06 | Correr el riesgo

Repaso con calma todo lo ocurrido ayer por la noche: Elijah no se presentó en el restaurante, Ralen estuvo más callado de lo normal y con la cabeza en otro sitio, y yo, bueno, yo intenté disfrutar el momento, pero siempre terminaba por perderme en mis pensamientos. ¿Me molestó que no hubiera ido? Sí. ¿Me siento idiota por eso? También. Creo que las que más se divirtieron fueron Jena y Lorie. Gran parte del tiempo criticando a algunos profesores y la otra cotilleando sobre lo que ellas llaman «actores más sexys» del momento».

Mi ánimo ha caído un poco y esta sensibilidad me transporta a casa. Así que, sin pensarlo dos veces, cojo el portátil de mi escritorio y abro la sesión de Skype. Hace tiempo que no hablo con Margaret y tengo ganas de conversar un rato con ella. Vamos, ponernos al día de nuestras cosas.

Tras varios segundos, acepta la llamada. De fondo escucho su televisor, asumo que estaba viendo una película y espero no haberla fastidiado el mejor momento.

—¿Molesto? —pregunto, cuando veo que se halla muy callada. Margaret suele tener más energía en el cuerpo.

—Siena, Siena... —me dice en tono de advertencia—. Has estropeado la escena.

—Oh. ¿Ahora es cuando el chico estaba declarando su amor? —Me llevo la mano al pecho en señal de arrepentimiento.

Niega con la cabeza. En sus manos sostiene un cuenco de palomitas casi vacío.

—Ahora es cuando la chica le manda a la mierda por haberse acostado y aprovecha para hacer deporte.

Eso último no entiendo muy bien qué tiene que ver con la película. Ella se ríe ante mi cara de confusión, por lo que añade:

Lanzamiento de patada en los huevos por ser un cabrón —dice, y después se lleva varias palomitas a la boca—. Esta es de las mejores que he visto.

Me esperaba cualquier cosa, menos esa. Echaba de menos estos momentos con Margaret. Estar lejos de casa me está ayudando a valorar más a todas las personas que forman parte de mi vida y la importancia de estos instantes de felicidad. «No valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos». Yo no quiero llegar a ese punto. No quiero perder a Margaret para saber lo esencial que es para mí. No quiero perder a Nina para darme cuenta que tenía un tesoro a mi lado.

Ni a mis padres.

Ni a Lorie.

—Echaba de menos hablar contigo —confieso en voz baja. Aunque ahora mismo estoy sola en la habitación porque Lorie ha salido a comprar un cuaderno nuevo para sus dibujos.

—Y yo... Pero tu cara me dice que algo te tiene preocupada. ¿Es un chico? —No respondo, y eso le da a entender que sí—. Oh my god. Es un chico —repite para sí misma.

—Bueno...

—Doble oh my god. ¿Son dos chicos? Siena Moore, ¿te estás tirando a dos tíos y hasta ahora no te atreves a llamarme?

Vale. Quizá podía vivir un poco más sin hablar con Margaret. Creo que he estado tan centrada en la universidad que se me había olvidado lo exagerada y escandalosa que es mi amiga. Agradezco estar con los auriculares puestos, al menos así me despreocupo de pasar vergüenza. Lo que me faltaba es montar el espectáculo en la residencia.

—No... O sí. No sé.

Ni yo misma tengo claro qué me pasa con Elijah y Ralen. La puerta se abre de pronto y me llevo la mano al corazón del susto. Lorie entra en la habitación con una bolsa en la mano, que deja en la primera silla que ve. Cuando se topa con mi mirada y observa lo que estoy haciendo, sonríe.

—¿Hablas con Margaret? —pregunta, curiosa.

El primer año que vine a Londres, semanas después de llegar, hice videollamada con mi amiga de Moonlight, y ambas se cayeron bien. Son muy parecidas en muchos aspectos. Lorie se quita a toda prisa el abrigo, se deshace de sus botines y se hace un hueco a mi lado. Su plan de dibujar se ha ido a la mierda, parece ser.

—¿De qué hablabais? —pregunta, segundos antes de quitar los auriculares para poder enterarse también.

—De nada —digo.

—De chicos —dice Margaret al mismo tiempo.

—No la mientas, Siena —me advierte Lorie, aunque aprecio la diversión en su voz—. Di que hay dos chicos nuevos en la uni que la tienen loquita. Y ella con que «Nada de chicos, debo estudiar».

Maldigo el momento en que decidí iniciar una conversación con mi amiga de Moonlight, sabiendo que ella rondaría por nuestro cuarto. Bastante tengo con aguantar a Lorie mencionando el tema cada vez que se da la situación, como para sumar a la lista a Margaret, porque sí, son igual de cotillas.

Margaret ríe ante el comentario de Lorie, y yo no sé dónde meterme por culpa de la vergüenza. Ganas no me faltan de cerrar la conversación, bloquear el móvil para que tampoco pueda contactar conmigo y ponerme a leer para dejar de pensar. Y es que ese es uno de mis mayores problemas, que le doy vueltas a todo. Llevo días analizando mis sentimientos hacia estos dos chicos y aún no he llegado a nada claro. Bueno, sí, que debo centrarme en estudiar.

¿Pero por qué es tan complicado?

Elijah y Ralen no salen de mi cabeza.

—Ya sé que regalarte para tu cumple —La voz de Marga me trae de vuelta a la realidad. El tema cumpleaños me produce cierta nostalgia. Veo como medita durante varios segundos sus próximas palabras y a continuación suelta—: Unos tirantes.

Lorie y yo nos miramos sin entender. Mira que hay mil regalos que me pueden gustar, pues en su mente unos tirantes cree que son una buena opción.

—¿Para qué narices quiero eso?

—Para sujetarte las bragas que se te han caído.

La risa de Lorie inunda toda la habitación y Margaret termina acompañándola. Resoplo, molesta. Ni siquiera me ponen atención, porque parecen estar divirtiéndose mucho con la sugerencia de mi regalo. Carraspeo, haciéndome notar, pero ni se inmutan. Con Margaret no puedo hacer nada porque está lejos, pero Lorie está junto a mí, así que aprovecho su distracción y empujo su brazo hasta que todo su cuerpo termina en el suelo.

Ahora soy yo la que se parte de risa. Mi amiga me devuelve una mirada furtiva desde el suelo. Me encojo de hombros, restándole importancia.

—Eres una cabrona, Marga, que lo sepas. Da gracias a que estás lejos.

Ella niega con la cabeza. Noto como la cama vuelve a hundirse a mi lado y Lorie ocupa de nuevo su sitio. Fingiendo que no estoy, posa la vista en la pantalla del ordenador. La veo desbloquear su móvil y teclear hasta que muestra algo a cámara.

—¿Ojos verdes o chico misterioso? —inquiere, dirigiéndose a Margaret.

Estoy a punto de arrebatarle el teléfono, pero no sirve de nada, pues mi amiga ya ha visto las imágenes.

—Aunque hay un problema.

—¿Cuál?

Por un momento dejo de existir en la conversación.

Ojos verdes creo que está saliendo con alguien —confiesa Lorie, justo antes de regalarme una mirada fugaz.

Su confesión me lleva a la salida nocturna del día anterior y la no presencia de Elijah en el restaurante por la cita con esa chica llamada Baylee. He intentado por todos los medios que no me moleste, pero frente a todo pronóstico, lo hace. Y me siento idiota por no poder controlarlo. Durante los últimos años he estado segura dentro de mis murallas, pero todo está cambiando porque estoy permitiendo que dos chicos derriben poco a poco cada uno de los ladrillos que la conforman.

«No temas sentir, Siena. El amor puede ser algo bonito.» me decía Nina cada vez que le hablaba sobre algún flechazo.

El problema es que también puede ser doloroso. No sé si estoy preparada para arriesgarme a sentir y poner en peligro mi corazón. La filosofía de Lorie sobre las relaciones tampoco entra en mis planes. Necesito una conexión para acostarme con otra persona.

—Se acabó —digo, con el fin de cortar de una vez la conversación—. Dejad en paz mi vida amorosa.

Margaret es la primera en hablar.

—Está bien. Cambiemos de tema entonces, pero piénsalo, Siena. Si vas a poner tu corazón en juego, al menos que valga la pena —me aconseja.

A Lorie, en cambio, le cuesta un poco más ceder a mi petición, pero ve en mi mirada que no quiero seguir hablando de eso y se termina rindiendo. Le agradezco internamente que no insista. Sabe que cuando sea el momento, iré en su busca a pedir ayuda, pero ahora no estoy lista. Primero tengo que aclarar las ideas en mi cabeza.

La opción de arriesgarse cruza por mi mente varias veces, ¿pero arriesgarse con quién? Está claro que Elijah provoca algo en mí, ¿pero Ralen? ¿Acaso es nuestra personalidad tan similar la que me empuja a acercarme a él? Vuelvo a la conversación, porque ahora no merece la pena comerme el coco, ya que no voy a llegar a nada.

—¿Qué tal lleváis las clases? —pregunta Margaret tras llevarse varias palomitas a la boca. Su plan de domingo me da cierta envidia.

Lorie deja escapar un suspiro de resignación. Ni siquiera sé por qué se queja. Tiene los apuntes de todas las asignaturas gracias a sus contactos, como ella dice. El asunto es que le cuesta una barbaridad sentarse a estudiar, se dispersa. Recuerdo nuestras primeras semanas juntos y mi descubrimiento de sus dibujos. Me contó que en la pintura había hallado la manera de lograr una mayor concentración a la hora de estudiar.

—Tenemos examen dentro de unas semanas —Desvío la mirada hacia mi mochila, donde residen los apuntes de «Ciencias planetarias». Se me revuelve el estómago sólo de pensar en ellos—. Es un horror la profesora, pero haremos lo posible para aprobar, ¿verdad, Lorie?

Mi amiga rueda los ojos. Típico gesto de «Si tú lo dices». Sé que al igual que yo, está muerta de miedo. Nos jugamos parte del cuatrimestre con este examen, ya que vale el 35% de la asignatura. Las próximas semanas van a ser complicadas y al igual que nos pasó con el señor Morris, la biblioteca se va a convertir en nuestra mejor amiga. El tema no le genera mucho interés, pues veo como abandona el sitio junto a mí y ocupa la silla de su escritorio. Toma del estante la caja de acuarelas y el cuaderno de la bolsa, y comienza su sesión de dibujo.

Aprovecho para volver a conectar los auriculares al ordenador y seguir con la conversación. El tiempo pasa más rápido de lo normal y cuando me quiero dar cuenta, tengo a Lorie mirándome fijamente de brazos cruzados. Por la expresión de su cara, puedo percibir cierta impaciencia. No entiendo muy bien por qué, hasta que caigo en lo ocurrido la noche anterior: tuvimos que cenar fuera porque el comedor de la residencia ya había cerrado.

—Lo siento, Marga, pero voy a tener que dejarte —Me da pena despedirme de ella, pero tampoco quiero tener que volver a cenar fuera. El dinero no llueve del cielo.

Ella niega con la cabeza, restándole importancia.

—No hay problema. Cuando terminéis los exámenes, podemos hacer otra sesión de Skype. Además, yo tengo que ordenar algunas cosas del piso y cenar también. Y Siena... —La forma seria de dirigirse a mí me da a entender por dónde van los tiros— Reflexiona sobre el tema chicos.

Suspiro, aunque no quiero pensar en ello. Ni ahora. Ni dentro de un rato. Ni creo que nunca. No sé si debo darme la oportunidad de sentir, porque sé que luego se va a escapar de mi control. ¿Cómo le dices a un corazón que deje de bailar? ¿Cómo le cortas su sueño de raíz?

—Está bien. Lo haré.

Me repito las palabras de Margaret durante toda la noche. Hasta en la cena ando con la cabeza en otro lado y eso no pasa desapercibido para Lorie, que me dedica por momentos miradas de comprensión.

—Pídele una cita a Elijah —suelta de pronto, antes de llevarse el último trozo de lasaña a la boca.

¿Cómo se le ocurre sugerir eso? Soy malísima para ligar con los chicos, me pongo muy nerviosa, se me acelera el corazón y me quedo sin palabras. Extraño, sí, a pesar de que me encanta hablar. Menos aún si la persona en cuestión me gusta.

Mi silencio la empuja a añadir:

—O a Ralen, como tú veas. —Me guiña un ojo mientras se abre el yogur de manzana.

Esta chica es imposible. No contesto y me centro en cenar. Lorie tampoco vuelve a sacar el tema. Justo cuando descanso sobre mi cama y mis ojos se hallan fijos en el dibujo del sol y la luna, vuelvo a pensar en ello. ¿Debería arriesgarme como propone Lorie? Como decía mi abuela «El no ya lo tienes». Otra duda más se suma a la lista.

¿Con Elijah o con Ralen?

Durante los siguientes minutos me dedico a analizar los sentimientos que cada uno causa en mí, ni me molesto en pensar que mis horas de sueño disminuyen por culpa de mi debate mental. Necesito aclarar mi cabeza, pero sobre todo mi corazón. Tardo más de la cuenta, pero al final termino aceptando la sugerencia de Lorie. Voy a correr el riesgo.

¡Hola!

¿Qué tal ha ido la semana? Espero que de maravilla y que os estéis cuidando 🥰

He encontrado una rutina para la escritura de esta novela (gracias también a una lista de canciones geniales) y creo que poco a poco la inspiración vuelve a florecer.

¿Qué os ha parecido el capítulo?

A quienes habéis leído la otra historia, ¿también echabais de menos a Margaret? Parece que cuando Lorie y ella se juntan... ¡Se arma! 💥

¿Se atreverá Siena a pedir una cita? ¿A quién?

¡Nos leemos pronto! 🧡

PD: ¡ESTOY CHILLANDO DE LA EMOCIÓN! Bajo el lucero del alba ha ganado un Watty y yo no puedo estar más feliz. Además, Wattpad ha decidido confiar en mí para formar parte del programa Wattpad Star. Sin vuestro apoyo nada de esto sería posible 💙


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