2. Sangre de Russo

"Ella estaba con él, el día que desapareció".

Las palabras atraviesan mi cabeza de camino al club luego de ducharme en el gimnasio donde entreno regularmente.

Intento no pensar en ello, darle vueltas al asunto, enfocar mi cabeza en otra dirección o no arrepentirme una y mil jodidas veces por no haberle invitado antes a salir, aun cuando ya sabía que ella se estaba viendo con él, cuando los encontré y se me vino el alma a los pies.

Pelear es un buen motivo para tratar de evadir a mis problemas además de que me ayuda a vincularme con el entrenamiento competente para mi trabajo en el Terrazza. Jamás estuvo bien visto lo que yo hago, por lo que usualmente mi trabajo para aquellos que no me conocen suele ser simplemente "entrenador de boxeo" aunque nunca entrené a nadie en mi vida ni me entrenaron. Aprendí a hacerlo solo como un pasatiempo.

Siempre llevo su libro en la mochila. El que escribió decantando de nuestras entrevistas. Algunas de las frases que ahí escribió las dije textualmente en algún momento y no puedo creer que las haya hecho suyas. No por cuestiones de derechos de autor ni mucho menos sino porque en algún momento consideró que mis palabras valían lo suficiente como para poder estar en un libro de ella. Jamás le podría hacer justicia a su propia redacción.

"Empecé haciéndolo porque lo consideraba algo sencillo, luego lo hice por elección. Hoy quisiera tener en perspectiva otro estilo de vida para mi futuro."

Cuando le pregunté eso, sus palabras siguientes fueron:

"¿Qué clase de vida?"

"Una vida donde pueda vincularme a alguien más allá que como un juguete sexual, alguien descartable a quien usar y luego desechar."

"Eso suena fatal" filtró un juicio de valor "cualquiera pensaría que estarás en las nubes cobrando por ir de fiesta, tener un cuerpo tallado a mano y disfrutar de noches de sexo."

"Para nada. Al comienzo creía que así iba a ser, las primeras veces lo disfruté, me sentía cuasi becado. Hasta que te echan de sus casas luego de que llegan al clímax de placer y te conviertes en un estorbo para las clientas."

"¿No hay del estilo que prefieren tenerte en su cama por más tiempo? Digo, yo soy de las personas que les gusta ser abrazadas luego de una noche de sexo y dormir de esa manera. No hay nada más exquisito que eso y al otro día desayunar sin horarios."

De esa manera supe de manera firme en que ella sería mi estilo de chica. Intimidado por su éxito, por verla en canales de televisión, por su gracia, por su manera de ser tan...luminosa, por su comportamiento aparentemente angelical que nada se compara a sus escritos atroces y a veces, perversos, tanto como la misma realidad.

Una mujer enigmática y seductora de pies a cabeza.

Demasiado talento en una sola persona que parecía llevar luz por doquiera, dondequiera que fuese.

En busca de historias.

Al menos, de esa manera se presentó cuando la conocí y con el tiempo no hice más que corroborarlo. "Soy escritora, o más bien, cazadora de historias. Me gusta buscar personas con historias interesantes para contar, ¿tienes un minuto para hacerte unas preguntas?"

No sé qué le hizo parecer que yo podría tener algo interesante para decir, pero ella disfrutó con cada una de mis palabras, con las tazas de café y copas de gin tonic que mediaron nuestras conversaciones, algunas más divertidas y otras más oscuras.

Con el tiempo llegué a confesarle mis más temidos secretos, un pasado tormentoso y leyendo su manuscrito supe que me había entendido a la perfección.

Jamás nadie me supo entender como sí lo hizo ella.

Hasta que en algún momento, entre entrevistas, se cruzó con un cliente de la Sala VIP al salir de la Sala Roja presa de la curiosidad y todo se terminó.

Lo conoció a él.

Comenzó a escucharlo también.

Hizo de su vida una historia paralela. Una que podía vivir en la realidad mientras que yo quedaba cernido a la ficción.

—Hermano, ¿estás bien?

Me espabilo al atravesar la puerta de los camerinos en el Terrazza.

Uno de mis compañeros de sala quien también es stripper y ejerce con mayor libertad la prostitución, consigue sacarme del ensimismamiento.

Y de los recuerdos donde llevo años sumergido.

—Eh... Sí, no jodas Marco.

Largo mis cosas y me concentro en la ropa del show de esta noche.

—Llevas desde que entraste sin saludar a nadie y tildado con ese libro en la mano. Ya, hermano, es hora de que lo superes.

Le miro como si pudiese asesinarlo y meto el libro en mi bolso deportivo.

—Vete a la mierda, Marco.

Él suspira y me encierro en el baño para cambiarme.

Mientras arrojo el bolso abierto en el suelo del baño mojado y arruinado como siempre...

...haciendo que el libro "Club de strippers" también caiga aquí.

—¡No carajo!

Ha caído abierto y arruinado muchas páginas.

—¡Mierda!

Le miro arruinado como si fuesen las palabras de ella.

Que en cierto modo, fueron sus últimas palabras.

—¡Mierda, mierda!

Salgo con prisa del baño y lo dejo sobre una banqueta extendido para que el aire del ventilador lo airee un poco o seque sus hojas que comienzan a desintegrarse. ¡Maldita sea!

Marco se acerca como si me hubiese pasado algo, pero lo evado mientras mis ojos se impregnan de lágrimas.

Observando la página en la que quedó.

Una de las últimas.

Y dice de la siguiente manera:

"El amor se paga con muerte."



https://youtu.be/j1KAVSh6iUg

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