X | "Intermedio Distal" |
Dedicado a lian648
Presente.
Hannah
—Aquella noche fue la más rara de mi vida... —Mi esposo dio un enorme suspiro, se encontraba nervioso.
—¿Hiciste algo malo en el bananal? —pregunté, bebiendo mi taza con tranquilidad. Él negó—. ¿Lo juras?
—Por nuestra hija —Alzó la mano e hizo una cruz en su corazón—. Pasé hablando todo el tiempo con Sara, ella y yo solo hablamos, nada más.
Toda esa tarde me la había pasado sentado a su lado mientras me contaba el origen de la furia y desprecio que tuvo al conocer al prisionero. Y sinceramente, no podía creerlo por completo.
Es increíble cómo la gente busca aferrarse a algo en situaciones desesperadas, como si fueran fanáticos locos y no es que los critique pero vaya, ¿una sociedad que se basa en los principios griegos con secretos al por menor? Suena increíble y si no conociera a John lo suficiente, estaría diciendo que miente. Y yo no tolero las mentiras.
Pero él nunca miente, es de las personas más honestas de todo el Arrabal pero aún así, la efusividad con la que contó su historia dio miedo; no es que tenga algo escabroso pero aún así es rara.
Y John es bastante raro.
Pero para él, en sus palabras, es normal. Es un tanto difícil de explicar y cada vez que lo intento me empiezo a perder y enredarme en cuanto empiezo a hablar. Además de que mi cabeza empieza a estallar.
Di un largo suspiro que fue notado por él.
—Si te estoy fastidiando —dijo John observando mis ojos. El maldito está utilizando su técnica de leer las emociones a través de los ojos, tengo que decirle a Christina que me diga cómo hacer esa técnica—, solo dime, Hanny.
—No me fastidias, John, nunca lo haces —aclaré mi expresión—. Es que es casi imposible que antes de que llegaras al Arrabal fueras miembro de una especie de "secta" que se coloca nombres raros y no lo digo porque seas un poco raro, sino porque ¿quién en su sano juicio se llamaría como las letras de un alfabeto que se utilizó hace más de dos mil años?
—Dos mil doscientos setenta y cinco, para ser más precisos. —No puedo creer lo que acaba de decir. Sabe perfectamente que en horarios de trabajo no me gusta que me corrijan, ni que precisen cálculos de cosas que no tienen relevancia. Cerré mis ojos, inhalé y exhalé profundamente antes de continuar.
—Bien, dos mil doscientos setenta y cinco años de un abecedario que no se ha usado comúnmente y además, ¿llamarse a sí mismos, "los Antiguos"? Si no te conociera bien, cariño, supondría que te inventaste todo esto para dar una explicación del porqué aquel hombre de allá dentro —señalé a través del vidrio—. Deba morir.
—Omega hizo demasiado daño y él tiene que pagar con su vida.
—Bien, primero, con lo que acabas de contar no puedo creer que te haya hecho daño —conté, contando con los dedos—, Y segundo, tengo que interrogar al individuo presente y hacer que confiese su crimen; si eso pasa, lo arrestaré y el Consejo va a determinar su sentencia. Ahí puedes expresar tus motivos.
Mi esposo se quedó callado, observando el piso y pensando. Yo hice lo mismo
—Déjame hablar con él —rompió el silencio—. Te mostraré que él es un monstruo.
¿Qué estaba ocurriendo con este hombre? Nunca me había pedido algo así. Mi curiosidad me invade y no puede ser, quiero ver que hace.
—Bien, tienes hasta que esta taza de café se termine, después iré y te sacaré.
—Es un trato, Hanny —Cerró un ojo y se incorporó, yo reí ante su respuesta, ¿cómo puede seguir siendo el mismo tipo de hace años?
El Médico se dirigió hacia la puerta y justo al abrirla, dos niñas entraron corriendo y gritando seguidas de Eduardo; justo al salir, John saludó a nuestra hija y le alborotó el cabello a la niña de los ojos cambiantes mientras que, al líder del Arrabal solo le dio un saludo de cabeza que fue correspondido.
—¿Sonea, Alhe, qué hacen aquí? —pregunté ante la repentina aparición. Mi hija se posó a un lado de mí y me abrazó, Ciri se cruzó de brazos.
—Convencimos al tío Lalo de que nos trajera a verte trabajar —respondió Sonea.
—¡Sí, queremos ver cómo interroga a alguien! —añadió la hija de la psiquiatra—. Sabemos que tienen un nuevo prisionero.
—¿Quién les dijo eso? —pregunté abrumada. Busqué a John con la mirada pero ya había desaparecido.
—Un pajarito —susurró Ciri.
—Querrás decir un pajarito pelirrojo —corrigió Eduardo, el cual se quedó mirando al prisionero, dándonos la espalda—. Christina les dijo que había llegado alguien nuevo al Arrabal y ellas querían conocerlo, Félix de milagro no vino por quedarse con su madre.
—Ya veo... —musité, arreglando el cabello de mi hija—. Pero no deberían de estar aquí, es peligroso.
—Pero tío John está entrando, mira —señaló Alhena, hacia el falso espejo. Efectivamente, John estaba entrando a la sala, espera, ¿qué llevaba en las manos?
John
Hannah me detuvo de mi historia, no se la creía, lo podía observar en sus ojos. Tenía que demostrarlo de alguna forma.
«—Déjame hablar con él. —»Fue lo único que se me ocurrió«—. Te mostraré que él es un monstruo. —»Ella accedió demasiado fácil.
Esquivando a las niñas y a Eduardo, me encaminé hacia la sala de interrogatorios mientras metía mi mano en mi bata, obteniendo el pequeño bisturí negro que el Cirujano me dio la última vez que nos enfrentamos.
«—Vamos John, entras y muestras tu mejor cara de poder —»me dije a mí mismo. Abrí la puerta bruscamente.
—¡Ahora quién viene a molestar! —exclamó Omega, de forma sarcástica. Yo no respondí, afortunadamente la silla quedaba de espaldas y no podía girar su cabeza—. ¿Un sordo? ¿O quizás es un mudo? Ja, vamos habla, idiota.
Saqué el bisturí negro de un movimiento y lo clavé en la silla del prisionero, el de gabardina negra rio ante mi acto.
—¿Amenazas? Van a comenzar con el policía malo...
—Debiste quedarte en el Ágora —le susurré al oído, automáticamente su expresión se aplanó, tornándose serio.
—Tú... —musitó con rabia.
—Yo.
—Pensé que después de tantos años habías muerto, Delta —dijo Omega, ladeando su cabeza, intentando enfocarme para demostrar la superioridad que tenía dentro del Gran Teatro Real—. O te queda mejor el mote de "traidor".
—Prefiero llamarme, John —respondí, tomando el bisturí y girando bruscamente la silla, encarándolo—. O Médico, no me llames como tu estúpida letra griega. —Por fin vi el rostro de Omega, este decidió dejar crecer su cabello y barba; nos miramos mutuamente con un resentimiento profundo—. ¿No podían simplemente quedarse en su Teatro y morir de hambre como los seres despreciables que son?
—Parece que el Doctor desea la muerte —se rio de forma seca, viéndome directamente a los ojos. Un pequeño golpe en el cristal fue dado, decidí ignorarlo—. ¿Eso no va en contra de tus principios?
—Ustedes tenían a un Cirujano —respondí, acerqué el filo del bisturí a su faz—. Entonces no va contra mis principios.
—Te ibas a convertir en eso —continuó, sonriendo de forma maléfica—. pero huiste y te convertiste en un traidor... Y Dionisio quiere que vuelvas a darle tu sacrificio.
—¿Y qué te hace pensar que vas a volver? —cuestioné, riéndome mientras colocaba mis manos sobre la mesa de interrogatorios—. El Consejo te va a juzgar y te van a encerrar por saquear las bodegas, despídete de tu locura.
—Los dioses siempre son generosos, John. Recuerda que siempre hay algo con lo que puedes pagar —contraatacó, yo lo miré de forma desconcertada—. Sí, como lo oyes, sabemos que tienes una esposa y una hija...
Di un golpe sonoro sobre la mesa, otra vez golpearon el falso cristal, lo volví a ignorar.
—¡Mientes! —Él siguió riendo—. Si te atreves a tocar a mi esposa o tan siquiera acercarte a Sonea...
—¿Sonea? Que nombre tan más patético —interrumpió riendo a través de la nariz—. Eres basura, Delta y vinimos para cobrarte. El Cirujano está feliz de cobrarte...
Al escuchar esas palabras, mi razón se desconectó. Tomé con fuerza el bisturí y de un movimiento rápido, le quité la protección y lo dejé caer de forma súbita sobre la cuarta falange derecha de Omega, el susodicho pegó un grito desgarrador mientras que, detrás del falso cristal se comenzaron a oír gritos femeninos y golpes amenazantes.
—¡Hijo de..!
—Escúchame bien, idiota —amenacé sobre su oído, mientras su sangre cubría el metal de mi cuchillo—. Si alguno se acerca a mi hija o tan siquiera le toca un pelo a alguien de aquí. Te juro que los mataré y yo no soy tan piadoso como su Cirujano; no, yo los haré sufrir mientras realice cada corte y disfrutaré cómo su vida se escapa mientras saboreas el horrible sabor de óxido de la sangre. —Y antes de que pudiera seguir, Eduardo irrumpió en la sala, separandome por los brazos mientras Omega volvía a reír a causa del dolor—. ¡Te vas a morir si les tocas un pelo, estúpido! —exclamé mientras nuestro líder me arrastraba fuera de la habitación—. ¡Me oíste, te vas a morir!
—Cálmate, John —me dijo Eduardo al oído; el de gabardina negra seguía riendo mientras me sacaban de la sala. Solo vi que cerró la puerta de un portazo.
Fue inevitable forcejear en vano contra Eduardo, aun teniendo años de más, seguía conservando muy bien su fuerza. Desistí y fui empujado a la sala donde se encontraba mi esposa consolando a unas desconcertadas Alhena y Sonea.
—¿¡Por qué putas madres hiciste eso cabrón!? —preguntó histérico el líder del Arrabal, hace bastante que no decía tantas groserías juntas en una misma frase—. Acabas de condenarlo a ser declarado inocente, zopenco. —Y recibí un duro golpe en el mesogastrio. Me lo merecía.
—Es que, él —lo señalé, retorciéndome del dolor—. Empezó a jugar sucio, diciendo que el Cirujano vendría... —Un golpe seco, con la palma de mi esposa fue dado en mi mejilla derecha. Hannah me había dado una bofetada—. ¡Auch! ¿Y eso por qué fue?
—¿¡Eres un grandísimo tonto o qué!? Nunca habías actuado así y ahora tu hija y tu ahijada están traumatizadas por lo que acaban de ver. Exijo que me expliques por qué le cercenaste el dedo a ese hombre —señaló colérica—. Y que también me digas dónde y cómo proteger a mi hija, porque en todos estos años, John, siempre has sido un hombre distinto al que apareció allá adentro.
—Respira, Han —intenté decir colocando mis manos sobre sus hombros. Ella me las apartó.
—¡¿Cómo quieres que me calme?! ¡Le amputaste un dedo a un hombre! —exclamó, subiendo sus manos a su cabeza—. En todos los años que llevo haciendo este trabajo, nunca había visto algo así y sobre todas las cosas nunca había visto hacer una tontería así a ti, John. Tuvimos que gritar que fueran por Christina y por Julia, para que le cosan ese dedo al desgraciado de allá dentro y para que se lleve a las niñas respectivamente.
Me senté en la misma silla donde conté el inicio de mi historia con los Antiguos, y agaché la cabeza; me sentía bastante confundido, demasiado perdido y hasta me puse a pensar, ¿así se habrá sentido Afar? Comencé a reír.
—¿Ahora de qué te ríes, desgraciado? —preguntó Eduardo de manera enojada.
—Recordé a Afar. —Esas palabras fueron suficientes para que Ciri saliese de su estado de shock.
—¿A mi padre? —Yo asentí y le puse mayor atención a su cuello, eso me comenzó a tranquilizar—. ¿Por qué lo dices, tío John?
—Cuando Afar me conoció siempre llevaba puesto ese collar que tienes puesto y cuando me dio su significado yo le dije que era algo increíble. —Hice una pausa para observar mis dedos, estaban temblando—. Y le dije la misma frase que está grabada en un fragmento de la cadena...
—"Un loco siempre tendrá un mejor amigo cuerdo" —citó la niña de ojos cambiantes mientras tocaba su preciado collar. El collar de Jocelyn.
—Exacto, pequeña. —Agaché mi cabeza y respiré profundamente para calmarme—. Y todo eso tiene relevancia porque acabo de pensar qué haría él en estos casos, cuando llegó al Arrabal. conoció todo lo que sufrí para llegar aquí. Pero sobre todas las cosas, el moreno entendió que siempre hago las cosas por algo —confesé mientras levantaba la cabeza y miraba a los ojos a Hannah—. ¿Curioso, no lo crees?
Mi esposa iba a responderme cuando dos personas entraron por la puerta.
—¿Nos llamaron? —preguntó Julia, Christina estaba a su lado.
—Christina, detén la hemorragia de aquel pobre infeliz, John le amputó su dedo o bueno, no sé si se le puede llamar "amputación" —respondió Eduardo. La pelirroja asintió son rechistar, se dirigió hacia donde se encontraba Omega—. Julia, llévate a las niñas de aquí, que tengo que conocer más de la historia de John con...
—Omega —concluyó Hannah.
—¿Omega? —cuestionó Julia en un tono de voz muy raro...
—Sí, es lo que dije, ¿algo importante?
—No, no es nada... —susurró Julia. La misma se acercó hacia las niñas mientras veía la ventana—. ¡Vengan niñas, es hora de..! Irnos...
Julia se quedó mirando a la ventana, ignorando a los presentes. Se acercó lentamente al falso cristal y colocó su mano sobre él mientras se tocaba la ¿cadena? ¿Desde cuándo Julia tiene una cadena? Debo estar perdiendo el toque
—Oliver... —musitó la mujer..
—¿Qué nombre dijiste, Julia? —preguntó Eduardo mientras tocaba su hombro.
—Lo conozco, él es Oliver, mi... mi prometido —titubeó Julia con una mezcla de extrañeza y tristeza—. Él es militar, antes de que comenzara "La Tormenta" se fue a Italia. Pensé que jamás volvería a... encontrarlo. ¿Dónde lo encontraron?
—¿Nosotros? Robando —respondió Hannah incorporándose y tomando el folder de la información—. Y John, lo encontró en el "Ágora".
—Eso explica por qué se quedó el nombre de su pelotón... —sonrió con tristeza—. Pero no explica por qué, está vivo.
La sala se quedó en un profundo silencio, el cual fue roto hasta que Christina limpió y vendó el dedo del prisionero.
—¿Qué ocurre? —preguntó la pelirroja mientras regresaba.
—Llévate las niñas a Anthony y cuando hagas eso, te regresas —ordenó Eduardo. Cris simplemente asintió.
—Vamos, niñas —ordenó la psiquiatra tomando a su hija y a Sonea de las manos. Ambas niñas se despidieron de todos.
Una vez que se fueron, Julia rompió el silencio.
—Cuéntame sobre todo sobre mi prometido.
—Él ya no es tu prometido —respondí de forma seca.
—Ese hombre de ahí, era el hombre más perfecto, puro y de buen corazón que había conocido —contó Julia mientras se sentaba en la otra silla libre—. Algo pasó para que aquel hombre perdiese todo estribo de la realidad; quizás si me viera...
—No —dijo Eduardo en tono autoritario—. No hasta que nos digas todo sobre el Ágora y sobre el Cirujano. Sé que te encontré escapando del metro y te traje, pero eso fue hace años. Nunca le explicaste a nadie qué fue lo que ocurrió ni qué hiciste ahí.
—Sí lo hice...
—Afar no cuenta —enumeró Hanny, no sin antes pedir otra taza de café—. Sin ofender, pero él tenía muchísimos desórdenes y no se ha vuelto a ver en doce años. Así que confiesa, John, sigue con tu historia. Después de que traigan más café.
Julia y Eduardo pusieron mala cara ante el comentario de mi esposa. Unos minutos más tarde, después de que sus oficiales le trajeran café a cada uno, Hanny rompió el silencio que se volvió a crear.
—Bien, ahora; sigue con tu historia.
Inhalé y exhalé profundamente, mientras observaba a Ome... A Oliver sufrir por su pérdida de dedo.
Comenzaría la etapa más oscura de los Antiguos.
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N. de A.
Y listo, ¡hemos terminado la primera parte! Y debo de admitir que me siento complacido por todo lo que hemos progresado y mejorado en estos años.
Y pronto vendrá la parte que más cambios tendrá y espero les guste.
Y como siempre ¡un capítulo diario hasta terminar!
¡Nos vemos mañana!
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¡Adivinen quién ha decidido publicar! Exacto, yop. Jejeje
Bueno aquí tengo que decir que Minecraft me consumió mi tiempo muchísimo esta semana. Pero aquí está el cap.
¡Y finalizamos la primera parte! La siguiente semana comenzará la parte más oscura de nuestra historia :3
En fin, me iré a dormir porque mañana/al rato, tengo clases en la facultad.
Pd. ¡Capítulo dedicado a Lian, que fue su cumpleaños el martes jeje! ¡Feliz cumpleaños mi pana!
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¡Farewell!
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