35º
Natalia.
El corazón se me desbocaba pensando en lo que acababa de ocurrir. Mi mano seguía tomando la mano de la castaña y ella no parecía incómoda por eso, en este preciso momento, las miradas entre mis mejores amigos comenzaron a cobrar sentido. Estaba planeado.
La idea de que mis mejores amigos conspiraron era demasiado para un grupo de introvertidos con familia, sobre todo porque Clint no festejaría su divorcio, amaba a Laura e incluso después de todo el daño que ella le hizo no era posible creer él estuviese dispuesto a festejar el fin de un amor que creyó que sería eterno.
Dejé escapar un suspiro viendo a Wanda reír de las ocurrencias de Lena. Supongo que no todos los amores son eternos, ¿no? En este caso si así fuese, yo no estaría tomando su mano. ¿Significa algo para ella lo que acabamos de hacer?
—¿Y quién crees que estaba sobre la alfombra? La pelirroja y mi hija. Dormían como dos bebés. Ella es una pésima cuidadora, pero una excelente tía —Lena se burlaba de mí. Wanda me observó con una sonrisa cargada de ternura, podía notar como intentaba no decir nada.
—Tan excelente que mi pequeña la llama mamá —dijo Kara y mi pelinegra amiga bufó.
—También le dice mamá a mi suegra, Danvers.
—Pero no a ti —me burlé esta ve. Todos rieron, excepto ella quien se lanzó sobre mí. Jugamos a amenazarnos en el suelo por un momento y sentí una paz encantadora.
Creo que no recordaba haberme sentido así de bien antes, quizá en algún punto de mi relación con Anthony, pero incluso comienzo a dudar de eso. ¿Realmente era una buena relación como para pensar que nos casaríamos o supuse que era la vida que deseaba? ¿Qué es lo que realmente deseo?
—Creo que deberíamos irnos, Lena. Lucy ya va a despertar.
—Son las cuatro de la mañana —se quejó la pelinegra —. Tiene una niñera a la que le pago camionadas de dinero por encargarse bien de mi bebé.
—Pero necesita verme al despertar. Tenemos que irnos —dijo Kara poniéndose en pie. Ella dejaba su café sobre la mesa de centro. ¿En qué momento comenzó a beber uno?
Lena se levantó bastante ebria, Clint fue quien ayudó a Kara y Vision a poder lograr que Lena estuviera en el auto con el cinturón puesto. Thor, quién es el agradable rubio musculoso con entonación madrileña, se despidió. Él llevaría a Steven y Wanda y yo compartiríamos un taxi.
—Espero que no te moleste —dije y ella negó.
Estábamos solas en el departamento, un silencio que no era incómodo nos rodeaba, sin embargo, deseaba decir algo deslumbrante luego de esta noche.
—Esperaba que me acompañes a casa. Estoy sola —dijo ella —. Podríamos hacernos compañía por hoy.
Sonreí ante la idea. De todas maneras, Pietro estaría durmiendo en mi departamento y yo no habría podido invitarla, pero... La idea de estar en su lugar familiar me perturba.
—¿Estás segura? ¿No es raro para ti? Es tu hogar.
Ella negó.
—No es mi hogar, Natalia. Sabes bien que nunca se ha sentido de esa manera —comentó y asentí mientras bajaba la mirada —. Vamos, el taxi ha llegado.
La seguí sin preguntar, no noté cuando ella pidió el taxi, pero vaya, es una mujer con ideas claras. Interesante.
Me despedí de Clint, en la escalera y con un abrazo. Wanda le agradeció la hospitalidad y él le agradeció hacerme tan feliz, esperaba que realmente fuesen las copas hablando, pero la castaña simplemente se dedicó a decir que ella intentaba hacerme sentir como yo la hacía sentir a ella, y entre tanto trabalenguas de emociones, llegamos al taxi. Ella habló, yo fui callada viendo las luces de la ciudad. Jamás presté tanta atención a los detalles.
Supongo que era mejor centrarme en la ciudad que en la mujer que me llevaba de la mano, en un taxi y por Manhattan. Su mano es suave, y aunque sé que no trae su anillo en este lugar, la otra mano tiene un brillante grande, ¿debo sentir culpa luego de estar fantaseando con besarla? somos amigas aún, ¿no? Solo eso. No hemos hecho nada realmente malo. Dios, no deseo sentirme culpable, no es que me he encontrado con un matrimonio perfecto, ella está viviendo con un imbécil.
—Muchas gracias, guarde el cambio —dijo Wanda y bajó del auto. Cerró la puerta tras ella. Me quedé estática y confundida. ¿Qué hago? —. Ven —dijo desde el otro lado. Ella estaba abriendo mi puerta.
Bajó antes para esto... Oh.
Tomé la mano que me ofrecía y le permití llevarme dentro de su hogar, aunque no veía demasiado por la oscuridad y las gotas de llovizna que caían en este momento, si noté que era un sitio privilegiado de la ciudad. Mi departamento queda en el centro y fue costoso, pero es para solteros, la casa que he comprado a mi madre queda cerca del hospital principal, ya que ella así lo deseaba siempre, me costó lo suficiente para que ella tenga un hermoso jardín y un patio trasero lleno de sus propios vegetales, sin embargo, esto, esto es privilegiado. Es un lugar con cámaras y un cercado eléctrico que rodeaba cada casa dentro de este sitio, sin mencionar lo alejado que se encuentra del resto de la ciudad. Kara trabajó en una casa de por aquí, Lena se quejaba de lo tarde que llegaba debido al tráfico.
—Es silencioso —dije y llegamos hasta su casa. Aunque mi mejor amiga la había dejado hermosa, no dejaba de ser idéntica al resto de casas del lugar.
—Es una gran comunidad de propietarios —susurró —. Por lo general todos los esposos viajan y duermen temprano, creo que este es el único hogar con un militar —dijo entrando a su hogar. Entré junto a ella y noté que su aroma me atrapaba. Ella estaba en todo este lugar.
—¿Y qué son tus vecinos? ¿Narcotraficantes? ¿Alienígenas? ¿Primos de Obama?
—Sobrino en tercer grado de Obama. Al final de la calle —dijo con gracia —. Muchos de ellos son políticos locales o ex ministros de algún tipo. Hay un exsacerdote también.
—Que miedo da este sitio —dije yo y ella rió.
—¿Quieres que prepare café para ti? —preguntó siguiendo por su salón. Observé los sillones de cuero y madera, son hermosos. Al igual que su mesa de cristal y los diferentes sitios con estatuillas costosas dentro de vitrinas.
—El café no nos dejará dormir —dije siguiéndola hasta la cocina. Ella se apoyó en la encimera y mordió su labio inferior viendo el suelo —. Pero no estaría mal probar tu café.
Ella sonrió levemente y avanzó hasta mí. Me besó con suavidad mientras su mano tomaba mi nuca. Fue un débil apretón entre nuestros labios.
—No sé si es preciso decir que quiero dormir —susurró contra mi boca, descolocándome de inmediato.
No dije nada, la dejé ir a preparar café aun sintiendo el calor de su aliento contra mi rostro. Deseaba un poco más de eso. Siento que pierdo el control cuando me toca, no es justo. No es como imaginaba que mi cuerpo reaccionaría.
—Me gusta el americano, eso lo sabes. ¿Deseas uno cargado también? —preguntó y asentí viendo el cuadro de la milicia —. Eso es de James, el patio de luz es totalmente suyo, tiene sus libros y objetos valiosos. Mi zona es... este lugar, y el salón, yo elegí cómo se vería, al igual que la habitación principal, solo que no la estoy usando —dijo ella.
—¿Por qué?
—James no quiere dar su brazo a torcer. El simplemente espera que vuelva a compartir la cama, y eso es algo que no haré.
—¿Por qué no la usas cuando no está?
—Realmente solo extraño el baño dentro del cuarto, y el hecho de que soñaba con ese armario lujoso donde ya no están mis cosas —se quejó aun preparando las tazas.
El agua estaba hervida, ella sirvió para ambas y me dijo que fuésemos al patio. La seguí con mi café, el cual estaba delicioso.
—Este sitio es lindo.
—Está helando —dije yo y ella asintió.
—Te diré algo más. El patio de luz también era mi sitio favorito, creí que pasaría horas admirando el cielo y bebiendo café, pero no pasó —susurró.
Suspiré y tomé su mano.
—Pues, nadie nos impide ir y beber este delicioso café.
Ella sonrió. Volvimos dentro, nos metimos en esta habitación con una mesa amplia de cristal, libreros y muchas cosas relacionadas con la escuela militar. Había un sofá en donde ambas nos sentamos, incluso noté que tenían un telescopio para ver el cielo, pues todo el techo de esta habitación era de cristal.
—Es hermoso —susurré y ella asintió.
—Lo sé. Es un buen sitio, no me quejo. James gana lo suficiente como para construir la mejor casa en el mejor sitio, pero una casa no es un hogar y el dinero no compra el amor —concluyó algo nostálgica —. Eso no me importa ahora de todas formas...
Tomó mi mano y yo acaricié sus nudillos. Ambas charlamos un poco mientras bebíamos el café y el alcohol nos dejaba, eso logró que todo fluyera de mejor forma y nuestras miradas fuesen más intensas durante la charla.
—¿Te digo algo? —dijo Wanda interrumpiendo mi silencio. Dejé la taza de café delante —. Me encanta la forma de tus labios, son preciosos, y muy suaves...
Sonreí. Esta vez no dejaría que la timidez me invadiera. No podía permitirlo.
Me acerqué lentamente y observando su reacción, pegué mis labios a los suyos. Ella marcó territorio de inmediato, y subió sobre mi regazo tomando mi nuca. Mis manos fueron a su cintura y traté de dejar en claro que su lengua pidiendo ingresar en mi boca no causaría mayor revuelo, pero estaba sintiéndome completamente acalorada e increíblemente húmeda. Nuestras lenguas jugaban un juego pasional, donde trataba de seguir su ritmo ansioso y agresivo que me excitaba de sobremanera.
—Wanda —gemí contra su boca y ella jadeó un poco. Se puso de pie, sonrojada. Nos observamos y tomé sus muslos para elevarla.
Volvió a besarme, sus labios eran suaves, pero estaba decidida en cada roce que generaba entre ambas. La oscuridad y penumbra de su hogar nos acompañaban mientras chocábamos contra cada pared, dejando cuadros y objetos caer al piso. Ella me guió al final del pasillo, encontré una cama y nos permití caer en ella.
Los besos pasionales se volvieron suaves y ruidosos, cargados de gemidos lastimeros y saliva. Sus manos se perdieron bajo mi camiseta y le permití quitármela, ella se quitó la suya y presionamos nuestros torsos mientras la pasión volvía a encendernos. Mis pantalones cayeron acompañados de los suyos mientras la temperatura de la habitación no hacía más que subir, ella bajó una fotografía de la mesita de noche y subió sobre mi cuerpo comenzando a dejar chupetones en mi cuello. Su sexo húmedo, pero aún cubierto por su braga, se encontraba sobre mi muslo, ambas estábamos necesitando el toque de la otra.
La permití llegar a mis senos y marcarlos en la zona donde el sujetador no los cubría, ella me permitió besar sus muslos y aspirar su perfume más íntimo mientras se retorcía presionando la sábana de la cama, con los nudillos blancos como papel.
—Natalia... —susurró mientras besaba su abdomen y subía por el valle de sus senos. Nos besamos otro poco, no permitimos que la ropa interior nos dejara. Ambas aún teníamos temores, era bastante obvio, pero besarnos, besar nuestra piel, era más que suficiente.
Nos acurrucamos en la cama, con las manos tomadas y una sonrisa cansada. Un poco de luz se colaba por los centímetros que la persiana no cubría, y su mano me recorría el rostro. Con delicadeza delineaba los bordes de mi cara, comencé a cerrar los ojos y sentí sus labios suaves besarme una última vez.
—Gracias por esta maravillosa noche —susurró. Sonreí.
—Gracias a ti, preciosa —dije y ella rió —. De acuerdo, buscaré otro apodo.
Ella asintió dejándose caer contra mi pecho. La rodeé con mis brazos y aspiré el perfume de su pelo. Huele delicioso. Acaricié sus brazos hasta que sentí que su respiración se volvió calmada. Ella dormía junto a mí.
Noté que la puerta del gran armario me dejaba ver su gran vacío. La famosa habitación matrimonial...
Nota:
Entonces, wow. Les dije que este es mi favorito. Pero no hay codette hoy. Solo vacunette
—Apolo.
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