Wanda.

Papá me giraba en la pista mientras veía a mi esposa bailar con su madre, todo este asunto me mareaba.

Mi padre me hablaba y solo oía un zumbido molesto, mi suegra sonreía con falsa alegría y veía a muchos hombres desconocidos y uniformados ver todo el espectáculo.

—¿Me oíste, cariño? —papa sonrió y me giró con una sonrisa encantadora.

—¿Oír qué? Lo siento, estaba distraída —admití mientras giraba siguiendo sus pasos.

Papá negó mientras mantenía el ritmo.

—He dicho lo orgulloso que me vuelves, cariño. Estoy muy feliz de la decisión y esposo que has elegido.

Sonreí, papá está feliz.

Apoyé mi rostro en su traje del ejército, planchado y sin una sola pelusa. Mamá se ha encargado toda su vida de mantener totalmente limpio y despejado el mismo uniforme.

—James es un buen hombre —insistió él y yo sonreí.

James había sido un gran chico conmigo desde que lo conocí a los dieciséis.

—Es un buen hombre —repetí viéndolo girar a su madre entre risas.

Peggy Carter es una mujer excepcional, crió a James en soledad por años, y de pronto lo ve con un ascenso y casado a los treinta y tantos, seguramente ve el fruto de tantas lágrimas y dolores.

—¿Qué ocurre contigo hoy? Te veo distraída —dijo papá acariciando mi mejilla. Negué.

—Solo pensaba en lo felices que están todos—dije yo.

Papá sonrió. La música se detuvo, mi esposo estaba delante nuestro.

—General.

—James.

—¿Me permite? —preguntó estirando sus manos a mí.

Papá se retiró un poco, y fue hasta mi suegra para invitarla a danzar, mamá estaba algo cansada hoy, y Peter cuidaba de ella y sus mareos en la mesa, o lo intentaba.

Giramos un par de veces sin vernos a la cara, aún no podía hacerlo, seguía pensando en lo que ocurrió, y no podía evitarlo.

James y sus manos en el cuerpo de alguien más, los besos de otra mujer en su piel, sus labios contra los de otra.

—Ya deja de pensar en eso —dijo él, bajé la mirada a nuestros pies —. Te amo, Wanda. Eres la mujer de mis sueños, y juro de forma solemne que me encargaré de protegerte con mi vida, hasta el final de mis días.

Sus labios se pegaron a mi mejilla, sentí su piel áspera por los cortos vellos que crecían ya en su mentón.

—No puedo dejar de verte con ella.

—Soy tuyo —susurró en mi oído —. Sé que tomará tiempo que me perdones, pero mi cuerpo y mi alma no le pertenecen a otra mujer que no seas tú, Wanda. Te lo he demostrado desde que somos una pareja.

Asentí. Lo sé, lo conozco...

—Tengo miedo de que dejes de serlo, no quiero... —comencé y sus ojos conectaron con los míos.

Iba a continuar con lo que deseaba comunicarle a James, pero un ruido de sorpresa hizo que ambos nos separemos y que la música se detuviera.

Un grupo de soldados se abría paso por toda la pista, con rifles en sus manos y uniformados hasta las suelas.

—¡Atención! — habló una voz grave desde atrás — ¿Hay espacio para un invitado más?

El traje completo y su barba tupida casi no me permitieron reconocerlo, pero él estaba aquí.

—¡Pietro! —grité emocionada.

Mi hermano se encontraba delante de nosotros, sujetando su chaleco antibalas y con su escuadrón tras él.

—¿Un hermano mayor no puede abrazar a su hermana menor? —preguntó con una sonrisa enorme.

Fui hasta él como si fuese una niña pequeña que ha recibido el mejor regalo de su vida, mis padres también se acercaron a él, y vi a mi esposo apartarse de la pista.

—Creí que no vendrías —dije insegura.

—¿Y perderme tu boda? ¿Sabiendo todo lo que te amo? —dijo él con la misma sonrisa amable de antes —. He batallado para regresar, pero aquí estoy. No me iré hasta que te vea instalada en el avión para ir a tu luna de miel.

—Te amo tanto —dije antes de dejar escapar un sollozo y buscar su cobijo.

Mi hermano mayor era el orgullo de toda la familia, al igual que mi padre. Perseguían sus ideales, buscaban un mejor futuro para el país, y yo no dejaba de añorarlo cada que una de sus cartas llegaban recordando cuanto nos amaba.

—Soldado —escuchamos y nos distanciamos.

Mi hermano se giró y se formó para ver a mi padre.

—¡General!

—Descanse, y abrace a su padre.

Ambos se observaron unos segundos antes de acercarse para darse unas palmadas y estrechar manos mientras mi hermano se acercaba.

Me giré para buscar a mi esposo, y lo vi observando desde atrás junto a su madre.

—James... —llamé y él bajó la mirada.

—No te esperábamos hasta que acabaras tu misión, ¿cómo está todo por allí?

—Complejo y alargándose cada vez más, pero esperamos que finalice pronto. Me han herido, por eso he logrado llegar a casa hoy...

—¿Qué? ¿Dónde? —pregunté espantada.

—Relájate, ya me han hecho curaciones. Tengo unos días de descanso antes de volver, algunos hombres están cuidando mi espalda —señaló a su pelotón.

—Pietro... —mamá acarició su rostro bastante espantada.

—Estoy orgulloso de que no renuncies a tu labor, teniente —dijo papá.

—Gracias, capitán. Es un orgullo para mí servir a nuestra nación justo como usted. Espero alguna vez ser así de honorífico.

Papá sonrió emocionado, me abrazó y luego a Pietro.

—Mis hijos... No saben todo el orgullo que me hacen sentir, son todo para mí.

Peter estiró su puño para chocarlo con Pietro, sin embargo papá iba a decirle algo.

—Papá... —pedí y vi a mis hermanos darse un gran abrazo luego de eso.

Podías notar el contraste entre ambos. Pietro tenía ojos azules y cabello rasurado, barba tupida y un impecable uniforme, mientras que mi hermano menor llevaba sus rulos revueltos, la camisa fuera del pantalón y zapatillas, algo que a papá le molestaba, pero... ¿no dicen acaso que todos los hijos son diferentes?

—Estás enorme, Peter Maximoff —dijo él.

Mi hermano sonrió. Es el único que jamás utilizó en Lehnsherr y adora que nuestro hermano lo recuerde.

La fiesta siguió mientras mi hermano buscaba algo entre las personas, lo vi alejarse y noté que iba a James.

—Teniente.

—Teniente general —saludó James.

—Descanse. Felicidades. Tiene a la niña de mis ojos, espero que pueda cuidarla.

Bucky asintió, ambos tenían este sentimiento alfa casi indisimulable. Sé que James no es del agrado de Pietro y sé que Pietro no es del agrado de James, pero al menos... Lo intentan.

—Podré. Lo he jurado ante el altar, y le he hecho una promesa al General Lehnsherr, pero por sobre todo, amo a tu hermana.

El silencio entre ambos parecía eterno, pero vi a Pietro sonreír.

—Bienvenido a la familia, Barnes.

Estiró su mano, mi esposo la tomó y él le abrazó con fuerza. Pietro no es un hombre que tema a demostrar amabilidad, amor o cariño. Eso lo ha sacado de mamá.

—G-gracias...

Ambos se separaron. Pietro fue hasta su escuadrón de no más de veinte o quince soldados. Mamá se encargó de buscar un espacio para todos, me acerqué a Bucky.

—No ha sido malo... —dije emocionada.

Él no dijo nada, solo estiró sus brazos para sostenerme entre ellos mientras besaba mi cabello.

Es la vida que me espera. Con mi familia y mi esposo...

—Te amo, preciosa...

—Yo a ti, James...

Pasadas las horas, mis amigas y yo no dejábamos de jugar en la pista, estaba emocionada, y ellas mucho más. No hubo una despedida de soltera como tal, solo coincidimos a tomar el té. Mariah, Carol y yo, pues Sharon debía cuidar de sus hermanos aquel día.

—No puedo creer que te casaras, estoy tan feliz por ti— Carol me giraba en la pista y Mariah se fotografiaba junto a Sharon.

—Yo tampoco puedo creerlo —admití viendo a mis amigas —. Es emocionante, ¿no?

—Mucho, una nueva vida —habló Mariah —. Ya no te veremos tanto como antes, pero esperamos un sobrino muy pronto —dijo sonriente.

Sonreí.

Un bebé. También lo espero.

—Es lo que más deseo —admití con una sonrisa — ¿Imaginan un mini James corriendo por casa? No puedo esperar a vivir eso.

—Supongo que no dejarás tu carrera de lado por eso —habló Sharon por primera vez en la noche.

—No, es decir, papá y James creen que lo mejor sería pausar la enfermería mientras me dedico a la vida del hogar, además, James gana bien, pero... no creo dejarlo de inmediato.  Ese hospital me ha visto crecer profesionalmente, tengo muchos amigos. Vision trabaja allí, y si lo abandono, él moriría.

Carol sonrió.

—Él y su novio son agradables.

—Me sorprende que tu padre aceptara a un homosexual en tu boda —dijo Mariah.

—Vision es más que su orientación sexual, es mi amigo, y soy muy feliz teniendo a la gente que amo en un momento tan importante como este... —dije tomando la mano de mis amigas.

Sharon sonrió.

—Espero que sea la mejor decisión, Wanda. Te amamos y esperamos tu felicidad...

—Gracias... Gracias, muchas gracias a todas por estar aquí...

—Señoritas, mi hermano y yo estamos buscando con quien bailar esta noche,  ¿sería alguna tan amable de acompañarnos? —preguntó Pietro tomando a Peter por los hombros.

Carol asintió sonriente y mi hermano la llevó a la pista, Peter imitó sus pasos con Mariah de la mano. Sharon se quedó viendo la pista.

—¿No deseas bailar? —dije con un puchero.

—No, yo...

—Anda, Sharon... —pedí y vi a mi esposo a lo lejos — ¡Buck, ven aquí!

Él se acercó algo avergonzado por el apodo que he utilizado.

—Amor, soy James —susurró nervioso.

—Lo siento, James... ¿Podrías bailar con Sharon? Ella dice que no quiere hacerlo, pero siempre ha sido una gran bailarina, y quiero verla sonreír un poco...

—Amor...

—Por favor, cielo. Será solo uno o dos bailes, deseo que relaje.

—Wanda, no insistas —dijo ella avergonzada.

—Hagan esto por mí.

Ambos suspiraron. James estiró su mano, ella la tomó y se alejaron a la pista.

Sonreí al ver como Thor y Vision también disfrutaban a pesar de las miradas de todo el mundo. La gente que amo debe disfrutar este momento o yo no podré quitarme de la cabeza que... No es como lo planeaba.

—¿Acaso la princesa de papá está sola? —preguntó él estirando su mano —. Eso jamás, tu madre y yo queremos un baile contigo...

—Yo, yo quiero un baile con ella. Ya tuviste el tuyo, Erik Lehnsherr.

Mamá apartó a su esposo de mí, y con determinación que jamás vi en ella, me llevó hasta la pista, en donde bailamos abrazadas por la primera canción.

—Estoy tan feliz por ti, amor... Quiero que seas la mujer más feliz del mundo.

Sonreí cerrando los ojos para apoyarme en su hombro.

—Gracias, mamá.

—Te amo tanto, solo quiero verte feliz...

Reí y un par de lágrimas cayeron por mis mejillas. Ella mencionó algo sobre mi perfume y lo siguiente que vi fue que huyó en dirección al baño con rapidez.

Papá y yo corrimos tras ella.

—Ve tú, no puedo entrar yo—habló él al ver el baño de mujeres cerrarse.

Obedecí y la encontré vomitando en una de las casetas. Me asusté de inmediato.

—¡Mamá! ¡¿Estás bien?! —pregunté y abrí la puerta para sostener su cabello.

Cuando la pude ayudar de mejor manera comencé con preguntas de rutina "¿qué has comido?" "¿Bebiste?" "¿Hace cuánto sientes mareos?" "¿Última revisión médica?", su presión parecía bien, su pulso estaba tranquilo y no se veía de otra manera que indicara algo malo, sin embargo no pude evitar espantarme.

—Mamá, algo debió ocasionar esto.

—Últimamente he estado mareada. Sabes de mi vértigo por estrés, y honestamente la primera boda en tu familia siempre ocasiona eso, ¿crees que yo estaba tranquila? Contaba las noches que faltaban para que tu habitación quedara vacía como la de tu hermano, amor. Estoy envejeciendo —dijo ella atropellando sus palabras.

—Mamá... —dije entristecida.

—No, no me malinterpretes. Amo tu independencia, quiero que hagas tu vida. Es una buena edad, tienes un oficio. Te quiero ver progresar incluso si te extrañaré, pero me puse ansiosa, es todo.

—Estaré bien y tú también... Pero ve al doctor —pedí.

Ella acarició mi mejilla y sonrió.

—Estaremos bien.

—¿Irás al doctor?

—En cuanto te vayas de luna de miel. El doctor Banner será quien me revise personalmente.

Sonreí.

—El doctor Banner será entonces. Le pediré que haga un espacio en su agenda para ti...

Sonreímos.

La ayudé a levantarse, ella siempre lo repite "la fiesta tiene que seguir", no sería la excepción.

Nota de autor:

¡hey! Buenas noches.

—Codito.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top