuesta a él, no aparto la mirada. La forma en que me mira provoca que me muerda el labio. Mi reacción parece gustarle porque atrae mi boca hasta la suya. El contacto de nuestra piel desnuda me enciende por dentro.
Un gemido escapa de mi boca cuando su lengua toca la mía.
Llevo mis manos hasta su pelo. Elijah se presiona contra mí alterando todos mis sentidos. Sé que quizás no debería estar haciendo esto porque puede que mi corazón salga herido después, pero es difícil no caer en la tentación. Rompe el beso y sus ojos verdes se sumergen en los míos. Mi estómago tiembla.
—Sabes tan bien... —pronuncia con la voz ronca.
Quiero hacerle sufrir un poco. Inclino mi cabeza hacia su oído.
—Y eso que aún no me has probado —susurro de manera sensual.
Su respuesta no tarda en llegar. Coloca ambas manos en mi trasero y lo aprieta. Este chico me va a volver loca.
—Habrá que remediar eso —señala, antes de rodar sobre mí.
Ahora él se encuentra encima. Lo siguiente que sé es que está deslizando mis pantalones hasta que termino en bragas. Me recorre con la mirada de arriba abajo. Las comisuras de sus labios se alzan en una sonrisa. Cuando sus manos rozan el encaje de mis bragas, el corazón se me acelera. Soy consciente de lo que va a pasar, y aunque la parte racional de mi cabeza me empuja a detener esto, no le hago caso.
Por una noche quiero abrasarme en el incendio.
Le veo morderse el labio cuando me contempla desnuda por completo. Se regodea en mi sufrimiento, porque no se mueve.
—¿Vas a quedarte ahí quieto toda la noche? —pregunto, impaciente,
—Me gusta admirar las vistas.
—Pensé que...
Mis palabras se ahogan en mi garganta cuando siento su boca entre mis piernas. Cierro los ojos, mientras la sensación de placer se apodera de mi cuerpo. En la habitación de Elijah, durante los próximos minutos tan sólo se escuchan mis gemidos y nuestras respiraciones aceleradas que bailan en perfecta sincronía.
☆
Estiro mis manos y enseguida noto un cuerpo junto al mío.
Abro los ojos y me topo con Elijah, que yace dormido a mi lado. La luz se cuela por las cortinas entreabiertas. Los recuerdos de la noche anterior vienen a mí y me llevo las manos a la cara para borrar la vergüenza que siento. Tengo el impulso de acercarme y depositar un beso en sus labios, pero el sonido de mi móvil trunca esa idea.
Retiro las sábanas y saco el móvil de mi pantalón. En la pantalla de bloqueo observo una nueva notificación. Me sorprende que el remitente sea Ralen. Además, la hora del mensaje indica que no es reciente, sino de anoche.
No te acuestes con Elijah.
Él no está interesado en ti.
Parpadeo sin creerme lo que acabo de leer, ¿A qué viene eso? No entiendo por qué Ralen piensa algo así. ¿Acaso está celoso? En varias ocasiones he visto que no parecen tan amigos, como si algo hubiera ocurrido con ellos en el pasado. Quizá son celos. No contesto el mensaje, es más, decido borrarlo. Después, agarro la ropa y me visto.
—¿Te vas?
La voz de Elijah hace que me voltee. Tiene el pelo alborotado. Una sonrisa se dibuja en mi cara, recordando lo que hicimos anoche. Por el contrario, él no sonríe y eso me preocupa un poco. ¿Se arrepiente de lo que ocurrió? Ayer parecía muy contento de dejarse llevar. Asumo que tiene mal humor al levantarse por las mañanas.
—Sí. Tengo que leer las normas del trabajo de Collins.
Una vez que tengo todas mis cosas, me dirijo hasta la puerta de su habitación. Él no se mueve de la cama y eso me duele. Quizá no le gustó. Espero durante varios segundos a que se levante y venga hasta mí, pero permanece en el mismo sitio. Ni un beso de despedida ni nada. Genial. Me guardo las ganas de dárselo yo, mi orgullo me lo impide y más tras ver su reacción.
—Hablamos, Siena —dice, y vuelve a tumbarse.
Asiento.
Salgo de la habitación y cierro la puerta, dejando atrás el recuerdo de anoche.
Camino por el pasillo y en el comedor, ocupando el sofá, veo a Ralen. Su mirada se posa en mí en cuanto me ve entrar. Seguro que va a preguntar por qué no respondí el mensaje y si me acosté con su amigo, pero no quiero hablar de eso. No tras abandonar la habitación de Elijah con un mal sabor de boca. No pierdo tiempo en saludarle y voy hacia la puerta.
Él, en cambio, no está dispuesto a mantener la boca cerrada.
—¿Leíste mi mensaje? —pregunta.
Tengo dos opciones: decir que no me llegó ningún mensaje o confesar que lo leí para después borrarlo. Ralen analiza mi comportamiento. No le cuesta mucho descifrar la verdad mediante las expresiones de mi cara. No me queda más remedio que contar la verdad.
—Lo hice —digo—. Y después lo borré —añado.
La felicidad de mi respuesta inicial se esfuma cuando pronuncio mis últimas palabras. Sigo sin saber el interés porque no me acueste con su amigo. No creo que sea algo que le concierne. Es mi vida. Se lleva las manos a la cabeza y suelta un suspiro de frustración. Empiezo a pensar que Ralen no está bien de la cabeza.
—¿Por qué? —inquiere—. ¿Por qué lo borraste?
¿En serio me está exigiendo un motivo para eliminar el mensaje? Vale, mi paciencia llega a su fin. Ralen me caía bien, sentía que teníamos cosas en común, pero este interés de meterse en mi vida no me gusta.
—Te equivocas con Elijah. No sé qué ha ocurrido entre vosotros, pero eso no te da derecho a mandarme mensajes así. Mi vida sexual no es asunto tuyo —le recrimino.
Ralen deja escapar una risa cargada de amargura, que me descoloca por completo. Pensé que estábamos avanzando, ahora todo ese esfuerzo da marcha atrás. Odio que se metan en mi vida. Y mucho más si esa persona acaba de entrar en ella. No quiero discutir. Me alejo del salón y voy hacia la puerta, no doy muchos pasos porque la mano de Ralen me rodea el brazo, impidiéndome avanzar.
—Suéltame —le ordeno.
Bufa molesto.
—Está bien.
Le dedico una mirada y niego con la cabeza. No entiendo nada. Su comportamiento hacia mí me descuadra. Quiero preguntarle qué razones hay detrás de todo, pero estoy cansada y ahora mismo lo único que me apetece es tirarme en la cama. Hasta se me han quitado las ganas de estudiar.
—Ralen —digo, con mi mano sujetando el picaporte—. No te metas entre Elijah y yo. Es algo nuestro.
Rueda los ojos, nada conforme con mi declaración.
—Te estás equivocando, Siena. La realidad te va a golpear. ¿Vas a ser capaz de soportar el azote de la tormenta cuando eso ocurra?
No contesto.
Abandono el piso de los hermanos Steed con una sensación agridulce.
¡Hola!
Tengo este capítulo escrito desde hace semanas y me moría por compartirlo, pero estoy con otros proyectos en mente y por eso actualizo despacio.
¿Os ha gustado?
Cuando pensé en la escena de Elijah y Siena supe que debía ser así. ¿Qué tal? 🔥
¿Qué opináis del final?
¿Ralen tendrá razón o estará celoso?
La semana que viene nos leemos con el primer capítulo de la nueva novela que participará en el Open Novella Contest, espero veros por allí también 🥰
¡Os leo en comentarios! ✨💙
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