Capítulo. 3: Nada es gratis

• Jonathan's P.O.V •

Sentí que no me quedaba aliento de tan rápido que había corrido.

Mierda, mierda, mierda... —repetía una y otra vez hasta que llegué a mi coche.

Inserté las llaves, pero se me cayeron. Las recogí con manos temblorosas y volví a introducirlas; sentía que aún me perseguía. Entré, cerré la puerta fuertemente y puse seguro a todas las puertas del carro.

Jadeé mientras veía a todos lados asegurándome de que no estuviera cerca. Steve es mucho más aterrador que un Demogorgon. Solté un suspiro y bajé la guardia mientras tomaba mi cámara y una sonrisa aparecía en mi rostro.

—Menos mal te recuperé, pequeña. —acaricié mi cámara con cariño. —Y podré ver si tomé bien la foto... —fui bajando la voz en busca de mi libreta, hurgando en mis cosas.

¿Y mi diario? Entré en pánico. Puse la cámara en el asiento del copiloto y busqué en toda mi bolsa desesperadamente. Saqué todo, pero no estaba.

Joder; debí haberlo tirado. Me vino a la mente cuando golpeé a Steve y salí corriendo. Mi rostro empalideció.

—¡Oh no, no, no! —arranqué el carro.

• Steve's P.O.V •

Me adentré en mi habitación y prendí la luz en seguida. Veamos que es lo que esconde el Johnny en su death note. Me senté en mi escritorio y abrí el diario en la primera página.

Martes, 27 de diciembre: últimamente he estado tomando fotos a la nada y pensando en la nada. —leí en voz alta con una mueca de extrañes mientras veía imágenes de lo que parecía ser el techo de su casa.

¿Qué babosadas estoy leyendo? Su vida es mucho más aburrida de lo que pensaba. Batallaba para leer porque sólo tenía un ojo descubierto, el otro lo cubrí con una venda y pomada por el golpe que este animal me había dado. He de admitir que no me lo esperaba.

Miércoles 28 de diciembre: Hoy leímos en clase un pasaje que captó mucho mi atención, hablaba sobre el amor y como a veces las parejas pelean por cosas insignificantes... bla, bla, bla. —dejé de leer y ojeé las páginas.

Cada que daba la vuelta me encontraba con más escritos y fotos de todo tipo. De pronto, me detuve en una página en especial que captó mi atención. Me encontré con una fotografía de Nancy mirándome y yo riendo a su lado a fuera de una heladería. Parecía haber sido tomada por un fotógrafo profesional y tenía buena pinta. Luego recordé de quién se trataba... Este demente tiene una foto de Nancy y de mí en su jodido diario.

—Maldito escurridizo. —murmuré para mí mismo y despegué la foto; estudiándola. —¿Cómo la tomaste, enfermo? —repuso.

Entonces, alguien tocó a la puerta y el timbre interrumpiendo mi corta investigación. Bajé saltando de dos en dos escalones y abrí la puerta sin si quiera preguntar.

—¿Steve Harrington?

—Vaya, se te hizo algo tarde. Dos minutos para ser exactos. —le dediqué una sonrisa burlona al repartidor de pizza mientras me recargaba en el marco de la puerta.

—Perdón, sabes que a esta hora hay un montón de pedidos. —el chico me dio la caja de pizza.

—Claro que lo entiendo. —dibujé mi sonrisa de lado. —Pero ni mi estómago ni mi cartera lo entienden, ¿sabes? —continué más serio.

—Pero...

Le cerré la puerta en la cara. Después de unas tres veces, dejó de timbrar y yo solo dejé la caja en la mesa de mi comedor.

—¡Ustedes mismos lo dicen, hermano: "si llegamos tarde es gratis"! le grité a carcajadas.

Fui al baño y me lavé mis manos mientras tarareaba Every Breath You Take de The Police, una de mis canciones favoritas del grupo.

De la nada, volvió a timbrar. ¿Qué no se harta este mocoso? Siguió timbrando, pero lo ignoré por completo hasta que volvió a dejar de timbrar. Fui a la cocina por mi plato y un vaso de refresco.

—No vuelvo a pedir de esta pizza, luego seguro me mandan carne de perro y queso podrido solo porque fue grati-... -solté un grito del susto al encontrarme a alguien comiendo pizza en mi comedor.

Nada es gratis, Steve, y mi diario tampoco lo es.

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