Caro Bello Amico...
Esperaba que mi italiano no estuviera demasiado oxidado mientras le entregaba la carta a Douglas con la dirección escrita en el fondo. Él decía conocer a alguien leal, capaz de entregarla en el día personalmente, aunque eso implicara un vuelo directo a Firenze. Eso no cambiaba el peso de lo que le estaba confiando. Él me había dejado un modo de contactarlo, por si alguna vez necesitaba su ayuda en retorno de lo que yo había hecho. Me había prometido a mí misma que le permitiría llevar una vida normal y no le escribiría, pero esta situación era extrema.
Douglas desapareció tan pronto como le entregué la carta. Jack seguía en la sala con John, intentando armar un plano de la residencia de Lionel a pesar de sus desordenados recuerdos. Apenas sí sería útil, considerando que de seguro Lionel habría cambiado toda su seguridad al saber que su hijo estaba vivo y colaborando con nosotros.
—Siento que llevamos una eternidad aquí y no va ni un día —admití dejándome caer en el sillón de la sala junto a Ethan.
—El estrés altera la percepción del tiempo —respondió él—. ¿Quiero saber qué traes entre manos?
—Confidencial. ¿Qué hay de ti?
—Sigo intentando ver cómo deshacernos del hacker. También confidencial.
—Es extraño. ¿Verdad? —pregunté apoyándome sobre mis rodillas—. El problema es tan grande, como para que cada uno haya decidido hacerse cargo de un pedazo, y aun así no compartimos lo que estamos haciendo. Tal vez para proteger nuestros contactos, tal vez porque pensamos que es lo más seguro. Es un reflejo, no dar información que no sea vital para el otro, ni siquiera nuestra familia.
—¿Crees que las personas normales se cuentan todo entre ellas? —preguntó Ethan y sacudí mi cabeza.
—No. Todos tenemos secretos.
—Avisa si necesitas ayuda.
—Tú también —respondí—. Si nosotros estamos planeando cómo lidiar con los contratiempos. ¿Quién está pensando cómo vencer a Lionel?
—Si no lo sabemos todavía, es porque no es necesario que lo sepamos para que el plan funcione —dijo Ethan—. Nuestro enemigo está tan entrenado como nosotros, incluso más. No podemos arriesgarnos a que se filtre información. Y no podemos vencerlo de un modo que él podría prever.
—Perdimos nuestra ventaja. Ahora él sabe de Jack y papá.
—Salvamos a mamá. Ya veremos cómo reponernos.
—Somos solo nosotros contra un sujeto que lleva más de una década armando un imperio criminal, Ethan. Tiene todo tipo de contactos y proveedores, especialistas en cada cosa que necesite, y nosotros...
Callé enseguida al escuchar el chirriante sonido de llantas contra el pavimento. Por un instante, mi sangre se congeló ante el miedo de un nuevo ataque. A mi lado Ethan se tensó ante la posibilidad. Jack y John también se pusieron alerta. Incluso el abuelo y papá se acercaron a la sala. Y quizás hubiera llegado a temer eso, de no ser por la naturalidad con la que la abuela cruzó la sala, su larga bata de seda de dormir barriendo el suelo tras ella.
—¡Ya era hora! —exclamó levantando las manos.
—¿A quién llamaste? —preguntó John mirándola con desconfianza.
—Ese muchacho se está aprovechando de sus conocimientos como espía para meterse con nosotros, pero solo un villano puede vencer a otro villano de ese modo —respondió ella—. El fuego, se combate con fuego. Inter arma enim silent leges.
—Entre armas, las leyes callan —susurré—. Todo vale en una guerra.
—Oh, no. No lo hiciste —dijo John y se puso de pie enseguida—. No te atreviste a...
La abuela se apresuró en abrir la puerta principal, extendiendo sus manos para recibir con un alegre abrazo al intruso. John cerró su boca enseguida. Era demasiado temprano para que Douglas hubiera regresado ya de su expedición. No tuve que ver para saber, la reacción de John fue suficiente, incluso cuando oí su voz inigualable.
—¡Nonna!
Segundos después, Alicia estaba en la sala también. Lucía más madura si eso era posible. El largo vestido Armani de seda negra que llevaba acentuaba sus curvas y el beso dorado sobre su piel del sol de Sicilia. Sus rojos labios se fruncieron con disgusto al ver a John, él tampoco lució del todo complacido ante su presencia. Ella era rencorosa, él todavía no había perdonado su traición. Ethan también parecía en desacuerdo con su presencia.
Fue un alivio comprobar que su prometido no la acompañaba, aunque no me fue difícil comprender el modo de pensar de mi abuela. Alicia se había apoderado del Mediterráneo en tiempo récord. Y si había alguien tal vez más despiadado y cruel que Lionel Roland, era Giorgio Difaccio. Ella observó a papá un segundo más de lo necesario, y luego sus ojos recorrieron el resto de la sala. Fue un momento, pero pude ver la ilusión en su mirada, como una niña pequeña buscando a su madre, antes de comprender que no aparecería.
Me puse de pie para recibirla y cortar el tenso silencio que su presencia había generado. Ella sonrió encantada al abrazarme también, murmurando algo sobre el tiempo transcurrido desde nuestra última reunión y cuánto me había extrañado. Cerré los ojos un instante ante su divino perfume. Yo también la había extrañado. Alicia me soltó, solo para aplaudir y que un hombre se acercara a ella cargando dos grandes bolsos que parecían superarlo en peso. Llevaba un guante de cuero en su mano derecha, eso no estaba bien.
—Invitaste a una criminal —dijo John mirando de un modo acusatorio a la abuela—. Y ella trajo a un mafioso consigo.
—Lucio es mi guardaespaldas. Él me sigue a donde vaya —respondió Alicia con dureza.
—Esto no es seguro de ningún modo —dijo Ethan.
—Lucio es el hombre más discreto en esta casa, y comprende las cargas que su puesto conlleva —dijo Alicia y desvié enseguida la mirada cuando Lucio abrió la boca para mostrar que no tenía lengua al Alicia chasquear sus dedos—. A diferencia de ustedes, la familia Difaccio conoce la definición de lealtad.
—No le prestes atención a los hombres —dijo la abuela sin cuidado—. Lo importante es que pudiste venir. Y apreciamos tu ayuda.
—Parece que no todos lo hacen —Alicia extendió una mano para que Lucio le entregara uno de los bolsos, ella abrió el cierre y lo tiró delante dejando a la vista todas las armas que contenía—. Un regalo, de Giorgio. Para que vean su buena voluntad. Él insiste en que familia es familia, aunque ustedes no deseen verme, y siempre se debe ayudar.
—Dime que no es un favor de su parte que me cobrará luego —pedí.
—No lo es, Emma —dijo ella mirándome seriamente—. Vienes a mi boda aunque tenga que matar personalmente al hijo de puta que te anda amenazando.
—¿Te vas a casar con Difaccio? —exclamó John con horror.
—Mi hermano desposó a una zorra que se quedó con sus acciones de la empresa y lo dejó en bancarrota. Yo voy a compartir uno de los mayores imperios del Mediterráneo actuales —dijo Alicia con seguridad—. Creo que es evidente quién heredó los buenos genes.
Nota mental: no dejar a esos dos solos sin supervisión. Sentía que era cuestión de un movimiento en falso para que esa discusión fuera más allá de simples acusaciones. Y, conociendo a Alicia, ella era capaz de atacar a John. Prefería no imaginar cómo había sido el último encuentro entre ambos. Le eché enseguida una mirada de advertencia a Ethan cuando abrió la boca, era mejor que no se metiera.
—¡Zia Brigitte! —exclamó Alicia con alegría cuando mamá apareció.
Hubiera sido casi gracioso el modo en que ella había adoptado el italiano de no ser porque lo había aprendido de asesinos y mercenarios. Mafiosos, principalmente. Mamá lució completamente desorientada al verla, pero terminó por aceptar su abrazo. A esta altura, era sorprendente que conservara la calma a pesar de todo el sobrecargo de información y lo descabellada de la situación. ¿Alicia no había huido de su casa y estaba perfectamente bien, toda la familia sabiendo aquello? Parecía poco comparado con el hecho que papá estuviera vivo para ella.
—Está metida en la mafia italiana, Brigitte —gritó John desde su lugar—. Y se comprometió con el hijo de Vito Corleone.
—Guardaste contacto con Alice todo este tiempo —murmuró Ethan a mi lado de un modo acusatorio.
—Alguien tenía que ayudarla a escoger los decorativos para su boda —dije encogiéndome de hombros—. Ella confía en mi estilo.
—Es una traidora —dijo Ethan.
—No es tan mala.
—Le disparó a John para que Difaccio escapara esa vez. ¿Te mencionó eso? Directo al pecho.
—Entonces solo tendremos que asegurarnos de no dejarlos a solas y con armas.
Era algo mucho más sencillo de decir que hacer, como descubrí cuando el resto de la noche fue un completo caos de acusaciones cruzadas entre John y Alicia, o Alicia y papá, o papá y mamá. En un momento, simplemente fue demasiado drama, incluso para mí, y preferí ir a mi habitación para dormir. ¿Cuáles eran las posibilidades de que Lionel también estuviera lidiando con este tipo de cosas al armar su estrategia?
Douglas reapareció a la mañana siguiente, a tiempo para cocinar y servir el desayuno. Excepto el de Alicia. Al parecer, Lucio la asistía en todo aquello que ella necesitara además de su seguridad. Ser su cocinero personal, para asegurarse de evitar cualquier intento de envenenamiento, tenía sentido. Él no entendía absolutamente ninguna palabra en inglés, y tenía su propio lenguaje de señas para comunicarse y que solo Alicia parecía comprender. Ningún riesgo de fuga de información, ni siquiera bajo tortura. Preferí no preguntarme si había terminado con ella por su falta de lengua, o su falta de lengua había sido un requisito para el puesto. Giorgio era del tipo que enmudecería a alguien sin dudarlo si era para la protección de su amada.
—Deberías venir a pasar el verano a Palermo, es hermoso en esta época del año —comentó Alicia durante la tarde, sentada junto a mí disfrutando del té en el jardín—. O Grecia. Giorgio compró un terreno en Mykonos...
—No me digas más —interrumpí—. Es mejor si no lo sé. No quiero causarte problemas si los demás se enteran.
—La abuela me prometió que nada de lo que dijera o sucediera estos días sería utilizado en mi contra o de Giorgio luego a cambio que viniera —respondió ella—. No creo que nadie se atreva a contradecirla. Ella es buena.
—Es honesta —corregí—. Yo tampoco soy un ejemplo de perfecto comportamiento.
—Los hombres de esta familia son demasiado prejuiciosos.
—Oh, créeme que solo son un puñado de hipócritas.
—¿Sabías que tu padre estaba vivo?
—Es algo reciente.
—Mi mamá murió por investigar su asesinato y querer encontrar al culpable. Murió en vano —dijo Alicia y bajó la mirada a su anillo de compromiso, el mismo que Giorgio Difaccio había robado en un primer momento, aquel que había pertenecido a Vivien Bright—. Lo siento, pero lo odio. Y lo culpo.
—Yo tampoco sé cómo sentirme respecto a él —admití y suspiré tras beber un sorbo de té—. Es una larga historia. Han sido unos días agitados.
—Deberíamos matar a este sujeto que los anda amenazando.
—Somos los buenos, A. No se supone que asesinamos.
—¿Puedes asegurarme que eres capaz de estar frente a ese hombre, sabiendo todo el daño que ha hecho, que te ha hecho y posiblemente te hará, y dejarlo seguir viviendo? —preguntó ella y no respondí—. Porque yo no podría. Todos me tratan como la oveja negra de la familia solo porque me atrevo a decir lo que todos piensan.
—La justicia a veces puede no parecer suficiente, pero es lo mejor y lo que debemos aceptar.
—Esto solo acaba con su muerte, Em.
—Me gustaría creer que no es así.
—Sigues siendo muy inocente a pesar del tiempo que llevas en este mundo —dijo Alicia y me sonrió como si fuese algo adorable—. Eso está bien. No te imagino realmente deseando matar a alguien. Yo puedo apretar el gatillo si quieres.
—No tienes la manicura de una chica que hace el trabajo sucio —respondí sonriendo y ella miró con sorpresa sus perfectas uñas esculpidas.
—¿Eso crees? Con lo que pagué por estas, es lo mínimo. Puedo pedirle a Lucio que dispare, tiene buena puntería.
—¿Hay algo que Lucio no haga bien?
—Sigue teniendo dificultades para afinar un violín, pero deberías escucharlo tocar. Lo hace de un modo maravilloso.
Reí sin poder evitarlo. Parecía que no había nada que Lucio no fuera capaz de hacer. Esta mañana lo había visto planchar el vestido Gucci que ahora Alicia llevaba puesto con tanta habilidad que incluso mamá se había acercado para observarlo. Pero, por lo poco que lo había visto, él en serio apreciaba a Alicia y se preocupaba por ella. Como un perro adorando a su ama, pero al menos podía estar segura que mi prima estaba bien protegida.
—¿Qué piensa Giorgio de todo esto? —pregunté.
—Que podría solucionarlo en una semana si la abuela le hubiera extendido la invitación —respondió Alicia.
—No quiero deberle ningún favor, ya sabes cómo es. Ni que convierta Inglaterra en una batalla campal. Esto es algo de nuestra familia solo.
—Y está tu novio metido.
—Es complicado.
—Te gusta el drama, Emma. Eres una actriz. Por supuesto que caerías por el hijo de tu enemigo, o el enemigo de tu padre —dijo Alicia—. No imaginé que Janus sería así. Los crims hablan de él casi como si fuera un mito, un negociador increíble capaz de obtener cualquier cosa que se le pida si se interesa en lo que ofreces a cambio. Giorgio habla de él como si no hubiera nadie en este mundo capaz de llevar a cabo los negocios imposibles que Janus realiza. ¿Y resultó ser solo un chico aquí jugando a las escondidas y doble-identidad?
—Desconozco cómo Jack administraba sus asuntos antes.
—¿Entonces debo decirle a Giorgio que ya no hay modo alguno de tenerlo como contacto?
—Está con el MI6 ahora. Es lo que siempre quiso. Tómalo como una muestra de agradecimiento de mi parte para Giorgio. Díselo, así evitará cualquier asunto de los hombres de traje que involucre el viejo alias de Jack.
—Puedes sacar al chico del crimen, pero no puedes sacar al criminal del chico —dijo Alicia—. Una vez que te acostumbras a los tratos laterales, es difícil dejarlos para seguir las reglas.
—¿No actuamos todos un poquito fuera de reglas a veces?
—Estoy pensando en mandar a matar a mi cuñada —comentó ella.
Bien, suficiente charla de primas. Murmuré una rápida excusa sobre escuchar a alguien llamar mi nombre al momento de ponerme de pie y partir. Amaba a Alicia, pero no había modo que fuera cómplice de un asesinato por saber al respecto. Lo entendía, el hermano de Alicia era un idiota que se había casado con una mujer que lo había estafado, pero estaba segura que había otros modos de hacer justicia que no incluía mandarla a matar.
Por supuesto, no era tan sencillo huir de ese tipo de temas cuando tu familia estaba compuesta casi en su totalidad por espías. Dentro de la casa, la abuela estaba armando una lista de materiales para preparar explosivos como si fueran las compras del supermercado. El abuelo cada tanto gritaba desde otra habitación que agregara un tipo específico de municiones a su lista o cosas similares. En alguna parte de arriba, mamá y papá parecían estar discutiendo de nuevo a juzgar por los gritos y ruidos que se escuchaban. John, Ethan y Jack estaban en la sala, ocupados con planos y ordenadores desarmados.
—Necesito algo que hacer también o este tiempo muerto va a matarme —declaré sentándome en el suelo frente a ellos.
—¿Alguna novedad respecto a cómo irrumpir en la propiedad? —preguntó Ethan y sacudí mi cabeza.
—No. Estimo al menos unos cinco días para eso. La espera es lo peor —respondí—. Por cada día que no hacemos nada, Lionel se refuerza.
—Igual que nosotros —dijo John—. Estamos iguales ahora. Él tuvo que cambiar su estrategia, nosotros estamos armando una sólida.
—¿Siquiera sabemos dónde está? —pregunté.
—Sandbach —dijo Jack con calma mientras seguía revisando mapas.
—¿Dónde queda eso?
—Noroeste. Cerca de la frontera con Gales —dijo él y continuó ante mi mirada—. ¿Sur de Liverpool? No es un pueblo muy grande, pero tiene grandes propiedades a las afueras y es discreto.
—Queda al lado de Holmes Chapel, de allí es Harry Styles —comentó Ethan y reí sin poder evitarlo.
—¿Entonces vivías cerca de Harry Styles? —pregunté con diversión mirando a Jack—. Nunca lo hubiera imaginado de ti.
—Tú tampoco tienes aspecto de una chica de Yorkshire —respondió él.
—No, soy una chica londinense. Y eso es porque dices Yorkshire y la gente piensa en un perro.
—Uno pequeño y con mucho pelo.
—¿Te estás burlando? —dije y Jack apenas contuvo su sonrisa—. No es mi culpa si mi familia decidió instalarse en Yorkshire.
—No. Culpa a tu tatarabuelo por vender Bletchley Park —comentó John.
—¿Qué? ¿Bletchley Park era nuestro? —pregunté enseguida y él asintió—. Oh, vamos. ¿Y ahora me entero? Ese lugar es la cuna de una de las mejores historias del espionaje inglés.
—También una de las más trágicas, Em —dijo Ethan—. Allí se decidió cuáles inocentes vivían y cuáles morían, con tal de mantener una fachada. No es el mejor capítulo de nuestra historia.
—¿Lo dices porque leyes intolerantes causaron que uno de los mayores genios que tuvimos se suicidara? —pregunté y suspiré—. A veces temo que nuestro juicio no evoluciona al ritmo que la sociedad necesita.
—¿Y qué dice tu juicio sobre nuestro enemigo? —inquirió John.
El problema era que podía contar con una mano la cantidad de veces que había estado frente a frente con Lionel, y ninguna ahora parecía suficiente como para haber logrado un buen análisis. Tal vez porque siempre había estado más preocupada por sobrevivir y proteger a los demás que intentar descifrar a Lionel. O tal vez porque él tenía años de práctica de lidiar con papá como para dejar ver más de lo que debía.
—Es confiado —murmuré—. Tal vez porque lleva años haciendo lo que se le plazca y está acostumbrado a triunfar. Pero no del tipo que no tendría un plan de respaldo si algo sale mal. Odio decir esto, pero la abuela tiene razón, solo un criminal puede vencer a otro criminal de este calibre y necesitamos pensar como uno. Temo que Alicia no es del tipo que planea.
—No, es más de las que dispara y luego piensa —respondió John mordaz.
—El abuelo dijo que dejemos las peleas familiares para el próximo mes —comentó Ethan.
—¿Ahora tenemos un cronograma de peleas? Increíble —doblé mis piernas para poder descansar mi cabeza sobre las rodillas—. De todos modos, nos vendría bien tener otra mente criminal aquí. ¿Papá no tiene ningún contacto?
—¿Tú no lo tienes? —preguntó Ethan y me encogí de hombros.
—En el hipotético caso que guardara contacto con criminales, no puedo utilizar mi teléfono.
—Todavía —agregó John—. ¿Qué hay del Chat Noir?
—Silencio —respondió Jack mientras Ethan y yo intercambiábamos una mirada—. El asunto de Ferrière debe tenerla alterada, no la juzgo por buscar protegerse ella primero.
—Debería estar ocupándome de Ferrière —Ethan bajó la mirada a sus manos cerradas en puños—. Era mi caso. Debería haberlo matado cuando lo detuve.
—Y hubieras tenido un juicio interno por abuso de fuerza —dijo John duramente—. Fue tu caso hasta que lo entregaste a las autoridades francesas. No es tu responsabilidad ahora.
—Es un psicópata. No tienes idea de lo que es capaz.
—Tal vez, pero tenemos otro sujeto del cual ocuparnos primero.
—No puedo dormir sabiendo que ese tipo anda libre —dijo Ethan mirándolo seriamente.
—Pues toma píldoras. Tú no decides cuáles casos tomar, y ahora tienes otras prioridades. No es la primera vez que te sucederá. Siempre te darán algo que no es lo que preferirías, pero madura y acéptalo —respondió John—. Si no puedes lidiar con ello, entonces debo suponer que tu entrenamiento no fue el adecuado.
—Lo fue si está aquí, cuando todo de él quiere estar en otra parte —intervino Jack.
—No culpes a Ethan por ser el valiente de los dos y comentar lo que piensa en vez de callar como yo —comenté con aburrimiento—. Hay un gran paso entre pensar y actuar, John. Te puedo detallar todos los modos que imaginé en que morirían cada uno de ustedes, y cuántas noches de sueño eso me ha costado. Pero soy una actriz, pretenderé estar bien. Ethan es más valiente que yo en ese sentido, no teme mostrarle al mundo cómo se siente. Si este Ferrière es tan enfermo como dicen, entonces yo también querría detenerlo si es una amenaza para quienes amo, del mismo modo que ahora quiero detener a Lionel. Y como dijiste antes, no está en el cronograma de este mes las peleas familiares, así que podremos discutir esto el próximo. De momento, nuestro problema es cómo burlar a un súper hacker y entrar en una casa impenetrable al parecer. Creo que eso ya es suficiente para mantenernos ocupados.
—Podríamos cortar toda la energía —sugirió Ethan y me sonrió a escondidas cuando los demás volvieron a concentrarse en los planos.
—Tiene un generador de reserva —dijo Jack sacudiendo la cabeza.
—¿Bloquear la señal de Internet? —pregunté—. O lo que sea que use Byte que lo haga una amenaza.
—Sus hardware compiten con los del Servicio Secreto —respondió él e hizo una mueca—. Tal vez incluso mejores.
—Entonces necesitaremos un dispositivo superior para bloquear la señal —dijo John—. Algo del mercado negro. ¿Crees que Alice conozca un proveedor?
—Temo que Alicia conoce un proveedor para cualquier asunto ilegal que imagines —dije torciendo el gesto.
—Si conseguimos un modo de bloquear o piratear su propia señal, creo que podría ocuparme —Ethan pateó un pesado libro de sistemas informáticos en mi dirección—. Tú conoces al hacker. ¿Qué tan difícil debería ser burlarlo?
—Bastante.
—Es un niño.
—Está actuando bajo amenaza —dijo Jack—. Lo hace por temor a nuestro padre. Tal vez, si logro llegar hasta él...
—No podemos arriesgarnos con incertidumbres, necesitamos algo seguro —dijo John.
Quizás ese era el mayor problema. Con Lionel, no existía tal cosa como apostar porque el plan saliera bien. Debíamos estar absolutamente seguros que lo haría. Y Byte, tanto como me gustaría lo contrario, era un gran signo de interrogación. ¿Sería su terror a Lionel superior que el cariño que le guardaba a Jack? ¿Podría él convencerlo de ayudarnos? Ni siquiera podía imaginar a ese crío en medio de una situación similar
—Tendremos algo seguro —dije—. De momento temo que solo nos queda esperar. Veré si Alicia conoce algún proveedor, necesito una lista de lo que quieren pedir. Me preocupa más el número de aliados que esté manejando Lionel.
—Mercenarios pagos, no aliados —corrigió Jack—. En ese caso, si cortas la cabeza, el resto del cuerpo caerá.
—Primero debes pasar por el cuerpo, lo cual es difícil si hablamos de un gran número —dijo Ethan.
—Podríamos ir por múltiples frentes —sugerí—. Alguien tiene que lograr llegar al premio mayor si intentamos desde distintos ángulos a la vez. ¿No? Además, tenemos una ventaja. Creo que podemos usar a papá para provocar a Lionel, después de todo esto es consecuencia de un crimen pasional. La gente no razona cuando se deja llevar por sus emociones.
—Es un ex-agente. Está entrenado para separar sus emociones de la razón, Em —dijo John y sacudí mi cabeza.
—Tal vez, pero todos tenemos algo capaz de hacernos perder la cabeza. Y si lo sucedido entre ellos fue suficiente para que Lionel traicionara al MI6, y ni siquiera años después deje ir el asunto en vez de andar cazándonos a Ethan y a mí, entonces todavía le sigue afectando y podemos usar eso a nuestro favor. Si fuera frío, no estaría tras nosotros sabiendo que contamos con el respaldo de esta familia y más. Pero ve esto de un modo personal. Entonces hagámoslo personal. Papá debe saber cómo usar sus emociones en su contra. ¿Si se enfrentan, crees que él podría vencer?
—Orlando viene de más de una década de retiro —dijo John.
—Y mi padre una década de actuar según sus reglas —agregó Jack.
—Entonces tendremos que creer que papá es mejor con sus palabras que Lionel —respondí.
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