07 | Oportunidad
La biblioteca de la universidad se encuentra bastante llena a esta hora de la tarde. Se nota que se acercan los primeros exámenes, y no me quiero imaginar cómo estará al final del cuatrimestre. Ahí es imposible dar con un sitio libre. Los apuntes de «Ciencias planetarias» descansan sobre una mesa repleta de subrayadores fosforitos. Lorie me echa la bronca por utilizar diferentes colores a la hora de estudiar, pero me resulta más cómodo. He creado un código y eso me permite retener mayor información.
Aunque ahora creo que mi cabeza va a explotar.
Llevamos desde que salimos de la última clase aquí sentadas. Apenas nos comimos un bocadillo, un par de galletas y un triste café de la máquina expendedora. Porque digamos la verdad: es triste. Es barato, eso sí. Siento que ha llegado el momento de abandonar la misión aprobar para no pasar unas navidades de mierda. Eso es lo que pasará si suspendemos el examen. Tendríamos que recuperarlo a la vuelta de vacaciones.
—¿Nos vamos a casa? —pregunta Lorie, dejando escapar un suspiro de resignación.
Asiento mientras comienzo a recoger todo mi material. Ella imita mis movimientos, aunque tarda menos que yo, ya que en su parte de la mesa tan sólo hay un portaminas y un subrayador amarillo. Alucinante que sea una amante del arte y luego use un simple rotulador para estudiar. A veces creo que mi amiga es un experimento de esta sociedad.
—¿Te has decidido sobre a quién le vas a pedir la cita? —pregunta una vez estamos fuera de la biblioteca.
Tengo la inercia de llevar mi mano a su boca para impedir que siga hablando, pero no quiero montar un espectáculo en los pasillos de la universidad.
—Habla más bajo —le pido—. Sí, pero ahora mismo el examen tiene toda mi atención.
—Recuerda que follar ayuda... —empieza a decir, pero la interrumpo.
—A estudiar, sí. En serio, Lorie, deberías saciar tus deseos sexuales con alguien. Te noto muy obsesionada con ello —puntualizo, antes de adelantarme varios pasos y dejarla con la boca abierta.
A ver si aprende a no sacar ciertos temas en público. Me doy una palmada interna cuando veo que tarda unos segundos en alcanzarme. No es la única capaz de dejar sin palabras y hacer que otros pasen vergüenza. Cuando se coloca de nuevo a mi lado, desvío un momento la mirada para comprobar la expresión de su cara y dibujo una sonrisa. Menos mal que conozco a mi amiga, porque Lorie es una persona que adora las bromas, pero nunca cuando van hacia ella. Su molestia es latente, pero sé que en el fondo está fingiendo.
—Te daría una paliza si no estuviéramos en la uni.
Me llevo una mano al corazón.
—Auch. Eso duele. Aunque no soy yo quién necesita aprender a esquivar pullas —digo sin poder aguantarme la risa.
La veo negar con la cabeza.
—Eres una idiota. Te salva que seamos amigas, aunque creo que me voy a replantear nuestra amistad.
Al final se termina uniendo a mí y estamos riéndonos un rato durante el trayecto a casa. Hasta que pasamos por la cafetería donde nos topamos por primera vez con Elijah, y puesto que el destino quiere que suceda de nuevo, también por segunda vez. Mi primera reacción es caminar lo más rápido posible para alejarme del lugar. Lorie parpadea en cuanto me ve acelerar el ritmo, ella no se ha dado cuenta de la presencia de Elijah.
—¿Por qué has hecho eso? —pregunta, tras correr varios metros hasta reducir la velocidad.
—¿El qué? —Me hago la inocente.
—Correr.
—Ah, eso. Había una avispa.
—¿En otoño?
Mierda. Tenía que haber buscado otra excusa mejor. Me mantengo en silencio y cuando nos hallamos lo suficientemente lejos de la cafetería, confieso la verdad.
—Estaba Elijah.
A la simple mención del chico de los ojos verdes, ella gira la cabeza en dirección a la cafetería y alza las comisuras de sus labios cuando da con el objetivo. No me cuesta mucho adivinar que pretende que me acerque, por eso aprovecho su despiste para retomar el ritmo. Cuando Lorie aparta la mirada de aquel lugar, yo me hallo unos cuantos metros por delante. Me río por la confusión que refleja su rostro. Alzo la mano, haciendo la señal de victoria. Al menos por esta vez no he caído en su trampa.
—¿Por qué no has querido ir? —pregunta con la respiración acelerada.
Ma va a tener que pagar la clase de deporte que le estoy dando.
—Debo centrarme en el examen. Nada de chicos por ahora.
—¿Eso significa que después sí?
Me encojo de hombros.
—Puede —le doy la respuesta que está deseando escuchar.
—¿Con Elijah?
Su pregunta me lleva a la noche del restaurante cuando no se presentó por salir con esa chica llamada Baylee. ¿Merece la pena arriesgarme a pedirle una cita si está interesado en otra persona? Pero por otro lado, ¿y si no es así? ¿Y si tan sólo es una amiga y Ralen está equivocado? Borro todos esos pensamientos y focalizo mi atención en el examen que tenemos dentro de unos días. Mi silencio la obliga a cambiar de tema.
—¿Estás nerviosa por pasado mañana? —inquiere, y noto cierto entusiasmo.
—¿Por qué debería estarlo?
—Joder, Siena, es tu cumple. ¡Un poco de alegría al año no hace daño!
No sé por qué rebosa de felicidad, si sólo se trata de un día más. Encima este va a ser aún más mierda, ya que lo pasaré estudiando para el examen del viernes. De regalo espero llevarme un aprobado. Aunque intento mantener los nervios bajo control, estoy aterrada. Gillian tiene fama de joder a sus alumnos con preguntas rebuscadas. Hace años, el número de aprobados rondaba el 25%. Se ve que le llamaron la atención y ahora ha subido algo más del doble.
—Centrémonos en aprobar, luego ya pensaremos cómo celebrarlo —Mi respuesta parece bastar, al menos de momento.
Lorie vuelve a echar una mirada hacia la cafetería, esperando toparse con Elijah —seguramente para que se acerque a nosotras—, pero la suerte no está de su parte, pues se ha ido. Celebro en mi interior. Como la he dicho, mi interés principal es aprobar el examen, ya habrá tiempo para lo demás.
☆
Parpadeo mientras repaso la última pregunta que me queda del examen. Es un tipo test con cuatro opciones sobre la gravedad superficial de Saturno. ¿A quién se le ocurre hacer una pregunta así? Está claro que sólo a Gilliam. Alejo un momento la vista del papel y mis ojos buscan a Lorie. La veo golpetear su bolígrafo contra la mesa. Anda igual de perdida que yo. En cambio, los hermanos Steed abandonaron el aula hace ya un rato. ¿Tan fácil les resultó?
—¿Cómo era? —susurro para mí misma.
Repaso mentalmente y cruzo los dedos —aunque no de forma literal— deseando que mi código de colores a la hora de estudiar, tenga sus frutos en este momento. Tras varios minutos meditando la posible respuesta, llego al nivel de descartar dos opciones, pero sigo con dudas.
—Quedan cinco minutos —pronuncia Gilliam en voz alta.
Parece cabreada, como si quisiera estar en otra parte menos en este lugar. ¿No debería ser lo contrario? Se supone que le gusta la docencia. Es algo que me ha pasado con varios profesores a lo largo de la carrera. Dan clases sin ganas y después joden a los alumnos en los exámenes. Sin dedicar aún más tiempo a la pregunta, termino marcando la opción que más me suena. No queda más remedio que esperar a las notas.
Guardo el bolígrafo en mi estuche y echo este a la mochila. Me levanto de la silla y la cargo al hombro. Gilliam está sentada junto a su escritorio, de brazos cruzados y de vez en cuando noto como frunce el ceño mientras revisa algún examen. Las expresiones de su cara, por momentos dan a entender que está presenciando una situación de asco total. Sin ver su reacción, deposito mi examen en su mesa y salgo a toda prisa de clase.
Ya me agobiaré cuando salgan las notas.
Unos minutos después, Lorie cruza la puerta del aula 15. No necesitamos intercambiar palabras para saber que el examen ha sido complicado.
—Quiere que pasemos las navidades estudiando —se queja, cuando vamos camino de nuestra próxima asignatura: Mecánica celeste.
Adoro el temario, sólo que después de la pregunta del examen, las ganas de aprender sobre movimientos gravitatorios de los planetas y satélites, se han reducido un poco. Al menos, me consuelo sabiendo que es viernes, y que por hoy, sólo me queda esta clase, después seré libre.
—No hagas planes mañana —dice Lorie, segundos antes de entrar en el aula 11.
Tardo varios segundos en reaccionar, pero no necesito mucho más tiempo para entender qué me quiere decir con eso: por su cabeza flota alguna idea para celebrar mi cumpleaños. Volviendo al «No hagas planes». ¿Acaso piensa que tengo una agenda repleta de contactos con los que quedar? Mi vida social es una mierda. El primer año que llegué a Londres, Lorie me empujó a tener una cita a ciegas. Bueno, todo fue un desastre.
Tan desastre que ni se presentó en el bar donde habíamos quedado.
Según el mensaje que me escribió después, se confundió de sitio y terminó casi a la otra punta de Londres. Nunca me lo llegué a creer, pero como no volvimos a hablar, tampoco me importó mucho que estuviera mintiendo. Es algo que he ido comprendiendo con el paso de los años, incluso quien menos te lo esperas, te acaba traicionando. Si una persona que se supone que es tu amiga lo hace, ¿qué le impide hacerlo a un extraño?.
—Lorie... —la advierto. Sé que no servirá de nada, porque es demasiado cabezona—. Si vas a organizar algo, te pido que sea tranquilo.
—Bueno... —Desvía la mirada hacia otro lado— No prometo nada.
Estoy a punto de replicar, pero cuando me doy cuenta, estamos dentro del aula. Observo a mi amiga y me digo que ya tendré tiempo después para concretar mejor el tema cumpleaños. Conozco a Lorie y esta es capaz de cualquier cosa.
La clase se me hace eterna y los nervios me comen. No dejo de dar vueltas al examen y quizá suene un poco pesada, pero es que de verdad no quiero suspender. Tal vez no me he dejado la vida estudiando —si lo comparamos con la asignatura del señor Morris—, pero Lorie y yo hemos estado varios días casi haciendo vida en la biblioteca. Apenas tenía hambre cuando volvíamos a la residencia. Mis últimas cenas consistían en unas natillas y una fruta. El cuerpo me pesaba y lo único que me atraía era la cama.
Aunque viendo las miradas fugaces de Lorie, asumo que no tendré tranquilidad durante este fin de semana. Creo que se ha equivocado de profesión y debería sacarse un curso para animadores de fiestas. Le mola más la juerga que el estudio, a pesar de que en los momentos críticos —por ejemplo, un examen/trabajo— está al pie del cañón dándolo todo.
—Borra esas ideas locas que pasan por tu cabecita —susurro, apuntándole con un bolígrafo para mostrarme más amenazante.
No funciona, ya que suelta una pequeña risa que trata de ocultar. Después niega.
—Eres muy aburrida, Siena —contesta.
Observo la hora en el móvil y suspiro aliviada cuando veo que queda tan sólo un cuarto de hora para que termine este tormento. En otra situación habría disfrutado, pero lo único que me apetece es llegar a la residencia y meterme en mi cama, quizá viendo alguna película hasta quedarme dormida. Los cafés han sido de mucha ayuda estos días, pero mi mente y mi cuerpo necesitan tomarse un descanso.
Unas filas más adelante están los hermanos Steed. Mi amiga les propuso sentarnos juntos, pero Jena dijo que prefería estar cerca para enterarse mejor de las explicaciones y Elijah, para no dejarla sola, ocupó un sitio a su lado. Me alegra mantener las distancias con ellos por un rato, aunque mis ojos desvíen hacia Elijah de vez en cuando. A Lorie parece hacerle mucha gracia ver como aparto la vista evitando que me pille. Le saco el dedo corazón.
—Tendrás tu oportunidad —susurra para sí misma, y no se ha dado cuenta que lo ha dicho más alto de lo normal.
—¿Qué has dicho? —cuestiono.
Sé que su respuesta probablemente no me guste. Su silencio y la sonrisa que ni se molesta en ocultar, anticipan que no me equivoco.
—Shh, estoy tratando de atender. —Señala al señor Collins que se encuentra borrando la pizarra.
Me está vacilando. Vuelvo a insistir, pero no me responde. Cuando estoy a punto de darme por vencida, noto que arranca un trozo de folio y escribe en él. ¿Tanto le cuesta decírmelo con palabras? Golpeteo el pie contra el suelo, nerviosa, deseando saber lo que pone en el papel. Casi un minuto después, lo deja sobre mi mesa, aún sin borrar su maldita sonrisa.
Aunque me muero por saber, lo desdoblo con calma. Algo me dice que no me va a gustar mucho. De Lorie espero cualquier cosa.
No te caigas de la silla, pero vamos a celebrar tu cumple en casa de Elijah, así tendrás la oportunidad de pedirle una cita. ¿No es genial?
¡Hola!
Estas últimas semana me hallo bastante motivada con esta novela. Las noches me suelen cundir y con la ayuda de la música, la inspiración florece. ¿Qué tal lleváis las fiestas? Espero que respetando las normas y teniendo mucho cuidado 🥰
¿Qué os ha parecido el capítulo? Admito que el momento de la avispa ha sido uno de mis favoritos 😂
¿Habéis sufrido en un examen por culpa del tiempo?
¿A dónde llevará el plan loco de Lorie?
¿Se atreverá Siena a pedirle una cita a Elijah?
¡Nos leemos pronto con más! 💙💫
PD: Quizá el domingo que viene también actualice, así que dadle mucho amor a este capítulo ☺
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