14°

Natasha.

—La cama es como... Un montón de nubes —dije y pude oír la risa de Lena —. Kara, esto es demasiado lujoso, creo que definitivamente es de donde proviene tu esposa.

—¡Hey! —la queja de mi mejor amiga no tardó en oírse.

—Ella no habla en serio, amor —rió Kara —. De hecho, así me he sentido la primera noche en casa de mis suegros. Un mundo diferente.

—Suegros —dije espantada —. He conocido a sus padres en una discusión, bueno, a su padre. Su madre es un ángel, igual que su hermana. Wanda es muy agradable, y solo hemos convivido una noche.

—Esa Wanda se escucha interesante —dijo Kara.

—Mhm —afirmé observando la habitación —. Es todo tan cómodo, incluso la pijama que me han entregado. Es de seda.

Oí el repiqueteo de una mano en la puerta.

—Debo dejarlas. Las llamaré luego. Las quiero. Un beso a la pequeña.

—¿Hola? ¿Puedo pasar?

Me acomodé en la cama, y extrañada por reconocer la voz de Wanda, no contesté de inmediato.

¿Qué hace aquí? Digo, es su casa, pero...

—Adelante.

Aclaré mi garganta. Joder. Me duele la laringe, ese es mi problema con beber tanto en las noches... y otras cosas.

—Buenos días, Natalia —dijo entrando en la habitación.

Ella estaba envuelta en una bata, la usaba con delicadeza, y realmente sentí que nadie podría despertarse así de perfecto por las mañanas, ¿es algo genético?

—Wanda, hola...

—Lamento molestar otra vez. Mis padres han ido al doctor, y Pietro se está encargando de unos asuntos con Peter. Lamenta mucho no poder estar aquí... —dijo apenada. Sonreí —. Por lo que para el desayuno solo seremos tú y yo, luego de eso puedo llevarte a tu casa. Bueno, le pediré a Happy que nos lleve, yo no conduzco —rió.

—¿No? Creí que era un requisito —mencioné —. Ya sabes, esposa de un militar, hija de un militar... Debes estar llena de compromisos importantes.

—Tengo a Happy —argumentó mientras se sentaba en el sofá frente a la cama —. Él me ha llevado a todos lados siempre, y se mantendrá, no pienso dejar a mi querido Harold ahora que me he casado.

Sonreí.

—Eso es lindo...

Nos observamos en silencio. Ella sonrió, no dijimos nada, y todo se volvió incómodo.

—Bien, yo... Me daré un baño.

—Le diré a Jarvis que traiga algo de ropa cómoda de mi closet para ti. Creo que somos de la misma talla —dijo observándome —. Luego baja las escaleras, no será difícil encontrarme...

Sonreí, y ella correspondió al gesto. Es agradable, en serio lo es. Tony no tenía hermanas, pero estoy segura de que si las tuviera no serían tan agradables como Wanda.

En cuanto salió de la habitación, me puse en pie, me di una ducha y al salir la ropa ya se encontraba fuera. Son comodidades de ricos que no acabo de entender.

—Y pensar que mamá pudo casarse con uno de estos... —dije observando uno de los cuadros del salón.

—Espero que ese matrimonio fuese próspero.

Me giré encontrándome con los ojos cautelosos de Wanda. Ella sostenía una de sus manos con la otra, de manera delicada avanzó hasta mí, con un atuendo elegante y cargado de su energía femenina, no hacía más que lucir bien. Ella me debe un par de clases de moda.

—Bueno, mi padre no es una figura presente en mi vida, entonces creo que se imagina que no fue así —dije yo.

—¿Divorcio? —preguntó quedando a mi lado.

Ambas observamos el cuadro pintado. Un hermoso óleo plagado de emociones que ni siquiera puedo describir... Eso diría si realmente entendiera el punto de esta obra. Es un soldado, con bigote, y su gorra en la mano.

—Muerte. No le he conocido, pero por lo poco que mi madre menciona sobre él. No parece mal sujeto —hice una mueca.

—Cuanto lo lamento, Natalia —llevó una de sus manos hasta su pecho —. No tenía idea, de verdad, yo...

—Claro que no tenía idea, Wanda. No nos conocemos, por Dios. Ni siquiera Pietro lo sabe —dije rápidamente con una sonrisa. Quería que se relaje.

Ella suspiró.

—Tiene razón... —dejó ir un suspiro—. A veces creo que mi mayor defecto es no pensar bien en las cosas antes de decirlo.

—Todos somos impulsivos.

Ella siguió caminando, y yo fui tras ella hasta llegar al jardín.

—Nadie es tan impulsivo como yo... —insitió —. Te daré un ejemplo.

—Me encantaría que desarrolles la idea. Gracias.

Ella sonrió.

Nos sentamos alrededor de una mesa de cristal, estaba llena de comida y utensilios que jamás creí llegar a usar, ¿cuántos tipos de platos existen?

—Cuando estaba acabando la universidad, elegí renunciar a eso y dedicarme todo un año a pintar cuadros, creyendo que me sostendría a base de mi arte —suspiró —. Mis insípidos cuadros están por todos lados, como aquel que veías en el salón...

Oh.

Mierda.

—Era muy lindo —murmuré.

—Pero no son arte, y mi vida no se dio como esperaba... Es parte de la experiencia, ¿no? —dijo ella algo cabizbaja.

—No creo que sea falta de talento, si me permites insinuar una idea. Creo que realmente se puede apreciar...

—No los entiendes, lo noté por la forma en que los mirabas...—dijo ella —. No te juzgo, a mi me cuesta muchísimo pensar en expresar algo en mis cuadros, es por eso que a todo mundo le  cuesta tanto entenderme.

—Tal vez no has encontrado el retrato perfecto, ¿te interesa retratar personas?

—No, es el único retrato que he hecho. No consigo proyectar lo que una persona transmite con su mirada. Siempre dicen que una mirada vale más que mil palabras...

—No sé quien ha dicho eso, pero si fuese escritora me ofendería y mucho.

Ella rió suavemente. Se cubrió la boca con la mano y preparó un poco de té.

—Es usted muy agradable, Natalia. Gracias por la forma en que se ha comportado conmigo ayer por la noche. Tan discreta, tan íntima, tan amiga... No habría podido mirar a la cara a mis amigas más cercanas para decirles "hey, esto sucede, auxilio", y con usted no tuve que decir nada. Le debo una disculpa por hacerla sentir como mi niñera...

Negué.

—Ha sido una gran noche. Si bien, me hubiese gustado charlar más, creo que hicimos buenas migas, Wanda. Además, viendo que la conozco desde el día de su boda, me parece increíble poder enmendar mi error con los pies.

—Oh, eso. Fue una pequeñez. Ni siquiera se notaba la pisada —dijo ella.

—Traté de limpiarla bien, hasta que vi a su esposo gritarme, y tratarme de ignorante.

Ella suspiró.

—Hay tantas cosas en James que no parecen buenas, pero cuando intento mirar su alma, solo veo al joven ingenuo y maravilloso del que me enamoré —insistió ella —. Perdone sus actitudes aquel día, Natalia... No éramos nosotros.

—Wanda, no hiciste nada malo. Yo lo dejé en el pasado, ahora estoy preocupada por el asomvroso desayuno que tengo en frente.

—Pues no dilatemos más la situación. Bon apetit! —coreó.

Ambas comimos en un agradable silencio. Traté de imitar sus acciones en todo momento, y no pude evitar parecer un androide esperando instrucciones. No es que jamás tuviese lujos, pero vengo de una familia normal. Madre soltera, hija única, comida normal, mi madre era y aún es modista, trabaja lavando, planchando y arreglando ropa, de pronto me involucro dos veces con un sujeto, y acabo desayunando con su hermana, un montón de cosas que parecen de catálogo, y yo recaliento la cena en las mañanas. También la cena suele ser el recalentado del almuerzo.

—Esto está delicioso. Mis felicitaciones al chef —dije rápidamente.

—Gracias. He tratado de que no fuese demasiado, aunque creo que las tortillas me han quedado algo crudas.

¡¿Lo ha hecho ella?!

—¡Estás de coña! No me creo que lo has hecho tú, Wanda.

Se sonrojó. Mierda, he dicho una mala palabra.

—No, no estoy bromeando. Me gusta la cocina, no soy muy buena, pero lo disfruto.

—¡Eres magnífica!

Ella sonrió.

—Gracias...

No dije nada más. Me dediqué a disfrutar hasta del último trozo de tarta de manzana que había en mi plato, y luego de saborear ese néctar natural de naranja, observé la hora en mi móvil.

Me encontré con dos mensajes de texto, y un correo. Fui a lo fácil.

—Me ha escrito tu hermano.

Ella enarcó una ceja.

—¿Qué ha dicho?

—Pregunta cómo me tratas —dije texteando.

—¿Y cómo te trato?

Levanté la mirada algo perpleja por su pregunta. Ella me veía sin dejar de beber de su taza de té.

—Increíble.

Sonrió.

Clint también me había escrito, él se disculpaba por huir tan pronto de la fiesta. Comenzó a sentirse mal luego de un par de tragos, y Pietro desapareció por unas horas para acercarlo a la ciudad.

En ese momento he bebido un par de copas con Wanda. Todo en silencio, pero ahora que lo recuerdo, no ha sido nada incómodo. Ella logra que el silencio sea muy natural, tan natural como su energía.

—No te lo dije antes, pero... Gracias —comenté alejándome del desayuno.

Quería dar a entender que me iba ya.

—¿Por?

—Fuiste amable conmigo. Una mujer extraña que amenaza con querer robarse a tu hermano mayor, llega de pronto y fue la misma pelirroja idiota que casi arruinó un vestido que tu marido asegura, y con justa razón, vale más que mi persona entera, con órganos y todo —dije con rapidez. La vi reír otra vez. Me gusta cuando ríe por todo lo que digo. Es difícil agradarle a una mujer como ella —. Además, eres una gran afitriona, Pietro desapareció mucho durante la noche, pero allí estabas tú, con todo y tus incovenientes.

—Pietro no sabe mantener mujeres, querida. Lamento tanto eso, me disculpo en su nombre, creo que le agrada tanto tu amigo fotógrafo —suspiró —. No es un hombre de muchas relaciones, no tiene novias y sus amigos siempre desaparecen con el tiempo —aclaró —. Se siente muy cómodo con ustedes.

Las imágenes de su hermano eyaculando en mi mano fueron demasiado gráficas en ese momento.

—Ya lo creo...

—¿Él te gusta, no?

—Mucho. Pietro es un gran hombre. Entiendo el por qué es tan amado, y también entiendo el por qué ama tanto a su familia. Simplemente es perfecto.

—Es un buen hombre. Sé que la mujer que él elija será una afortunada por poder compartir su vida junto a un hombre tan bueno... —su mano tomó la mía —. Y me sorprende mucho, pero Natalia... Aunque no nos conocemos, espero que seas tú la indicada para él. Tienes algo que me hace sentir que... Sería increíble tenerte en la familia —bromeó y sonreí —. Lo veo ilusionado. Me gusta su faceta de noviazgo, no me decepciones...

—No lo haré. Lo prometo.

Ambas sonreímos. Tomé sus manos y observé la marca del anillo. Ella se lo ha quitado, pero el sol se lo recuerda.

La castaña pareció notarlo, y apartó sus manos incómoda. Joder. Le duele mucho.

—Y Wanda... Sobre no conocernos, espero que las instancias se den. Me agrada pasar tiempo contigo, haces del ambiente algo realmente cómodo.

Wanda sonrió.

De pronto oímos unos gritos en la entrada. Vimos a su padre pasar por el jardín mientras su madre lloraba.

—¿Qué ha ocurrido? —preguntó espantada.

—Es mejor que me vaya... —dije rápidamente. Ella asintió.

—Le diré a Happy que te lleve. Gracias por este desayuno agradable. Lamento los espectáculos, creerás que estamos locos —dijo avergonzada.

—Lo común es aburrido... —intenté hacerla sentir mejor —. No es como que mi madre y yo jamás discutiéramos.

—Es que esto no suele ocurrir...

Nuevamente su ánimo decaía. Que mujer más entristecida por la vida...

—Hey, relájate. Los embarazos ponen tensos a todo mundo. Ya verás que tus padres sabrán solucionarlo... —dije y ella me miró extrañada.

—Mi madre no está embarazada.

—Oh, mierda. Mejor me voy. Yo y mi maldita costumbre de cagarla. No le digas que he insinuado que se ve embarazada, me odiará.

Ella rió nuevamente.

—Me agradas, Natalia. Me agrada que te sonrojes tanto como tu cabello —dijo tomando un mechón.

Besó mi mejilla y se alejó. Incluso huele a mujer refinada, y seguramente yo a cerveza.

—Nos vemos, querida. Ten lindo día.

—Nos vemos, Wanda.

Salí campante. Creo que lo he manejado bien.

Nota:

quiero hacer un maratón de 4 o 5 capítulos, pero me gustaría ver más apoyo y no solo lecturas, dependiendo de todo los votos y comentarios que vea en este capítulo, vendrá o no, el maratón.

—Apolo.

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