27°
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Natalia.
Pietro me sonreía mientras yo parecía perderme entre mil ideas que atravesaban mi mente. De alguna u otra forma, volvía a sentirme como cuando Tony me dejó y acabé por enterarme de su compromiso unos días más tarde. Es tan difícil pensar que él podría no amarme después de verme así...
Los ojos verdosos del castaño brillaban. Su sonrisa no hacía sino ensancharse cada vez que me besaba y decía lo mucho que disfrutaba de mi compañía.
—¿Te ha gustado la cena? No soy muy bueno en la cocina, pero me defiendo. Esta semana me ha tocado cocinar para mi pelotón —dijo él.
Le sonreí.
—Estuvo bien, creo que tal vez podrías mejorar el manejo de la sal...
Él suspiró.
—Wanda es perfecta en eso, creo que tienes razón. Le pediré ayuda y te prepararé mejores cosas -susurró antes de besarme.
Traté de no demostrar mi inseguridad cada que me besaba, pero esta vez, con su mano subiendo por mi muslo y su insistencia en dejarme caer sobre el sofá, tuve que detenerlo. No puedo tener sexo con él teniendo en mente a Clint y sus sentimientos por Pietro.
—Pietro... -susurré. Él descendió besando mi cuello —. Necesitamos hablar, Pietro... Por favor.
Se separó en ese instante y asintió. Él es muy obediente cuando se trata de algo que se pide. Tomó mis manos, las besó y cubrió entre sus dedos largos. Suspiré.
¿No puede ser para mí?
—¿Qué ocurre, cariño? ¿Es por mi desaparición? Sé que debo explicar mucho, pero mi trabajo es así, y trataré de que sea menos frecuente, me gustaría que esto funcione... Me gustas, Natalia y...
—No, no sé si es eso o algo más, pero me gustaría... Ordenar mis ideas antes de hablarlo mejor —murmuré levantándome —. Te quiero, Pietro. Aprecio tu presencia en mi vida, pero hay cosas que me he cuestionado en los últimos días y creo que es necesario que te las comente antes de que mis sentimientos por ti evolucionen y esto se transforme en una gran mierda -me sinceré.
Él se sonrojó.
—No imaginaba que fuese algo tan complejo —murmuró —. Dime, ¿qué ocurre?
—Clint es mi mejor amigo, ¿sabes?
Cualquier expresión facial, por mínima que fuese, habría sido importante, sin embargo, él no se movió ni un solo centímetro.
—Lo sé. Me agrada Clinton, es un excelente muchacho y...
—Es bisexual —comenté —. Nos vimos hace unos días y... Él está muy feliz con su descubrimiento. Quiere explorarlo...
Observé su rostro. Nuevamente no había nada en él.
—Oh, que bien. Me alegro... —murmuró y noté que su ánimo cambió al hablar.
Es ahora o nunca, y sé que Clint me lo agradecerá. O al menos, sé que está de acuerdo.
-Le gustas, Pietro. No es que yo quiera insinuar algo o lo que sea, pero claro que tengo algunas dudas...
-¿Sobre mí? ¿Acaso bromeas? Yo no... Yo no soy.... -dijo espantado.
No deseaba insistir en esto, no demasiado. Quería ser sutil, pero él no me permitía serlo. ¿Cómo se es sutil con esto?
-Pietro, escucha. No planeo sacarte a fuerzas de ningún lado, no quiero presionarte, pero te quiero. Quiero que seas feliz, ¿eso es un crimen? -pregunté y él negó -. Entonces creo que sería justo que hablemos desde el corazón. Ahora dime, ¿qué es lo que dice el tuyo?
Sus ojos se cristalizaron rápidamente, casi comprobando lo que creía y teorizaba en mi mente. Se estaba tomando su tiempo para decírmelo, y eso solo incrementaba mi temor sobre oírlo.
-No quiero que creas que no me gustas, Natalia. Eres la única mujer, la primera de todo el mundo... Que me ha hecho sentir así, eres especial para mí, no deseaba echarlo a perder, pero... Lo conocí primero, he intentado todos estos meses, lo juro. He querido arrancármelo de la mente, y por más que trato, él siempre vuelve allí. Lo conocí antes, él llevaba a Nathaniel al hospital y yo esperaba a mi madre, el pequeño me saludó y comenzó a decir que deseaba ser como yo, ambos charlamos, solo tuvimos química y... Por un momento me sentí diferente.... ¿Entiendes eso? Cuando al fin calzas con alguien y te sientes mejor que nunca. Pero entendí que solo era posible en mi mente, luego volví a verlo, pero contigo y... Me gustas, en serio lo haces, Natalia.
Negué. Mantuve mi cuerpo paralizado en su sitio, no podía hacer o decir cosa alguna, sin embargo, entendía que, por primera vez, yo era la otra mujer. No existe peor sensación en el mundo que la de ser la otra.
-Dime algo, por favor...
-¿Por qué estás conmigo si esto no es lo que te hace feliz? -pregunté. Él suspiró.
-Soy feliz... Contigo.... -tomó mis manos.
-¿Quieres estar con él? -pregunté ignorando su tacto.
Pietro se alejó entorpecido por mis preguntas directas.
-No, también quiero estar contigo, Natalia. Estoy contigo. Estoy en esta relación, en serio, yo...
-No es necesario que te fuerces, Pietro... -susurré entristecida.
Él negó y comenzó a llorar, cayendo de rodillas, encogido. Parecía un niño pequeño, asustado, dolido...
-No, no me fuerzo. Es la vida que merezco, Natalia. No me la quites, prometo que me esforzaré por mantenerme en esta línea. No habrá obstáculos que me impidan cuidar de nosotros.
-No se trata de obstáculos, Pietro. Se trata de que no es lo que sientes. No eres heterosexual, eres bi... O incluso gay, quizá no te gusto de la forma en que crees que lo hago, eso no es algo malo, por favor, entiéndelo -pedí.
Realmente me desesperaba la situación. Pietro no dejaba de sollozar, de pedirme perdón por algo que no era su culpa, de suplicar que no lo deje, de permitirme ayudarlo a cambiar, sé que estaba desesperado y no entendía lo egoísta que sonaba, pero en cuanto despierte sabré si entiende la magnitud de lo que ocurre.
Es mi novio, pero se siente atraído por mi mejor amigo, el cual también siente dicha atracción. Es mi novio, pero no sabe si realmente le gusto o no.
Lloró tanto que acabó por dormirse sobre el sofá mientras le acariciaba el cabello. Lo cubrí con una manta y lo dejé descansar, ahora lucho con mis ganas de llorar y mi estado de ánimo moribundo. No me siento capaz de tomar decisiones, no sé qué hacer para lograr estar de pie cuando él decida irse, porque debe hacerlo, pero en serio quería que fuese el indicado. No sé cómo se lo diré a Wanda, ni siquiera quiero pensar en dejar de verla.
Creo que me he aferrado a su presencia en mi vida y me aterra perderla también. No quiero que Pietro se vea forzado a salir del closet, solo quiero la verdad. Quiero que sea honesto conmigo, que me ayude a entenderlo. Que me deje ayudarlo, incluso si eso me lastima.
. . . . 「✿」. . . .
Wanda.
Mi madre se veía nerviosa, no dejaba de jugar con su anillo de matrimonio, mientras Natalia parecía perdida observando el lugar.
-¿Ya has venido antes? -pregunté a la pelirroja.
Ella negó rápidamente. Pietro no llegó a casa con ella, Natalia llegó por nosotras y dijo que mi hermano se encontraba dormido.
-No, nunca, creo que la doctora Grey tenía una consulta en otro sitio antes. Kara asegura que es excelente en su trabajo, tu madre estará en buenas manos...-sonrió y tomó mi mano.
Sonreí encontrándome con su calidez nuevamente. Ella no dejó de acariciar mis nudillos hasta que nos llamaron. Mamá avanzaba casi de forma robótica hasta la sala en donde la revisarían.
Es una mujer pelirroja como Natalia, pero mucho más alta. Ella se puso de pie y se acercó a saludarnos con un apretón de manos bastante formal y amigable a su vez.
-Buenos días, soy la doctora Jean Grey, ¿en qué puedo serles útil el día de hoy?
-Mi madre se encuentra embarazada y queremos saber de qué manera proseguir con seguridad. Ella tiene cincuenta y tres años y...
La doctora bajó la mirada al expediente y luego observó a mi madre.
-Entonces, Irina, sé que es su cuarto embarazo, sin embargo, debido a su edad, debe tener dudas, considere esto como una clase para aclarar lo que piense y si es necesario que sus hijas también estén tranquilas.
Natalia y yo nos observamos mientras la doctora Jean le decía a mi madre que se pusiera la bata para poder realizar un ultrasonido antes de seguir.
-Me aterra -susurré y la pelirroja rió.
-No soy su hija, ella lo es. Soy su nuera o algo así -dijo Natalia y la doctora levantó la mirada.
-Entonces te pediré que esperes fuera. No hagamos esto más estresante para la paciente. Gracias.
Ella se sonrojó y sin rechistar se puso de pie para salir de allí. Me molestó la manera en que se dirigió a Natalia.
-¿Sabe? No deseo sonar grosera, pero ella está aquí, porque mi madre la adora, además, nos recomendó su trabajo, ya que su ahijada es atendida por usted, y creo, que honestamente, está siendo grosera.
La mujer de más de treinta sonrió y negó antes de que mamá volviese dentro. Le señaló la camilla y la postura que debería tener allí. Mi madre siguió cada indicación, mientras la doctora realizaba el procedimiento, y mi mano temblaba. En serio me aterra esta experiencia, me gustaría tener a Natalia tomando mis nudillos para acariciarlos con la yema de sus dedos.
Ni siquiera le he dicho a la pelirroja que olvidé un regalo para ella dentro de su estudio de trabajo, y en este momento, me avergüenzo.
-Bien, en este momento podemos verlo, Irina. Tienes un lindo bebé de cinco meses. Felicidades... -dijo la doctora.
Mi madre sonrió y noté como rápidamente secó una lágrima que se escapaba de sus lindos ojos brillantes.
-¿Sabe qué es? -pregunté.
-Sí, ¿acaso quiere la madre saberlo? -preguntó ignorándome. Mamá asintió -. Bien, entonces... Felicidades mamá, tendrás una hermosa niña en cuatro meses más. Aunque es probable que el parto se adelante debido a tu edad. Probable no quiere decir certero, es solo una posibilidad, ¿bien? -mamá asintió -. Quiero que estés tranquila y evites las tensiones, oiremos su corazoncito y luego me encargaré de darte unos suplementos, veré tu historial y las indicaciones y advertencias también llegarán a tu corre, ¿bien, Irina?
¿Ella dijo niña?
-Sí, doctora, muchas gracias...
La doctora Jean me dio la espalda, me ignoraba sin reparo alguno, pero creo que pude perdonar su descortesía, porque se me olvidó en cuanto el bombeo del órgano más amable de mi pequeña hermana comenzó a llenar el espacio con su ritmo.
Tomé la mano de mi madre mientras mi garganta se cerraba y sentía las lágrimas acumularse en los bordes de mis ojos, ella lloraba... Es emocionante, lindo, y esperanzador... Ya nada parece tan malo.
-Es hermoso... -susurré.
Mamá besó mis nudillos y luego acarició mi mejilla.
-Es un corazón muy sano. La pequeña parece estar en regla. Puede entrar su nuera para recibir las indicaciones, pero antes le realizaré otro eco. Necesito que use la segunda bata y que su hija salga de la sala.
Me puse de pie, besé el cabello de mi madre y salí de allí con una sonrisa que no hacía más que crecer en mi rostro. Natalia se encontraba discutiendo con la máquina expendedora, pero noté que cuando logró sacar lo que tanto deseaba, se lo extendió a un pequeño de cabellos rubios, quién se alejó sonriente.
Ella le sonrió de regresó y luego me vio.
-Hey, ¿qué tal estuvo todo? ¿te encuentras bien? -preguntó avanzando hasta mí.
No dejé que dijera nada más, me colgué de su cuello y la sentí rodear mi cintura con sus brazos. Sollocé y susurré lo feliz que estaba, ella me giró en el aire por unos segundos. Cuando estuve en el suelo, nuestras miradas se cruzaron y me sentí extrañamente plena. Pero fue diferente a la plenitud que me ha entregado antes...
Me sentí extraña, pero bien. Ella es mi paz, y no sé cómo reaccionar a eso, no sé cómo sentirme con eso...
¿Está esto bien? ¿está bien si ella me hace así de feliz?
-Entonces.... ¿qué es?
-Una niña -susurré sin dejar de observar su rostro.
Ella sonrió y cubrió su boca con sus manos.
-Dios, será una mini Wanda. Eso es hermoso -dijo emocionada.
Volvió a elevarme con un abrazo.
Tan delicada.
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Nota.
A veces me gustaría volver a actualizar diario D:
-Apolo.
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