3. Jodido Russo
—Quédate aquí, esta noche. No saldrás al show.
La orden me la da el jefe quien nos organiza a todos los strippers del club. Me lo tomo personal, casi como un insulto en cuanto me lo dice observándolo atónito sin poderle creer.
—Estás broma, ¿verdad?
—No—insiste el matón. Es grande, pelado y de más de cien kilos, pero no me intimida si de pelear se trata—. Te quedarás acá, no permitiré que hagas un numerito allá afuera.
—Es lo mejor, hermano—me dice Marco, buscando que me tranquilice.
—No me llames "hermano" si me vas a joder los billetes de esta noche, hijo de puta—le doy un empujón que lo hace retroceder hasta dar con un banco de madera haciéndole caer hacia atrás.
Lo cual levanta a los otros "colegas" de sus sillas para venirse a detenerme.
No obstante, el matón con todo el peso de su cuerpo se interpone, colocándome contra las cuerdas. El antebrazo derecho me presiona el cuello contra la pared y la mano derecha busca un revolver con el que suele hacerse el mandamás poniendo orden por la fuerza.
—Quédate en paz y no nos jodas la noche a todos, ¿estamos? Allá afuera la gente solo quiere que salgan a hacer sus jodidos números y que después se acuesten con alguien.
—Haz caso de una vez—insiste Marco—, todos necesitamos el dinero, pero sabes que se requiere de concentración y no podemos tener la cabeza en cualquier parte.
—Es cierto—dice Noán, un senegalés que es parte del club desde hace unos años en que fue descubierto y adulado por su físico en un puesto de ventas callejeras—. Ya sabes, amigo, lo que importa esto y tú llevas distraído desde que ocurrió lo de la chica esa.
Intento irme en su contra pero el matón me sostiene contra la pared.
—Tengo una idea—añade—. ¿Y si mejor te guardas para el servicio VIP?
—No...soy...un...prostituto.
—Todos lo somos por unos billetes demás, amigo—detesto cada vez que Marco habla.
—Haz las cosas bien y serás bien recomendado. Sabes que cada noche siempre hay al menos una de las señoras dispuestas a pagar.
—En la VIP, no en la Sala Roja.
—Entonces vete allá.
Mierda.
Finalmente me suelta. Me he quedado sin opciones.
—Es por tu bien—insiste Noán, dándome palmaditas en la espalda mientras se retiran dejándome a solas con el libro abierto en la parte donde se ha arruinado por las páginas mojadas.
El show ha empezado, aquí las chicas pelean con vaselina arriba de un ring y es exactamente lo que pretendía evitar viniendo a un lugar como éste.
Ser comparado con un grupo de mujeres, ya que la mayoría de los que aquí entran son hombres y ni por mil millones me acostaría con uno. De por sí me gustan demasiado las mujeres, en especial una que...Carajo, ¡debo dejar de pensar en ella!
Me devano los sesos de un lugar a otro mientras aguardo en el camerino de la VIP hasta que entra el encargado de la sala.
—Oye, tiburón—me suelta desde la entrada—. Hay una chica preciosa que quiere un servicio de acompañante para esta noche. Ponte una tanga de por allá y sal.
—¿Qué?
—Está en pareja, pero algo me dice que lo que quiere es escaparle al tipo con el que viene.
—¿Estás seguro de que es mujer?
—Oye, no tengo prejuicios de género, pero te aseguro que lo es. Joven y está para chuparse los dedos, ya verás. Me lo agradecerás.
Suspiro.
¿Quizás está en lo cierto? No es frecuente que una chica bella y joven aparezca para contratar a uno de nosotros en un club para gente adinerada en la ciudad de MIlán.
No obstante suspiro, concedo a la orden de ponerme ropa interior y salgo en botas y calzoncillos de cuero para el club donde la música y la luz tenue nos invade.
Descubriendo así a una pareja que parece estar discutiendo en uno de los juegos del living del lobby.
Dana está arriba del ring peleando sin ropa junto a otra de las chicas. La conozco porque fue quien me comunicó cuando estuve averiguando por la desaparición de mi escritora favorita el nombre de la última persona con la que estuvo el día en que todo cambió.
Coloco un pie levantado al borde de su asiento y mi bulto queda a la altura de su hombro.
No obstante, el tipo con el que viene se pone de pie en modo desafiante y quedo de piedra al verle.
Debo mantener la compostura.
Olas de odio brotan de mi interior, pero intento mantenerme acatando las órdenes o todo volverá a salir mal. Muy mal.
Dejándome consternado al verle la cara.
A su compañía.
Y luego a él.
Qué carajos está pasando aquí.
¿Es ella? ¿Es realmente ella?
—Lo siento, pero la chica viene acompañada—me dice el muy perro como si marcase territorio.
No me conoce a mí.
Pero yo sí a él.
Es el jodido Piero Russo.
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#PieroRusso
https://youtu.be/j1KAVSh6iUg
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IG: luisavilaok
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