Interludio | "Πρώτη Σκηνή" |
| En Español: Primera Escena |
El último habitante del Ágora había cerrado su habitación con llave, dejándome recorrer los pasillos de mi última gran casa con elegancia y tranquilidad. Alfa, Gamma, Delta, Omega, las Bacantes y demás letras griegas estaban reposando tranquilamente en sus aposentos. O eso, querían aparentar.
Deposité un beso en la sien de mi prometida y salí de su habitación mientras los pocos habitantes borrachos, subían torpemente los escalones, siendo asustados por mi presencia.
Pobres almas en desgracia, no aprecian el maravilloso espectáculo que nos trae la purificación, ya que, esta vez, el Cirujano tiene un nuevo juguete.
Una vez que dejé el último escalón de la gran escalera, comencé a caminar lentamente por el vestíbulo del Gran Teatro Real, admirando sus enormes columnas de piedra y pisos cristalinos. Me detuve enfrente de la Puerta del Tártaro, recordando todos los rostros tranquilos de los habitantes del Ágora. Revisé una vez más mi reloj, la escena estaba a punto de comenzar.
Giré mi cabeza y encontré uno de los carteles que me hacían recordar mi antigua vida, la vida que Adler Murphy había abandonado hacía ya mucho tiempo.
Traspase la Puerta del Tártaro y ahí estaba mi casa, mi escenario. El lugar donde tuve mi última exhalación.
Lentamente caminé entre las butacas, levantando el polvo, poco a poco, mientras el abandonado candelabro iluminaba la elegante estancia de mármol y roble. Un digno espectáculo para la escena que estaba por presenciar. Observé los palcos que la gente ocupaba, donde todos me veían actuar. Cerré los ojos, aún podía escuchar sus vítores, sus halagos e, inclusive, sus gritos de terror.
Me adentre a una de las butacas principales de la primeras filas y mientras vuelvo a revisar mi reloj, espero que comience la purificación de esta noche. Nuestros actores principales jamás se habían retrasado, ni una sola noche.
No desde que el actor perfeccionó su técnica.
Impaciente, busco en los bolsillos de mi saco el programa de esta noche y comienzo a leer las letras en cursiva que dictan a los actores; "El Gran Teatro Real y la compañía teatral del Ágora se complace en presentar una purificación, con el nuevo y aclamado actor Lian Butler, merecido por el saqueo y conspiración al grupo de exploración".
Sonreí y solté una carcajada seca, aún después de mucho, me sigue sorprendiendo la creatividad de la gente.
La Puerta del Tártaro se abre de par en par, dejando ver la silueta del único adulto mayor entra cargando su estuche, uno pequeño; volví a revisar mi reloj, tiempo perfecto. Sus pisadas comenzaron a resonar a lo largo del pasillo hasta que, escalón por escalón, subió al escenario y dejó su estuche enfrente de él, obteniendo su hermoso y viejo violín; el perfecto acompañante para esta purificación.
Un traqueteo. Mi pie comenzó a moverse al compás de mis respiraciones.
Dos traqueteos, el pie del adulto mayor y el mío se sincronizaron, podía jurar que estábamos en una composición rítmica magnífica de respiraciones y pulsaciones.
Tres traqueteos.
Observé al viejo violinista dar una reverencia hacia el público fantasmal, le correspondí con elegancia y respeto mientras consultaba mi reloj, el espectáculo estaba por comenzar.
Las luces se apagaron y, a pesar de que no hay ni una sola alma viviente, el Gran Teatro Real se silenció por completo, el telón se abre de par en par y el golpeteo de una batuta fantasmal se hizo presente, iniciando la clásica pero elegante melodía; las luces del escenario se encendieron, dejando apreciar la perfecta escenografía
Aún con todas las purificaciones presentadas, seguía pareciéndome exacta y perfecta la réplica que hacen los miembros de producción. Una camilla sumida en la oscuridad en el centro de un aparente quirófano, una luz ilumina lo que hasta hace poco desconocía: la mesa de Mayo con los instrumentos de corte, de hemostasia, de tracción y de sutura en la parte superior mientras que, en su contraparte, se encuentra las piezas de disección y extracción, la mesa de riñón y finalmente, la charola de gasas.
Todo perfectamente limpio y esterilizado para nuestro actor principal.
La camilla se iluminó, haciendo consciente los gritos y jadeos de desesperación que Lian Butler, nuestro actor especial, está lanzando al aire. Sonreí ante la sorpresa, por segunda vez un paciente estará despierto cuando sea la purificación.
El anciano violinista comenzó a tocar, otorgándole a la atmósfera un tono escalofriante y lúgubre, incrementando la desesperación de Lian por desatarse de las cuerdas. Sus sollozos eran inevitables porque sabía qué se acercaba.
Justo a tiempo, el actor principal hizo su magistral aparición, usando la misma limpia y perfecta vestimenta. Ropa blanca, pulcramente lavada y con el nombre del personaje bordado por encima de su bolsillo delantero, mientras que, sus manos protegidas por aquellos guantes de látex y su cara cubierta por una máscara y gorra.
El Cirujano ha entrado en acción.
Escaneó el público, observando los asientos vacíos y detectándome con la mirada. Él sabía que siempre iba a disfrutar de su función porque me sentía orgulloso de la presentación. Una pequeña reverencia fue su forma de saludarme, agradeciendo que lo haya acompañado una vez más en esa velada; respondí un un leve pero notable movimiento de cabeza.
El Cirujano, caminó lentamente hacia su paciente. Hacia el actor, hacia el triste final de Lian. Lo observó unos cuantos segundos, soltando una respiración, concentrandose en su trabajo.
Las tijeras son el primer recurso que utilizó para cortar la fina capa de tela que cubría el cuerpo de la pobre víctima; puedo sentir como solloza, como pide piedad. Una vez hecha jirones su ropa, tomó una de las pequeñas jeringas y la insertó sobre sus pectorales, la anestesia tardó unos segundos en llegar al torrente sanguíneo e inhibir su sistema nervioso.
El dolor es prácticamente inexistente en Lian. Y por la terrible sacudida que hay sobre la camilla, lo sabe.
Nuestro actor principal mece su cabeza de lado a lado, al compás de la música, ya que esta lo relaja. Tomó un bisturí, un bisturí de mango negro y comenzó a realizar los cortes, trazando una "T" en el tórax y abdomen del individuo. Los gritos de Lian no se hacen esperar, el viejo violinista toma más fuerte.
Cortó la dermis y epidermis, perforó la grasa muscular y dejó al aire los músculos que componen el tronco humano. Un bello espectáculo puede oírse a causa de los gritos del actor invitado. Al parecer nunca había visto un músculo humano.
El Cirujano dejó de lado su bisturí y volvió a tomar las tijeras para así, de una forma definitiva, desvanecer la ropa de Lian, dejando los pedazos de tela esparcidos en el piso, dejando al aire libre todo su cuerpo. Unas pequeñas cuerdas elásticas fueron tomadas para atar alrededor de sus extremidades e impedir el excesivo flujo de sangre. Ya que no las necesitará de nuevo.
Había llegado la hora de mutilar su posible huida.
La afilada hacha se encontraba ya en sus manos y aunque no era la forma más limpia e higiénica de realizar el corte, era la más rápida y efectiva. Lo había aprendido a lo largo de todas las purificaciones. La velocidad con la que manipuló el objeto cortante, provocó que no sólo rompiera la piel, los músculos, los ligamentos e inclusive los huesos, sino que también el aire.
Los gemidos de desesperación brotan de la humanidad de Lian, aquel hombre había perdido su pierna derecha, siendo cercenada por completo, mientras perdía sangre; el Cirujano siguió el rápido y corto proceso, poniéndole fin a ambos brazos y piernas. La sangre corría, Dionisio estaría orgulloso de su pago.
Lian quedó inconsciente debido a la pérdida de sangre. Pero esto no puede acabar así y el Cirujano lo sabe. Improvisando con las vendas, detiene la hemorragia justo a tiempo, evitando así, la muerte prematura de nuestro actor invitado.
Inyectándole una pequeña dosis de adrenalina directo al corazón, siguió con la operación del ya muerto en vida.
Nuestro principal se detuvo a pensar.
¿Querría experimentar algo nuevo? La pose de razonar, un típico cruce de brazos y con el dedo índice apoyado sobre la frente. Asintió, él solo hizo una decisión.
Tomó otro bisturí negro limpio y con un poco más esfuerzo que de costumbre, rompió el músculo dejando al aire huesos y órganos. La sangre brotó a causa del quiebre de vasos sanguíneos. Pero no puede morir, todavía no.
O eso me imaginaba.
Retiró las extremidades y las colocó en un bote para, tal vez, después.
Nuestro actor invitado se estaba arrepintiendo de los crímenes que cometió, rogó que lo maten de una vez. Podía escucharlo, sé perfectamente cómo suena alguien así.
La concentración de nuestro querido violinista es impecable, no ha dejado de tocar en ningún momento. Un gran artista sin duda.
El Cirujano se acerca a la cara de Lian y le abrió el cuello, dejando al descubierto su laringe y sus cuerdas vocales. Sin titubear las cortó, Lian gimió con desesperación, sin ningún sonido proveniente de su boca y sin poder moverse. Ahora solo pedía que acabaran con su patética vida, una vida que perdió cuando le robó a la gente equivocada.
Con elegancia, nuestro actor principal le quita el pedazo de tela con el que tenían amordazado al pobre sujeto mientras este, perdía la consciencia por segunda vez. El Cirujano nuevamente le inyectó con rapidez una dosis mayor de adrenalina sobre la aurícula derecha del corazón, la parte más fuerte, haciendo que despertara tan solo para ver la terrorífica escena.
La sierra de hueso fue obtenida. Se acercaba la extracción ósea, algo que personalmente, la primera vez que vi me sorprendió.
Primero tenía que deshacerse del esternón y sus uniones más fuertes; cortó del primer al séptimo par de costillas, aquellas llamadas costillas verdaderas. El crujir de los huesos planos se alcanzó a escuchar, sin embargo, Lian no sentía ni expresaba nada, simplemente esperaba su muerte. Siguió con el octavo y noveno par, las llamadas costillas falsas, las cuales no hay mayor problema, ya que por ser un cartílago se vence con demasiada facilidad ante las muescas del instrumento. Y por último, los últimos tres pares, las llamadas costillas flotantes no suponen ningún problema.
De aquella fuerte unión ya no quedaba nada, solo dos uniones débiles que de un doloroso corte, el Cirujano desprende totalmente el esternón de las clavículas.
Los órganos estaban libres al igual que el proceso quirúrgico.
Desechó aquellos huesos en otro bote, más adelante otros se encargarían de hacerlos polvo.
Dejó su instrumento en la mesa de Mayo para obtener otro bisturí, uno más pequeño, uno con el que realizará un tipo de corte más preciso.
Se acercó a los genitales, respiré profundamente, podía detectar lo que estaba a punto de hacer.
De un tajo lo hace, divide en dos el escroto, dejando una hemorragia total. Los testículos quedan flotando al exterior, unidos por el fino conducto deferente y el epidídimo. Pero a nuestro principal no le interesa, tiene siete minutos para completar su tarea.
Volvió a tomar otro bisturí, el más grande y filoso de sus instrumentos. Seguiría con la extracción de los órganos. La mirada de nuestro actor principal se posó en el cuerpo desnudo y, podría decirse, desollado de nuestro actor invitado, buscando que parte extirpar primero.
Inhaló y exhaló profundamente. Era su parte favorita.
Cortó y retiró el hígado. Cortó y retiró la vesícula biliar. Cortó el estómago de forma violenta, provocando que el ácido clorhídrico saliera desesperadamente del estómago ya cercenado, encontrando otro órgano en dónde reposar, para así, el intestino grueso se quemó. Lian volvió a gemir del dolor, del dolor profundo que siente.
Observé mi reloj, tan sólo habían pasado tres minutos. Pareciese como si este espectáculo durara años pero no; la combinación del violinista, la melodía, el ambiente, y la desesperación son lo que nos hace ver a nuestro principal en acción por mucho tiempo.
Con suma facilidad, retiró la tira de vísceras delgadas del interior y cortó. Palmó la contraparte gruesa quemada, el olor característico de carne quemada inunda mis fosas nasales, ambos nos quedamos quietos y mientras que a mí me provocaba cierta repulsión para él, era exquisito, disfrutable. De un movimiento, cortó el intestino grueso y poco a poco lo sacó hasta dejar la parte del colon sigmoideo, la más sucia de cualquier persona.
Siguió con el proceso hasta retirar todas las vísceras y órganos faltantes cuyo nombre desconozco hasta dejar del aparato digestivo, únicamente, la faringe. Y con el poco esfuerzo que conserva Lian, elevó su cabeza para observar horrorizado su cuerpo.
Todo su abdomen vacío y con las dudas de saber si era posible sobrevivir sin tantos órganos. Sonreí ante su pregunta, el IS-Core, aquel químico mutado era la respuesta ante su increíble resistencia.
Sonreí complacido. Sentía lástima por aquella cosita fea.
Inconscientemente bajé mi mirada y vi que mi pie había vuelto a traquetear rápidamente, mi respiración estaba muy por encima de un nivel normal.
Intenté calmarme al cerrar los ojos, inhalé y exhalé profundamente. Este espectáculo me dejó mal; jamás había visto la brutalidad y sangre que hoy el Cirujano le ha otorgado a Baco. Volví a abrir mis ojos y consulté el reloj, quedaban solo cincuenta segundos para una muerte inevitable.
Elevé mi mirada una vez más observé el cansancio de nuestro principal, necesitaba acabar el espectáculo para irse a descansar y, tal vez, terminar por la mañana.
Tomó nuevamente el bisturí y de un movimiento limpio, cortó los pulmones, en la unión que permite el intercambio gaseoso para así, interrumpir el proceso de respiración de Lian. Él sabe que morirá, que es inevitable y se arrepiente de todo lo malo que ha hecho en la vida.
Pobre miserable.
El Cirujano se quita las gafas, dándole la oportunidad de que nuestro invitado vea directamente los ojos de su asesino. Los ojos de la persona que le castigó con la pena de muerte, con una operación y cortes profesionales. Un verdadero artista.
Elevó el bisturí y contuvo la respiración; de forma dramática colocó su mano libre sobre la vena pulmonar y cortó dejando que la sangre brotara mientras tomaba la entrada de la arteria aorta y volvía a cortar, dejando el corazón sin un flujo de sangre.
Lian abrió los ojos con asombro al ver la escena.
Nuestro actor principal alzó un perfecto corazón humano, extraído con sumo cuidado. Cortó el pericardio de una forma rápida y perfecta, seguido por el miocardio y la vestimenta del Cirujano se empapa de sangre, tiñendo su uniforme quirúrgico de rojo.
Nuestro invitado empieza a ver borroso y lo último que su patética vida logra observar es cómo el Cirujano sostiene su corazón.
Lian, moría. El violinista, se detenía, la melodía lentamente desaparecía y el Cirujano observaba con orgullo al público fantasma.
Él me observó.
Se dirigió hacia el público fantasmal aún sosteniendo el corazón en la mano y realizó una reverencia.
No hay aplausos.
Con la mano libre se quitó la máscara, dejando ver al público fantasmal su rostro, no sin antes, apagarse las luces, el telón se cerró y el Gran Teatro Real volvía a estar en silencio.
Observé nuevamente mi reloj y sonreí complacido, una cronología perfecta.
Una escena perfecta.
Cerré mis ojos para procesar esta magnífica ponencia y al cabo de unos segundos, la melodía restante va descendiendo poco a poco en mi cabeza, desapareciendo y dejando solo el salón.
Mientras me levantaba para retirarme, caminé lentamente hacia la Puerta del Tártaro para seguir recorriendo mi última casa porque sé que ha acabado todo por esta noche.
Pero estoy aún más intrigado por lo que hará el Cirujano en su segunda escena.
N. de A.
Te extrañaba, Cirujano.
Y bien, ya he arreglado mucho de esta escena y me sorprende decir que el Haz de hace tres años sabía escribir bien.
Sin dudarlo, sigue siendo de mis capítulos favoritos.
¡Nos vemos! Que hoy mi alma ha descansado.
¡Nos vemos!
PD. La de los guioncitos.
Bueno, pues lo público hoy, ya que al rato mi teléfono se va a trabar
En fin, está es la primera vez que escribo esto y espero que les encante tanto. Como a mí.
Vota, comenta y comparte.
¡Farewell!
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