V
Cupido chasqueó los dedos nuevamente y se disolvió al mismo tiempo que Nico aparecía frente a él, desplomándose inconsciente. Solo que ya no estaban en el inframundo, sino en una representación del campamento mestizo, se notaba que no era el real.
Jason fue lo suficientemente rápido como para atajarlo antes de que se golpeara contra el piso. Aunque, claro, eso ya no importaba, ambos estaban muertos.
Nico abrió los ojos lentamente y pudo enfocarlos en la cara sonriente de Jason. Frunció el ceño.
–Hey, Nico –intentó decir en rubio con un nudo en la garganta de forma tranquilizadora–. ¿Cómo estás?
–¿Jason? –preguntó Nico con voz rasposa, sentándose y pasándose una mano por la cabeza. El hijo de Júpiter jamás había estado tan feliz por escuchar una voz en su vida–. ¿Qué pasó? ¿Por qué estamos aquí?
–Nosotros... uh... estábamos en un picnic y te desmayaste –se apresuró a decir y se golpeó mentalmente por ser tan estúpido, Nico di Angelo y Jason Grace no hacían picnics.
Nico se levantó y miró confundido a su alrededor.
–¿Y la comida?
–En la cabaña.
–Pero... –el pelinegro sacudió la cabeza–, déjalo. Será mejor que me vaya a mi cabaña, la verdad no me apetece comer. Luego hablamos, Jason.
Nico comenzó a caminar rápidamente hacia las cabañas con las manos en los bolsillos de su pantalón, estaba sin su típica chaqueta. Parecía el mismo chiquillo del principio: oscuro, frio, apartado. ¿Cómo haría para reconquistarlo y hacerle recordar todo en tan solo un día?
–¡Nico, espera! –gritó Jason y se dispuso a caminar a su lado–. Pensé que... podríamos pasar lo día juntos, digo...
Volvió a mirarlo de forma extraña.
–¿Qué te pasa hoy, viejo? Estás muy raro. –Nico alzó una ceja y Jason volvió a maldecir pero de igual manera se encogió de hombros intentado parecer despreocupado.
–¿A mí? Nada. Solo pensé que podríamos divertirnos un rato, pasas demasiado tiempo solo.
El menor resopló, rindiéndose.
–De acuerdo, pero solo un rato. Acompáñame a mi cabaña, debo buscar unas cosas.
La esperanza de Jason volvió a aparecer. Después de todo, tal vez podría recuperarlo.
Entraron a la oscura cabaña y Jason se sentó en la litera de su amigo mientras Nico revolvía entre sus cajones, buscando quien sabe qué. Este último sentirá una sensación rara y cálida en el pecho, parecida a la que sentía cuando miraba a Percy pero aún más fuerte. ¿Qué le estaba pasando? Algo en el borde de su mente intentaba salir a la luz pero otro algo lo impedía.
–Maldita sea... ¿Dónde la metí? –dijo Nico.
–¿Qué cosa? –preguntó Jason.
–Mi chaqueta de aviador, no recuerdo donde la puse.
Jason comenzó a sacarse su propia chaqueta y se la puso por los hombros.
–Ten, no tengo frio.
El hijo de Hades volvió a mirarlo confundido pero de igual manera pasó los brazos por las mangas un tanto avergonzado.
–Gracias –dijo–. Bien, ¿a dónde iremos?
–Eh... –Pequeño detalle que el rubio no había pensado–. ¿Al parque de diversiones que te parece? –Tal vez si lo llevaba a un lugar donde ya habían estado, él podría recordar. Esperen ¿en una ilusión podrían salir del campamento mestizo? Jason sacudió la cabeza, ya lo averiguaría.
Nico torció el gesto.
–De acuerdo.
Jason salió por la puerta de la cabaña y su amigo metió las manos en los bolsillos de la chaqueta de Jason, su mano derecha chocó contra unos papeles. Curioso, los sacó y vio dos fotos de ellos dos juntos, una de Jason besando su mejilla y la otra de ambos abrazados. Nico tocó su mejilla, ¿cuándo había ocurrido eso? Era imposible, no recordaba que eso haya pasado. ¿Desde cuándo él mostraba tantos gestos de afecto? Eso no era normal. Intentó hacer memoria pero algo se lo impedía, lo único romántico que recordaba en su vida era las noches llorando por Percy.
Miró la cabaña a su alrededor, esa cosa al borde de su mente seguía tratando de salir sin poder... Se estaba empezando a estresar y a enfurecer.
Jason metió la cabeza dentro de la cabaña.
–¿Piensas venir o...? –Sus ojos se fijaron en lo que sostenía Nico y gritó de emoción en su fuero interno–. Oh.
–Jason... –preguntó, tímido, dudoso, confundido– ¿Cuándo ha pasado esto?
¿Cómo explicarle que ambos habían muerto, estaban en el inframundo, se amaban pero a Cupido le gustaba tanto complicar las cosas, él había perdido la memoria y Jason tenía que reconquistarlo en menos en un día?
–Nico... es una larga historia –se limitó a decir. Hizo una pausa–. Pero... ¿De verdad no recuerdas nada?
–Yo... –el hijo de Hades bajó las manos, mirando de nuevo las fotografías con curiosidad. Extrañamente no le causaba repulsión u odio o algún otro sentimiento sino que... lo hacía feliz–. No. Hay algo, pero no sé qué es. –Miró a su al rededor–. Sobretodo aquí. Jason, no entiendo nada, ¿qué está pasando?
–Aquí es... cuando nos besamos por primera vez después de que vinieras llorando por Percy –soltó de una Jason. Nico lo miró perplejo. Okay, eso había sido demasiado rápido pero tiempo era con lo que menos contaban.
–¿Qué? –Fue lo único que pudo decir– Pero si nosotros solo... –No pudo completar la frase.
Jason rodó los ojos.
–Oh, dioses.
Si lo que estaba a punto de hacer no funcionaba, entonces poco seria lo que le quedaba.
Fue hasta Nico y lo tomó por la cintura, mirando sus labios. Nico no se apartó, no quería, pero a la vez no entendía nada. Pero igualmente le gustaba el cuerpo de Jason contra el suyo, sus fuertes manos contra su cintura, agarrándolo firmemente como si se fuera a escapar en cualquier momento.
El cuerpo de Nico se sentía tan real contra el de Jason, el calor que desprendía... casi podía jurar que nada había pasado, que él no lo había matado y que no se había suicidado, sería otro día normal en el campamento mestizo y Jason no estaría haciendo cosas inimaginables para poder estar por fin con el chico a quien amaba.
Pero no era así, así que, lentamente y con cuidado, fue acercando su boca a la del hijo de Hades y se alegró increíblemente al ver que este no se apartaba y le seguía el beso.
Sin darse cuenta, Jason tenía a Nico acorralado contra la pared y se negaba a soltarlo. A Nico le parecía perfecto pero una pequeña partecita de su cerebro decía "¿Qué haces? ¡Amas a Percy! ¡¿Estás loco?!". Decidió ignorarla.
—Jason —jadeó en un torpe intento de alejar al rubio— ¿Qué significa esto?
—Te estoy enseñando lo que siento por ti, Nico —respondió el hijo de Júpiter sorprendiéndolo—. Me correspondes, sé que deseas esto tanto como yo. Sólo déjate llevar, déjame hacerte recordar todo—. Él continuó besándolo.
Sus palabras tenían sentido. Nico se debatía internamente entre hacerle caso y dejarse llevar por placer del momento, o escuchar esa pequeña voz dentro de su cabeza que le decía que todo era incorrecto.
No tuvo tiempo para pensarlo mucho. Habían dejado la puerta de su cabaña abierta y un chico entró a trompicones.
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