29º
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Wanda.
Desperté envuelta en una preciosa sábana de seda, tenía un diseño precioso, parecía hecho a mano. Olisqueé un poco el borde y reconocí la habitación de Natalia. Aquí no es el sitio de invitados donde he estado antes.
Me sonrojé mientras me destapaba recordando nuestro comportamiento nocturno, pero creo que ver que mi ropa seguía en su lugar me tranquilizó.
Estaba demasiado ebria, y de pronto me sentí tan libre que simplemente... Excedí mi trato con Natalia y me arrepiento de eso. He sido demasiado... Cariñosa, para dos amigas al menos.
Me giré a ver la mesa de noche. Nuevamente dejó una pastilla, y una botella con agua. Tómame y bébeme, sonreí. Tomé la pastilla, pero resbaló dentro del cajón de junto.
—Mierda —mascullé y lo abrí.
Dentro se encontraba un cuadro volteado. Lo tomé y encontré bajo el, mi pastilla. La ingerí, pero observé la fotografía. Natalia estaba allí, sostenía la cámara y un muchacho pelinegro de sonrisa inocente apoyaba su rostro junto al de la pelirroja. Se veía enamorada.
—Con que tú eres el idiota... —dije y suspiré.
Es aterradora la forma en que detesto a alguien que no conozco, pero creo que me aterra mucho más la manera en que no entiendo quién podría dejarla siendo tan absurdamente maravillosa. Pietro es afortunado.
Bajé las escaleras en cuanto la pastilla hizo efecto, y llegué hasta la cocina en donde la pelirroja bebía café en silencio. Sonreí.
Debo actuar con normalidad, de seguro ella ni siquiera recuerda cómo llegamos anoche.
—Hey. Buen día, querida —dije yo.
Ella levantó la mirada. Luce algo gruñona.
—Buen día, Wanda. Queda café por si gustas —dijo señalando la cafetera. Asentí algo turbada. ¿A qué se debe esa actitud?
—¿No hay wafles de la gasolinera? —bromeé, pero ella no sonrió —. Hey, Ikaris dejó tus llaves sobre el mesón. No tuve tiempo de decírtelo, porque subiste rápido, pero me pidió que te comentara lo lindo que es tu auto...
—Ya. Lo sé, está bien cuidado. Solo lo conduzco yo, bueno, hasta ayer por la noche —dijo molesta. Ni siquiera me veía a la cara.
—Okay, no entiendo qué ocurre aquí, pero lo que sea...
—Oh, quizá debas pedirle a Ikaris que te refresque la memoria, ¿no? —dijo levantándose de la mesa.
Dejó su taza en el lavavajillas y me dio la espalda. Bufé. ¿Qué ocurre?
—¿Qué clase de escena absurda es esta? ¿Acaso quieres recriminarme como lo haría mi marido? —me quejé y ella se giró de golpe.
Mierda. No debí decir eso. Soy una idiota.
—¡Era nuestra noche, Wanda! ¿Por qué él debía ser el héroe? —insistió y me reí algo nerviosa.
Nuestra noche...
Suspiré. Dios, esto se tornó extraño.
—¿Héroe? ¡Discúlpame por no querernos muertas después de alcoholizarnos!
—¡Ni siquiera lo conoces, pudo ser un demente! —dijo molesta y me reí.
Estoy molesta.
—¡Parece que lo conozco mejor que a ti! —dije y de pronto vi a mi hermano llegar a la cocina —. Debo irme... —dije bajando la mirada.
Ella no dijo nada.
No lo entiendo. Todo estaba perfecto, ella y yo tuvimos una noche perfecta. Estaba extasiada en sus brazos mientras tenía una de las mejores noches de mi vida, pero de pronto, se molesta por la existencia de Ikaris en una ecuación donde ni siquiera es importante.
—¿Qué ocurre? —preguntó mi hermano con somnolencia. Besé su mejilla.
—Ve a ver a mamá. Te extraña y tiene noticias —susurré.
Él asintió.
Salí de allí viendo como Natalia me ignoraba. Creo que ni siquiera la frialdad de James me dolería tanto como la indiferencia de ella.
¿Auch?
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Natalia.
Pietro me observó en silencio por unos minutos mientras yo simplemente dejaba que la lavadora se encargara de nuestra ropa. Él llevaba puesta mi bata.
—¿Me dirás por qué me siento como si ustedes se hubiesen divorciado en mis narices?
—No lo sé... —susurré.
—No entiendo. Un día se aman y de pronto discuten. ¿Qué ocurrió ayer por la noche?
No contesté.
Ni siquiera yo me entiendo. Sé que estoy celosa, pero... ¿Por qué? ¿No es el muchacho con quien insistí en que debía salir? ¿Acaso ella me gusta? Es decir, no es que... Dios. No sé cómo sentirme al respecto, jamás una mujer me hizo sentir de esa manera, y supongo que sentir que incluso puedo perderla a ella luego de perder a Pietro... Yo... ¿Es un capricho?
—¿Entonces? ¿Nat? —Pietro insistió y levanté la mirada.
Odié su rostro por recordarme a su hermana, y hacerme sentir imbécil por la forma en que actúe con ella hace un par de horas.
Necesito un consejo... Uno en serio, uno que me aclare la mente y me permita saber qué carajos siento.
—Debo irme. Clint debe traer unos trabajos para mí, hazlo pasar. Intentaré estar aquí pronto.
Salí de allí dejándolo con la palabra en la boca, conduje hasta la casa de mis mejores amigas, sin detenerme, excepto por la limpieza previa que realicé a mi asiento. Ningún trasero masculino se sentará en mi preciosa camioneta roja.
Golpeé la puerta un par de veces y Kara abrió con una toalla envolviendo su cuerpo. Ella acaba de salir de la ducha.
—Necesito ayuda.
Lena levantó la mirada desde la alfombra. Lucy gateó hasta llegar a mis pies, la tomé en brazos y Kara suspiró.
—Es serio —murmuró Lena —. Amor, ve a vestirte. Nos reuniremos en la alfombra sensorial —dijo poniéndose de pie y acomodando su blusa "maternal".
Ella suele llamar a sus blusas de cierta manera, depende de los momentos en que las utilice, sin embargo, son solo blusas que cuestan más que mi casa y mis órganos juntos.
Lucy y yo jugábamos en la alfombra, cuando Kara llegó y se sentó frente a nosotras. Entonces mi ahijada huyó de mí yendo hasta mi rubia amiga.
—No es justo. Nunca te veo —me quejé.
Kara la tomó en brazos, Lena estiró los suyos y Lucy terminó por darle la espalda.
—Al menos desea jugar contigo, ella pasa de mí incluso durmiendo en mi habitación y usando mi casa —se quejó.
—Ambas dejen en paz a mi pequeña muñequita... —susurró Kara besando el rostro de su hija —. Dime qué ocurrió.
El rostro de mis amigas lucía consternado, y bastante similar. Eso me aterraba. La similitud del amor es terrible.
—No sé por dónde comenzar, así que solo lo soltaré. Creo que me gusta Wanda.
Lena rió y Kara me observó en silencio.
—Oh, no es chiste... —dijo la pelinegra y su esposa le dio un manotazo para callarla.
Mi corazón iba acelerado como si de alguna manera mis dos mejores amigas, quienes son parejas y participan activamente en proyectos a favor de los derechos LGBTQ+ fuesen a juzgarme y apartarme del camino.
—¿Qué sientes? —preguntó Kara.
—¿Sientes calor en tus partes íntimas cuando la ves? —preguntó Lena.
—¡Lena Luthor Danvers! —regañó mi amiga.
—¡Es lo que me ocurría contigo!
—Ella me hace sentir en paz, no lo sé. Ayer me ha llevado a un club. Primero cenaríamos y tuvimos un cambio de planes en el último momento, entonces fuimos a un club y ¿y si me he imaginado todo? Puede ser todo... Oh, Dios, hemos discutido y de pronto yo estaba aquí. Es todo lo que ella me hizo sentir en una noche, fue todo lo que no sentí nunca, pero tal vez solo estoy confundida, o quizá no, no lo sé. Oh, Dios. Siento que divago.
Lena rió.
—Cálmate. Explica todo lentamente. No debes correr.
—Siento que debo hacerlo, pero no entiendo la razón. En serio no estoy cerrada a amar, pero...
—Pero no amar a la hermana de tu novio —dijo Kara.
—Ex.
Lena volvió a reír.
—Nat, solo pasó una semana. Ten piedad de nosotras, ¿qué más nos hemos perdido de tu vida?
—Clint volvió a ser mi mejor amigo, Wanda me gusta y su hermano vive en mi sofá.
—Tal vez sería adecuado que te quedes a cenar —dijo Kara.
—Pues ve preparando la cena mientras cuido de Lucy y ordeno mis ideas...
Kara fue directo a la cocina, y Lena la siguió. Me tomó bastante tiempo venir aquí, incluso cuando sabía que necesitaba un consejo de mis chicas, solo ellas podrían decirme si es un sentimiento real o fue la emoción del asunto.
—La vida es tan difícil cuando te conviertes en adulta, Lucy. No crezcas más.
Mi ahijada y yo nos entretuvimos jugando con mi móvil y la cámara de este. Dedicarme a la fotografía significaba obtener un celular de alta gama con una cámara potente como para salvarme en caso de emergencias. Este es uno de esos casos.
—Sonríe, Lucy.
La pequeña lamió mi mejilla y tomé la fotografía. También pude fotografiarla en diferentes puntos de la casa, subí algunas de esas fotos a mi página de Instagram y logré que me pidieran trabajar en campañas de bebé. Todo en menos de una hora, sin embargo, no es lo mío. Creo que solo Lucy tendrá el privilegio de ser mi pequeña musa.
Estar con ellas es una caricia en el alma.
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Wanda.
Recorrí mi casa por completo, quitando fotografías y colgando algunos cuadros que había pintado alguna vez. Volví a recordar el dibujo para Natalia y sentí lástima de mí.
En serio me gustaría entender su reacción, pero no lo hago. Me desespera creer que pude perder a la única persona que me hace sentir como ella. No hay alguien que sea de esa manera conmigo, y provoque lo mismo en mí.
—Estoy harta —susurré.
—Tu padre dice que vayamos a cenar con él y unos embajadores, te traje un vestido nuevo. Está abajo —dijo James y asentí —. Por favor, solo no discutamos hoy...
—Te dije que seré buena fingiendo delante de papá. Será como si aún te amara.
James me observó dolido, lo noté. He sido cruel y sentí que era lo mejor. Él sufría un poco, y no sé si mis intenciones eran o no maldadosas cuando disfrutaba saber que mi indiferencia le dolía. Me ayudaba a olvidar que me siento perdida con el asunto de mi pelirroja amiga.
—Solo usa el vestido. Te espero en el auto. Iremos a casa de tus padres y luego nos llevará tu padre.
Ni siquiera contesté a su mandato, simplemente fui hasta abajo, busqué el vestido y en la zona de mi armario, elegí las mejores joyas que pudiese lucir junto al vestido escotado y un labial rojo intenso. Peiné mi cabello de forma prolija, ondulado, pero no se veía salvaje, era una mezcla sensual y pulcra. Femenina, pero no muy llamativa.
Lo seguí hasta el auto en silencio, y así fue todo el camino hasta casa de mis padres, no me atormentaron los recuerdos, no me acobardó la ausencia de su amor, simplemente seguía intentando no pensar en Natalia.
Estando con mis padres sonreí de la mejor manera, abrazaba a James y recibía sus besos como si nada ocurriera. Contesté a sus halagos cariñosos de la misma manera, aunque mi madre se viese descolocada, no le hice comentarios al respecto y elegí evitar estar a solas con ella. La noche pasó con un baile entre sus brazos, pero los recuerdos de aquellos ojos atigrados me perseguían casi intentando cazarme como si yo fuese su presa.
Mi marido seguía intentando encajar en este mundo de elitistas sin remordimientos, supongo que, si puede sentirse cómodo en este grupo, de hecho, nunca se arrepintió de dañarme, parece que es feliz incluso si sabe que mi acto es solo delante de los demás.
—Cariño, me alegra que tú y tu esposo se encuentren tan bien. Me enorgullece que tomaras el camino que te correspondía.
Papá acarició mis manos y asentí sin borrar mi sonrisa fingida.
—Claro, planeamos tener un matrimonio tan resistente como el que tienes con mamá —dije deseando que hablara un poco sobre ella.
Él sonrió.
—Tu madre también tendrá que entrar en razón pronto. Espero que puedas hablar con ella —dijo y se alejó para saludar a alguien.
Me quedé helada. Este hombre me crió, me hizo sentir que tenía fortuna al poder llamarlo padre y formar parte de su clan, sin embargo, cada vez siento que lo conozco menos, y me entristece pensar en que no será solo algo pasajero, o tal vez todo esto es producto del Bloody Mary que bebí hace menos de cinco minutos mientras charlaba con la esposa del gobernador.
Dios, necesito otro trago ya mismo.
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Nota.
Spoiler: queda poco.
—Apolo.
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