18°
Wanda.
La habitación de mi hermano es similar a un basurero con demasiados colores oscuros. No puedo definirlo de otra manera.
—Siéntate allí. Pondré hielo en tu labio.
—No es necesario. Se irá en un par de días, y creo que me veo más sexy —sonrió.
Giré los ojos, puse aquel trozo de hielo envuelto en una manta especial para estos casos. Mamá es aquella mujer que en cuanto ve algo en internet, una revista o televisión, lo compra. Jamás creí que las mantas para hielo servirían.
—Debe bajar la inflamación, Pietro. Es tu último año escolar, no quiero que crean que vas por mal camino.
—No es algo que no piensen ya —se quejó acariciando su cabello.
—¿De qué hablas?
—Pues... —balbuceó.
Me senté delante suya y mantuve el hielo sobre su labio. Él se echó un poco para atrás.
—Quieto.
—¿Sabes? A veces no eres suave —se quejó.
—Deja de quejarte, y explícame de qué hablabas.
Él tomó el hielo y me acomodé mejor sobre el pequeño asiento. Sus ojos estaban observando algún punto muerto de la habitación, estaba claro. Él duda en decírmelo.
—No quiero ser militar, Wanda. Tampoco doctor, o abogado, o lo que papá planee para mí.
Suspiré.
—Peet... Eres pequeño, no es necesario que pienses aún en esto. Te queda un año para...
—Es que ya lo he pensado, Wanda. Quiero ser músico, no quiero cortarme el cabello, no quiero un horario de oficina. Quiero despertarme a diario sabiendo que elegí ser feliz, y te amo, pero si no me apoyas, entenderé que estoy solo en...
—Te apoyo. Te amo, quiero que seas feliz, es todo lo que me importa —le interrumpí.
Peter sonrió. Dejó caer el hielo y se lanzó sobre mi cuerpo. Ambos caímos en la alfombra, y mientras él repartía besos por mi rostro, yo no dejaba de reír.
—Eres la mejor. Eres la mejor. Eres la mejor.
Lo repetía sin detenerse, se me hinchaba el pecho de alegría, y él parecía mucho menos preocupado que antes. Creo que ambos nos amamos con tanta locura que seríamos incapaces de abandonarnos.
Tras unos minutos abrazados en el suelo, oímos el golpeteo de la puerta.
—Joven Peter. Ha llegado su pizza y una gaseosa.
—Quédate conmigo. Veamos algo —Peter pidió, y acepté.
Vi como mi hermano pequeño se levantaba con entusiasmo e iba hasta Balbina para recibirla con un beso.
Él no es un chico malo, es agradecido, es cortés, y además nunca sé como sentirme al ver que a aquel adolescente que catalogan como difícil, siempre desea pasar un poco de tiempo conmigo.
—¿Qué película?
Se acomodó sobre la cama, y dejó la bandeja allí. Él ni siquiera preguntó si yo deseaba o no comer algo, preparó un platillo para mí y para él, sin más.
—Algo romántico.
Peter bufó.
—No entiendo por qué te gusta tanto el cine romántico. Es aburrido.
—Tal vez porque tu hermana es una enamorada del amor y desea ser amada como en una película.
—¿Y cuándo llegará tu verdadero amor? Porque aún sigues esperando a que el equivocado cambie —se quejó.
Lo vi elegir "la boda de mi mejor amigo", él sabe que es de mis favoritas. Sonreí. Julia Roberts es un verdadero ángel caído del cielo a la tierra, sobre todo en esta película.
—No se trata de que cambie.
—¿Entonces de qué se trata? —preguntó.
—No lo sé, Peter. Simplemente me gustaría pensar que esto puede tener el final que todos esperan, donde James y yo podemos contra cualquier obstáculo, tenemos un precioso bebé y vivimos una vida plena, pero...
—Pero no es lo que debe ocurrir y lo sabes —insistió. No dije nada —. Wanda, sé cómo nos han educado, sé que tal vez parece ser que no hay otra forma que lo tradicional, pero las hay. Existen muchas maneras de vivir allí fuera, y mientras sigas creyendo que debes crear la vida que nuestro padre dibujó para ti, no encontrarás tu realidad.
Bajé la mirada hasta mis manos. Mi anillo de compromiso había dejado una marca, y ahora que no estaba, la pálida zona me hacía sentir vacía.
Mi hermano acarició mi mejilla, y yo tomé el valor de verlo a los ojos.
—No lo sé, Peter... A veces creo que tú estás más dispuesto a derrumbar muros que yo ayudé a construir —dije insegura.
Él suspiró.
Ambos sabemos que su generación y la mía son tan diferentes que estamos lejos de encontrar un punto en donde sus ideales de libertad encajen con lo que creo que se me permite hacer.
Sé que estoy atrapada en un ciclo de lo que me permiten, y lo que deseo pero no puedo hacer, eso me frustra, pero es lo que es. Es lo que tengo. Hago lo que tengo con los que me criaron para hacer.
—No hay muro que no se pueda derribar. Recuerda a los tres cerditos, si el lobo hubiese tenido una excavadora, la historia sería diferente.
Sonreí.
Recosté mi cabeza sobre su pecho, y la película siguió su curso. Estar con mi familia me llena de tanta energía que no puedo describirlo, amo a mis hermanos, los amo tanto.
No sé cuánto pasó hasta que me dormí, solo desperté más tarde, viendo a mi hermano roncar y la pizza acabada. Netflix nos preguntaba si seguíamos allí, por lo que apagué el televisor, cubrí a Peter y salí de la habitación.
Iba caminando somnolienta por el pasillo, directo a mi habitación para dormir otro poco, pero me detuve un segundo.
—Wanda.
Sabía que notaba algo diferente de reojo, pero no fue hasta que oí su voz que entendí.
—¿Qué haces aquí?
James avanzó hasta quedar delante mío y noté lo terrible que se veía. Ojos rojizos, barba crecida, ropa mal acomodada y cabello demasiado largo.
Solo ha pasado una semana.
—Necesitaba verte, ignoras mis mensajes, no contestas mis llamadas, y yo, yo...
Sus pasos me aterrorizaron, y retrocedí de golpe. Como si él fuese un cazador y yo la presa, me sentía indefensa y sabía que existía una posibilidad de ser atrapada. Atrapada por él y devorada de la forma más sangrienta de todas... Con amor a medias.
—Necesito espacio. Te lo pedí —dije rápidamente.
—Ya te he dado demasiado tiempo libre, Wanda. Te necesito.
—Acepté tu trato, James. Respeta mi parte en esto. No nos divorciamos si me das tiempo para pensarlo.
—Es que...
—James, hablo en serio. Vete de aquí. Si papá te ve así, sabrá que algo anda mal, y no necesito más problemas en casa, ya todo está demasiado revuelto. Si te queda algo de amor por mí, y decencia, vete.
No tuve que decir más. Él dejó algo en el suelo, y bajó las escaleras sin rechistar. No oí la puerta, pero asumí que ya no estaba en casa, porque me quedé de pie y estática, casi moribunda, por bastantes minutos.
Tenía ganas de llorar, tanto que me sofocaba, pero no podía hacerlo, no salía nada de mí. Estaba seca.
—Tú puedes, Wanda...
Me di ánimos y tomé aquella caja que reposaba en la alfombra. La abrí.
Siempre tuyo, James.
Suspiré.
Es un hermoso collar que usaba en nuestros primeros años de relación. La medalla que le dieron en su primer año como cadete del ejército de papá. Mientras lo ascendían, él solo conservaba aquella, porque fue en el momento en que más se unió a mi padre, y según sus palabras, conoció el significado de la familia. Es por eso que para nuestro tercer año de relación, envió a grabar aquellas palabras, prometiendo amarme para siempre, esperando que ambos alguna vez tuviéramos nuestra propia familia.
La sostuve entre mis manos, cerré los ojos y volví a meterla en su cajita. No la usaba desde hace años, una vez se rompió y no volvió a quedarse en su lugar. La última vez la perdí en el auto de Pietro, y desde allí, la dejé entre mis cosas más preciadas. Incluso cuando mencionaba arreglarla, James insistía en que no era necesario mientras usara el anillo de compromiso.
No se trataba de marcar una señal de compromiso, se trataba de los detalles, pero él no lo veía así.
—No lo entendiste hasta que fue muy tarde... —susurré.
De pronto un mensaje de texto me sorprendió.
Número desconocido|Hey, Wanda. Lamento escribirte de la nada. Pietro ha dicho que sí deseabas venir con nosotros a comer algo en mi departamento.
Número desconocido| Por cierto, soy Natalia :D
La carita feliz en el final del mensaje me hizo sonreír.
Realmente deseaba hablar con ella, y me sorprende que no hubiese pedido su número a Pietro antes. Deseaba disculparme por la actitud de mi mejor amiga antes. Ella se fue tan rápido que me sentí terriblemente culpable.
No tardé demasiado en retirarme, me sentí incómoda luego de su trato a Natalia, de todas formas... Es mi cuñada, ¿no?
Bajé las escaleras para meterme en la habitación, vi a mi madre ordenando algunas cosas.
—¿Te diviertes?
Ella se giró con una sonrisa.
—Me encanta doblar tu ropa, lo sabes. Además, huele muy bien —dijo algo entristecida.
Me destroza verla así.
—Mamá, sé que quieres fingir que todo está bien, pero puedes hablar conmigo. Soy tu hija y te amo, estaré contigo siempre. Incluso si... —bajé la mirada — me aterra perderte por esta decisión.
—Cielo, no es algo de lo que tú y tus hermanos deben...
—Me preocupa, mamá. Tú, y... el estado de mi hermano —hablé observando su abdomen.
Aquello la hizo estallar en lágrimas. No pudo contenerse más, la tomé entre mis brazos tal y como ella me tomaba de pequeña cuando algún juego con mis hermanos o una caída me lastimaba.
Irina no podía detenerse, ella simplemente quería sentir que alguien la apoyaba. Solo eso.
—No puedo creer que tu padre esté actuando de esta manera, Wanda. Él jamás les levantó la mano, y de pronto estalla con Peter. Sé que es un niño difícil, tiene su carácter y tu padre también, pero... —otro sollozo.
No dije nada.
No podía hacerlo.
Amo tanto a Peter, a mi madre, y a mi padre... No sé que opinar. ¿Es normal no saber qué opinar? Es como si... como si siempre hubiese tenido todo escrito.
No me gusta improvisar.
[~~~]
Natalia.
Wanda🌻| Natalia, querida. Me encanta la idea. Ahora me pregunto por qué mi hermano es incapaz de enviarme un mensaje 🙄
Wanda🌻| de cualquier manera, acepto la invitación de ambos. Envíame tu dirección, ¿las siete está bien?
Sonreí.
—Tu hermana ha dicho que sí, bombón —hablé viendo a Pietro cocinar.
—Te aseguro que es su comida favorita, y yo... te agradezco que me permitas invitarla, no ha estado muy bien de ánimos, y necesito preocuparme por ella, espero no te moleste.
Negué.
Pasé mis brazos por su pecho y pegué mi rostro a su espalda.
—Me encanta lo dulce que eres con tu familia, Pietro...
Él besó mis manos, y se giró para besarme.
—Sé que es poco tiempo, pero podría acostumbrarme a esto —susurró —. Siempre quise tener a alguien que mi hermana adorara, es importante para mí que ella sobre todo, pueda estar presente. Hemos sido compañeros del otro por años y...
—Yo lo entiendo, Pietro. No te preocupes por eso —dije tomando sus manos.
Levanté la mirada. Él sonrió de forma seductora y movió mi cabello para el costado antes de acercarse hasta mi cuello y besarlo.
—Esa es mi cadena... —susurró nervioso.
—Oh, yo... La dejaste aquí hace unos días. No quería que se perdiera, lo siento —dije intentando sacarla.
Él me detuvo.
—Puedes usarla. Era de un amigo.
—¿Era? ¡¿Murió?! —dije espantada y él negó rápidamente.
—No, no... Me la dio cuando entré en la escuela militar. De hecho, lo conoces. James Howlett, lo vimos en la fiesta —se apartó un poco para cocinar.
Me senté sobre la encimera para verlo. La camiseta se le ajusta jodidamente bien y su trasero es muy lindo con aquellos pantalones café claro.
—Oh, creo recordar. ¿Qué ocurrió?
—Ya no es igual. Es todo. La gente crece, y cambia para adaptarse, es todo.
Suspiré.
Clint no ha contestado mis mensajes...
—Supongo que es cosa de tener amigos. No todos son para siempre...
Él asintió y no dijo más.
Cuanta nostalgia en una simple cadena.
Nota:
Me gustan mucho estas dos. Natalia y Wanda son buenos personajes, pero créanme, todos tendrán una relevancia bestial.
—Apolo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top