36º

Wanda.

Mis ojos se abrieron con el pesar de una resaca insistente y unas nauseas espantosas. Recordaba todo con claridad, pero mi mal estado físico me prohibía pensar en algo más que el deseoso interés de no sentir molestias. 

—¿Natalia? —pregunté en voz alta. No oí respuesta y me sentí extrañamente abandonada. Creía que se quedaría a mi lado.

Supongo que es... ¿decepción? No lo sé. Ni siquiera sé que esperar de lo que pasó anoche entre ambas, fue una noche pasional. Yo la deseaba, sé que ella a mí, pero ¿qué más?

Me rodeé por una bata que una de mis mejores amigas envolvió para mi boda, al llegar aquí estaba colgada en la habitación y no la utilicé antes. Fui hasta la cocina y me encontré con un espacio vacío, todo estaba silencioso. No sabía qué sentir. Ella se fue y...

—Oh, yo.. creí que aún dormías. Bueno, esperaba que aún estuvieses dormida, ya sabes, podría prepararte desayuno y dejártelo en la mesa junto a tu cama. Creo que esto soluciona muchas cosas —rascó su nuca y sonrió —. Prepararé el desayuno y lo compartiremos... 

No dije nada. Estaba sorprendida de verla aquí, eso pareció asustarla, comenzó a disculparse y comentar que podría irse, pero tomé su mano y agradecí por su intención.

—Estaré encantada de compartir este tiempo contigo.

Ella suspiró, estaba sonrojada y angustiada, pero se relajó totalmente al oírme.

—Dios, que bueno, porque de hecho pasé a una tienda en el centro y traje el desayuno listo, planeaba decirte que yo lo preparé, pero realmente no cocino tan bien. Busqué un sitio costoso, no quería que comieses esos waffles de tienda que tengo en casa.

Sonreí. Agradecía mucho su honestidad, y su nerviosismo era tan dulce que solo pensaba en lo agradable que era convivir con ella. 

—Gracias por no mentirme, pero esos waffles congelados son tan buenos como cualquier otro desayuno, pelirroja —dije soplando un mechón de su cabello y tomando la bolsa de sus manos.

Me metí en la cocina dejando los platillos dulces que tenía dentro de las bolsas, busqué dos tazas y vertí el café de los vasos plásticos, sin embargo, agregué una hoja de canela y un poco de vainilla. Ella seguía de pie en la entrada, dándome la espalda.

—Puedes entrar. Es una cocina limpia.

Ella se giró y le dediqué una sonrisa. Parece atontada. Que adorable.

—Sí, yo lo siento. Me siento extraña con todo esto, y quiero no dejarme en ridículo, pero contigo frente a mí, usando bata, creo que es...

Dejé de cortar la tarta y sonreí viendo mi reflejo en el cuchillo. Le gusta cómo me veo. No me sentía tan atractiva desde lo de Ikaris, pero no se siente de la misma manera, esta vez es diferente.

—¿Te sientes atraída hacía mí? —pregunté observando directamente a sus ojos. Ella asintió apartando su mirada. Me acerqué lentamente hasta ella y tomé sus manos para dejarlas en mi cintura —. Bésame. 

Ella no tardó demasiado en hacerlo, sentí que temblaba un poco, pero traté de fingir no notarlo. También es mi primera experiencia con una mujer, pero me siento tan segura y revitalizada que no me reconozco. No reconozco a la Wanda que era minutos antes de besarla, no reconozco a la Wanda que se desvivía por la infidelidad de su esposo, no soy esa Wanda. Me siento diferente, es como si fuese dos personas, en cuanto ella se vaya volveré a sentirme atrapada por el dolor y la sombra de un hombre que no me ama como me merezco, o quizá me ama justo como yo lo permito.

—Me gusta cómo besas —susurró contra mis labios. Sonreí.

—Me gusta cómo besas también, pelirroja.

—Ese apodo es mejor que los que yo uso.

Reí. Ella observó por sobre mi hombro, allí estaba el desayuno.

—¿Estás hambrienta?

—Tal vez. 

Nos sentamos a comer charlando sobre trivialidades. Ni siquiera mencionamos lo ocurrido por la noche, aunque me mordí la lengua varias veces para no confesarle lo segura que me encontraba entre sus brazos, lo cálido y cómodo que se sintió dormir con alguien que parecía desearme y apreciarme con la misma intensidad. 

Ni siquiera había sentido mi ropa interior humedecerse así en meses...

Ella me contaba sobre sus trabajos, era necesario que, al acabar nuestra charla, fuese a trabajar. No me opuse, pero creo que algo de decepción recayó en mi reacción, pues prometió llamarme e invitarme a cenar, a lo cual acepté encantada, con la esperanza de que no lo olvide y no me decepcione. 

Pero es Natalia, ella jamás podría decepcionarme. Parece saber cómo tratar bien a una mujer, y me gustaría averiguar la razón, para no desconocer sus intenciones o forma de ser. La conozco como amiga, pero... ¿Es igual conocerla como amante? 

Suspiré. No planeo agobiarme por eso, sé que todo se dará como deba darse, porque Natalia me da una de las sensaciones más plenas que he sentido en la vida. No quiero complicar mucho más todo, porque ya es lo suficientemente duro de meditar. Mientras mi esposo se mantenga fuera, es un asunto más sencillo de digerir. 

—Dios. Necesito un trago y hablarlo con mi mejor amigo.

Marqué el número del rubio un par de veces, pero no recibí respuesta. Seguramente ha de seguir dormido, se fue bastante tarde y su rubio esposo es de los que se levantan temprano a correr, supongo que eso también lo desvela demasiado. 

Seguí con la rutina de dueña de un hogar roto. Bebí vino, puse música, pero esta vez no fue nada que me hiciera heridas por la piel o en el canal auditivo que daba directo a mi corazón enjaulado y desdichado. Limpié tanto que creo incluso haber borrado las pisadas frías que ha dejado James durante estos meses, limpié tan fuerte que el ampo pareció una broma al ser comparado con los pisos de mi cocina. 

Ni siquiera ese blanco luminoso podría permitir que deje de recordar el anaranjado potente que rodea el cuello de la pelirroja y todo lo que la vuelve reconocible a mis percepciones. Aún puedo oler su perfume por aquí. 

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Natalia. 

—Voy a llamarla —dije y Lena me obligó a sentarme. 

—Detente ahí. No olvides que es una mujer que se consideraba heterosexual hasta su noche romántica, amor. No te dejaré hacer el ridículo, no hoy al menos —dijo ella.

Suspiré. Kara dejó mi cámara sobre la mesa y sonrió.

—Es agradable trabajar con alguien tan productiva —murmuró.

Sonreí. Ella ordenó que haga unas tomas de uno de sus últimos trabajos y lo hice hoy temprano. Le comenté a Wanda que la llevaría a cenar y ella aceptó, ¿es buena señal? no lo sé. No sé qué pensar sobre esto, pero tengo claro que ella me da buena espina. 

—Gracias, tuve inspiración hoy temprano. Creo que incluso soñé con la forma de la casa y conseguí buenas tomas. Hiciste un gran trabajo allí, comprendo mejor el estilo... —murmuré.

Lena rió y besó el cabello de su esposa mientras murmuraba algo que hizo reír a Kara. Enarqué una ceja y mi pelinegra amiga repitió su broma, pero esta vez esperando que escuchara.

—Claro. Tuviste una gran noche en una de sus casas piloto, querida. Conoces su modus operandi

Mi rostro enrojeció. No pude dejar de visualizar el cuello de Wanda, mis labios contra su piel y la forma en que se sentía el sujetador en su espalda. Me acomodaba una vez tras otra sobre el sofá sin dejar de sentirla por todo mi cuerpo, está grabada. 

—Son unas idiotas. Por completo —dije y traté de esconderme entre las almohadillas del sofá.

No es que no fuese abierta con mis mejores amigas. Lo soy, y mucho, sin embargo, no sé si estoy preparada para hablar sobre Wanda y yo después de nuestra reunión. Creo que aún es pronto para comentarlo con alguien más. No quiero apresurar todo, quizá ni siquiera fue algo realmente significativo para ella y de pronto yo estoy anhelando sus caricias otra vez. Dios, ni siquiera imaginaba que me gustaría sentir esta emoción de lo prohibido.

—Pero al menos aceptas que te inspiraste, porque reconoces uno de los hogares en los que trabajó Kara —dijo Lena con una sonrisa burlesca.

—Sí, estuve allí, pero solo le he hecho compañía. Su esposo no está en casa, creo que no la habría acompañado de tenerlo por allí husmeando. 

—¿Husmeando? Eso es nuevo —insistió Lena — ¿Es que acaso él podría enterarse de algo?

Lena seguía con una actitud risueña mientras intentaba sacarme algo de información, ellas deseaban saber qué ocurrió en la noche mientras Kara fingía no preocuparse realmente, pero la conozco. Ambas desean conocer los detalles más sucios de mi noche, pero una de mis mejores amigas sabe respetar mis tiempos, y la otra es algo intensa. 

—Dios, ¿Kara, podrías callar a Lena? Mi cabeza va a explotar —me quejé y vi a la rubia reír. 

Me escondí entre las almohadillas del sofá por unos minutos y al salir de mi madriguera, encontré a mis amigas compartiendo dulces besos, sonreí. Su amor es una de las cosas que más feliz me pone, ha sido difícil que lleguen hasta aquí, sobre todo por como las leyes parecen más complejas en el estado. Te pintan un mundo lleno de inclusividad, pero cuando una pareja de dos chicas planea adoptar un bebé y legalizar su vida como conyugues, excluyen de la mejor forma en que pueden.

—Me quejaría de verlas tan románticas y tan cerca de una soltera, pero honestamente, me hace feliz verlas tan... Ustedes —dije. 

Ambas sonrieron y estiraron una mano para tomar las mías. 

—Gracias por estar, amor. Sabes que nosotras estaremos aquí siempre que necesites a alguien —dijo Kara —. A tus tiempos. 

Besé la mano de ambas y oímos un llanto.

—Sabe que tía Nat está en casa —dijo Lena y sonreí. Me puse en pie y fui hasta la habitación de Lucy dejando a mis amigas disfrutar de su amor otro poco.

Empujé la puerta con delicadeza y la luz tenue de su habitación me hizo abrir y cerrar los ojos un par de veces hasta acostumbrarme. 

—Hey, preciosa, ¿cómo estás? —susurré y la oí reír de inmediato.

Estaba vestida con un lindo conjunto de pijama, el color era amarillo, Kara adora el amarillo. Lucy rápidamente rodeó mi cuello con sus pequeños bracitos, besé su lindo cabello y aspiré el aroma a bebé que emanaba desde las ondas que naturalmente se formaban en ella después de cada siesta. 

—Yo sé, mami Lena está ebria y mami Kara también. Hoy es día de tía Nat. 

Ella bostezó y comenzó a lamer mi cuello mientras cerraba sus ojos. Creo que alguien aún desea unos minutos más de siesta. 

—No te juzgaré si duermes más. Dormir es grandioso, yo dormí muy bien ayer por la noche. Eso me recuerda algo... Tal vez tía Natalia gusta de alguien que no puede tener, y tenerla significa interferir en algo más profundo... No me odiarías por eso, ¿no? Creo que tú opinión es la que más me importa, bebé. Sabes que no me gustaría darte un mal ejemplo...

Lucy suspiró, y yo también.

Cuando elegí que ya era hora de afrontar la idea de llevar a cenar a Wanda, sabiendo que la besaría y le pediría otra noche a su lado, me fui de casa de mis amigas, y me subí en el auto. Marqué su número, pero colgué rápidamente. 

Tengo miedo de que esto no sea cierto. Wanda es tanta calma en todo lo ridículamente mal que me ha tratado el amor, y de pronto no sé si podré arriesgarme a perderla, porque... Ella es... Ella... Wanda me inspira tanto afecto que siento que solo ver sus ojos verdes durante un par de minutos me quitaría cualquier carga absurda de encima, y eso significa que podría enamorarme sin que cualquier prejuicio me detuviera... Pero no quiero permitirme perderla por todo lo que pueda significar sentir algo más. 

—¿Qué coño haces, Natalia? —murmuré molesta.

¿Qué hago? ¿Qué haré? 

¿Debería llamarla? ¿Debería insistir? ¿Qué desea ella? ¿Debemos hablarlo? ¿Ella me tiene tan grabada en su piel como yo, que ni siquiera puedo borrarme el dulce aroma de su piel?

Nota. 

lamento la tardanza, cachorros, estoy acostumbrándome a la rutina, hice una votación en el grupo de whatsapp y ganaron tres días de actualización, pero creo que lo bajaré a dos, sí, creo que de momento podría escribir más, pero recuerden que mi elección universitaria va de la mano con la literatura y debo leer libros de 400 páginas más de una vez por semana, además, trabajo en las tardes. Quiero entregarles buenos capítulos y fanfics (si es que no me retiro luego de este), y eso significa darle más de una revisión a lo que hago. Si todavía siguen allí esperando mis fanfics, lo agradezco, estaré aquí para quienes me quieran leer aún y siempre son pacientes. Les quiero mucho. 

—Apolo. 



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