11 | ¿Cuánto vive una estrella?

La entrada del planetario se halla sobre mi escritorio. Lorie y yo tomamos la decisión de vernos allí, así que entiendo que ella se ha encargado de la suya, además, no podíamos ir juntas pues tras salir de clase, se quedó en la universidad para hablar con su compañera del trabajo de Collins. Eso me empuja a pensar en Elijah. Desde el mensaje que mandó, no hemos vuelto a intercambiar palabra alguna.

Yo le contesté un escueto «Está bien».

No obtuve respuesta por su parte y no me importa en absoluto. O sí. Quizá me hubiera gustado seguir hablando con él, aunque fuera de cualquier tontería. Tardé en escoger las palabras adecuadas para enviarle, pero por mi cabeza cruzó la noche de mi cumpleaños y supe qué era lo correcto.

Lo mejor para mi corazón.

Tras la ventana de mi habitación aprecio a la noche abriéndose paso en la ciudad de Londres. Una sonrisa se dibuja en mi rostro cuando apenas se vislumbran nubes. Voy a disfrutar del cielo bañado de estrellas casi con el mismo entusiasmo que cuando cumplí dieciocho. El móvil suena, sacándome de mi ensoñación momentánea. En la pantalla leo el nombre de Lorie.

Tardaré un poco en llegar. Besos.

PD: Voy a matar al señor Collins por este trabajo.

Río ante su última frase, aunque no le quito la razón. He leído las pautas y las tres hojas me han producido dolor de cabeza. Tecleo un «No te preocupes» y me centro en elegir la ropa para vestirme. A pesar de que podría esperar un poco en la residencia y hacer tiempo, prefiero salir antes para deleitarme con las vistas.

Minutos después estoy abandonando la residencia "St. North Star", camino de la parada de autobús. El metro también es una opción, sólo que tengo ganas de deleitarme con las vistas nocturnas de Londres. Hay poca gente junto a la marquesina. Reviso mi móvil para comprobar si Lorie me ha escrito otro mensaje, pero cuando veo la barra de notificación vacía, lo guardo de nuevo en mi bolso.

Minutos más tarde llega el autobús. Compro un billete sencillo —dejándome medio riñón— y busco un asiento hacia el fondo. El transporte público en Londres es algo caro, por eso siempre prefiero caminar. También tengo la ventaja de estar cerca de los principales sitios a los que voy. E incluso por los alrededores de la residencia hay cafeterías y bares muy agradables.

El trayecto se me hace más corto de lo que imagino y cuando apenas quedan unas paradas para bajarme, siento el móvil vibrar en mi bolso. En la pantalla leo el nombre de Lorie. Descuelgo. No tengo tiempo de hablar, porque ella se adelanta:

—Vas a matarme —dice, entre risas.

Como su siguiente frase sea «No puedo ir» lo haré. Me he gastado una pasta en el billete y no me apetece visitar el planetario sola.

—Dime que no vienes y tus pinturas se van a la mierda —le advierto.

Mi amenaza le causa gracia, porque estalla en carcajadas. Aparto un segundo el móvil de mi oreja para no quedarme sorda. Los pasajeros del autobús me miran raro. «¡Señora, que yo no tengo la culpa de que mi amiga esté loca!» pienso, cuando una mujer de edad similar a la de mi abuela me dedica miradas nada agradables.

—Baja el volumen —pido—. Y aclárame mi posible crimen. ¿Qué has hecho?

—Bueno, todo se remonta a hace una semana —comienza a decir.

Mi paciencia es limitada.

—Ve al grano, Lorie —demando, impaciente.

—Elijah va en mi lugar —suelta de pronto, sin que yo tenga tiempo para asimilar la bomba que escapa de sus labios.

—Dime que es una jodida broma —ordeno, pero su risa habla por sí sola—. Voy a matarte, Lorraine.

Me lanza un beso desde el otro lado de la línea y sin darme tiempo a contestar, cuelga. La señora mayor vuelve a mirarme y yo aparto los ojos, muerta de vergüenza. Se me pasa por la cabeza continuar en el autobús hasta la última parada y hacer el cambio de vuelta a la residencia, pero enseguida descarto esa idea por lo tonta que suena. Además, quiero ir al planetario.

El autobús se detiene segundos después. El corazón se me encoge y tengo miedo de bajar. Cruzo los dedos deseando que Elijah haya rechazado la oferta de Lorie. A pesar de que mi amiga me ha dejado plantada, prefiero realizar la visita en soledad antes que tener la compañía del chico de ojos verdes. Estoy tratando de mantener las distancias con él.

Mis ojos se clavan en la cúpula del planetario y me entran ganas de llorar. El recuerdo de mi dieciocho cumpleaños viene a mí. Cierro los ojos y por un momento siento la mano de mi abuela entrelazándose con la mía. Disfruto de esa sensación que fabrica mi cabeza. No tarda mucho en esfumarse cuando escucho una voz a mis espaldas.

—¿Siena?

No necesito girarme para descubrir a quién pertenece. Había deseado que no se presentara, pero la suerte no está de mi parte. Volteo y veo como me dedica una sonrisa. No ayuda a calmar mis nervios. No entiendo por qué Elijah tiene la capacidad de ponerme nerviosa, me hace sentir vulnerable.

—Has venido —pronuncio, más para mí misma.

Asiente. Parece encantado de estar aquí y no me encaja. Es como si mi compañía le resultara interesante. ¿Acaso no quiere pasar tiempo con Baylee? Ella tiene pinta de importarle mucho. Demasiado, diría yo. ¿Por qué ha querido venir?

—¿Entramos? —pregunta, sacándome de mis pensamientos.

Asiento.

La visita con su compañía resulta mejor de lo que pensaba. Una vez dentro de las instalaciones del planetario, me libero. No siento esos nervios del principio y puede deberse a que estar rodeada de este mundo que me apasiona, hace que mi mente se relaje. Como quien habla de su película favorita una y otra vez. No pasamos la visita comentando cosas de clase y también algo más personales.

Justo en este lugar todo parece fluir.

Elijah sugiere ir a la sala de la cúpula para ver las estrellas, pero se me ocurre una idea mejor. A diferencia de mi visita al planetario de Moonlight, esta vez prefiero observarlas al aire libre. No le desagrada mi oferta ya que minutos después nos encaminamos hacia la azotea del edificio. Hemos tenido suerte de ser los únicos con esa idea.

Puesto que no hay ningún asiento, no tenemos más remedio que ocupar el suelo, apoyándonos contra la pared. Está frío, pero esa sensación pasa a un segundo plano cuando alzo la cabeza y contemplo las maravillosas vistas que se abren ante mí. Un cielo repleto de estrellas. Dibujo una sonrisa, que es reemplazada por un par de lágrimas cargadas de nostalgia.

—¿Por qué lloras? —Su voz ronca llena el ambiente.

Elijah se halla a mi lado. De momento hay una cierta distancia entre nosotros y yo no me atrevo a romperla. Estoy bien así.

—Sólo recordaba un momento.

—¿Bonito?

Mis lágrimas le confunden.

—Oh, sí. Demasiado —Vuelvo a alzar la vista y mis ojos conectan con esas millones de pequeñas motas pintando el firmamento—. ¿Alguna vez te has sentido...? —La pregunta muere en mis labios.

Elijah se junta más y noto su brazo rozando el mío. Su cercanía altera todos mis sentidos y aunque tengo intención de alejarme para mantener las distancias, soy incapaz de moverme, es como si una fuerza más poderosa que mi mente me empujara a seguir a su lado.

—¿Cómo?

Trata de establecer contacto visual conmigo, pero en ningún momento aparto la mirada del frente. Las estrellas me calman. Además, me resulta complicado concentrarme cuando sus ojos verdes bucean en los míos. Me siento expuesta.

—Insignificante.

Me arrepiento al instante de mi confesión, pero es tarde para dar marcha atrás.

—¿Sabes cuánto vive una estrella, Siena?

No esperaba una pregunta de ese tipo. Me encojo de hombros sin saber qué responder. En clase de «Ciencias planetarias» seguro que hemos hablado del tema, pero no tengo la cabeza para pensar en eso. Tampoco suelo prestar mucha atención a las explicaciones de Gilliam, su voz me pone nerviosa.

Mi silencio le invita a continuar hablando.

—Las estrellas grandes consumen muy rápido el hidrógeno y helio, hasta que explotan en forma de supernova. Son muy brillantes, sí, pero su vida es corta en comparación a otras estrellas. Tras su muerte derivan en una estrella de neutrones o en un agujero negro —No sé a dónde quiere llegar con esta explicación, pero no le interrumpo—. Las enanas rojas, esas que parecen tan insignificantes —Recalca la última palabra—, gracias a su tamaño, se consumen más lentamente y tardan muchísimo tiempo en morir.

Por una vez, no me molesto en pensar las siguientes palabras que escapan de mis labios.

—Gracias.

Elijah me mira confundido. No le culpo. Cuando recibí el mensaje de Lorie hace un par de horas creí que sería una idea horrible visitar el planetario con él. El paso del tiempo me demostró que estaba equivocada. Su compañía ha sido de todo menos desagradable.

—¿Por qué? —pregunta conectando sus ojos con los míos.

Me da miedo lo que estoy a punto de hacer, porque llevo viviendo en zona segura varios años. No he abierto mi corazón a un chico hasta hoy y me aterra que Elijah pueda utilizar en mi contra mis demonios. Contemplo sus ojos verdes y me animo a correr el riesgo.

—Estar lejos de casa me pone sensible, ¿sabes? A veces siento que toda mi vida está allí y que en Londres tan sólo tengo una pequeña parte de lo que soy. Desde que llegué aquí, cada noche contemplo las estrellas desde mi cuarto, preguntándome si hice bien en irme. Es como si por momentos me invadiera la soledad y de repente, me siento insignificante en una ciudad donde no acabo de encajar.

Creo que la he cagado, porque se mantiene en silencio. Por eso, no espero su siguiente movimiento. Entrelaza su mano con la mía. Su contacto agita mi estómago. Nunca voy a acostumbrarme a su cercanía.

—No hay que darlas —dice, restándole importancia.

Asiento, aunque no me ve, porque ambos tenemos la vista puesta en el cielo. Es complicado de explicar, pero me gusta esta sensación. No existe Lorie. Ni Jena. Ni Ralen. Ni siquiera la ciudad de Londres. Como si por un instante el mundo se hubiera detenido. Tan sólo estamos Elijah y yo. Y la paz de un cielo estrellado abrazándonos desde arriba.

—El otro día... —comienza a decir, y sé por dónde va—. En el balcón... Sé que ibas a preguntarme algo. ¿Qué era?

Pensé que se había olvidado de eso. Mierda. Dudo. El nombre de Baylee cruza por mi cabeza. Es un segundo fugaz. Si estuviera interesado en ella, no estaría aquí conmigo, ¿verdad? Habría rechazado la propuesta de Lorie. Esa simple idea me da la valentía para confesarle el motivo.

—Iba a pedirte una cita —suelto, sin pensar en las consecuencias.

Tengo vergüenza de mirarle. Deshace nuestras manos entrelazadas y coloca una sobre mi mejilla. Gira mi cara. Veo como alza una ceja, sorprendido.

—¿En serio?

Asiento.

—Después... —Estoy a punto de mencionar lo de Baylee, pero me callo—. Pensé que no estabas interesado, así que no volví a intentarlo.

—Siena —susurra. Su voz en mitad de la noche me causa un escalofrío—. ¿Puedo hacer algo?

El ambiente ha generado una intimidad que me pone nerviosa.

—¿El qué?

—Besarte.

Se inclina hacia mí, a escasos centímetros de mi boca. Espera una respuesta por mi parte. Proceso su pregunta y borrando todos los motivos que me empujan a alejarme, por una vez hago caso a mis impulsos. Tomo su cara entre mis manos y junto nuestros labios sin preocuparme de mi corazón.

Ya me arrepentiré más tarde si algo sucede, de momento tan sólo me molesto en disfrutar del beso. Elijah me rodea con sus brazos y me empuja hacia él. La sensación es increíble y ninguno tiene la intención de romper el contacto. Siento los latidos de su corazón e imagino que él también sentirá los del mío. Pasan unos segundos más hasta que nos alejamos para recuperar la respiración.

Las comisuras de sus labios se alzan en una sonrisa. No tarda en volver a besarme, pero esta vez el beso es más corto. Sus labios abandonan mi boca para comenzar a recorrer mi cuello. Mi piel arde. Reparte besos cortos hasta que llega a mi oído.

—¿Te apetece continuar esto?

¡Hola!

En un principio iba a actualizar, luego cambié de idea al encontrarme un poco mal, pero al final os he traído un nuevo capítulo.

¿Os ha gustado?

Lorie ya se lo advirtió a Siena... ¿Qué os ha parecido el momento entre Elijah y ella? Llevo tiempo pensando en esa escena, hasta escribí una parte y tenía mil ganas de desarrollarla.

¿Qué pasará en el próximo capítulo?

¿Y Baylee?

Siempre digo lo mismo, pero nada es lo que parece, la trama se complica 😌.

Cualquier teoría, impresión del capítulo, os leo en comentarios, ya sabéis que me gusta saber lo que pensáis ✨💙


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