XV | "...Και Λίγες Απαντήσεις" |
| Español: ...y pocas respuestas |
John
Después de aquella noche, mi relación con Sara no fue la misma, habíamos compartido una sesión de placer no consensuada y obligada por los altos mandos del Ágora y, además de eso, mi trato con Alfa había cambiado súbitamente.
Me obligué a mantener mi cubierta y seguirle el juego mas ya no confiaba en muchos de aquí, mi vida había girado ciento ochenta grados, pero aún así, continué con mis labores.
Tenía que jugar bien con la máscara que tenía puesta. Pasó un mes sin darme cuenta y había vuelto a ponerme con la planificación familiar de las bacantes.
—Gracias por su cooperación —dije cansado mientras me paraba y depositaba la jeringa usada en el cesto de basura. Una vez hecho, le estreché la mano a la, creo, décimo séptima Bacante.
Fastidiado era cómo me sentía durante esas largas jornadas pero aún manteniendo el profesionalismo, esperé a que la chica saliera y me dejara solo para suspirar profundamente y dejarme caer en la silla para tomar un descanso antes de ver a la última del día, a Sara.
«—¿A quién tuve que molestar en mi otra vida, para ahora ser responsable de una comunidad que no me interesa?—»me pregunté, masajeando el puente de mi nariz con una mano y con la otra la sien.
Puse mi vista sobre el escritorio, la muestra de orina y de sangre con el nombre de la última chica que entró es lo único que hay. Con pereza me volví a incorporar y, mis doscientos seis huesos crujieron al instante, las pequeñas burbujas de aire hicieron que soltara un pequeño gemido de dolor.
«—Maldita sea la prevención sexual».
Tomé ambos frascos y los llevé a la caja que me habían dejado por la tarde... ¿cuántas horas habían pasado? No me había percatado de eso. Ese día fue de lo más agobiante que tuve en el Ágora.
—Dios, si tan solo existieras me librarías de esto —exclamé en voz alta. Desde niño siempre fui escéptico con la religión pero cierto moreno me metió la espina de creer que sí existe algo, llámese fuerza cósmica o neutrones—. Sería lo mejor que me pudiera pasar en estos instantes...
Dejé los penúltimos frascos llenos y tomé los últimos frascos vacíos, junto al kit de prevención. Los dejé sobre mi escritorio y me senté a esperar a la última paciente del día.
La última paciente, sonaba tan alejara aquella realidad, aquel pasado y futuro alterno en el que yo estaría atendiendo a personas con problemas en su sistema inmunológico. Como sea, crucé mis brazos y coloqué mi dedo índice izquierdo sobre mi mentón. No pasaron ni cinco segundos y se oyó que llamaban a la puerta.
—¡Pasa! —grité, arreglándome la bata debido a que ya sabía quién era.
—¿Se puede, John? —Sara asomó la cabeza con una extraña mirada.
—Adelante. —Entró a la estancia y con las manos sobre su abdomen juntas, llegó hasta sentarse frente a mi, ocultaba algo
—Alfa me obligó a venir, Delta —dijo, con la cabeza agachada, citando.
—Nada de Delta, prefiero mil veces a que me llamen Médico —dije con una falsa sonrisa. Me gustaba tratar a la chica, pero el cansancio era mayor—. Por eso estudié medicina, para ayudar no para que me dieran un tonto título de secta, aunque recuerda que tú me puedes llamar John.
—Es un nombre de actor —explicó sin querer, a lo que rápidamente se cubrió las manos—. Perdón, no... no tenía que decir eso.
—Descuida, Beta me dijo que casi todos eran miembros de la compañía teatral. —divagué, el moreno nunca dijo una verdad absoluta.
—Da igual —dijo la morena, abrazándose a sí misma—. ¿Para qué te tenemos que ver?
—¿Qué? Ah, sí —cuestioné, incorporándome y acercándome hacia ella. Tomé la pequeña bolsita de anticonceptivos—. Me encargaron entregarle a todas las Bacantes esta bolsa de anticonceptivos y que les recordara que tienen que cuidarse durante los bacanales. Como cada mes.
Se podía ver el miedo en sus ojos mientras yo depositaba la bolsita sobre sus piernas.
—Bien lo tendré en mente... —respondió seca, parándose de la silla demasiado rápido. Yo la sostuve por el brazo, estaba diferente.
—No es todo.
—Amm, ¿hay más? —Yo asentí y ella se volvió a sentar.
—Necesito una muestra de tu sangre y una de orina. —añadí lo más relajado posible. Ella se puso más tensa—. Solo es para cotejar que no tengas ninguna enfermedad, consumas drogas o estés embarazada.
»Sea cual sea el resultado, como tu médico, mi deber es ayudarte. Todo esto es secreto... —recordé, viéndola a los ojos.
—Nada es secreto en el Ágora, John. —susurró, sus ojos estaban llorosos. Decidí responder de forma sutil.
—Los secretos "paciente-doctor" sí lo son. —Ella negó—. ¿Por qué lo dices? —cuestioné, mientras giraba la silla, poniéndome de cuclillas para verla directo a los ojos—. ¿Por qué dices que nada es secreto?
—Las paredes tienen oídos —recordó, señalando la pantalla que habían instalado donde se encontraba descansando Beta.
—Él no te hará nada. Tienes que confiar en mí y darme la muestra; nadie va a hacerte algo... —La tomé de las manos y levanté su barbilla—. Sea lo que sea que tengas miedo.
—¿Alguna vez ha conocido al Cirujano?
La pregunta tan repentina me hizo dudar, en todo este tiempo el Cirujano fue un tema tabú; un nombre tan enigmático que con tan solo escucharlo te llenaba de intriga, desde antes de que pudiera pisar este teatro.
—No tengo el placer de conocer a ese colega...
—No es como tú, John —Agarró fuertemente mi mano con miedo—. Él es la razón por la cual todos hacemos nuestro trabajo.
—No entiendo.
—¿Te has preguntado por qué sólo hacemos rituales pocas veces? ¿Por qué todos tenemos que ponernos aquellas vestiduras ridículas y fingir que nos morimos por dar placer y por dar tributo a un Dios que se creó hace miles de años? —cuestionó, con el miedo creciendo en sus palabras y las lágrimas a punto de salir—. Bien, eso es porque no conoces al Cirujano.
—Tranquila, aquella persona no va a tocarte —prometí tomándola por los hombros—. Además, no veo la posibilidad de que él te "castigue"...
—¡Estoy embarazada! —estalló, con unas cuantas lágrimas haciendo el recorrido por su faz—. Y creo que es... —La sangre se me fue a los pies—. Y si alguien lo sabe, estoy muerta...
—¿Qué? No, no, claro que no. —Me incorporé, observándola a los ojos— ¡Traerás una vida a este mundo! Una vida que podría cambiar el curso del planeta...
—No diga estupideces, John —reclamó, incorporándose de golpe, provocando que yo retrocediera y cayera sobre mi coxis en el escritorio—. ¿No sabes lo que hacen con las Bacantes que dejan de ser puras de vientre? ¿Acaso no te dijeron el protocolo?
—Solo me dijeron que lo reportara. —susurré—. Pero al ser mío no creo que pase, estoy seguro que Alfa se encargará..
—Nos desaparecen —declaró, rompiendo en llanto. Yo le ofrecí un pañuelo—. Gracias. —Se limpió la nariz y continuó—. Han desaparecido unas cuantas y no sabemos qué les hacen...
»Pero lo que sí sabemos es que hacen sus orgías una o dos noches después.
Me quedé callado, con las manos cerradas dentro de los bolsillos de la bata, el exceso de fuerza me hizo lastimarme las palmas con mis uñas, me tragué el dolor.
—¿Sabes lo que significa, no? —continuó. Yo guardé silencio—. ¡El Cirujano, él tiene que ver con esto!
—Nada te va a pasar, Sara... —volví a prometer mientras ella se derrumbaba a consecuencia de su llanto. Yo me apresuré y evité su caída, me volvió a observar cómo destapaba la jeringa nano-robótica¹ y con un algodón con alcohol esterilice su brazo—. Nada le va a ocurrir.
—¿Me lo promete? —dijo, mirándome a mis ojos con aquellas lagunas oscuras que tenía por iris.
Si había algo en el planeta, que me haga cumplir una promesa, es que la gente me mire a los ojos con miedo a que algo les pase. Y esta vez no fue la excepción, yo asentí.
—Bien, hagas lo que tengas que hacer —susurró, cerrando sus ojos y subía su manga derecha. Yo inserté la aguja y extraje el líquido plasmático—. ¿Qué más hay que hacer?
Intercambié por el frasco. Se lo tendí.
—Necesito una muestra de orina; si vas a tener... un hijo, necesitas saber que no corre riesgos de contraer una enfermedad sexual, al igual que tú deberías prevenirla. —Ella lo tomó y asintió. Fue directo al baño, pero antes la interrumpí, ella se dio la vuelta y fue a llenar la muestra.
Tenía muchas dudas acerca de ese futuro niño pero huyo dejándome con esas preguntas.
Y con un dedo que curar.
Acotaciones.
(¹) Jeringa que aprovecha la nanotecnología para la fácil extracción de sangre y otros compuestos, sin provocarle pérdidas al usuario o algún tipo de daño secundario.
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N. de A.
Un capítulo que dividí en dos porque originalmente era más largo, para su disfrute. Y los dejo con una pregunta.
¿Listos para la Segunda Escena?
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¡Farewell!
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