42°
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Wanda.
Entré en casa, ordené todo aquello que volvía ese espacio un poco más mío. James dijo que estaba por llegar, también me ordenó pedir a Balbina o alguien que comprara un presente por ambos para Lorna, pero sin informarle a papá, sin notas, sin algo que nos identificara como los dueños de ese detalle.
—Y pensar que este sitio fue construido en las ruinas... —susurré viendo todo sin una sola mota de polvo.
Mi madre acaba de tener una bebé, y esa bebé tiene el nombre que James y yo planeamos para nuestra hija. Hija que no existirá. La casa que alguna vez había sido pensada como refugio cálido y acogedor ahora se sentía fría y vacía. Las paredes, antes pensadas para estar llenas de fotos y recuerdos, parecían apretarme el pecho. Los días pasaban en una rutina monótona cuando él estaba aquí, no deseaba verlo, con conversaciones superficiales y silencios incómodos que llenan esos espacios que no sabemos cómo llenar.
Esperaba llegar a abril con un bebé en el vientre, pero me encontraba viendo las paredes blancas que nunca serán manchadas por manos llenas de pintura ni crayones que su padre compra después del trabajo. Me gustaría sentir molestia, porque de alguna manera... Quería un hijo, pero sé que no es con él, sé que no valía la pena y eso me... Confunde.
Compré algo por internet. Deseaba dedicarle algo de tiempo al detalle, ¿cuál es el propósito de darle algo a Lorna si no es pensado con dedicación? Abrí una botella de vino y observé el final del pasillo. Allí podía ver la puerta de nuestra habitación, entreabierta, y con el maniquí junto al uniforme planchado de James, el formal.
Cada vez que miraba algo que me recordaba a James, sentía una mezcla de repudio y tristeza. Recordaba al hombre del que una vez estuve tan enamorada, pero ahora solo veía a alguien que le había fallado una y otra vez. Aquella noche habían erosionado mi confianza y su amor, él permitió que mi alma quedara vacía y desilusionada. Al mismo tiempo, llegaba Natalia a mi mente, la ex de mi hermano, cuya sonrisa iluminaba su día y cuyo toque accidental le provocaba escalofríos. Si tan solo la vida fuese más sencilla y sus brazos me rodearan cada noche. Cada noche fría y cada madrugada caliente.
Dormí entre dudas y dos botellas vacías, cigarrillos pestilentes y un poco de rencor. Pude seguir toda la noche, sin embargo, sus susurros me despertaron.
—Wanda, ¿qué haces aquí? ¿estabas fumando?
No contesté. Observé su rostro mientras intentaba enfocar mejor.
—¿Cómo estuvo tu día? —preguntó él, sin levantar la vista del desastre que dejé en la mesa de centro.
—Bien, supongo —respondí carente de entusiasmo. Había sido una pregunta automática, sin interés real.
El silencio se instaló nuevamente entre ambos, roto solo por el tic-tac del reloj en la pared. Extraño tanto a la pelirroja.
—¿Qué hacías fumando?
—James, no es tu problema.
—Es mi casa.
—No fumaré dentro de ahora en adelante.
Él giró los ojos.
—Más vale. ¿Le diste el dinero a Balbina?
—He elegido yo —contesté rápidamente. Por inercia fui hasta la cocina a preparar café para él. Supongo que algunas cosas son más difíciles de dejar atrás.
—¿Por qué buscas desafiarme en todo? Te pedí explíc...
—Es mi hermana. No una extraña, James. Es familia, no le daré migajas porque tienes miedo de que papá deje de verte como su niño dorado. Te guste o no, ella es una Lehnsherr. Él bufó dejando sus botas cargadas de tierra junto a la mesa.
—Te he dicho que te quites esas botas antes de venir aquí. Luego debo limpiarlo yo.
—No tienes otras ocupaciones, no sé por qué te molesta tanto tomar una jodida escoba y cumplir con tu obligación como dueña de un hogar.
El café estaba listo. Serví un poco y me giré a verlo. En mi mente estrellé el tazón contra su rostro, de forma agresiva, me desquitaba con los pensamientos, una vez tras otra. Café hirviendo en su rostro o en su ingle, sin embargo, me sentía culpable y culpaba el cansancio debido al mal dormir.
—¿Hogar? —reí —. Bebe esto, la comida está en la nevera. Puedes recalentar.
—Siéntate, soy tu esposo. No nos vemos desde hace...
—Estoy cansada. No tengo ganas de esto ahora mismo.
Él bufó y dejó caer el rostro contra la mesa de la cocina.
—¿Es tan difícil para ti simplemente charlar un poco conmigo? Al menos dime cómo está mi suegra.
Suspiré. Espero que aquella preocupación sea real, y realmente eso es lo que creo... Mamá ha sido su segunda madre desde que es un adolescente.
—Descansando. La he llamado al llegar aquí, Harold, Peter y Balbina estaban con ella. Pietro llegará durante la madrugada.
Ignoró el nombre de mi hermano, lo sé por la forma en que su rostro perdió forma. Lo aborrece.
—Iremos a verla en la mañana. Le daremos el regalo que escogiste —murmuró.
—Puedo ir sola, no quiero que te quejes de que mi hermana ha provocado un dilema entre mi padre y tú.
Iba a salir de la cocina, pero se levantó para tomar mi mano.
—Lo siento, ¿sí? dije una estupidez. Lo reconozco. Es una bebé, no tiene la culpa de nada. Quiero conocerla, es... Mi cuñada, mi pequeña cuñada... —murmuró y levanté la mirada. Vi su rostro bien afeitado, por un momento dudé. Tenía al hombre que amaba delante mío, con los ojos brillando por mi hermana pequeña y su nacimiento —. Sé lo que se siente no tener a tu padre, mientras el coronel... Entre en razón, o al menos lo piense, no quiero que sienta que no tiene hombres cuidando su pequeña espalda... Todos deben saber que la pequeña Lorna tiene quién la defienda...
Sonreí. Eso fue dulce.
—Gracias...
—Además, quizá en algún punto... Tú y yo...
Me aparté. Nuevamente ese nudo en el estómago. Cada vez que James intentaba acercarse, solo sentía un nudo en el estómago. Esa noche había dejado cicatrices profundas, y cada intento de intimidad por parte de él solo me recordaba el dolor y la traición. El amor se había transformado en resentimiento y repulsión. No puedo evitarlo.
—James...
—Iré con calma. Lo lamento... Solo... Terminaré con esto y me iré a dormir. Iremos luego del desayuno, compraré en tu tienda favorita, ¿aún te gustan los panecillos de mora?
Suspiré. Últimamente prefiero desayunar waffles... Y si vienen acompañados por una pelirroja dulce, mejor.
—Sí, gracias... —mentí.
La mora me da indigestión.
Él sonrió. Tomó mi rostro y besó mi mejilla antes de salir de la cocina. Observé su tazón sucio, la mesa manchada con restos de café y unas cuantas migas, además, estaba la tierra de sus botas.
—¿Podrías al menos lavar los platos de vez en cuando? —dije, sintiendo la frustración.
—Siempre estás quejándote de algo —respondió James, sin regresar al saló.
El intercambio era breve, pero cargado de tensión. Lo que antes eran simples desacuerdos ahora se convertían en discusiones constantes. Estamos a contrarreloj.
En la noche, soñaba con una vida diferente. Imaginaba cómo sería estar con Natalia, compartir risas, secretos y sueños. Esos pensamientos son un escape de mi triste realidad, una fantasía que me daba cierta esperanza. Sabía que esta vida con James había llegado a un punto sin retorno, y la idea de un futuro con Natalia se volvía cada vez más tentadora, pero era patético caer en cuenta de lo complejo que sería. No puedo. Me ahoga la idea de pensar en cómo seguir, cómo dejar a James, cómo convertirme en... Esto. Esto tan nuevo.
¿Acaso no me gustan los hombres? Sé que lo hacen, ¿por qué siento que me obligan a elegir por un lugar u otro? ¿Por qué me siento así de vacía?
A la mañana siguiente, James llegó con aquellos panecillos, no fui capaz de rechazarlos, por lo que argumenté que ya estaba lista y mamá deseaba verlo, entonces que debíamos dejar el desayuno para luego. Él se lo creyó por completo.
Llegamos al hospital donde mi madre se encontraba. La doctora Grey reconoció a James de inmediato.
—Barnes.
—Grey, ¿eres tú? Dios. Mírate —dijo él sonriente.
Suspiré. Con que los quiere a todos, eh.
—Mírate tú. Estás hecho un anciano, ¿qué haces por...? —se detuvo al verme —. Oh, entiendo... Wanda Lehnsherr. Olvidaba que era tu esposa. Si supiera que ella no es la única que se olvida de aquello. —dijo sonriente —. Natalia estuvo temprano por aquí —dijo Grey —. Vio a tu madre, estuvo con Lorna y se ha ido. Ella y tu hermano.
James bufó.
—Para ser un idiota, tiene mucha suerte y buen gusto eligiendo a novias —dijo mi esposo golpeando de forma amistosa a Jean con su codo.
Jean rió.
—Y que lo digas... —murmuró. Apreté los dientes.
—Si fuese gay seguro que tu esposo dorado habría sido su hombre... —siguió James bromeando. Siempre con aquello. Siempre insistiendo en que mi hermano parece homosexual, como si aquello fuese malo...
—Ya lo creo.
Seguí caminando en silencio, mientras James y Jean se ponían de acuerdo. Supe que ella fue doctora del ejército por años, aparentemente allí conoció a su adorado esposo. Howlett, fue amigo de Pietro en sus primeros años en el ejército.
—Mamá... —dije entrando en la habitación. Ella sonrió.
—Amor... Buenos días. Que agrado tenerte aquí. Natalia acaba de irse... —susurró enseñando a mi pequeña hermana con una manta de color celeste claro — ¿No es lindo? Natalia ha traído esto... Está bordada.
Me enseñó el nombre de mi hermana, además, una linda frase bajo ese nombre. "Para que te sientas abrigada y querida, con cariño, N." sonreí. Además, mamá señaló un lindo álbum para fotografías, era de color negro y dorado.
—Dijo que era para retratar los recuerdos más preciosos de Lorna, la fotografió un poco. Me hará llegar las fotografías.
—Es muy dulce... —susurré acariciando la manta con su nombre.
—Tan dulce que me encantaría que fuese la madrina de tu hermana, y espero que tu hermano le pida matrimonio. No podemos dejarla ir —dijo mamá. Tragué saliva.
—Claro... Hey, ¿cómo te sientes?
Mamá sonrió. Tomé a Lorna en brazos y dejé el regalo en el sofá. Mi hermanita solo dormía, sin ninguna intención de despertar.
—Mejor que nunca. Peter se ha ido con Pietro a descansar. Dios, tu hermano menor... Tu hermano, es tan terco —se corrigió y sonreí. La menor es Lorna —. Ha pasado la noche en ese sofá, sin moverse, pendiente de tu hermana y de mí, argumentando que ya es el hombre de casa al ser hermano mayor.
Ambas reímos. Peter siempre sería el otro bebé.
—Tiene prioridades.
James entró en la habitación.
—Suegra querida.
Mi madre parecía sorprendida al verlo, él me observó con una sonrisa. Sus ojos se cristalizaron al verme con Lorna y sonrió ampliamente.
—Espero que pronto seamos nosotros aquí... —dijo y no supe qué contestar — Querida suegra, ¿cómo está?
—Yo... Gracias por venir, James...
Agradecí que no mencionara el hecho de que no lo esperaba por aquí. Mi esposo se acercó para tomar a Lorna en brazos, pero se detuvo para tomar el envoltorio con la compra hecha por la madrugada.
—Esto es de nuestra parte para Lorna. Esperamos que sea útil, es... —abrió la bolsa de compras para verlo. Ni siquiera se tomó el tiempo de hacerlo antes de salir de casa —. Ropa.
Mamá sonrió. Pero sé que, en el fondo, ella esperaba más detalle, algo amoroso. Algo como lo de Natalia...
—Con que tú eres Lorna, eh... Hola, pequeña. Soy James, tu cuñado —murmuró —. Dios, suena ridículo y todo—murmuró. Aquello fue incómodo para todos, excepto para él.
Mamá no dijo nada. James tomó a mi hermanita en brazos y yo vi mi móvil. La pelirroja me había escrito.
Natalia 🌻
❝Hey, olvidé esto en mi auto. Son unos cuentos, mi madre ha dicho que de pequeña solía leerme algunos, y otros son reversionados. Espero que puedas leerlos con ella, o tu madre ;)❞
Ella adjuntó la imagen de un libro hermoso y colorido. Luego giré a ver a mi esposo, él a duras penas podía cargar a la pequeña...
Dios, extraño tanto a Natalia, y no llevo ni medio día lejos de ella. Extraño sus besos y todo lo que conlleva tenerla cerca sin poder resistirme a tocarla.
˚*•̩̩͙✩•̩̩͙*˚*·̩̩̥͙
Natalia.
—¿Cómo estuvo todo? —pregunté y Pietro suspiró.
—Bien, creo... No lo sé, Nat. Honestamente... —se giró a ver que su hermano no estuviese cerca —. Creo que fui un idiota, le conseguí algo genial y absurdamente, esperaba algo a cambio. No quería hacerlo sentir así, pero... Esperaba algo. Una señal al menos, de que sí se siente de la misma manera, de que lo que siento viene desde él también, pero no fue así.
—Estaba su pequeño y sus mellizos, no creo que fuese sencillo para él tampoco.
—Ya sé, luego coincidimos en el hotel con un amigo, o conocido suyo. Creo que se lo ha tirado —murmuró Pietro y suspiré. Steven...
—¿Bajito y moreno?
—¿Lo conoces?
—Tuvieron un par de citas, es todo.
Pietro suspiró.
—Ya.
—No es su estilo, es demasiado... Dulce, le agrada, pero no creo que lo vuelva loco. No como tú, en serio. Conozco a mi mejor amigo incluso cuando miente.
—¿Y por qué mentir?
—Supongo que... Se sigue sintiendo engañado por cómo coqueteabas con ambos sin estar seguro de... Lo que ocurría.
—Pero... Me arrepiento, no... No soy así. Soy un buen sujeto y lo quiero.
—Pero él solo verá al soldado de masculinidad frágil mientras no seas capaz de darle algo más.
—No puedo ofrecer más...
Acaricié su espalda por unos segundos. Pequeños Lehnsherr... Tan complejos. No debemos entenderlos, sino amarlos.
—Ten calma. No creo que Clint esté con Steven justo ahora. Él te adora por conseguir a sus niños, créeme, no lo olvidará y en cuanto pueda intentará que sepas lo agradecido que se encuentra contigo.
—No puedo creer que papá no responda. Ni a Jarvis, Pietro. Jarvis —se quejó el ruloso entrando en la oficina de su padre. Revolvió algunas cosas del escritorio —. Estoy harto de él.
Pietro quién había intentado estar al margen, esta vez optó por posicionarse como su hermano. No le gustaba que su padre no volviera a casa.
—Lo sé. Lo entiendo, iré por él a su base a las afueras. Si no me dejan verlo, hablaré con el gobernador, son amigos. Erik va a oírme.
Suspiré. Verlos tan enfadados solo me hacía pensar en cómo el mayor temor de los Lehnsherr más grandes, poco a poco iba cobrando parte de su realidad. Su familia parecía desmoronarse. ¿Cómo se sentiría mi linda castaña con esto?
—Chicos, sé que ambos están enojados, pero quizá de momento, lo mejor no es que hagan cosas a espaldas de su madre. Conozco un poco a Irina, ella necesita paz y tranquilidad, tal vez la mejor opción es que ambos estén junto a ella y Lorna, y sobre todo con su madre. Cuando Irina salga, Lorna seguirá por todo un mes allí, al menos hasta que los doctores confirmen que puede estar fuera del entorno estéril.
Ambos suspiraron. Fue tétrico.
—No es justo, Nat —Peter habló con confianza —. No es para nada justo, ha sido siempre un padre de mierda. Lorna no merece esto, mamá mucho menos.
En un gesto maternal, estiré mis brazos para rodearlo mientras Pietro me veía con dulzura. Sé cuánto significa esto para él, no sabe cómo consolar a su hermano sin sentir que su masculinidad le incomoda, por lo que me agradece desde lo más profundo.
—Entiendo lo frustrante que es para ti ver a tu madre en esta situación, pero ella no quiere que sus hijos se estresen. Ni tú, ni Pietro, ni Wanda... Pero, sobre todo, tú, Peter... —dije acariciando su cabello —. Eres su bebé, no podría permitirse que luches sus conflictos matrimoniales, créeme que si te calmas... —tomé la mano de Pietro —. Si ambos se calman, su madre estará tranquila. No les corresponde, pero cumplan en ser sus compañeros, cuídenla. No saben todo lo que daría yo por tener lo que ustedes tienen, tengo una madre fantástica...
—Y que borda excelente... —dijo Peter, él realmente amó la manta de Lorna. Mi madre ha trabajado toda la noche en ella.
—Sí, lo hace... Hubiese adorado tener un hermanito o hermanita para no ser solo yo quien la ama con todo el corazón, pero ustedes tienen la fortuna de ser cuatro... Y justo ahora, sus tres orgullos más grandes, deben reunirse y cuidar de ella.
Peter secó sus lágrimas y asintió. Pietro acarició mi mejilla y luego la de su hermano. A duras penas palmeó su espalda y Peter besó el rostro de su hermano mayor antes de abrazarlo. Pietro estaba sin expresión, tomé sus manos y lo hice abrazar al pequeño. En ese momento entendió.
Vi la respuesta de la castaña al sentir mi móvil vibrar en mi bolsillo trasero. Lo tomé y dejé que ambos charlaran en privado mientras me escabullía a leer a su hermana.
Wanda 🌻
❝Hola, linda pelirroja. Gracias por los detalles con Lorna. Eres la candidata de mamá para madrina de Lorna, espero que la pequeña Lucy.. (creo recordar que aquel era su nombre) no tenga problemas con compartirte. Pd: te extraño❞
Sonreí.
Ella me extraña. Dios, ¿cómo podría pedirle vernos sin tener que escondernos de su esposo?
Deseo verla, deseo besarla, quiero esconderme entre sus brazos, besar su cuello y marcar su pecho como mío. Quiero tanto que ni siquiera entiendo cómo algo que parecía tan sencillo con otras personas, ahora se siente tan prohibido.
Natalia🌻
❝Quiero verte. Hoy, por favor. ❞
Solo eso bastó. Me iba el corazón a mil por hora. Deseaba verla, y me asustaba una negativa de su parte, pero no importaba. No tenía planes, solo un par de trabajos por enviar y una visita a mi madre que podría posponer para la noche.
La respuesta no se hizo esperar demasiado, pero mi temor a leerla, no me permitía tomar el móvil y meterme a Whatsapp.
Fui valiente.
Wanda🌻
❝6pm, un bar que nadie conozca. Sorpréndeme❞
Sonreí. Claro que la sorprendería.
Solo debía encontrar el sitio más alejado de la ciudad, y con un espacio especial para ambas. Para amarla sin que el ruido exterior nos aturda.
"El refugio del crepúsculo", aquel sitio en donde solía emborracharme a los veinticinco junto a Clint, cuando ambos soñábamos con ser buenos fotógrafos, pero nadie creía en nosotros. Allí, junto al bosque, casi adentrándose en él. Donde el camino pavimentado termina y la gravilla es todo lo que tienes. Qué bueno que los neumáticos de mi camioneta son a todo terreno.
Nota.
No se acostumbren D:
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