XI | Όπως ένα φυστίκι |
| Música de Multimedia: My Demons - Starset |
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| Español: Como un Cacahuate |
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John
Pasó casi un mes desde que había llegado al Ágora y ya casi conocía bien a todos los componentes de la comunidad.
—¡Buenos Días, Médico! —decían los integrantes de la comunidad, cuando me veían pasar. En esa ocasión, iba comiendo una rica bolsa de cacahuates japoneses.
Era un domingo, mi único día de descanso; después de una agotadora semana ejerciendo mi papel de personal de salud al pie de la letra y de conversar con Sara cada noche, se me permitía vagar por todo el Gran Teatro Real, claro, sin descuidar la vida de Beta, obviamente él se estaba recuperando y yo solo tenía que darle calmantes.
Pero este domingo era diferente, ya que, la noche previa Alfa había ingresado a mi habitación-consultorio.
—¿Harás algo mañana? —Había entrado sin tocar la puerta, ella era así. Yo negué—. Bien, porque tengo que seguir contándote cómo funciona este lugar —Durante los anteriores domingos, Alfa se había convertido en mi especie de "guía turística".
Me había enseñado los lugares de la comunidad: empezaron con el lugar de las runas, sí runas, las cuales son impresas en cada arma que portan sus guardias, prosiguieron con la escuela para todos aquellos niños que necesitaban una educación, luego me mostró la mini granja que se montaron y terminó explicando mejor su sistema, aquel que Sam —cuyo nombre verdadero era Dayan y no sabía por qué le decían así— me intentó explicar.
Cada vez que llegaba alguien nuevo a la comunidad, ya sea porque entran por el metro o tratan de ingresar por la puerta derrumbada, lo sometían a cuatro pruebas.
La primera era exclusiva para las mujeres, tenían que demostrar su valía y honor para Dionisio; esto se debe a que las mujeres que pertenecían a las antiguas fiestas griegas eran demasiado inteligentes, sí, quizás antes a esas mujeres se les daba este lugar, pero era por "honor". Ridículo, a mi parecer; al conseguir esta prueba te otorgaban los colores blancos con verde.
En caso de no pasar esa prueba, seguía la prueba de los servicios a la comunidad: si demostrabas que eres útil para la sociedad, ya sea, con conocimientos médicos, de ganadería, de agricultura, de herrería, de lo que sea que ayude a que la sociedad siga su curso; te dan los colores blancos con bordados en rojo. Yo ingresé a este eslabón debido a mi sutura —que para este momento, ya estaba empezando a cicatrizar—.
Continuaba la prueba de los guardias. Si demostrabas tener aptitudes físicas o mentales por encima del promedio te meten a esta parte de la comunidad. La más horrible tarea, ya que prácticamente eras un esclavo de los líderes; tenías que demostrar ser un asesino a sangre fría. Entrando aquí, te dan colores oscuros con combinaciones en amarillo.
Finalmente estaba el "populo", o como yo lo entendí, los esclavos del Ágora... Vale, no soy extremista, es cierto lo que digo. Si no pasas ninguna de las pruebas eso significa que no eres más que los desechos de los Dioses, algo mandado para ayudar. Ser considerado mano de obra era sinónimo de tener una vestimenta gris, sí igual que la ropa de prisionero.
Pero dentro de todo esto, había una quinta categoría. "El Tributo", en ese momento no entendía bien a qué se refería, solo que ellos tenían el honor de conocer al Cirujano y que hicieras lo que hicieras, no desearías estar ahí. Que no me gustaría estar ahí; no lo voy a negar, aquellas palabras hicieron que una corriente de aire recorriera toda la distancia que recorre el líquido cefalorraquídeo hasta asentarse en mi región occipital.
Ojalá nunca hubiera sabido la verdad detrás de esa categoría...
Como sea, hay que proseguir esta historia.
—Buenos días —respondí al tipo que previamente me había saludado, el cual vestía de gris.
Caminé hasta el sótano, el lugar donde se encontraba la conexión entre la elegancia teatro y la estación del metro. Cada cinco o siete pasos, un cacahuate salía volando eyectado hacia arriba y a consecuencia de la gravedad terminaba dentro de mi boca. He de admitir que buscaba cómo divertirme dentro de aquella comunidad.
Digo, de todas formas me había ganado su respeto.
Estaba bajando el último peldaño de la escalera cuando oí un fragmento de una discusión entre dos voces conocidas.
—Mi señora, por favor —insistió Sara, casi rogando.
—Ya te dije que no —respondió Alfa de manera arrogante—, estás dentro de aquella clasificación y no puedes salir. Nadie puede quebrantar las reglas que el consejo de Dioses ha dictado, dime Sara, ¿qué sería el mundo si quebrantáramos las reglas?
—En este mundo ya no hay reglas —musitó la bacante y la líder le dio una mirada penetrante.
—Por eso mismo, mi querida Sara —Vi cómo alzó sus manos al cielo—. Por eso tenemos que seguir las viejas costumbres, ¡tenemos que elevar de nuevo a la humanidad! Tal como lo hicieron nuestros dichosos clásicos antepasados...
Entré a la estancia y la líder de la comunidad se calló, elevé mi faz con una sonrisa y pude ver el rostro de la chica. La mirada de Sara estaba diferente a como yo la conocía, sus ojos ocultaban miedo y dolor, me observaron e intentó susurrar algo mas fue detenida por la líder del Ágora.
—¡Médico! —exclamó Alfa, guardando falsa confianza y arrogancia innata—. Por fin has llegado...
—Perdona, Beta tuvo una recaída y tuve que sedarlo —respondí despreocupadamente mientras otro cacahuate era introducido en mi boca y triturado por mis dientes. Intentando leer la faz de Sara—. Algo de rutina.
—Ya veo... —dijo la líder del Ágora mientras se tocaba la barbilla con su mano izquierda. Se giró a la bacante—. Puedes irte, luego... seguiremos con esta charla.
—Está bien, Alfa...
—Necesito que vayas a mi consultorio en la noche —dije, aparentando arrogancia y estirando mi mano de forma cordial—. ¿Eres mi bacante, no? —La bacante asintió—-. Te necesito, claro, si Alfa accede. —La líder asintió—. Bien, te lo agradecería, además, necesito estudiar tu historial clínico.
—Estaré encantada de pasarme. —Hizo una reverencia y me regaló una sonrisa—-. Tengo que retirarme, hay una cosa con Sigma que me tendrá ocupada pero llegaré en la noche. —Se giró hacia la mujer e hizo una reverencia—. Me despido, Alfa
Dicho eso, apresuradamente corrió escaleras arriba.
—Bien, Médico —dijo Beta, mientras giraba despreocupadamente—. Sígueme.
—¿Qué me vas a enseñar hoy? —pregunté, devorando otro cacahuate—. ¿Gustas uno?
—No tengo idea de por qué te gustan esas cosas, saben horribles. —Me ofendió, no lo voy a negar.
—Ga... Gamma los dejó en mi consultorio y me cuestioné: "¿por qué no probarlos?" A pesar de ser salado y fuerte por fuera, en su interior tiene una consistencia dulce y sabrosa...
—No tengo intención de pelear contigo, muchas discusiones he tenido hoy como para terminar así contigo
—¿Mal día, Alfa? —Ella asintió, mientras me conducía por el pasillo de conexión entre el metro y el teatro—. ¿Debido a..?
—Todos aquí tienen quejas y como Beta sigue en recuperación, soy la única responsable por todo —exhaló profundamente, masajeandose las sienes—. Bueno siempre lo soy, pero al menos con el otro tengo más descanso porque la gente lo ve como su "líder".
—Ya veo... ¿necesitas algún relajante? Puedo recetar algo y así puedes descansar —sugerí, tenía que ganarme la confianza de todo; ser un doble cara. Ella negó—. Como sea, si aceptas, ya sabes dónde encontrarme.
—Gracias, Médico
—Bueno ya, ¿por qué me llevas hacia la entrada del Metro?
—Omega nos espera ahí, tengo que mostrarte nuestro plan...
—¿Plan?
—Sí, ¿recuerdas la puerta principal destruida? —Asentí y ella siguió—. Encontramos explosivos al final de la línea, por eso Beta tuvo esa lesión —volvió a mentir—. Él dirigió la búsqueda y antes de que preguntes cómo llegó tan rápido, pues tomaron el carro de reparación y viajaron hasta la otra punta de la línea.
»"Negociamos" con los integrantes de ahí y nos los trajimos. Justamente para poder derribar los escombros y poder expandir la palabra de los dioses a los humanos restantes.
La hermosa entrada de mármol del Gran Teatro Real que había visto semanas antes en mi calidad de prisionero, fue sustituida por la poca iluminación y unas enormes cajas llenas de dinamita, donde se encontraban unos cuantos integrantes del pópulo cargando distintos carros transportadores con aquellos contenedores; todas aquellas personas siendo explotadas por dos personas. Una disfrutaba más que la otra.
Garrett y Omega estaban a cargo de la seguridad.
—¡Por fin llegan! —exclamó Omega, mientras yo me terminaba mis cacahuetes sin saber que pronto conocería más secretos de esta secta.
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¡Glow! Pues sí, he vuelto a actualizar esta novela xd que tengo ganas de terminar ya.
Bueno, pues este capítulo es más de relax e introductorio porque chicos, se vienen otra escena...
Y posiblemente actualice la siguiente semana, guiño guiño; me voy a seguir con la edición de 25 y los próximos capítulos de Pinfall (ahora saldrán los jueves).
En fin, recuerda:
¡Vota, comenta y comparte!
¡Farewell!
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