Capítulo 7


Mi teléfono me despertó en medio de la noche. Habían pasado meses desde que había decidido que ya no podría apagarlo, nunca se sabía lo que podía suceder sin importar el momento. Jack masculló una somnolienta queja y giró para darme la espalda. Apenas fui capaz de apoyarme sobre mi codo y coger el móvil para ver la hora, la música de misión imposible era inconfundible.

Ahogué un bostezó al salir de la cama y responder. Solo por costumbre, tiré hacia abajo de la camiseta que le había robado a Jack para dormir y apenas llegaba a mis muslos. Era demasiado tarde, o demasiado temprano, como para que la oscuridad siguiera reinando fuera, y por un instante consideré que no se trataba de una emergencia como para interrumpir mi sueño antes de palmear mi rostro para despertar del todo y entrar en razón. Cualquier segundo contaba.

—¿Qué haces llamando en medio de la noche, Kevin? —pregunté, y pude imaginar su sonrisa al otro lado.

—Lo siento, debe ser el cambio horario —respondió con demasiada energía.

—¿Tan pronto?

—Me conoces, soy un chico que actúa rápido cuando desea. Tuve antojo de algunas vacaciones, te encantaría el lugar. ¿Estoy en altavoz?

—Por supuesto.

Luché por dejar el sueño a un lado mientras me sentaba en la pequeña mesada que separaba la habitación de la cocina. Toda mi investigación era un desorden sobre esta. Planos y notas, horarios y transcripción de conversación, incluso el tiempo entre estornudo y estornudo antes que John abandonara la sala alegando que debía haber algo en el aire. Jack había estado en lo cierto, mi tío era terriblemente alérgico a las ardillas y no parecía haber oído nada de la conversación mientras luchaba por pretender lo contrario.

De todos modos, lo último que mi mente deseaba ahora mismo era hablar por teléfono en código con un agente de la CIA para burlar cualquier vigilancia que tuviera encima. Esperaba que Byte no estuviera despierto a esta hora por su salud, pero aun dormido temía que sería capaz de grabar llamadas si Lionel lo obligaba. Al menos sabía que Kevin ya no estaba en Londres, y Andy tampoco.

—Terminé de leer ese libro que me mencionaste y no quieres coger por miedo, y déjame decirte que tu personaje favorito sobrevive y está a salvo —respondió Kevin y sonreí al escucharlo—. Me resultó bastante melancólico y resentido como cualquier adolescente mimado, pero creo que disfrutarás de la historia luego.

—No puedo esperar a tener tiempo libre para ponerle mis manos encima.

—Confío en que encontrarás un hueco.

—Gracias.

—Soy un gran amigo, Emma. Lo sé. También estuve revisando la cartelera de cine para cuando vaya a visitarte, pero no encontré nada más que un aburridísimo documental sobre Gaddafi. Pero tú pediste eso y tenemos una cita pendiente.

Me tensé enseguida al escucharlo. Cogí la hoja en blanco más cercana y comencé a escribir. No había imaginado que él sería tan rápido, pero tal vez no fuera su plan dormir esta noche. Quizás temiera las pesadillas de los recuerdos revividos, y había encontrado su escape en mantenerse ocupado a más no poder. Tampoco era como si fuera a cuestionar a Kevin por sus malas decisiones cuando me estaba dando acceso a los registros de una directora de la CIA.

—¿Sí? ¿Y por qué crees que me interesaría? —pregunté.

—Aparecía este sujeto que me mencionaste, Ger-algo. Tienes que dejar de encapricharte con actores tan poco conocidos, es una tortura buscar películas en las que actúen.

—¿Y por qué estaría en un documental sobre Gaddafi?

—Bueno, no está por lo que leí. El director quería a ese sujeto para algunas escenas, pero al parecer no estaba disponible así que terminaron yendo por otro brasileño. Fue un trabajo delicado, el director en serio estaba encaprichado, pero no pudo conseguir a tu sujeto y tampoco encontré mucha más información que dos líneas mencionando esto. ¿Aun así te interesa la película?

—Suena aburrida si no está mi actor favorito. ¿Alguna otra?

—Le gusta filmar en Brasil. Tal vez ese sea el problema, no parece del tipo que viajaría por su trabajo sino que espera que otros lo visiten.

—Y luego dicen que yo soy una diva... Es muy tarde, Kevin. Debería volver a dormir y no quiero retenerte mucho tiempo. Disfruta de tus vacaciones.

—Créeme que me ocuparé personalmente de pasarla bien. ¡Nos vemos a la vuelta, Em!

Suspiré al cortar la comunicación y me fijé en el tiempo. No el suficiente para rastrear una llamada. De todos modos, dudaba que Kevin me hubiera contactado desde el sitio donde había dejado a Andy, o no hubiera programado algún desvió para engañar sobre el origen. Me fijé la hoja delante de mí, intentando entender por qué el conde de Saint Germain podría aparecer en un informe sobre Gaddafi de la CIA.

Miré sobre mi hombro a Jack todavía dormido y decidí que de todos modos ya era una noche perdida. Cogí los auriculares de mi bolso, puse un poco de música y encendí una lámpara. Me tomó cuatro canciones descifrar todo lo que Kevin había dicho, y el resto del playlist empezar a conectar puntos hasta llegar a algo. Podía ver los hechos relacionándose delante de mí, flechas uniéndolos, y aun así sentía que me faltaban piezas. Estaba lidiando contra el mejor, y alguien que no había dejado ninguna pista.

El cielo había comenzado a clarear para el momento en que Jack se despertó. Yo solo podía pensar en que nada demasiado malo sucediera hoy luego de haberme desvelado. Si el día me lo permitía, no planeaba cruzarme con nadie que pudiera ser un objetivo que Lionel quisiera atacar y que yo presenciara. Lo había hecho, contra cualquier indicación de salud mental, había escrito una lista de todas las posibles víctimas y cómo podrían ser atacadas, y no podía dejar de observarla como si temiera que se hiciera realidad.

—Intenta no sobre exigirte, o no servirá de nada lo que deduzcas si luego no estás en condiciones para enfrentarlo —comentó Jack apoyándose a mi lado y sonreí al mirarlo mientras con mi mano daba vuelta la lista de nombres.

—Estoy bien. Solo me salté una horas de sueño, no tiene nada malo.

—Sí lo tiene —respondió él pasando a mi lado y dando vuelta la lista—. Necesitas estar en todas tus capacidades para enfrentar la situación, Bright. Mentales y físicas. Tienes que descansar y no torturarte.

Suspiré al apoyarme sobre mis codos y observarlo mientras pasaba a la cocina para comenzar a preparar el desayuno. Las puntas de su cabello estaban mojadas luego de su paso por el baño y el corte en sus costillas se seguía viendo demasiado fresco para mi gusto. Debí haber limpiado los cristales rotos para evitar heridos, no era como si hubiera tenido tiempo para ello. Mi propi codo se estaba quejando esa mañana y pidiendo algo para el dolor, pero luego de mi charla con Kevin deseaba mantenerme alejada de las píldoras tanto como fuera posible.

—¿Qué harías si muero? —pregunté de pronto y él se detuvo en medio de la preparación del café.

—¿No es demasiado temprano para preguntas de este tipo?

—No. Por nuestro tipo de vida y relación, es bastante probable que eso en algún momento le suceda a alguno de los dos. Y necesito saber que serías capaz de continuar por tu cuenta.

—No entiendo cómo puedes sonar de buen humor hablando de algo así —Jack retomó el preparar su desayuno—. Este trabajo implica lidiar a menudo con la pérdida. No te mentiré al decirte que no me dolerá un infierno, pero no me quedaré estancado si eso es lo que temes. Tendría a Ethan para compartir el dolor, y él me tendría a mí, y tal vez entre los dos hagamos una persona casi entera en ese estado.

—Gracias por pensar en mi hermano.

—No sé cuál de los dos necesitaría más al otro. ¿Ahora podemos dejar el tema tétrico de lado? —preguntó dejando delante de mí una taza y sonreí.

—Solo quería saber que estarías bien.

—Estaré bien mientras nada te suceda a ti, y estoy aquí para asegurarme que así sea. Y que duermas lo necesario para estar en forma si algo sucede.

—Le pedí a Kevin que me avisara cuando Andy estuviera a salvo, él solo estaba cumpliendo.

—¿Y cómo se relaciona eso con que te quedaras despierta trabajando en tu investigación?

—Tal vez le pedí que usara la computadora de su madre para ver si encontraba algo sobre el conde de Saint Germain. No todos los días se tiene un contacto con la clave de acceso al ordenador de una directora de la CIA.

—Aquí es la parte cuando me cuentas a qué conclusión llegaste —dijo él apoyándose frente a mí y sonreí.

—¿Tan evidente ya soy para ti?

—Eres una actriz, disfrutas de monologar y está demostrado que expresar las ideas en voz alta ayuda a darles forma. Por eso cuando hablamos de nuestros problemas, tendemos a sentirnos mejor luego, nos ayuda a comprenderlos.

—Creo que resolví de dónde salió nuestro impostor, aunque podría sonar descabellado —dije.

—Descabellado suele ser la respuesta cuando lo demás no funciona. ¿Entonces?

—Orlando Bright no haría nada como los demás esperarían, era mejor que eso. Era alguien que desde siempre se ocupó de cubrir sus huellas. Es decir, mira esto —empujé hojas con registros bancarios en su dirección—. John me pasó todo lo que pudo conseguir, y prácticamente desde que fue agente, mi padre retiraba su sueldo del banco el mismo día que lo cobraba. La totalidad.

—El efectivo es lo más discreto. Evita que te rastreen por el uso de una tarjeta, puedan descubrir tu rutina y tus gustos —respondió Jack.

—Y eso es lo que cualquiera pensaría, y se quedaría ahí. Suena creíble de parte de un agente, pero no estamos hablando de cualquiera. Si vacías todos los meses tu caja de ahorro, nadie tendrá modo de saber si alguna vez tienes un gasto excesivo. Cuando alguien desaparece porque lo desea, suele vaciar su cuenta bancaria. No había nada que vaciar aquí, ningún monto del cual ver extracciones que podrían ser pasajes, ahorros, o algo más inusual.

—¿Cómo qué?

—Como pagarle al conde de Saint Germain la fortuna que debe valer su trabajo. Creo que es un cirujano. Kevin dice que aparece mencionado en un informe de la CIA sobre Gaddafi, que el dictador pidió por el conde de Saint Germain, pero terminó consiguiendo otro brasileño porque el conde no trabaja fuera de su casa. Fue un cirujano brasileño quien le hizo la operación de modificación de rostro en su intento por escapar sin ser capturado. Los brasileños son los mejores cirujanos plásticos del mundo. Lo normal sería pensar que alguien pagaría por una cirugía para cambiar su rostro, pero creo que el conde de Saint Germain ofrece el servicio contrario. Hace que otra persona luzca exacto como tú.

—Y Ethan era demasiado joven para notar el cambio, y John tenía una terrible noche de alergia —completó Jack al comprender.

—Exacto. Sabemos que mi padre había regresado ese día tras una misión en sudamérica que le tomó tres meses. Ese es tiempo más que suficiente para una cirugía y recuperación sin dejar rastros, incluso para aprender a imitar una voz y un acento —respondí empujando el informe de la misión hacia él—. Creo que miente, y en realidad no hizo nada. Sabemos, que para esa fecha, se encontró con tu madre en Argentina, y ella lo debe haber llevado con Damocles. Él jugó, Damocles le dijo dónde encontrar al conde. Brasil. La misión en realidad fue una cubierta para lo que en realidad fue a hacer. Quizás incluso ayudó a tu madre por eso sabiendo que la necesitaba en el camino para llegar al conde.

—Y le dio instrucciones al reemplazo de qué hacer una vez en Londres.

—Recoger a Ethan. Llevarlo a atrapar una ardilla. No permitirle bañarse ni cambiarse de ropa. Intentar cocinar salsa para vaciar el mueble. Quemar la cena para que el olor cubriera que Ethan apestara a ardilla y John no sospechara. Meter a Ethan en el mueble cuando aparecieran los intrusos. Recordarle que su padre lo ama.

—Pero el reemplazo debió saber que lo iban a matar.

—Eso es lo único que todavía no logro entender —dije y suspiré al ver todos los papeles delante—. Eso, y el médico que certificó su muerte. John se está ocupando de esa parte, pero el agente desapareció hace un año y se sospecha que fue ejecutado. Vivía en el exterior, su departamento parecía forzado y había sangre. No se sabe nada desde entonces. Es decir, no parecía haber ningún tipo de relación entre Orlando Bright y él, pero no creo que algo así se le pase a un médico. Debería haber notado el cambio.

—¿Un año exacto?

—El verano pasado.

—Los hombres de traje tienen Pandora desde entonces.

—John lo revisó. Su nombre no está en el registro.

—¿Algún dato del reemplazo?

—John no encontró nada todavía. Pero una vez que finges tu muerte, eres libre de hacer cualquier cosa y nadie lo sabrá. Hay muchas pistas falsas en el medio. Cubrió todos sus pasos, y quién sabe cuánto tiempo lo planeó. Quizás incluso sus diarios sean falsos. Tú mismo lo dijiste, un espía no escribe nada que no quiere que luego sea leído. Esos diarios seguro son una pista falsa, para que quien los lea crea que él estaba haciendo todas esas cosas que dice, cuando era lo contrario. ¿Y quién sospechara de la palabra de un muerto, que se tomó tanta molestia en ocultarlos? Me hizo perder el tiempo, me distrajo con algo que no era, para que no notara la verdad detrás.

—¿Y por qué ahora se dejó ver? ¿Por qué conmigo? De no ser por eso, jamás nadie hubiera sospechado nada, Bright.

—No lo sé —admití—. Tal vez supo que necesitábamos ayuda.

—¿Por qué yo?

Lo miré, no tenía una respuesta. Todavía quedaban cabos sueltos, y aun con la ayuda de John, sentía que seguíamos estancados en Londres. ¿Cómo rastrear a un hombre que había tenido años para planear este mismo momento? No podía, ese era el problema. No tenía suficiente información, no lo conocía, y no creía que nadie fuera capaz de descifrar la mente de Orlando Bright.

—¿Qué hiciste con el arma ayer? —pregunté.

—Alcantarilla. Considerando la lluvia, espero que la corriente se la haya llevado lejos.

—¿Cómo siquiera conseguiste una? Te removieron tu permiso para portarlas.

—Compra ilegal —Jack se encogió de hombros ante mi mirada—. Lo repito, el efectivo no deja rastros.

—¿Y esperas que crea que saliste a reunirte con un vendedor ilegal de armas con los hombres de traje controlando cada uno de tus movimientos?

Jack suspiró y cogió una jarra. La llenó con hielos de la nevera y luego un poco de agua del grifo. Metió su mano hasta el fondo. En algún momento, el Servicio Secreto afortunadamente había decidido que una tobillera no era buena para rastrearlo y en su lugar le habían dado un anillo demasiado justo como para que se lo pudiera sacar y que enviaba una alerta si dejaba de estar en contacto con la piel. Una infracción, e iba directo al chip subcutáneo. Ninguno deseaba algo así.

Él retiró su mano antes de deslizar sin problema la delgada banda de metal fuera de su dedo y volvérsela a poner. Por supuesto, el frío reducía la masa muscular. Casi al instante su móvil sonó y lo vi responder, murmurando una vaga excusa sobre estar comiendo helado y que el anillo se le patinaba. Los hombres de traje no tendían a discutir las quejas de Jack sobre cómo eso lo hacía lucir irresponsable cuando no era su culpa. ¿Qué mejor modo de engañarlos, que quejarse porque no podía cumplir bien sus requisitos?

—¿Y les dijiste que lo habías perdido o qué esa vez? —pregunté cuando terminó el llamado.

—Se lo di a Ethan para que lo usara por mí un rato y se quedara aquí. Él estuvo de acuerdo con el plan.

—¿Arrastraste a mi hermano como cómplice para engañar al MI6?

—Seguramente le pida el mismo favor luego. Necesito otra arma ahora que perdí esa.

—Pues espero él tenga un plan para cubrirte si se meten en problemas, porque a mí me acusarán de implicancia emocional para que no pueda defenderte.

—Nada que no podamos controlar.

Perfecto, mi novio y mi hermano se habían asociado para actuar a espaldas del Servicio Secreto y engañarlo. Lo peor tal vez era que ni siquiera me sorprendía. ¿Cuándo esto se había convertido en mi cotidiano? Jack lució divertido ante mi expresión mientras yo intentaba ordenar todas mis notas. Todavía quedaba mucho por hacer.

Mi móvil comenzó a sonar en ese momento. Por un instante deseé que fuera Kevin con alguna otra noticia sobre Andy, pero el tono era distinto y en la pantalla había una foto de un Josh durmiendo. Eso fue suficiente para llamar mi atención. Estaba segura de poder contar con una mano la cantidad de veces que Josh me había llamado desde que lo conocía, y la última había sido para preguntarme si sabía dónde había dejado sus pantuflas. No había sido difícil de deducir.

—Buenos días, Josh —dije al responder.

—Hola, Emma —dijo con su voz llena de sueño y bostezó—. Lamento despertarte tan temprano, pero hay un hombre llamando a la puerta que dice conocerte y...

—¿Qué? —exclamé levantándome de la silla.

—Tengo té de sobra si quiere pasar para esperarte...

—¡No lo dejes entrar! —grité enseguida mientras comenzaba a buscar mi ropa y cambiarme cuanto antes—. ¡No le abras la puerta a nadie y llama a la policía! Voy para allá.

Mi mente solo pudo imaginar los peores escenarios mientras luchaba por ponerme rápido mi pantalón. Josh era lo suficientemente despistado para abrirle al mismo Lionel y ofrecerle una taza de té mientras lo apuntaba con un arma. Josh estaba en mi lista, y solo contaba con un perro como defensa.

Jack me preguntó qué sucedía, apenas fui capaz de responderle mientras saltaba sobre un pie para ponerme mi bota y salía corriendo del departamento. Necesitaba llegar al Portobello Road Market cuanto antes. Ni siquiera me cambié su camiseta o molesté en ponerme medias. Bajé saltando los dos pisos por escaleras hasta la planta principal y no me detuve al correr hasta la estación más cercana de Underground.

Él me alcanzó ya junto a las vías. Dos minutos para la próxima formación era demasiada espera. Apenas podía quedarme quieta, sentía que si lo hacía estaría perdiendo el tiempo. Necesitaba calmarme. No podía llamar a la policía por mi cuenta, no sin saber lo que estaba sucediendo primero. ¿Ethan? ¿John? Jack me empujó dentro del vagón una vez que la formación se detuvo. ¿Scarlet? Las cosas definitivamente estaban mal cuando Scarlet parecía una opción.

Debí haber sospechado que una vez Andy fuera de juego, Josh podría ser el siguiente blanco. Vivía solo, desprotegido, y era tan despistado como para abrirle la puerta a un asesino. Por favor, no Josh. El sujeto era tan inofensivo como para ser vencido por una polilla. Pero me importaba, y eso era todo lo que Lionel necesitaba para señalarlo como un objetivo.

Para el momento en que llegue a su casa, estaba segura de haber roto mi propio récord de velocidad. No había nadie sospechoso en los alrededores. Apenas toqué la puerta roja, esta se abrió. No estaba cerrada. Mi corazón se detuvo al darse cuenta. ¿Había llegado tarde? ¿Cuánto tiempo necesitaba un asesino profesional para hacer su trabajo? Solo un somnoliento artista invitándolo a entrar. Jack intentó detenerme de pasar, pero me deslicé fuera de su agarre con facilidad. Fuera lo que fuera que estuviera al otro lado, podría lidiar con ello. Cualquier cosa, con tal de comprobar que Josh estaba bien.

Entré con una mano detrás, los dedos rozando la empuñadura del cuchillo escondido en la parte baja de mi espalda. Podría con cualquier cosa, menos con otro cuerpo. No de nuevo, no tan pronto. ¿Acaso nunca tendría un respiro mientras esto durase? Solo necesitaba encontrarlo vivo y sacarlo a la vía pública, quizás entonces tendríamos una oportunidad de salir ilesos. Luego me preocuparía por cómo explicarle todo a Josh.

Por supuesto, la vida nunca era como uno la esperaba, y lo cierto era que nada podría haberme preparado para lo que encontré en la sala. Josh estaba sentado tranquilamente, bebiendo su matutina taza de té con su perro echado a sus pies, mientras conversaba con otro hombre. Levantó su taza a modo de bienvenida cuando me vio, sus ojos luciendo tan cansinos como siempre.

Su acompañante se levantó al escucharme. Dejé caer mi mano a un lado, mi ritmo cardíaco bajando de un modo tan vertiginoso que no debía ser bueno para mi salud. Jack se detuvo a mi lado pero tampoco supo qué hacer. Tal vez estaba más preparada para enfrentar cara a cara a Lionel, que esto.

Era como enfrentar a una versión de John mucho más joven, más relajada incluso. Conocía ese rostro, lo había visto en fotografías y documentos, y sus ojos eran los mismos que me devolvían la mirada cada día frente al espejo. No era justo, tampoco estaba lista para algo así. Su piel estaba bronceada por años en el mediterráneo, su cabello más corto de lo que Jack había mencionado, su aspecto más similar al que debió haber tenido cuando desapareció.

—Buenos días, Emma —dijo Orlando Bright.

Por un instante, no fui capaz de nada más que de parpadear. Le había preguntado a John que haría en caso de encontrarlo, me había respondido que abrazarlo y quebrarle un brazo, posiblemente lo segundo primero. Jamás imaginé que llegaría el día en que me parecería a mi tío. Ni siquiera lo dudé, fui directo por el brazo.

Orlando retrocedió un paso para evitarme con demasiada facilidad. Jack estuvo detrás de mí y me rodeó con sus brazos para detenerme. Me sentí como una cría pataleando y protestando porque me soltara para poder golpear a mi padre. ¿Cómo se atrevía? ¿Cómo podía presentarse aquí con tanta tranquilidad luego de lo que había hecho? Pero él solo miró con diversión a Josh como si hubieran estado hablando de este momento antes que los interrumpiera.

—Definitivamente fue criada solo por Brigitte si es tan agresiva —comentó.

—¡Porque tú no estabas! —grité.

—Te dije que no estaría contenta —respondió Josh.

¿Él también era cómplice en esto? Podía sentir las lágrimas de furia ardiendo en mis ojos. No era justo, no tenían derecho a tomarse esto como si fuera un juego, no luego de Ethan cargando su dolor por años y mamá llorando en secreto, no con John lidiando cada día con la culpa y todos mirándome con lástima como si fuera un horrible recuerdo de su ausencia. No tenía derecho a haber lastimado de ese modo a mi familia, y ahora sonreír como si no hubiera sucedido.

Jack me arrastró hacia la cocina aun cuando me resistí. Lo golpearía. Apenas me soltara, me tiraría sobre él. Y quería gritar y llorar, aunque no sabía por quién o por qué. No tenía derecho a reaparecer con tanta calma y si hubiera estado aquí tal vez nada de esto hubiera sucedido, Ethan hubiera crecido conmigo, mamá no se hubiera obsesionado con su trabajo, John no sería tan duro. Pero no había estado y no era justo y no podía reaparecer como si solo hubiera salido a comprar galletas.

—Bright... Bright... ¡Emma!

Volví a la realidad al escuchar mi nombre. Jack me estaba sosteniendo por los hombros, y no sabía cuánto tiempo llevaba llamándome para hacerme entrar en razón. Prefería no imaginar el aspecto que tendría. Podía sentir las lágrimas en mis mejillas. No era justo. Y esto no era por mí. Me lo repetí una y otra vez. Él no me importaba, pero Ethan había sufrido, y mamá llorado, y John nunca había dejado de culparse. No era justo y no deseaba escuchar su explicación, porque ninguna sería aceptable.

—No entiendes —susurré.

—Lo hago mejor de lo que crees, pero ahora mismo lo necesitamos de nuestro lado. Ya tendrás tiempo luego para decirle todo lo que quieras decirle y reclamarle.

—No puedo.

—Puedes con cualquier cosa.

*********************************************************************

Por favor no te olvides de dejar tu voto, y puedes encontrar más historias de todo tipo en mi perfil.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top