C.E | "Δεύτερη Σκηνή" |
| Español: Segunda Escena |
N. de A.: Se recomienda escuchar la canción a partir del *
| Canción de Multimedia: Philip Glass — Violin Concerto No. 1 mvt.2 |
Dedicado a: CiaraSofi
¿?
Todas las piezas habían sido puestas en el tablero y el nuevo habitante del Ágora había jugado, desafortunadamente, su rival lo puso en jaque. Esto desembocó con el chirrido de las viejas bisagras hace que reaccione de mi letargo, las puertas se han abierto y por fin el nuevo integrante del Ágora se ha ganado la confianza suficiente.
Dos figuras contemplaron el escenario que había sido gala de enormes y bellas representaciones, Gamma entró primero, mostrando el camino como debía de ser y tras él, un temeroso y desconfiado Médico camina lentamente sin poder controlar la sorpresa en su faz. Yo también estuve anonadado por la magnificencia del Gran Teatro Real la primera vez que lo vi.
La súbita aparición de las luces hicieron que el recinto adquiriera distintas tonalidades: desde morados cálidos hasta rojos seductores, anagramas que han visto estos viejos muros de concreto. Todo esto mientras nuestros invitados toman asiento, siendo el Médico, ignorante del enorme y bello espectáculo que está por presenciar.
Observé mi muñeca y con ello mi Reloj-Comunicador, sonreí, la hora ya se acercaba; tomé el programa de esta noche y lo hojeé, hecho que me hizo sobresaltar al leer su contenido. De forma impaciente, volví a mirar el programa de aquella noche, empezando con las letras en cursiva.
«Con la presentación especial de la actriz invitada, la "Bacante" Sara Díaz, actuación merecida por ensuciar los ritos a Dionisio».
Una actriz. Hace tiempo que no teníamos a una actriz en tan entretenida ponencia.
Inconscientemente miré a nuestros acompañantes: Garrett se veía confiado e inclusive me atrevería decir, que parece preparado y emocionado para lo que está a punto de observar, se veía el deleite en sus ojos; en cambio, John se encontraba temeroso, impaciente y moviendo su rodilla, intentando ocultar todo bajo aquella máscara impenetrable.
Reí, las almas jóvenes, inocentes e inexpertas no son capaces de deleitarse con nuestra bella función.
Volví a observar mi reloj, justo a tiempo. Sonreí ante la increíble creatividad de la gente.
El, ya cansado, adulto mayor entró a escena con su característico estuche, nuestros invitados especiales guardaron silencio o al menos, eso es lo que Garrett le dijo a nuestro Médico. Por mi parte, me incorporé mecánicamente e hice una reverencia que fue correspondida por el anciano músico, arreglé mi traje y volví a elevar mi bicep, tiempo perfecto.
Aquel anciano sacó su violín y lo colocó sobre su hombro, listo y perfecto, esperando a que el maestro dé la orden y salgan los actores.
Un traqueteo, mi pie se movió al compás de mis respiraciones. Dos traqueteos, mi pie y el del señor podría jurar que son uno mismo, ambos habíamos sincronizado el ritmo de nuestras pulsaciones y respiraciones.*
Las luces generales se apagaron y el Gran Teatro Real, que a pesar de ya no albergar ninguna obra en muchísimo, quedó en un silencio sepulcral. El respeto ya se sentía en la composición del aire.
El telón se abrió.
Se escuchó el golpeteo de una batuta fantasmal, lo cual hace el comienzo de la ya clásica melodía, la velocidad de la luz rompe a la del sonido, las luces del escenario habían sido encendidas.
¿Una variante más? Por supuesto que sí, hacía bastante que no teníamos algo así de especial.
Mis ojos no observaron la ya familiarizada camilla, no. En cambio, ahora había una enorme y bella roca de obsidiana con unas cadenas de cobre colgando que terminaban en unos grilletes a los cuales, Sara Díaz yacía atada. Por si fuera poco, tampoco era el escenario característico de la sala de operaciones, este había cambiado por uno más natural, más libre, más... griego.
Siendo incapaz de reconocer aquel pasaje mitológico, me asombré ante la exactitud de la reproducción que hizo la producción y más lleno de gozo porque la fiel representación de un peñasco es perfecta.
Extasiado contemplé la obra que estaba por venir.
Otro haz de luz iluminó la estancia y se observó algo que sí conozco: la mesa de Mayo con los instrumentos de corte, de hemostasia, de tracción y de sutura en la parte superior mientras que, en su contra parte, se encontraban las piezas de disección y extracción, la mesa de riñón y finalmente la charola de gasas.
Todo esterilizado y limpio, preparado para nuestro actor principal.
La eternidad dramática que se cernía sobre el recinto, fue quebrantada por los gemidos, gritos y sollozos de desesperación de Sara, nuestra actriz invitada, sus muñecas se veían lastimadas por el roce e inutil forcejeo que venía haciendo para escapar.
Nuestros espectadores observaron la escena: Garrett parecía ajeno a la desesperación, atreviéndose a decir que estaba confiado y preparado para lo que está por venir, todo lo contrario a John, este observaba el rostro de aquella chica con terror, ira y frustración por no poder ayudar, ya que, de su silla había brotado unas pequeñas esposas incapacitándolo para moverse.
Por dentro sé que se morían por conocerlo, todos lo hacen. Todos hemos querido conocer a nuestro actor principal.
Otra luz se encendió y apuntó al escenario, nuestro actor principal está listo para salir a escena. Gamma reaccionó al estímulo y apretando un botón, liberó al Médico, lo tomó por el tricep y ambos se incorporaron con la cabeza agachada, todo para darle la bienvenida a nuestro Cirujano.
Era el turno de nuestro anciano violinista, el pequeño instrumento dio la hermosa y escalofriante escena, tan exquisita como aquellas noches lúgubres del solsticio de invierno.
No podía describirlo perfectamente pero era una delicia sentir la desesperación de Sara por desatarse, incluso podía escuchar cómo tronaban todos los huesos de su mano, su radio, cúbito y escafoides, los sollozos que soltaba a cada cierto tiempo eran disfrutables porque ya conocía su destino.
El susodicho actor principal entró a escena con la misma vestimenta de siempre, aunque, extrañamente, se veía un poco más alto. Ropa blanca, pulcramente lavada y con el nombre del personaje bordado por encima de su bolsillo delantero, sus manos protegidas por aquellos guantes de nitrilo, su cara cubierta por un cubrebocas y lentes de seguridad, y complementando aquella gorra para el cabello.
"El Cirujano", había entrado en acción.
Observó al público, su vista recorrió cada asiento vacío hasta dar con su único público, aún sin ver completas sus facciones, pude notar aquella sonrisa. Él sabía que estaban aquí para presenciar su espectáculo y lo disfrutaba, adoraba que hubiera gente disfrutando de su arte. Su mirada siguió recorriendo el Teatro, hasta que se volvió a detener, mirándome en el palco.
Una pequeña reverencia es su forma de saludar, de agradecer que lo acompañamos en aquella velada. Yo respondí con un leve asentimiento de cabeza, mientras que mis acompañantes se limitan a ver el piso.
El Cirujano caminó lentamente hacia su paciente, hacia la actriz, hacia el triste final de la Srta. Sara. El Médico y Garrett tomaron su asiento, esperando la función mientras las ataduras de John eran puestas.
En la posición correcta, el Cirujano tomó su primer recurso: las tijeras de punta; dándole la correcta utilidad, separando la delgada y hermosa tela de las Bacantes, que cubre la hermosa y delicada figura de su víctima; dejando al aire libre aquel sujetador blanco, representación de la pureza perdida. En un rápido movimiento, cortó la unión y dejó caer aquel pedazo de tela que cubría su torso femenino, sus sollozos eran esenciales, son un placer, amaba oír que clamaban piedad.
Las lágrimas de desesperación recorrían la faz de Sara mientras que nuestro actor principal tomaba una de las pequeñas jeringas y la insertaba entre sus mamas, directo al corazón. La anestesia tardó menos de lo esperado en llegar al torrente sanguíneo y unos segundos más tarde llegó al sistema nervioso.
El dolor había dejado de existir y Sara supo que todo había iniciado, inútilmente volvió a mover las cadenas. Desistiendo ya que esperaba su final, su triste final.
Las voces se hicieron presentes, el Cirujano meció su cabeza al compás de la música, la inspiración se apoderó de sus músculos. Tomó un bisturí de mango blanco, lo analizó y antes de comenzar los cortes respiró, respiró profunda y sonoramente antes de trazar una "Y" sobre la región torácica de la chica.
Sollozos, aún más, se presentaron en el aire.
Cortó su fina dermis, cortó la sangrante epidermis y perforó la grasa muscular con un poco de trabajo. Dejando al aire los músculos que componen el tronco humano. Gritos y gemidos fueron los que invadieron el recinto, provenientes de la joven actriz invitada al ver la escena. La purificación le ha llegado.
El Cirujano tiró el bisturí ensangrentado al piso. Esta vez, no requeriría el uso de las tijeras, ya que, con su fuerza deshizo la ropa de la Bacante, exponiéndola mientras los trozos de tela quedaban esparcidos por la falsa roca, dejando al aire libre toda su feminidad.
Sin parar de gritar por su vida, nuestra actriz principal se cansó. Su acompañante masculino, tomó la pequeña cuerda elástica y una gasa, uniendolas hábilmente para colocarlas sobre la boca; dejándonos así sin el deleite de la desesperación de Sara
Esa vez no iban a existir mutilaciones, no habría huida, no había posibilidad. En cambio, había alguien que le dio el fuego a la humanidad, alguien que traicionó a los Dioses y tenía que pagarlo. Tenía que purificar su cuerpo y dárselo a Dionisio.
Tenía que pagar como Prometeo porque traer una vida a este mundo, es una traición a los Dioses.
Indeciso, se pudo leer la indecisión del Cirujano. No sabía qué hacer primero.
Tomó otro bisturí, uno negro, más filoso y pequeño que el anterior, se acercó a la chica y de un tajo cortó su laringe lo suficiente para dejar descubiertas las cuerdas vocales y de un tirón, se escucharon los gritos mudos de nuestra actriz. Otro tirón: se escuchó el sonido de las cadenas chocar contra la piedra falsa. Otro tirón: se había quedado en silencio el escenario.
Sin cuerdas vocales que molesten, nuestro actor principal retiró la gasa y la liga de la boca. Nada, ni un sonido sale de ella... se arrepintió de sus pecados mientras que el Cirujano dejó el bisturí y lo cambió por otro más grande y gracias a eso, sin mucho esfuerzo, rompió los músculos, dejando al aire los huesos y órganos.
Mi vista viajó a mis acompañantes, los observé perplejos; hipnotizados por el horror, por la brutalidad, por la sencillez con la que nuestro actor principal hace su trabajo. El Médico, no estaba preparado para esto y su respuesta fue reír ante lo patético de su situación.
Mis ojos volvieron a lo más importante: el Cirujano estaba por tomar medidas desesperadas.
Los vasos sanguíneos de la joven se rompieron, con cada quiebre es un paso más cerca de la muerte. Pero él no podía permitirlo, así que, le volvió a inyectar adrenalina en grandes cantidades directo a su aurícula derecha. La misma técnica que usó con Lian.
La concentración de nuestro querido violinista, como siempre, era impecable, no había dejado de tocar en ningún momento. Un gran artista sin duda; pero no puedo decir lo mismo del público, patético.
La sierra de hueso fue obtenida, sonreí ante lo inminente, venía la extracción ósea, algo que sé que les va a sorprender a mis acompañantes. Con destreza, separó el esternón de las uniones más fuertes y lo desechó como basura; las débiles uniones de los primeros siete pares de costillas verdaderas era lo siguiente en romper mientras el rompimiento de los osteoblastos era el sonido que acompañaba al violín.
Sara solo le quedaba observar aterrada ante la inminente cercanía de su muerte; patético, sus intentos habían desistido, duró menos que las otras.
Del octavo al noveno par de costillas falsas son las fáciles debido al débil cartílago que las sostiene, para finalmente terminar con los últimos tres pares flotantes que por su puesto, no son un reto para las muescas del instrumento. Y sin ningún hueso que la proteja, sus órganos estaban expuestos y con ello el proceso seguía avanzando.
Desechó aquellos huesos por el falso acantilado, más adelante se encargará de triturarlos, dejó su instrumento en la mesa de Mayo y otro bisturí es tomado, el más filoso y peligroso.
El terror se volvió a presentar pero a diferencia de la última vez, ahora estaba presente en el público. John, el Médico, sintió el miedo de Sara porque sabía muy bien qué corte haría
Estaba por comenzar la reproducción de Prometeo, inició con la extracción de los órganos.
La mirada de nuestro actor principal se posó en el cuerpo desnudo y sucio de nuestra actriz invitada, buscando que parte se extirpara, sonrió al encontrar el punto de inicio y comenzó el proceso. Cortó y retiró la vesícula biliar, cortó el estómago y provocando que el ácido clorhídrico fuera derramado y súbitamente se encharcó en dirección a sus intestinos.
El olor quemado del intestino grueso de la Srta. Sara se hizo presente y los movimientos de las cadenas suplieron la falta de los gemidos de dolor. Música para los oídos del Cirujano.
Miré mi Reloj-Comunicador, tan sólo habían pasado tres minutos. ¿Demasiado rápido? No tiene limitantes... Pero...
Giré mi cabeza y vi por qué se apuraba. Los gestos de mis acompañantes, la crudeza con la que observa Garrett y la furia contenida de John son algo que a nuestro actor principal le preocupaba.
Sacó la tira de vísceras delgadas del interior y cortó, palmó la contraparte gruesa quemada y un olor característico desprende de la carne quemada, cerró los ojos, quedándose quieto, inhalando aquel olor que para él es exquisito. Cortó el intestino grueso y poco a poco lo sacó hasta dejar la parte del colón sigmoideo, la parte más sucia de una persona. Pero en esta ocasión había dos cosas más sucias que no ha retirado.
Retiró todas las vísceras, y los órganos faltantes, cuyo nombre desconocía, dejando libre todo el aparato digestivo: únicamente la faringe, hígado y sorpresivamente, la placenta...
Oh no. No tenía conocimiento de esta variable, esto cambia la obra por completo, cambia la representación. Cambia el sentido del Cirujano.
Entendí la pureza que quería representar, los valores que quería dar.
Un nuevo significado a Prometeo le quería dar. Y no solo destruyendo su hígado, sino también a su futuro hijo.
Sara, con el mayor esfuerzo del planeta, abrió sus párpados y observó horrorizada su cuerpo: el abdomen vacío con la única presencia de su hígado y placenta la hizo querer llorar y se pregunta cómo es posible seguir vida. ¿Valía el esfuerzo de ocultar a su hijo? ¿Valía el sacrificio por no haber abortado? ¿Valió haber conocido y entregado al Médico?
La primera respuesta yo la sabía, IS-Core, aquel químico mutado es la respuesta de su resistencia. Pobre alma, pobre Sara Díaz, no hace honor a su nombre.
Inconscientemente volví a posar mi mirada sobre los integrantes del Ágora. Sus pies habían empezado a traquetear rápidamente, sus respiraciones estaban muy por encima de un nivel normal. Trataron de calmarse y cerraron los ojos. Sonreí al pensar que yo estuve así....
Inhalaron y exhalaron profundamente, tratando de contenerse. Este espectáculo les había dejado un poco mal. Jamás habían visto la brutalidad y sangre que hoy el Cirujano le ha ofrecido a Baco.
Una vez más volví a mi Reloj-Comunicador, habían pasado solo tres minutos y conocía qué movida iba a realizar ahora, observé con atención la representación.
El mismo bisturí de mango megro estaba sobre su mano. Con la otra libre se acercó a su cara... ¿Le dice algo al oído? Parece que es afirmativo y sea lo que sea, ella reacciona y observó al público.
John y Sara intercambiaron miradas; uno con los sentimientos de impotencia carcomiendolo por dentro mientras que a la otra, la tristeza es lo que más sentía porque conocía que iba a morir. Esperando su momento de paz.
El Cirujano negó, no sería tan fácil.
Intercambió el bisturí y tomó el hacha, pasó lentamente su dedo índice por aquel metal oxidado.Se viene el castigo.
Cortó el aire de un tajo y llegó a su objetivo, el hígado. A falta de un águila para ayudar con el suplicio, aquel metal oxidado era una brillante solución.
Un tajo, el hígado comenzó a sangrar, dos tajos, el contenido brotó al exterior, tres tajos, la forma del órgano se empezó a perder, cuatro tajos, apenas era reconocible la forma del hígado.
Cansado, dejó el hacha y tomó el bisturí más pequeño y afilado de su instrumental. Delineando una línea recta, hizo que el tejido epitelial de la placenta comenzara a secretar más sangre.
Es momento de la completa purificación.
Entre movimientos y gemidos mudos, entre el movimiento desesperado del choque de las cadenas con la obsidiana, entre el deseo de muerte y la vida. Sara lloraba por su hijo, su pequeño hijo.
Nuestro actor principal terminó de abrir aquella bolsa de seguridad y el líquido empapó la falsa cornisa, dejándolo todo muy resbaloso.
El feto comienza su movimiento; la escasez de oxígeno comenzó a afectarle. Sus pulmones no estaban lo suficientemente desarrollados como para vivir y por sí fuese poco, todavía no poseía una forma humana.
Nuevamente, el Cirujano tomó de sus extremidades inferiores al pobre feto y lo retiró con sumo desprecio y con un rápido corte, rompió el cordón umbilical, dejando sin posibilidad de que se alimentara.
Los segundos transcurrieron, nuestro actor principal se ríe ante lo que acaba de hacer, el feto empezó a pelear, moviéndose de lado a lado aunque no iba a sobrevivir. El joven actor estiró su mano, obligando a la joven madre a observar a su criatura. Aquel feto que estaba muriendo; Sara observó y se rompió.
No puede más y parecía muerta en vida, al igual que el feto.
Y como si fuese un animal salvaje muerto, nuestro actor principal desechó el feto para ahora concentrarse en la madre.
Tomó una gasa y se limpió lo más que podía la faz, demasiada sangre comprometía los movimientos.
Agarró una vez más el bisturí y se notó cansado. Es hora de terminar con esto, e inició con los pulmones; cortó la unión que permite el intercambio gaseoso, interrumpiendo el proceso de respiración de la Srta. Sara.
Sara sabía que morirá, que era inevitable, y se arrepintió de todo lo malo que había hecho en la vida. Se arrepintió de haber conservado a su hijo, de haberlo querido traer a un mundo controlado por fanáticos.
Todo era su culpa. El Cirujano hizo su trabajo y ha purificado su alma.
Pobre Bacante.
El Cirujano se quitó las gafas, dándole la oportunidad de que nuestro invitado vea los ojos de su asesino. Los ojos de la persona que le castigó con la pena de muerte, con una operación y cortes profesionales con una hermosa y bella purificación.
Está furioso porque ella no puede ver lo magnífico y hermoso de su obra. Porque no vio al original.
Elevó el bisturí y de cortes rápidos y lentos cortó sus párpados dejando sus globos oculares a la intemperie. No hay piedad para una sucia como ella.
Sonrió, ahora no había nada que pudiera hacer. Ya todo está hecho.
Volvió a elevar el bisturí y dramáticamente colocó su mano libre sobre la vena pulmonar y cortó dejando que la sangre brote, agarró la entrada de la arteria aorta y cortó, dejando el corazón sin un flujo de sangre constante.
Sara observó la escena sin poder cerrar sus ojos.
Nuestro actor principal alzó un perfecto corazón humano, extraído con la mayor cautela y brutalidad posible; cortó pericardio de una manera rápida y perfecta, cortó miocardio, la sangre brota a lo largo de la fina ropa, ahora teñida de rojo.
Nuestra invitada empezó a ver borroso y lo último que su patética vida logra observar es cómo el Cirujano sostenía su corazón.
Sara Díaz, moría.
El violinista se detuvo.
La melodía lentamente desapareció.
Y el Cirujano miró al público.
Nos observó.
Se dirigió a las tres personas que lo veían, aún con el corazón en la mano e hizo una reverencia.
No hay aplausos. Y eso parece no importarle.
La mano libre se quitó la máscara, dejando ver al público su rostro. Y en el último segundo, las luces se apagaron, el telón se cerró y el Gran Teatro Real volvió a estar en silencio. Observé mi Reloj-Comunicador, nuevamente había sido una cronología perfecta.
Una escena más que perfecta.
Cerré los ojos para procesar todo en mi cabeza. Hemos visto una representación hermosa. Pasaron unos cuantos segundos y cuando creí que la melodía ya había descendido lo suficiente, me levanté para retirarme y mientras me incorporé sacudí mi pantalón complacido, escuché un sonoro golpe que ignoré; di media vuelta y al caminar hacia fuera del recinto escuché un grito desgarrador a mis espaldas, a la vez que otro par de golpes furiosos.
—¡La pagarás caro, Cirujano! —gritó John, sonreí ante sus palabras.
Reí porque sé que hoy ya no habrá función pero estoy intrigado en lo que ocurrirá en la tercera y última escena, que será cuando el Cirujano y el Médico se enfrenten cara a cara.
==========
N. de A. (Edición)
Wow, no recordaba esta escena tan fuerte. Desde temprano me puse a editarla y no podía con todo lo que transmitía, sin duda alguna, las Escenas de esta historia son de lo mejor que he escrito.
Espero les haya gustado y una disculpa por no escribir un capítulo diario, los finales se atravesaron y necesitaba estudiar y repasar un poco.
En fin, ¡nos vemos!
==========
Bueno, con esto puedo decir que casi llegamos al final.
Es la segunda vez que escribo así y bueno, creo no quedó tan mal; espero que les haya encantado tanto como a mi.
Vota, comenta y comparte.
¡Farewell!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top