25°
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Wanda.
No sé cuánto tiempo estuve esperando para empujar la puerta del lugar que en su momento escogí para formar una vida adulta y familiar, no estoy consciente del momento exacto en donde los ventanales que exigí a los arquitectos y las persianas que pedí a la decoradora comenzaron a parecerme incómodos, pero lo sentí en cuanto traté de destrabar mis extremidades bajas y con pesar las llevé hasta la entrada.
El cerrojo me recordaba la tensión al ver una escena de terror en cualquier película fácil de predecir, donde el protagonista va hacia el sitio en el que todo espectador sabe que no debería estar. Así mismo me encontraba, yendo a mi muerte.
La casa se veía fría y vacía, no era nada similar a lo que imaginé e idealicé junto a James. El sol que veía en mis sueños se había eclipsado, el calor de un hogar no era más que una alucinación en los delirios de un desahuciado, y mi amor parecía una fábula mal hecha, buscando su propósito y enseñanza, pero estaba perdida.
—Llegaste —dijo él —. Creía que...
Observé la entrada buscando indicios, de lo que fuese, un motivo aún mayor, incluso si sabía que no serviría de nada. Podía verlo hablar, sonreír e incluso creía distinguir que parecía cambiar su voz cálida a una un poco más tosca y molesta, pero ignoraba lo que decía. Tengo tanto en mente, ni siquiera pude despedirme de la pelirroja por temor. Temor a encontrar paz en sus ojos y no querer asumir mi estúpido destino.
—¿Entiendes, Wanda?
James estaba frustrado. Negué.
—No, y no me interesa lo que dijeras. Seré clara, viviré aquí para que mi padre esté tranquilo. Ve a casa de mi familia, trae mis cosas, si regreso, no podré volver aquí.
Fui directa, sencilla y bastante fría. Él se veía incrédulo, rió.
—Bromeas, ¿no?
Él seguía sonriendo con notoria molestia, yo también reí y pasé por su lado. Subiré las escaleras y me daré una ducha.
—¿Quieres que cumpla mi rol como esposa, James? Lo haré —le di la espalda y tomé la barandilla —. Sonreiré, saludaré, tomaré tu mano y te besaré cuando sea necesario, pero no te dejaré hacerme el amor otra vez, no volveré a creer en tus mentiras ni en tu amor, no tendré a tus bebés, no pienso verte con amor, porque no te lo mereces, y si eso es un problema para ti, entonces tendrás que hablar con mi padre, pedirme el divorcio y explicarle por qué no deseo que me toques —levanté la mirada.
Podía ver nuestras fotografías a lo largo de los años, todas colgadas en la pared del salón junto a la escalera. Trataba de contener mis lágrimas. Trataba de no querer llorar, pero me parecía demasiado. No soy tan fuerte. Nunca pensé que el amor se reiría de mí, pero... ¿Qué puedo esperar de un bebé en pañales? No debí tomar en serio un sentimiento que tiene como símbolo a un infante que juega con un arma de la antigüedad y lleva pañales por si la caga. Debí suponer que sería un fiasco cuando entendí que el arco es para la cacería, y no para unir corazones.
Un disparo de flecha al corazón de un ciervo, solo uno es necesario, y le das una muerte intensa y llena de dolor. Cupido es el cazador, yo el animal ingenuo.
—Wanda, no hablas en serio.
—La habitación para los bebés, allí lleva el colchón del entretecho. Dormiré en la habitación principal, sacaré tus cosas, ve por las mías.
Seguí mi camino y no lo oí quejarse. Sé que no desea el divorcio, porque papá tendría que enterarse, y James es un hombre familiar. Mi padre es como el suyo, y para un hombre sin figura paterna, perder a su mentor sería un desastre.
James solo se ama a sí mismo, ¿y yo? yo no. Yo ni siquiera me amo a mi misma.
El cuarto se veía frío y vacío. James fue tan torpe, podríamos tenerlo todo, pero eligió serme infiel, eligió olvidar la honestidad.
Varias lágrimas rodaron desde mis mejillas, era tan absurdo seguir llorando, pero estar cerca de James significaba mantener la tristeza del engaño aferrada a mí como un maldito insecto chupa sangre... Pero en este caso me succionaba la vida.
Estaba recostada viendo el techo de la habitación, una notificación en mi móvil me hizo sentir fría. Olvidaba esto...
Ikaris, chico del bar| Hey. Entiendo. Lamento tardar tanto en responder. Tuve mucho trabajo estos días. Es lamentable leer que tienes un esposo, pero deduzco que no es un chico divertido que te acompaña a bares.
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Natalia.
—Te extrañaba tanto, creo que no puedes dimensionarlo.
Pietro se oía feliz. Toda la charla ha sido él comentando lo terrible que es volver al trabajo ahora que me tiene, y... Es extraño. Sí en algún momento, Tony me hubiese dicho que me tenía habría dicho "Sí, me tienes. Soy tuya", pero ahora no me sentía de Pietro. Mi amistad con Clint me motivaba a deberle fidelidad a sus emociones, más que a las mías. ¿Es sano estar pensando en que mi novio es probablemente bisexual u homosexual en el peor de los casos? ¡Por supuesto que en el peor! ¿Cómo me sentiría luego de eso? Él me estaría usando...
—¿Estás llegando ya? —pregunté temerosa.
—Sí, conduzco a casa y... —se quedó en silencio —. Mamá está llorando, ocurrió algo.
La llamada quedó en espera. Imagino que ha de ser referente a Wanda. ¿Estará bien? Se ha ido temprano, sin despedirse y, además, no ha contestado mis mensajes, creo que me ignora. No me agrada lo que tenía en mente, le ofrecí quedarse conmigo un tiempo, pero supongo que todo ocurre por algo. Sería difícil terminar mi relación con su hermano, y tenerla aquí considerando sus similitudes físicas.
¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Por qué siempre tengo que dudar? ¿Por qué no puedo merecer nada bueno?
—¿Pietro? —pregunté.
Aproveché su silencio para terminar mi colada. Intenté pasar todo el día haciendo cosas, intentando no pensar demasiado en todo lo que tendría que charlar con mi hasta ahora, novio.
Wanda dejó su blusa aquí en el sofá, eso y una bufanda muy colorida y linda, metí a la lavadora la blusa y algunas cosas más. Adoro el suavizante perfumado que mamá deja aquí, siempre olvido comprarlo y ella lo sabe, es por eso que se encarga de llevarlo ella.
—L-lo siento, cariño. Mi madre discutía con mi padre y el esposo de mi hermana, no sé qué ocurre, me encargaré de averiguar y te llamaré.
—Oh. sí, de acuerd...
Pietro colgó y me callé. ¿Wanda estará bien? Él se oía alterado. ¿Debería insistir? ¿cuál es mi rol como novia aquí? ¿soy más amiga de Wanda que novia de Pietro?
Ordené mi hogar otro poco, realmente no deseaba esperar más. Me aterra pensar en que pudiese ser más frustrante de lo que ya es, aquella charla que debía tener con todos mis exes, y que no tuve con Tony hasta antes de su boda. Pietro se veía diferente, creía que él sería ese "final" en el juego. No fue así, eso es aterrador.
Quizá solo necesito huir a casa de mi madre, reunirme con ella me hará ver todo con más claridad. Ella me ama, sé que incluso un abrazo será suficiente para hacerme sentir mejor y menos estresada.
Cuando era pequeña, ella solía ayudarme a olvidar los problemas con una tarde de madre e hija en casa o en un parque. No teníamos demasiado dinero, la vida era a justas, y en una casa con un alquiler más alto de lo que realmente valía, pero, aun así, disfrutamos de hermosos días allí. Mamá se encargaba de preparar mi comida favorita, de gastar dinero que no teníamos en gaseosas y dulces, sin importar que tuviese que pasar de largo por la noche para apresurar su trabajo, ella realmente quería que intentara creer que los problemas eran menos importantes si la tenía cerca y lo logró, ¿por qué cuando pude comprar una casa para ella, elegí irme a un departamento propio? porque ha cuidado de mí toda su vida, quiero que cuide de sí misma con mi ayuda. Quiero devolverle esas noches de trabajo arduo y quiero hacerla la mujer más feliz y malditamente presumida del mundo, porque la amo.
Oh, Dios. Quiero ver a mi madre antes de que toda esta situación me haga colapsar.
No me tomó demasiado escapar de casa, llegar a la entrada de mi madre y verla regando los pensamientos de su jardín me pareció hermoso. Luego de que he comprado aquellas flores para Wanda, también me he encargado de hacerlo para mi dulce madre, y ha sido lindo, mamá adora su jardín y las plantas.
—Cariño, ¿qué haces aquí? No te esperaba hoy.
—¿Puedo dormir en tu habitación? —pregunté y ella enarcó una ceja.
—Entonces es serio, pondré el agua a hervir y prepararé pollo.
—Me encargaré del resto de tu jardín —dije y ella negó.
—Si te atreves a tocar mi jardín, cortaré tus manos, Natalia Romanova Vostokoff.
Giré los ojos. Ella por poco deja toda la guerra fría en mi certificado de nacimiento.
—Al menos no dijiste mi segun...
—Alianovna. Es hermoso y tu abuela lo eligió. Respeta a la anciana Djorka.
Ella entró en su casa, la seguí sin rechistar. Jamás debo hacer enfadar a las memorias de una rusa.
Mamá y yo nos sentamos a tomar algo de té mientras elegía de qué manera comentarle todo. Incluso que tenía un novio, y no era lesbiana como ella creía.
—¿De qué trata esto? —preguntó.
Dejé escapar un suspiro y bebí lo último de mi taza de café. Es mi madre, ella siempre me da soluciones.
—¿Recuerdas que comentaste que me aceptabas tal y como soy? —pregunté y ella asintió —. Pues no soy —ella enarcó una ceja —. Es decir, no sé si soy o no, solo sé que no es lo que de momento soy, porque no es algo que hubiese experimentado.
—Continúa... —dijo con extrañeza.
—Tengo un novio, pero creo que él si es gay, o bisexual o algo por el estilo, pero por su familia, no lo asume o intenta evitarse —dije rápidamente.
—¿Y por qué es tu novio? —preguntó mamá.
—No sé, y tengo mil dudas, no había dicho nada sobre él porque no quería ilusionarme en vano, y sí, creía que él era realmente el indicado, pero no me siento atada a él, quizá me preocupa mucho más perder el vínculo con su hermana, porque es una gran chica y disfruto de su compañía, pero Pietro... Creo que él coqueteaba conmigo y Clint a la vez.
Mamá me dio una mirada de aquellas que reconocería en cualquier sitio. Ella quería entender cómo he rescatado tantas conclusiones.
—Clint estuvo algo distante, charlamos antes...
—¿Crees que tu novio inicio todo?
—Clint no lo haría, él creía ser heterosexual y a sus treinta y pico de años descubrió no serlo, eso no es su culpa, además, Pietro es alguien con quien dudarías.
Ella rió.
—Enséñame una foto del novio que no traerás.
Le enseñé una foto que había tomado de ambos recostados viendo una película, y ella bufó.
—Estaba claro. Es demasiado lindo, no te ofendas, amor. Pero este muchacho no era para ti.
Me sonrojé. No sé si debería ofenderme o no.
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Wanda.
James dejó la última maleta en la habitación, y yo volví a leer el amante de Lady Chatterley. Realmente es un gran libro, Peter tiene buen ojo con estas cosas, no por nada es un excelente lector.
—Es la última. Todo está aquí —dijo él peinando su cabello.
—Lo sé.
El silencio volvió a presentarse. Incómodo.
—Wanda, sé que estás molesta, pero no puedes pretender que no duerma en mi habitación. Soy tan dueño de esta casa como tú, y soy tu esposo —se quejó.
No contesté. pero él se veía frustrado. Avanzó hasta el baño y pude ver por el rabillo de mi ojo como la luz se encendía. El agua comenzó a caer.
La habitación de huéspedes tiene un baño propio. No sé qué necesita de este sitio.
Seguí con la lectura por unos minutos más, hasta que lo vi salir con una toalla en la cintura. Su abdomen tonificado y el agua corriendo por él podrían haberme hecho caer en cualquier momento, pero esta vez elegí mi fortaleza. No podía aceptarlo solo porque me gusta.
—¿Te gusta lo que ves? —dijo al notar que no paraba de verlo. Volví la mirada a mi libro.
—Tal vez a tu amante le gusten esas preguntas —dije fría —. El baño de invitados tiene baño propio, usa esa habitación o pide que construyan un baño extra en la habitación de infantes.
Él no dijo nada. Se cambio delante mío y avanzó hasta la cama. Levanté la mirada.
—¿Qué haces?
—Me recostaré en la cama donde he dormido desde que regresamos de luna de miel.
Reí.
—Vete.
—No —tomó las mantas.
—James Buchanan Barnes, fuera de esta habitación —dije apartando su mano de una patada.
—Que no —se recostó a mi lado y me levanté —¿A dónde vas?
—A la jodida habitación de invitados, y no me sigas o te prometo que llamaré a la policía.
Él no dijo nada. Llegué a la habitación y me recosté. He dejado el libro en la habitación de arriba. Joder.
Me metí en el móvil, los mensajes de mi familia y de Natalia estaban sin responder, incluso el grupo con mis muchachos. No quería responder preguntas que ni siquiera yo sabía cuál era la respuesta correcta o la justificación a mis malas decisiones.
Le escribiré a Natalia.
Wanda🌻| ¿Muy tarde para regresar y decir hola?
No le tomó demasiado contestarme, eso es algo que agradezco de aquella pelirroja mujer, siempre responde rápido y para alguien que odia enviar y recibir textos, es agradable ir al grano.
Natalia💛| No, no lo creo. Estaba preocupada por ti, pero ahora que apareces, siento alivio y podré dormir en paz :)
Natalia💛| ¿Todo está bien?
Wanda🌻| No, no lo creo, y tal vez necesito un café mañana por la mañana.
Natalia💛| Trabajo toda la mañana D:
Natalia💛| Pero puedes venir conmigo, sería divertido.
Mierda.
Wanda🌻| Oh, no, no quiero ser una molestia, querida. No planeo quitarte más tiempo del que ya te he quitado.
Wanda🌻| Gracias por dejarme quedar en tu casa ayer por la noche. Descansa.
Natalia💛| Calle 4, edificio blanco. Ve al tercer piso y di que vienes con Natasha Romanoff. Nos vemos a las diez, podríamos almorzar. Un beso.
Sonreí. Es muy terca.
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Nota.
1/¿?
❝Apolo❞
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