17°
Natalia.
Avanzamos por una de las tiendas mientras nos manteníamos en silencio, ¿debía hablar primero? Honestamente no sabía de qué. Creí que sería fácil comentárselo, porque nos agradamos, pero erré.
-¿Estás molesta? -pregunté.
-Oh, no seas ridícula, cielo. Solamente estoy pensativa, ¿no es algo pronto para ustedes?
Dejé escapar todo el aire que contuve a la espera de su respuesta. Al menos no me odia.
-Es lo que le he dicho, pero no quería dejar pasar la oportunidad.
Ella se carcajeó. No comprendo, en serio creía que me odiaba y de pronto parece la misma mujer simpática que no fue durante el camino hacía esta tienda. Me toma por tanta sorpresa como su hermano y eso es mucho decir después de su aparición en mi apartamento que acabaría en sexo y un noviazgo.
-Pietro es una caja de sorpresas.
-Es algo de familia ¿no? -pregunté por impulso. Mordí mi labio inferior al no recibir respuesta.
Excelente, Natalia. Gran trabajo. Realmente siempre acabar metiendo la pata, no importa cuánto lo intentes. Tienes un problema con cuidar de tus palabras antes de decirlas.
-Es lo que creo, y te estoy siendo totalmente honesta -dijo Wanda y señaló delante.
Moví mis ojos en la dirección que me señalaba, noté unas luces led en una pared de ladrillos bastante oscura, allí decía "vamos a comer, vamos a beber, vamos a hablar", pues es una buena invitación.
-Yo invito -dije y avancé con Wanda tras de mí.
-No es necesa..
-Quiero hacerlo, por favor -insistí -. Es mi forma de pagarte la hospitalidad de hace unos días.
Y lo que es estar con mi bocota por tantos minutos...
-Está bien, pero la próxima vez invito yo -dijo ella rápidamente.
-Supongo... No tengo demasiada fe en que esta charla nos logre unir lo suficiente como para que desees verme otra vez, incluso s es cerca de tu hermano -dije insegura.
Ella negó, y en ese preciso momento noté que utilizaba pendientes, unos muy brillantes y lindos.
-Me agradas mucho, Natalia. Sin embargo, estás saliendo con mi hermano y quiero comprobar que eres lo que él merece, porque no me gustaría encontrarme con Pietro sintiéndose miserable, vacío o dañado. Quiero conocerte y que seamos amigas, porque solo alguien que realmente valga la pena para mi familia, podría llegar a agradarme. Ellos van antes que todo.
La sinceridad en su voz y la seriedad en esos ojos brillantes, me hicieron sentir como cuando iba en la escuela y la directora me regañaba por tener una entonación diferente al hablar, siempre repetía "no estamos en tu país de comunistas, cariño. Esto es América" y yo respondía "Es Manhattan, maestra".
-Tú también me agradas, Wanda -dije y se generó un silencio enorme - Y sobre tu hermano, él me gusta mucho, yo a él. Quiero que mi madre le conozca y ver qué ocurre, pero también me asusta que se vuelva serio -admití.
Mierda. No sé si debía decir aquello. No es algo que hubiese asumido...
-¿Por qué el compromiso te aterraría? -preguntó extrañada.
-Porque realmente me gustaría enamorarme y ser correspondida -solté de pronto.
¿Qué ocurre conmigo? ¿Qué es este golpe de honestidad? Es decir, siempre he sido un desastre para controlar mis palabras, pero de pronto me veo actuando como si Wanda y yo nos conociéramos de toda la vida, y mis secretos no existieran ante sus ojos, es diferente. Ciertamente, ella me genera confianza, pero no sé qué tan bueno sea esto.
-Entonces, ¿cuál es el problema en comprometerse? -preguntó sin salir de aquella mirada perpleja.
-El compromiso no es un problema cuando el amor es verdadero, creo en eso. En los vínculos, pero honestamente comienzo a dudar de si son o no para toda la vida, porque mi vida amorosa es un fiasco.
-¿De qué manera?
Dejé escapar un suspiro que me hizo sentir miserable recordando el cabello oscuro de Anthony. He evitado a toda costa pensar en él, ¿realmente alguna vez me quiso o fue una fantasía de mentiras que duró dos años? ¿Signifiqué algo para él?
No dije nada, una lágrima rodó por mi mejilla y la sequé con rapidez. Creo que evitar el tema no significa que lo he superado realmente, y eso es un problema. El dolor de dejarlo ir no se irá, y no es que yo no comprenda el daño que me generaba su actitud irresponsable hacía mis sentimientos, sino que tuvimos tantos buenos momentos, todo eso me hace pensar en lo lindo que sería volver, solo por un par de minutos, a sentirme de esa manera, a estar en ese momento. Cuando solo éramos él y yo...
-Hey. Hola, dos copas de vino.
-Wanda Barnes, que agrado volver a verla -dijo alguien a mis espaldas -. Le informaré a la señorita Carter que está en el restaurante.
Ella negó.
-Peggy, querida. Es igual de lindo verte, pero agradecería que no la molestes. Estoy con una amiga hoy, queremos una charla tranquila -comentó la castaña.
-Oh, entiendo, no te preocupes. ¿Algo para beber?
-¿Estás trabajando hoy?
La charla se mantuvo unos minutos hasta que Wanda repitió nuestra orden y yo me mantuve callada esperando a que su conocida se alejara. En todo ese proceso noté como este bar es realmente un sitio para pijos. Cada copa de vino me costará tres sesiones de fotos enteras.
-Ya nos traen todo. Lamento la interrupción, espero que te sientas más tranquila. No hay presiones, cuéntame lo que puedas contarme, tenemos tiempo.
Levanté la mirada y estiré mis manos entrelazadas sobre la mesa, ella estiró la suya y sonrió.
-Pequeña... Relájate. Es una charla amistosa. Dame la mano -dijo acercándose un poco.
Tomó mis dedos y luego unimos nuestras manos. La suya estaba helada y la mía muy tibia, por lo que fue reconfortante. Reí.
-Lo siento, en serio yo no quería que me vieras así. Supongo que me generas bastante confianza y creí que podía hablar del tema, pero tal parece que no estaba lista.
-¿Ex novio?
-Dos años intensos y dulces. Supongo que no me sentía tan bien desde que tu hermano llegó a mi vida, y me aferro a eso, él también.
-¿Sabe de este ex?
-Sabe que pasaba por una situación difícil, mis amigos intentaban que conociera a más personas y Pietro es mucho mejor que cualquiera de mis ex. Te aseguro que no deseo dañarlo, y espero que él a mí tampoco.
-Él no te dañará, cielo. Oh, Dios, lo conozco desde toda nuestra vida y jamás le he visto así de emocionado por alguien. Créeme, sé de lo que hablo, él...
-Gracias por las flores, Wanda -dije yo.
Ella sonrió.
-De eso hablo, él creyó que yo sabría que darte, y esperaba que en serio te gustaran, porque sé que lo haces feliz, quiero que sea feliz, y tú también lo mereces. Sin importar que tan imbécil fue tu exnovio para dejarte escapar, yo no permitiré que eso ocurra esta vez.
Sonreí.
Wanda y yo nos mantuvimos compartiendo una mirada de sinceridad, con las manos entrelazadas, en un silencio enriquecedor. De fondo podía oír una canción lenta y muy linda.
-Adoro esa canción... -comenté y ella levantó la mirada.
They long to be sonaba en los altavoces.
-Mi hermano pequeño adora una película que tiene aquella canción...
-¡Los Simpson! Tu hermano es un gran conocedor de la real comedia americana.
Ella hizo una mueca. ¿Qué he dicho ahora?
-Dime que tú no crees que Estados Unidos es América, por favor.
-Oh, no, me refiero a que América ama Los Simpson. No es solo aquí, de hecho mi madre tiene una tía que vive en una parte de América del sur y sus hijos son muy fan de esto -dije y ella dejó escapar un suspiro de forma exagerada. Reí -Me sorprende que la hija de un general de alto rango, esposa de un militar y hermana de otro, se atreva a no considerar a su madre patria como la reina americana del concurso de belleza -me burlé y ella explotó en carcajadas.
El vino llegó y yo agradecí al ver que Wanda no podía dejar de reír. Tiene una risa melodiosa y agradable, en serio me parece agradable.
-Oh, Dios. No digas eso frente a mi padre -dijo secando las lágrimas provocadas por la risa.
Levanté las manos en señal de rendición. Ser bocaza me ha servido.
La charla continuó mucho más relajada, ella no indagó en mi vida privada y lo agradecí. Hablamos sobre mi madre, sobre sus padres, sobre ella, Pietro y sobre mí. Todo fue risas y su voz grave repitiendo "eres graciosa, Natalia" lo que me daba mucha alegría. Fue mágico, y de pronto llegaron sus amigas.
-Lo veo y no lo creo. Wanda Maximoff -habló aquella rubia de rostro serio.
-Barnes, querida. Se ha casado -dijo una pelinegra.
Ninguna me miró, Wanda solo se mantuvo en silencio ante la disputa por su apellido.
-Chicas... Es lindo verlas, Natalia y yo estamos tomando unas copas.
-Pagas tú, ¿no?
Levanté la mirada encontrándome con la rubia y su mirada despectiva. ¿A qué se refiere?
-Sharon, no seas descortés.
-Solo digo que los precios de mi sucursal son más elevados que las otras en la ciudad. Aquí se vende una experiencia, no una cerveza llena de colorantes.
No dije nada, acaba de ser totalmente irrespetuosa conmigo y mi situación económica, ¿es que acaso todos creen que vivir del arte y no tener una cuenta en el banco administrada por mami y papi es malo? Me he esforzado siempre. Joder.
-Pago yo -me puse en pie -. Ya regreso.
-Natalia...
-Yo invito, lo dije -me alejé.
-Sharon, no debiste decir eso. No seas mala con ella, es una gran chica... -oí a Wanda susurrar.
Pagué, en efecto ha sido el vino más caro que he bebido en mi maldita vida, pero no me interesaba eso. No entendía cuál era el propósito de intentar humillarme por si tenía o no dinero, ¿cuál es la necesidad en eso?
Wanda reía con sus amigas, y decidí que era un buen momento para marcharme. Me acerqué a ella mencionando que vería a mi madre. Ella parecía decepcionada, pero sus amigas rápidamente se sentaron con ella. Nos despedimos y agradecí la charla antes de decir adiós a todas e irme.
La gente con dinero es insoportable.
[~~~]
Wanda.
-¡Peter, a tu habitación!
Papá gritó con fuerza.
Cerré la puerta con cautela, acabo de llegar y no comprendo a que se debe esta intensidad. Parece un campo de batalla.
-¡Vete a la mierda, Erik Lehnsherr!
-Peter... -mamá lucía espantada.
-No, mamá. Me he cansado de que papá crea que todos somos sus soldados y debemos acatar las ordenes que nos da, solo porque es un imbécil con uniforme. ¡No me importa! Escúchame, Erik. Mi madre no abortará si no lo desea, no seas un idiota y reacciona.
Me quedé estática. Le han dicho.
No tuve tiempo de reaccionar cuando vi a papá abofetear a Peter, me abalancé sobre él y sostuve a mi hermano quien tenía el labio enrojecido por la sangre. Papá es un hombre grande y como tal, tiene manos grandes y pesadas.
-Peet...
Él no dijo nada.
-¡Estoy harto de tus insolencias, Petraeus! -gritó papá y su mano se alzó otra vez.
-¡Suficiente, Erik Nathaniel Lehnsherr! -gritó mi madre parándose delante de ambos -. No volverás a levantar la mano en esta casa, porque me iré.
Él bajó su mano con la mirada perdida. Pareció entrar en razón. Se alejó del salón con los ojos húmedos, mamá se giró a Peter.
-Bebé, lo siento tanto...
Él negó.
-Gracias por defenderme, mamá. No dejes que te quiten a mi hermanito. Yo cuidaré de él si hace falta.
-Claro que sí, amor, claro que sí -dijo ella.
Mamá sollozaba abrazando a mi hermano menor. Dejé escapar un suspiro sin entender lo que ocurría y cómo ocurrió. ¿Por qué todo parece de cabeza aquí y en mi vida personal? Esto es abrumador.
-Traeré el botiquín -dije y mamá negó.
-Hablaré con tu padre. Ve a curarlo en su habitación. Peet, te pido que no bajes hoy, descansa. Le diré a Harold que pida una pizza para ti.
Él asintió emocionado por eso. Adora la pizza.
-Yo me encargo -dije empujando con suavidad a mi hermano.
Mamá asintió y se alejó, también se ve algo perdida en este enorme sitio... Parece un laberinto de incertidumbres... Esa es la vida de los Lehnsherr Maximoff últimamente.
Nota:
¿Qué tal estuvo su celebración, estimados lectores?
-Apolo.
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