Capítulo 13
Los oficiales de Deimos nunca habían destacado por llevarse muy bien entre sí. En aquella sala de reuniones, en los niveles más profundos de aquella instalación secreta, era habitual que se guardasen las distancias. Nadie confiaba en nadie y nadie sentía especial simpatía por nadie. Aquella mesa en torno a la que todos se sentaban era excesivamente grande para un número tan reducido de personas, y los asientos se habían colocado con un margen de separación de varios metros. Todos habían tenido sus buenas razones para estar de acuerdo con que las cosas fueran así. Al fin y al cabo, los miembros del Círculo Interno de Deimos tenían fuertes diferencias de objetivos y opinión, y lo único que les unía era el hecho de haberse visto forzados a participar en aquellas reuniones. Que estuviesen atrapados en la misma habitación hasta que la Comandante en Jefe les permitiese salir de ella no significaba necesariamente que tuviesen que llevarse bien.
Sin embargo, aquel día había sucedido algo sin precedentes en toda la historia de aquella organización. En ausencia del Comandante Krieg, Taggart fingía no ver lo que estaba sucediendo y la Comandante Persephone se mantenía en su puesto dedicando una mirada angustiada a los oficiales que había en el otro lado de la mesa. Hammerhead había movido su silla para sentarse justo a la derecha de la Dra. Olsson. Incluso el siempre silencioso e impasible Tyrant-03 parecía confuso ante aquella situación, aunque no se atrevía a intervenir sin una orden directa.
Tanto Agatha como Hammerhead parecían haber olvidado lo mal que se llevaban y haber acordado una especie de tregua, mientras ambos permanecían atentos a la interfaz holográfica de la genetista. Aquel proyector directamente instalado en la propia mesa reproducía lo que parecía ser un video grabado la noche anterior en la propia Kubeigh, justo después de que la Comandante Aldrich perdiese aquel combate. A pesar de la catastrófica situación en la que se encontraba la ciudad, algunos supervivientes se las habían arreglado para subir sus grabaciones a la red. Ambos oficiales de Deimos mantenían la mirada fija en aquella proyección holográfica, casi sin pestañear. Aunque sabían que el Comandante Krieg llegaría de un momento a otro, no les importaba lo suficiente como para silenciar el video, y cada uno de aquellos sonidos que había en la grabación retumbaba en aquella diáfana sala subterránea.
- La jefa es... sorprendentemente buena en esto- Comentó Agatha, rompiendo varios minutos de silencio.
- Probablemente ya tiene experiencia- Le respondió Hammerhead.
- ¿Tú crees?- Preguntó la genetista- Yo no me lo esperaba de ella, la verdad.
- Tampoco es como si tuviera elección. Las titanes eran todas mujeres- Le recordó el Goliat, sin apartar la mirada- Dudo que encontrar marido haya estado en algún momento entre sus planes.
Una nueva hoja de papel con algo escrito levitó hasta situarse frente a Agatha y Hammerhead, impidiéndoles ver parte de aquella interfaz holográfica. La genetista se apresuró agarrar aquella nota que le enviaba Persephone desde el otro lado de la mesa, arrugarla hasta hacer con ella una bola y lanzársela de vuelta a la Banshee, sin llegar a leer lo que ponía.
- En realidad, lo que más me sorprende es...- Comenzó a murmurar Agatha, con cierto desdén- Satsuki no es precisamente alguien sociable. No me la imagino teniendo pareja o amigas.
Hammerhead dejó escapar una leve risa ante aquellas palabras. Resultaba irónico que fuese precisamente Agatha quien acusase de aquella forma a la Comandante en Jefe de Deimos. Lo más parecido que la genetista tenía a un amigo era aquel supersoldado mudo que la seguía a todas partes como un animal amaestrado. Aunque ella se burlase mucho del resto de oficiales de Deimos, Taggart aún mantenía contacto y buenas relaciones con varios ejecutivos de la HEC y la Comandante Persephone tenía a aquel asistente suyo, con el que Hammerhead sospechaba que mantenía relaciones a escondidas. Pero Agatha era incluso más intratable que la Comandante Aldrich, y nadie se acercaba a ella sin una muy buena razón. Desde luego, la genetista no era la más indicada para presumir de vida social. A pesar de ello, Hammerhead mantuvo la mirada en aquel video y se abstuvo de hacer ningún comentario al respecto. No estaba interesado en defender a Satsuki, y no le apetecía empezar una pelea verbal con aquella retorcida científica.
- Satsuki siempre ha sido un poco aburrida, la verdad. Pero antes no estaba tan amargada como ahora- Le corrigió Hammerhead- Solo actúa como si estuviera muerta en vida desde que desertó y fundó Deimos.
Agatha dejó de prestar atención al video y pensó durante un momento en las implicaciones de las palabras de aquel supersoldado. La genetista tendía a olvidar que el Goliat que se sentaba a su lado durante aquellas reuniones tenía alrededor de ciento cuarenta años. Hammerhead había servido en el ejército de Phobos durante los años que la Comandante Aldrich había estado aún bajo las órdenes de Black. Él era un testigo de la época dorada en la que docenas de supersoldados de Clase Titán devastaron y aterrorizaron la región de Acies portando el logotipo de Phobos. Aquello de lo que hablaban sucedió antes de que ella naciera, de modo que Agatha no tenía forma de saber nada al respecto. Obviamente, las relaciones personales de la Comandante Aldrich no eran algo que Prometheus Labs se hubiese molestado en documentar. Ni al Comandante Black ni al Dr. Moebius les había importado lo más mínimo qué hicieran sus titanes para divertirse mientras obedecieran las órdenes y cumpliesen sus misiones con éxito.
Aunque no tenía especial interés en la carrera de la Comandante Aldrich cuando aún era leal a Phobos, a la Dra. Olsson le habría encantado haber vivido aquella época. Por aquel entonces, la autoridad de Prometheus Labs en aquella alianza megacorporativa superaba incluso a la de la HEC. Los empleados del Fabricador Principal lentamente habían pasado a un segundo plano y comenzado a encargarse cada vez más de labores meramente logísticas, como enviar suministros las titanes y dedicarse a limpiar detrás de ellas. Casi parecía que los tanques Black iban a quedar obsoletos por culpa de aquellas nuevas supersoldados. Aquella era la mejor época para ser genetista de Prometheus Labs. Y, además, Deimos aún no existía. Aquello era incluso mejor desde el resentido punto de vista de la Dra. Olsson.
Agatha realmente lamentaba no haber nacido cincuenta o cien años antes, y le costaba entender por qué el Goliat que se sentaba a su lado había elegido deliberadamente abandonar Phobos para pasarse al bando de la Comandante Aldrich. La genetista volvió a centrar su atención en el video que ambos estaban viendo y procuró no pensar más en ello. El simple hecho de imaginar a Hammerhead renunciando a su puesto de Comandante en Phobos hacía que le diesen ganas de ordenar a Tyrant-03 que lo hiciera pedazos allí mismo. Ella jamás habría abandonado ni Phobos ni su puesto en Icarus Rest si las circunstancias no la hubieran obligado a ello. Hasta hacía unas semanas, aún había fantaseado con poder volver a aquella instalación y reclamar de nuevo todo lo que le habían arrebatado. Sin embargo, en aquel momento tenía mayores preocupaciones que sus aires de grandeza y aquella venganza personal con la que fantaseaba. Ahora que había visto a Alisa en acción y sabía que Chronos Complex estaba activo de nuevo, tenía miedo de no vivir para ver caer a Deimos. La derrota que iban a sufrir era demasiado aplastante en comparación con lo que la científica había imaginado. Ya ni siquiera se atrevía a volver a Myrmidon Genesis. Un gran número de empleados de la HEC y Prometheus Labs que también se habían considerado a sí mismos demasiado importantes como para morir habían sido aniquilados sin más cuando Alisa destruyó todas aquellas ciudades. No podía descartar que Myrmidon Genesis y todo el personal que trabajaba en aquel laboratorio desapareciesen sin más en cualquier momento, y por nada del mundo quería estar allí cuando aquello sucediese. A diferencia de Hammerhead, Agatha no tenía ninguna prisa por morir y no le avergonzaba admitirlo.
- Menuda hija de puta...- Refunfuñó Agatha, hablando en voz baja.
Persephone continuaba mirando con nerviosismo a aquellos dos oficiales de Deimos, mientras ocasionalmente giraba el cuello a la izquierda para mirar la puerta de aquella sala de reuniones, que aún permanecía cerrada. Desde donde se encontraba, Persephone veía la interfaz holográfica de Agatha por detrás. La imagen se encontraba lateralmente invertida, pero era perfectamente visible y reconocible. La Banshee no podía evitar ver todo lo que aquella cámara había captado; todo lo que Alisa le había hecho a Satsuki. Aunque a diferencia de la genetista, ella no sentía un placer morboso viendo sufrir a la Comandante Aldrich, lo cierto era que Persephone se sorprendió a sí misma al notar que, en el fondo, se alegraba de que aquello hubiese sucedido.
Cuando la información había comenzado a llegar a lo largo de aquella tensa noche, Persephone no había sabido qué pensar. Las noticias que llegaban desde Kubeigh resultaban difíciles de creer. Todo resultaba muy descabellado y repentino. Cuando finalmente se confirmó que la información era cierta y que Satsuki había perdido, Persephone tuvo la esperanza de que la titán muriese aquella noche en aquella ciudad. Si la Comandante Aldrich moría, gran parte de sus problemas y sus miedos morirían con ella. Sin Satsuki, Deimos no tardaría en desaparecer. Aquello abría las posibilidades para negociar una rendición con Phobos. Quizás, con un poco de suerte, incluso hubiese podido comunicarse con algún Comandante más razonable que Ironclaw. Si aún así Hans y ella se encontraban en peligro, aquella sería de todas formas la mejor oportunidad de desertar que jamás tendrían. Con la Comandante Aldrich muerta y Deimos desintegrándose, nadie le daría especial importancia al hecho de que una oficial y su asistente se fugasen hacia territorio neutral. No era la opción ideal y no estaba exenta de riesgos, pero era sin duda algo preferible antes que ser ejecutada o enviada a un campo de trabajos forzados de la HEC.
Pero Satsuki había sobrevivido, y aquello complicaba las cosas. Persephone no se atrevía a llegar aún a ninguna conclusión precipitada. La superioridad de Alisa respecto a Satsuki era demasiado evidente como para que la pudieran pasar por alto. La Comandante en Jefe de Deimos solo había sobrevivido porque había tenido la suerte de que su rival fuese excéntrica y emocionalmente inestable. Si volvían a luchar, Satsuki volvería a perder y la próxima vez podría no tener tanta suerte. Aquello hacía que las esperanzas de Persephone no llegasen a desaparecer del todo. Lo más lógico e inteligente que Deimos podía hacer en aquella situación era rendirse. Si ella lo hubiera propuesto el día anterior, todos los demás oficiales se habrían puesto en su contra. Pero ahora la situación era diferente. Todos habían visto que no había ninguna posibilidad de ganar. Todos sabían que, si seguían luchando contra Phobos, solo lograrían morir en vano. Lo más probable era que la propia Comandante Aldrich estuviese a punto de proponer la rendición de Deimos en aquella misma reunión. Cuando lo hiciera, ella solo tenía que darle la razón y apoyarla para que no se retractase, sin importar lo que dijesen el resto de oficiales.
Sin embargo, si la situación en aquella sala seguía así, la reunión seguramente empezaría con mal pie. Los altavoces integrados en aquella mesa seguían emitiendo aquella mezcla entre gritos de dolor y gemidos de placer, y el proyector holográfico seguía mostrando lo que esencialmente era un video erótico. Persephone conocía lo suficiente a la Comandante Aldrich como para saber que tenía el orgullo muy herido después de lo que había sucedido en Kubeigh. Si Deimos iba a desaparecer, Satsuki ya no les necesitaría a ninguno de los que se encontraban allí. No podían descartar que aquella titán decidiese matarlos a todos ahora que dejarían de ser importantes para ella. Persephone sabía perfectamente que Satsuki no tenía ningún apego por ellos más allá de los útiles que pudieran resultarle. En aquel momento, no necesitaba un motivo para deshacerse de ellos; necesitaba razones para no hacerlo. Al fin y al cabo, todos ellos poseían algo de información que quizás pudiera causarle problemas en un futuro a la Comandante Aldrich. Tenían que poner todo su esfuerzo en no convertirse en un problema para ella y asegurarse de que no los viese como una amenaza y decidiese que era buena idea arrasar aquella instalación con ellos dentro. Pero si el Comandante Krieg entraba en la sala o el holograma de Satsuki se encendía, y alguno de los dos veía lo que Agatha y Hammerhead estaban haciendo, todos ellos podrían meterse en serios problemas. No en vano, se estaban burlando de su derrota; derrota que Persephone estaba segura de que no había sentado nada bien a la Comandante en Jefe de Deimos.
Persephone dedicó un momento a pensar en algo que pudiera escribir para convencer a Agatha de que apagase aquella interfaz holográfica. Sin embargo, los últimos papeles que le había hecho llegar habían acabado arrugados y lanzados de nuevo contra ella. No tenía la menor intención de leer sus mensajes. Por un momento, la Banshee pensó en pasarle una nota al Señor Taggart para que él les dijera algo. Aquella idea también fue descartada en seguida. Taggart no era estúpido, él también era probablemente consciente de que aquella situación les iba a traer problemas. Sin embargo, Hammerhead no lo respetaba, y Agatha sentía un profundo desprecio por aquel representante de la HEC. Si aquel hombre les pedía que quitasen el video, lo más probable era que la Dra. Olsson se lo tomase como una provocación y decidiese subir aún más el volumen. Taggart no podría ayudarle en aquella situación. Aquel hombre estaba tan impotente como ella ante la imprudencia de los dos dementes que había sentados al otro lado de la mesa.
Por un momento, Persephone estuvo tentada de hablar con su propia voz. Aquello, sin duda, no iba a dejarlos indiferentes. Sin embargo, apenas podría pronunciar una o dos sílabas en voz muy baja si no quería poner en peligro a los dos humanos que había en aquella habitación. Incluso aunque tratase de susurrar sus palabras en el tono de voz más bajo que pudiera, a aquella distancia y en un lugar tan cerrado seguía siendo muy peligroso que ella hablase con su voz. Podría herir o matar accidentalmente a alguien, y aquello complicaría mucho más las cosas. Lo último que la Banshee quería era meterse en problemas justo en aquel momento, cuando parecía que aquella locura por fin tenía serias posibilidades de terminar.
Con cierta resignación, Persephone recurrió a la última solución que se le ocurría. Necesitaba ser discreta, y no podía mover las manos como siempre tenía la mala costumbre de hacer cuando proyectaba una fuerza telequinética. Necesitaba concentrar su mente en la posición concreta sobre la que quería proyectar, y a continuación en la cantidad de fuerza y la dirección de la misma; todo ello completamente a ciegas y sin ayudarse de sus manos ni de ninguno de sus otros sentidos. Para la mayoría de psíquicos, aquello probablemente habría sido una tarea sencilla. Sin embargo, Deimos nunca se había caracterizado por su abundancia de personal y recursos. Persephone nunca había tenido un mentor ni recibido un entrenamiento telequinético adecuado, y todo lo que sabía hacer lo había tenido que aprender por sí misma. Su falta de habilidad y experiencia podía compensarse en una situación de combate gracias a su abrumadora capacidad de proyección, pero aquello no era una situación de combate. No era tan sencillo como liberar todo su poder innato de golpe y esperar que el problema se solucionase. Necesitaba un nivel de control equivalente al que empleaba para manejar sus rotuladores mediante telequinesis, pero actuando completamente a ciegas sobre el interior de una máquina; mientras intentaba que nadie se diese cuenta de lo que estaba haciendo.
Pocos segundos después de que Persephone actuase sobre los componentes internos de aquella enorme mesa, la interfaz holográfica de Agatha comenzó a distorsionarse y los altavoces comenzaron a emitir un fuerte sonido de estática. A continuación, toda la interfaz de la genetista se apagó por completo. Tanto Agatha como Hammerhead emitieron unos gritos de sorpresa y decepción. La científica pareció especialmente sobresaltada cuando aquel proyector holográfico de su lado de la mesa falló. Agatha trató de interactuar directamente con el hardware y pulsar algunos de los botones de aquella mesa, pero aquel ordenador integrado no volvía a encenderse. Persephone emitió un suspiro de alivio al confirmar que había logrado cortar el cable de alimentación de aquel dispositivo sin provocar un desastre. Sin embargo, la Banshee se horrorizó cuando tanto Agatha como Hammerhead clavaron sus miradas en ella.
- Has sido tú, ¿verdad?- Acusó Agatha, recuperando al instante su habitual tono de voz malhumorado.
Persephone retrocedió sobresaltada y apretó la espalda contra su asiento. No esperaba que hubiese resultado tan evidente. Pero, en el fondo, resultaba muy conveniente que un sistema que nunca en todos aquellos años había dado problemas fallase de aquella forma justo cuando ella les había enviado todas aquellas notas y había sido ignorada. La Banshee se apresuró a negar con la cabeza y fingir estar tan sorprendida como ellos por aquella repentina avería. Sin embargo, su lenguaje corporal la delataba.
- Ha sido ella- Confirmó Hammerhead al instante, ignorando aquella lastimosa negativa por su parte.
- Gilipollas...- Le dijo la genetista, mascullando entre dientes- Para eso sí que participas de buena gana, ¿verdad?
Un temblor se apoderó de todo el cuerpo de la Banshee, llegando incluso a exteriorizarse en su rostro debido a un movimiento involuntario de sus labios. No había contado con que la descubrieran con tanta facilidad, y tampoco pensaba que los dos fuesen a enfadarse con ella. De Agatha se lo habría podido llegar a esperar. Aquella mujer siempre estaba enfadada, por un motivo u otro. Pero no esperaba que Hammerhead también se molestase tanto. No era habitual que al Goliat le importase nada demasiado. Sin embargo, era cierto que llevaban varias semanas encerrados en aquella instalación subterránea, y la situación poco a poco estaba haciendo mella en la salud mental de todos. Aquel video resultaba angustioso y macabro para Persephone, pero era lo más entretenido que aquella retorcida científica y aquel viejo supersoldado habían visto en el último mes.
En aquel momento, Persephone no sabía cómo reaccionar. Su primer pensamiento fue seguir negando que ella hubiese tenido algo que ver con aquella avería. Rápidamente, la Banshee comenzó de nuevo a mover sus rotuladores mediante su telequinesis, mientras se esforzaba en pensar qué escribir. Cada segundo que pasaba sin escribir nada, mirando aquella página en blanco en la libreta que levitaba frente a ella, hacía que su culpa fuese más evidente. Casi al borde de las lágrimas, Persephone renunció a ser capaz de inventarse una excusa, y optó por comenzar a escribir una disculpa. Sin embargo, cuando apenas había escrito las primeras letras, la Banshee se detuvo. Tanto Agatha como Hammerhead dejaron de prestarle atención, e incluso Taggart dejó de apartar la mirada y fingir que no veía lo que estaba sucediendo. Durante unos segundos, la interfaz holográfica del asiento vacío del Comandante Krieg se encendió de manera remota y mostró una notificación de transmisión entrante. A continuación, el proyector holográfico situado en la silla de Satsuki se encendió sin más. Durante una fracción de segundo, el dispositivo proyectó un intenso destello de luz roja, que en seguida se moldeó para esculpir la forma de la Comandante Aldrich.
En aquella ocasión, Satsuki llevaba puesto de nuevo su habitual uniforme de oficial de Deimos, que siempre solía llevar en aquellas reuniones cuando nada excepcional estaba sucediendo. Aunque aquel holograma monocromático compuesto a base de tonos de rojo no era especialmente expresivo, resultaba difícil reconocer en él a la misma mujer que habían visto en aquel video, hacía apenas un minuto. La Comandante Aldrich se había tomado la molestia de adecentarse para la ocasión. Aunque en el holograma monocromático resultaba difícil apreciar con detalle las texturas, su piel y su cabello parecían estar limpios. No se apreciaba secuela alguna de la batalla que había librado ni de los daños que la titán había sufrido. Su rostro había adoptado su habitual expresión apática e indiferente; la misma que todos los presentes estaban acostumbrados a ver durante aquellas reuniones. Si el resto de oficiales de Deimos no hubiese visto aquella grabación, casi habrían podido llegar a pensar que su líder había vuelto victoriosa de aquella batalla en Kubeigh. Sin embargo, aunque a ninguno de los presentes se le habría ocurrido decirlo en voz alta, en el fondo todos habían llegado a la misma conclusión. Satsuki tenía el orgullo más herido de lo que estaba dispuesta a admitir. Se había tomado muchas molestias para prepararse para aquella reunión. No quería que la vieran como alguien derrotada y decadente, quería aparentar que aquello había sido un contratiempo menor y que la legendaria Comandante Aldrich aún seguía invicta.
El holograma de Satsuki paseó la mirada por los cuatro oficiales presentes en aquella habitación, del mismo modo que siempre lo hacía cuando aquel proyector se encendía. Aunque tuviese la mente en otro lugar y le costase mantener en su sitio aquella máscara de impasividad con la que trataba de esconder su vergüenza, Satsuki hizo su mejor esfuerzo por ocultar su miedo y su dolor. Aquello, en realidad, no era nada nuevo para ella; ya llevaba casi medio siglo haciéndolo. Pero en aquel momento, era más importante que nunca reafirmar su autoridad entre aquellos oficiales. Se negaba a mostrarse dolorida y débil ante ellos. Tenía que recordarles que era la Comandante en Jefe de Deimos y que ella estaba al mando. Aunque fuese mediante el miedo, tenía que mantenerlos a todos bajo control antes de que alguno de ellos finalmente la traicionase. Durante los últimos años, conforme el Dr. Asatur comenzaba a convertirse cada vez más en un recuerdo y el miedo que sentía hacia él parecía ser cada vez más irracional, Satsuki se había llegado a cuestionar la utilidad de aquellos Comandantes y Administradores. Casi parecían un obstáculo, como si fuesen lo único que se interponía entre ella y una readmisión en Phobos. Sin embargo, ahora que estaba segura de estar de nuevo inoculada con algún tipo de sistema de autodestrucción biológico, volvía a necesitar ganarse el favor de Asatur si quería aferrarse a sus pocas esperanzas de seguir con vida. El plan original seguía adelante. Sin importar si Black seguía al mando o si Alisa sería en aquel momento la nueva Comandante en Jefe, Phobos tenía que caer.
Aquella era una meta cada vez más absurdamente ambiciosa, incluso para ella. No podría lograrlo sola. Aunque ignoraba cuál era el plan de Asatur para vencer a Alisa, Satsuki sabía perfectamente que serían necesarios todos los recursos que Deimos fuese capaz de reunir. Ya había probado en sus carnes el abrumador poder de aquella otra titán. No se le ocurría ninguna forma en la que pudieran enfrentarse directamente a ella y no ser aniquilados. Sin embargo, aquel metamorfo parecía estar bastante convencido de que su plan funcionaría. De lo contrario, nunca habría revelado su auténtica identidad ante ella. Si Asatur hubiera querido, podría haber seguido estando desaparecido, y nadie en Phobos ni en Deimos le hubiese encontrado jamás. Si había decidido dar un paso adelante y ponerse en peligro a sí mismo, debía de confiar bastante en sus posibilidades de éxito. Sin embargo, aquel siniestro científico aún se había negado a revelarle nada acerca de su plan, hasta que estuviesen todos reunidos. Por ese motivo, ella tenía que mantenerse firme. Tenía que recordarle a aquel excéntrico grupo de oficiales que nadie saldría de aquella instalación hasta que ella les diese permiso y que la adversa situación en la que Deimos se encontraba no era excusa para que abandonasen sus funciones.
El holograma de Satsuki acabó clavando la mirada en el asiento vacío que había justo frente a ella, en aquella larga mesa. Cuando comprobó que aquel oficial se encontraba ausente, la titán frunció el ceño, visiblemente molesta por ello.
- Veo que aún no ha llegado ese cretino- Dijo Satsuki, omitiendo el saludo y hablando con exagerada firmeza- ¿A qué está esperando?
Durante unos segundos, los cuatro oficiales presentes en aquella sala intercambiaron unas breves miradas de incomodidad. Era como si en aquel reducido espacio de tiempo, todos hubiesen mantenido una fugaz negociación sobre quién tendría que responderle algo a la Comandante Aldrich. El ambiente era aún más tenso de lo que habían imaginado en un principio. El tono de voz de aquella titán transmitía un sentimiento de hostilidad poco habitual en ella. Todos habían esperado que el Comandante Krieg llegase primero y que Satsuki se conectase al canal de comunicaciones tarde y de mala gana, como siempre solía hacer. Sin embargo, ni la habitual actitud despreocupada de aquella titán ni su reciente miedo a aquella nueva superarma de Phobos parecían estar presentes en la líder de Deimos. Su intención de reafirmar su posición en aquella organización era más que evidente, y casi parecía que estuviese deseando que alguien le diese un motivo para enfadarse abiertamente. En aquel momento, incluso Agatha se alegró de que Persephone hubiese desconectado su interfaz holográfica y Satsuki no hubiese llegado a ver aquel video que estaban proyectando.
- El Comandante Krieg acostumbra a ser bastante puntual- Intervino finalmente Taggart- Seguramente debe de haberle surgido algún contratiempo, pero no creo que tarde mucho más.
- Eso espero- Respondió Satsuki, aún de mal humor.
Taggart interrumpió el contacto visual con el holograma de la Comandante en Jefe. No era su obligación defender ni excusar a aquel otro oficial de Deimos, a quien ni siquiera tenía en estima alguna. Sin embargo, no quería que el humor de la Comandante Aldrich empeorase. La habitual apatía de aquella mujer había hecho que todos se confiasen. Resultaba fácil influenciarla y convencerla de casi cualquier cosa que se les ocurriese, gracias a su falta de motivación e iniciativa. Con el paso de los años, habían comenzado a respetarla tan poco, que casi parecía que todos en aquella sala hubiesen olvidado que ella era una supersoldado de Clase Titán. El hecho de que Satsuki hubiese perdido contra Alisa no cambiaba nada para el resto de oficiales de Deimos. La Comandante Aldrich seguía siendo una de las personas más poderosas de todo Acies, y ellos seguían estando a su servicio, les gustase o no. No era buena idea hacerla enfadar más, y cualquier esfuerzo destinado a calmarla estaba bien invertido.
El holograma de Satsuki giró la cabeza ligeramente hacia la izquierda, para acabar deteniéndose en el lugar donde se encontraban Agatha y Hammerhead, que aún seguían sentados juntos.
- ¿Ahora de repente sois amigos?- Preguntó Satsuki.
- No... es... mi lado de la mesa- Excusó al instante Agatha, con la voz ligeramente temblorosa- Esta interfaz holográfica no funciona.
- Marcus no te la va a arreglar- Respondió la titán- Llama a un técnico.
- Claro...- Dijo la Dra. Olsson, mientras asentía con nerviosismo- Iré a reportar la avería en cuanto terminemos esta reunión.
Hammerhead refunfuñó algo incomprensible, y procedió a ponerse en pie y arrastrar de nuevo su pesada silla metálica hacia su posición habitual. A diferencia de los otros tres oficiales de Deimos, el Goliat no se sentía especialmente intimidado ante la actitud de la Comandante Aldrich. Sin embargo, resultaba evidente que se encontraba en un estado de ánimo bastante volátil. Había probado la derrota por primera vez en toda su vida, y no lo había hecho de la mejor manera. Aquella mujer sabía que su reputación era historia, y sentía que ya no la temían ni respetaban. No había nada que ganar haciéndola enfadar aún más. Aquella no era la misma Satsuki que varias semanas atrás había buscado excusas para no degradarle como castigo por su insubordinación. En aquel momento parecía capaz de mandar ejecutar a alguien solo para dar ejemplo y recuperar una mínima parte de aquel miedo y respeto que daba por perdido. No valía la pena provocarla y acabar convirtiéndose en alimento para su dañado ego.
Mientras el Goliat terminaba de mover aquella pesada silla y volver a sentarse en su sitio, el sonido de las compuertas de aquella sala abriéndose atrajo la atención de todos los que se encontraban en su interior. Aunque la cámara que Satsuki tenía instalada en la silla que proyectaba su holograma no tenía ángulo para ver qué se encontraba a su espalda, justo en el umbral de la puerta, la titán no necesitaba verlo para entender la situación. Le bastaba con escuchar aquel sonido y observar la reacción de los oficiales que se encontraban en su ángulo visual para saber quién había entrado en aquella habitación. Tan pronto como alcanzó a ver aquella silueta que irrumpió en el plano desde su lado izquierdo, caminando tranquilamente en dirección a su silla, Satsuki se estremeció y no pudo evitar apretar ligeramente los dientes. Aún no había terminado de poner su mente en orden respecto a aquel asunto. Todavía se sentía traicionada y utilizada. Sin importar lo que les deparase el futuro, jamás sería capaz de perdonar a Asatur por todo lo que le había hecho.
El Comandante Krieg recorrió la habitación hasta el final de aquella larga mesa, y procedió a sentarse en su puesto, justo frente al holograma de Satsuki. El segundo al mando de Deimos se seguía ocultando bajo aquella forma humana, vistiendo aquel uniforme como si se lo hubiese ganado y llevando aquellas gafas de cristal tintado que escondían aquellos ojos negros que no eran capaces de imitar un globo ocular humano. Tan pronto como Krieg se sentó en aquella silla, el oficial procedió con total naturalidad a apagar su interfaz holográfica, que aún permanecía encendida y mostrando aquella notificación de transmisión entrante.
- Siento la tardanza- Se limitó a disculparse Krieg.
Desde detrás de aquellas oscuras gafas, los ojos negros del Comandante Krieg no tardaron en fijarse en el holograma que había frente a él, al otro lado de la mesa. La expresión de la Comandante Aldrich era inquisitiva al principio, pero a cada segundo que pasaba, su rostro parecía estar adoptando una mueca que exteriorizaba un gran resentimiento.
- No pienso seguirte el juego- Le advirtió Satsuki- Da la cara.
- Está bien...
Tras pronunciar aquellas palabras, el metamorfo dejó escapar un leve suspiro y a continuación procedió sin más a abandonar aquel cárnico disfraz en plena sala de reuniones. Mientras todos le miraban fijamente, aquel oficial se quitó las gafas y en pocos segundos el rostro del Comandante Krieg se desvaneció sin más. Toda aquella piel se enrojeció y la carne se reconfiguró en un macabro espectáculo, borrando aquel rostro humano y dando paso a la peculiar anatomía facial del Dr. Asatur.
Las reacciones del resto de oficiales de Deimos no se parecieron mucho a lo que el Dr. Asatur había imaginado a lo largo de los años, cuando pensaba en la posibilidad de ser descubierto. Persephone era bastante predecible, y era la única que había reaccionado tal y como el metamorfo había previsto. La Banshee estuvo a punto de gritar, y se llevó sus quitinosas manos a la boca como acto reflejo, silenciándose a sí misma a duras penas mientras su rostro adoptaba una expresión horrorizada. Sin embargo, aquello fue todo lo que Asatur logró prever. Ni Taggart ni Hammerhead tuvieron reacción alguna ante aquella repentina transformación, limitándose a ignorarle sin más. En el caso de Agatha, cuando su monstruoso guardaespaldas se apresuró a dar unos pasos en dirección hacia Asatur e interponerse entre el metamorfo y su ama, la científica le dirigió una mirada condescendiente al impostor. Casi parecía que aquella retorcida mujer encontrase divertida aquella situación.
- ¿Qué es esto? ¿Un burdo intento de asesinato?- Preguntó Agatha sin inmutarse lo más mínimo- Hay dos Goliats y una Banshee en esta sala. Eres tú quien está en problemas, subhumano.
- ¡Un momento!- Intervino Hammerhead- Pero si yo pensaba que la metamorfa infiltrada eras tú...
Agatha frunció el ceño y apartó la mirada de Asatur, para encararse con Hammerhead, quien la señalaba directamente con el dedo desde su silla.
- ¿Yo, imbécil?- Preguntó Agatha, molesta- ¿Qué has querido decir con eso?
Hammerhead se encogió de hombros al mismo tiempo que comenzaba a reír, ignorando por completo al metamorfo y limitándose a aprovechar aquella oportunidad para burlarse de la Dra. Olsson. Aquel intruso no le preocupaba, ni siquiera aunque tratase de ver más allá de sus posibles implicaciones. La científica que había sentada a su lado, en cambio, seguía en su punto de mira. Ahora que ya no estaban sentados los dos juntos viendo aquellas grabaciones de Kubeigh, no había razón para mantener aquella breve tregua que sin darse cuenta habían estado manteniendo. Ya podían volver a lanzarse cada uno al cuello del otro cada vez que surgiera la menor oportunidad.
- No es cualquier metamorfo- Les informó Satsuki con un tono de voz amargo- Es el Dr. Asatur. Krieg no existe, Asatur ha estado en esta sala durante todos estos estos años, haciéndose pasar por él.
Aquel Goliat dejó de reír al instante, y Agatha se apresuró a volver a mirar en dirección hacia su izquierda. Incluso Taggart pareció sobresaltarse un poco ante aquella revelación. Hasta aquel momento, la situación había resultado confusa. No sabían qué había sucedido con el Comandante Krieg ni cuales eran las intenciones de aquel intruso, pero ninguno estaba excesivamente preocupado al respecto. Agatha tenía razón, había tres supersoldados en aquella sala, haría falta mucho más que un metamorfo para lograr asesinar al Círculo Interno de Deimos. Lo más preocupante habría sido que la presencia de un asesino enviado por Phobos en aquella habitación significaría que, efectivamente, la instalación secreta de Deimos ya no era secreta. Pero aquello era cuestión de tiempo que sucediese, y todos aquellos oficiales ya se habían hecho lo suficiente a la idea como para no dejarse impresionar por ello. Sin embargo, conocer la identidad del impostor y saber que había estado asistiendo a aquellas reuniones desde el principio, lo cambiaba todo. Aunque ninguno de los presentes podía estar seguro sobre si la Comandante Aldrich sabía que aquel genetista renegado había estado allí durante todos aquellos años, todo parecía apuntar a que ella también acababa de descubrirlo. Aquello explicaba por qué Satsuki se estaba comportando de forma tan hostil.
- Tiene mucho valor para revelar su identidad así sin más, Doctor- Dijo Taggart, hablando con cierto desdén- Mucho valor, o mucha estupidez.
- Prioridad Ultra...- Murmuró Agatha.
La Dra. Olsson se puso en pie y apoyó ambas manos sobre la mesa, inclinándose sobre ella. La genetista había ido arrugando poco a poco la frente, y su expresión parecía rivalizar en resentimiento con la de la propia Satsuki. Tyrant-03 permaneció a su lado, vigilando al Dr. Asatur. En aquel momento, habría bastado cualquier mínimo movimiento sospechoso por parte del metamorfo para que aquella silenciosa montaña de músculos se le echase encima.
- ¡Prometheus Labs te asignó un nivel de prioridad Ultra!- Acusó Agatha, hablando a gritos- ¿¡Sabes siquiera lo que eso significa!?
- Que te encantaría entregarme a Moebius con la esperanza de que sepa apreciar una buena lamida de botas- Respondió Asatur, con calma- ¿Crees que te perdonará por aquel desastre que provocaste en Icarus Rest? Ni siquiera sé por qué no te despidieron de Prometheus Labs en aquel momento.
- ¡Yo no monté ningún desastre!- Gritó la Dra. Olsson- Me tendieron una trampa.
- ¿Una trampa? ¿A ti?- Preguntó Asatur- ¿Tan importante te crees que eres?
Agatha apretó los dientes y cerró los puños con rabia. Aquel metamorfo no tenía ni idea de lo que sucedió cuando la expulsaron de Icarus Rest tras aquel incidente. Era cierto, había estado a punto de ser despedida. Si, pese a su siniestro aspecto, el Dr. Lazarus no hubiese sido un tipo tan calmado y razonable, en aquel momento ella probablemente habría sido enviada a un campo de trabajos forzados o habría acabado con algún trabajo mediocre en Phobos Prime. Aunque no hubiese podido demostrar su inocencia, lo que sucedió no había sido culpa suya, y no estaba dispuesta a consentir que el subhumano cuya traición dio a Phobos el golpe más duro de toda su historia le hablase en aquel tono de condescendencia y superioridad.
- Tyrant...- Llamó Agatha, hablando entre dientes.
En aquel momento, la científica necesitó todo su autocontrol para no mandar a su creación que atacase a Asatur. Le habría encantado ver cómo aquel Goliat modificado desmembraba vivo a aquel metamorfo y teñía toda aquella habitación con aquella repulsiva sangre amarillenta. Sin embargo, Agatha sabía que era probable que el resto de oficiales de Deimos no se pusieran de su parte en aquella confrontación. Incluso si su propuesta era tan lógica y razonable como entregar a aquel desertor al Dr. Moebius a cambio de una amnistía, no importaba. Nadie se ponía nunca de parte suya cuando pasaba algo. No sucedió en Icarus Rest, y no iba a suceder en aquella oscura sala subterránea. Aquello significaba que, aunque pudiera darle la orden de ataque a Tyrant-03, había otros dos supersoldados en aquella habitación que probablemente se convertirían en un obstáculo. Hammerhead no le preocupaba. Agatha sabía perfectamente de lo que era capaz su creación. Incluso desarmado y sin armadura, Tyrant-03 no tendría problemas machacando a Hammerhead. Persephone, sin embargo, era otra historia. Ningún Goliat podría vencer a una Banshee, por muchas modificaciones que se hicieran en la fórmula. Mientras ella permaneciese en aquella habitación, no había forma de que lograse imponer su voluntad por la fuerza. Si intentaba recurrir a la violencia en aquella situación, Agatha sabía perfectamente que ella sería la que saldría perdiendo. Y si intentaba convencer a los demás de una forma más diplomática, era la palabra de una científica expulsada de Icarus Rest contra la del genetista más importante de toda la historia de Prometheus Labs. Aquella era una batalla sencillamente imposible de ganar para ella.
- Nos vamos- Ordenó Agatha.
La genetista dio la espalda al metamorfo y comenzó lentamente a caminar hacia la salida, mientras Tyrant-03 la seguía con cierto escepticismo, pero obedeciendo la orden.
- Siéntate, Agatha- Le ordenó Satsuki- No te he dicho que puedas irte.
- Si te parece mal que me vaya, jefa, no te cortes. Revienta toda esta puta base conmigo dentro- Respondió Agatha sin mirar directamente al holograma- A ver si hay suerte y también te cargas a este montón de gilipollas.
- Dra. Olsson...- La llamó Asatur.
Agatha dejó de caminar al escuchar aquella voz. Ya había pasado de largo a Hammerhead en su camino hacia la salida. Sin embargo, la científica se detuvo y se dio media vuelta, encarándose una última vez con todos los presentes, mientras mantenía la mirada de sus ojos verdes fija en el metamorfo que se encontraba al final de la sala.
- Ahórrate lo que vayas a decir, subhumano. Tus palabras no tienen ningún valor y me niego a formar parte de esta farsa. Traicionaste a Phobos, y también has traicionado a Deimos- Le acusó Agatha- ¿Por qué te crees que busca Prometheus Labs? ¿Por esa cara tan bonita que tienes?
- La Fórmula Titán...- Murmuró Hammerhead, justo al lado de la genetista.
- Phobos estaba desesperado por recuperarla, y resulta que nosotros la teníamos durante todos estos años. Podríamos haberla utilizado contra ellos. Teníamos serias posibilidades de haber ganado esta guerra- Continuó Agatha- ¿Y qué hemos hecho? Dejarnos la piel en una causa perdida mientras este hijo de puta se reía a nuestras espaldas. Aquí no se está intentando ganar. Este cabrón solo quiere atormentarnos, y yo ya he tenido suficiente.
Antes de que nadie más tratase de detenerla, Agatha volvió a girar sobre sí misma y recorrió la distancia que la separaba de la única puerta de la habitación. Cuando aquellas compuertas volvieron a abrirse, tanto ella como Tyrant-03 se apresuraron a abandonar aquella habitación y desaparecer en dirección hacia la derecha por aquel oscuro corredor que había al otro lado. Pocos segundos después, las puertas automáticas volvieron a cerrarse, y un silencio incómodo se apoderó de aquella habitación.
Satsuki ya había perdido de vista a la Dra. Olsson antes de que saliera de la habitación, cuando abandonó el ángulo visual de aquella cámara. Sin embargo, aunque no la había visto salir, sabía perfectamente que lo había hecho, ignorando su orden expresa de quedarse en la habitación. A pesar de aquel flagrante acto de insubordinación por parte de la científica, Satsuki no logró enfadarse con ella. Quizás fuese el hecho de que Agatha también estuviese enfadada con Asatur, o quizás fuese porque sus palabras parecían tener un cierto sentido. En cualquier caso, de haber estado en su lugar, Satsuki no podía garantizar que ella no hubiera hecho lo mismo. La única razón por la que ella misma no había desertado ya, era porque estaba convencida de que su vida seguía en manos de Asatur. Le habría gustado poder pedirle a la Dra. Olsson que le echase un vistazo y le confirmase si detectaba algo anómalo en su cuerpo. Aunque sabía que aquella mujer la detestaba con todas sus fuerzas, Satsuki confiaba más en ella que en su propio creador; que ya había intentado matarla con anterioridad. Sin embargo, Asatur se las había apañado para hacer que aquella otra científica se enfadase y abandonase la reunión. Casi parecía que aquel metamorfo conociese sus intenciones y lo hubiera hecho a propósito para dejarla sin opciones. En aquella situación, prácticamente se sentía como si la estuvieran manteniendo allí como rehén.
- Lo cierto es que me desagrada darle la razón la Dra. Olsson- Intervino Taggart, hablando con cierta apatía- Pero tiene razón. Parece que estuviésemos tratando de perder esta guerra a propósito.
- Yo no conservo la Fórmula Titán. Quise destruirla, no preservarla como un plan de emergencia- Respondió Asatur, con la mirada aún fija en la puerta de la habitación y las palabras de aquella mujer martilleando en su cabeza- Y aunque la tuviera, hay muy buenas razones para no crear supersoldados de Clase Titán.
- Peor de lo que imaginaba, entonces- Dijo Hammerhead- Nosotros no tenemos la fórmula, y Phobos ya vuelve a crear titanes.
Asatur apartó finalmente a la Dra. Olsson de sus pensamientos y dirigió la mirada de sus seis globos oculares en dirección hacia aquel Goliat. Aunque su derrotismo no estaba del todo injustificado, aquel supersoldado no alcanzaba a comprender la totalidad de la situación. Prometheus Labs había logrado sintetizar una Fórmula Titán, aquello era innegable. Sin embargo, ya deberían haberse dado cuenta de que aquella no era su Fórmula Titán. Lo único que Satsuki y Alisa tenían en común era su estatura. Aquella fórmula que habían sintetizado claramente había producido a un espécimen físicamente mucho más débil, y con síntomas de un periodo de transformación mucho más largo que el de las titanes originales. De no haber sido por aquellas capacidades telequinéticas que parecían ser completamente ajenas a la fórmula, Alisa no habría tenido ninguna oportunidad contra la Comandante Aldrich. Pero Alisa era un sujeto demasiado excepcional. Asatur ignoraba cómo habían logrado dar con una candidata tan idónea, pero estaba seguro de que podía asumir que no habría nadie más como Alisa en todo Acies. Si se deshacían de ella, incluso si Prometheus Labs era capaz de crear a más titanes, aquellas nuevas supersoldados no serían rivales para Satsuki. Solo tenían que matar a Alisa, y la balanza volvería a decantarse a favor de Deimos.
Sin embargo, deshacerse de Alisa no iba a ser una tarea sencilla. Satsuki era mucho más ágil y fuerte que ella, pero no dejaba de ser una luchadora especializada en el combate cuerpo a cuerpo enfrentándose a una psíquica. Era tan descabellado como pedirle a un Goliat que venciese a una Banshee. La diferencia de poder era demasiado abrumadora como para que aquello siquiera pudiese considerarse un combate. Aunque sabía que era improbable que aquello sucediese, Asatur había albergado un mínimo de esperanza en que las estaciones Jericho de Phobos Prime lograsen matarla. Realmente prefería seguir teniendo de enemigo al Comandante Black antes que ver a Alisa convertirse en la nueva Comandante en Jefe de Phobos. Aunque Black fuese un líder competente, su excesiva frialdad y su arrogancia podría convertirse fácilmente en su punto débil; y era preferible enfrentarse a un estratega eficiente antes que ver a una titán psiónica al frente de todo el ejército de Phobos. Sin embargo, las consecuencias de la traición de Alisa habían sido difíciles de prever, y habían desembocado en la peor situación posible para Deimos.
- He contactado con mis informantes en Phobia Aegis y me han puesto al corriente sobre lo sucedido en Phobos Prime- Anunció Asatur.
- ¿Y bien? ¿Qué ha pasado con Alisa?- Preguntó Satsuki, intentando no exteriorizar demasiado su expectación.
- Black sigue siendo el Comandante en Jefe y Alisa sigue trabajando para él- Les informó Asatur- Lo último que habría deseado oír.
Satsuki inhaló aire y dejó salir un largo suspiro. Por un momento, se había atrevido a ser optimista al respecto y pensar que el ejército de Phobos habría sido capaz de matar a Alisa. Sabía que aquella titán era muy poderosa, pero también sabía que el ejército de Phobos tenía mucha más potencia de fuego de la que mostraban. La posibilidad era baja, pero no era cero. Y si Alisa no moría, si al menos lograba matar a Black, quizás la situación hubiera podido ser favorable para ella. A pesar de todo lo que le había hecho, Alisa ya había dejado claro que no quería matarla. Era el Comandante Black quien le había dado aquellas órdenes. Si Black desaparecía, Alisa ya no tendría ningún motivo para asesinarla. Aunque aquello probablemente daría lugar a toda una nueva serie de problemas para ella, Satsuki estaba dispuesta a lidiar con ellos si le evitaban volver a sentir cómo una de aquellas lanzas psiónicas le atravesaba el cuerpo. Sin embargo, si el Comandante Black seguía al mando, entonces Alisa volvería a ir a por ella con intenciones de asesinarla. Por primera vez, Satsuki estaba de acuerdo con Asatur. Aquello era lo último que habría deseado oír.
- Supongo que entonces ya estamos todos muertos- Declaró Hammerhead, sin darle demasiada importancia a la funesta implicación de sus palabras- Solo hay que esperar a que ese monstruo venga aquí formalice el trámite.
Nadie respondió inmediatamente a aquellas palabras, y una vez más la sala quedó en completo silencio. Persephone paseó la mirada por todos los presentes, con gran nerviosismo. Aún le costaba asimilar todo el asunto del Comandante Krieg. Desde que había sido ascendida a Comandante de Deimos, tanto Krieg como Hammerhead habían sido figuras que le transmitían una cierta confianza y seguridad. Siempre había recurrido a alguno de los dos cuando las cosas se complicaban en su territorio, y su ayuda la había mantenido con vida durante todos aquellos años. Pensar que uno de aquellos pilares sobre los que se había estado apoyando era el mismísimo Dr. Asatur, el responsable de que Satsuki existiese y probablemente el causante de todo aquel conflicto en que se había visto atrapada, despertaba en ella una sensación de angustia. Agatha tenía razón. Deimos había estado luchando muy por debajo de sus posibilidades. Tenían entre sus filas al mayor genetista de todo Acies, y aquel metamorfo se había dedicado a esconderse en aquella instalación subterránea mientras millones de sus soldados morían allí fuera. A diferencia de lo que ella hacía, aquel siniestro científico no estaba dando su mejor esfuerzo para ganar aquella guerra.
Aunque nadie pareciera darle importancia a aquel hecho, Persephone sabía que Hammerhead tenía razón. Phobos ya estaba de nuevo creando titanes, y Deimos a duras penas era capaz de producir supersoldados. Era solo cuestión de tiempo que Alisa volviese y los exterminase a todos. Ni Satsuki ni lo que quedaba del ejército de Deimos lograrían detenerla, y todos parecían saberlo perfectamente. Sin embargo, todavía nadie había dicho lo más evidente. Nadie había propuesto el único plan sensato que parecía haber en aquella situación. Aunque tenía miedo de las consecuencias de pronunciarse al respecto, la Banshee ya no podía soportarlo más. Al menos tenía que intentarlo. Incluso si tenía que asumir consecuencias debido a su propuesta, tenía más miedo de Alisa que de cualquier castigo que los otros oficiales de Deimos pudiesen imponerle. Persephone respiró hondo y trató de calmarse, pero mientras hacía levitar sus rotuladores y comenzaba a escribir, no era capaz de dejar de temblar.
- ¿Podríamos negociar una rendición?- Preguntó Persephone, escribiendo con un trazo irregular, legible a duras penas.
Asatur leyó aquellas palabras que la Banshee había escrito en aquella libreta, que levitaba de forma inestable sobre el centro de aquella mesa. A pesar de las implicaciones de aquella pregunta, el metamorfo no reaccionó al leerla. Sabía que era inevitable que alguien acabase tarde o temprano haciendo aquella propuesta, y la Comandante Persephone era una candidata bastante probable. Obviamente, una rendición era algo totalmente fuera de consideración por su parte. No había llegado tan lejos para rendirse ahora, después de tantísimos años tratando de hacer caer a Phobos. Sin embargo, aquella propuesta no era algo que pudiese dejar pasar sin más. Deimos estaba en su peor momento, y Asatur sabía que necesitaría toda la ayuda posible. No podía prescindir de aquella Banshee. Tenía que lograr quitarle aquella idea de la cabeza.
El metamorfo consideró sus opciones al respecto. No dudaba que tenía completamente bajo control a Satsuki. Aunque aquella mujer se comportase como si pensase ya nadie la temía ni respetaba, lo cierto era que seguía siendo una titán y seguía siendo temida y respetada. Si controlaba a Satsuki, indirectamente podía controlar a Persephone. Aquella Banshee había comenzado a dudar de su propio miedo hacia la Comandante Aldrich, ahora que creía haber visto algo más terrorífico. Sin embargo, no resultaría demasiado difícil hacerla recordar aquel miedo y volver a afianzar su lealtad. Aún así, aquella no terminaba de parecerle a Asatur la mejor opción. Asustarla solo resolvería el problema temporalmente, hasta que el miedo se enfriase o hasta que algo más terrorífico volviese a aparecer. Sus planes más inmediatos para derrotar a Alisa requerían tiempo de preparación y necesitaría centrar todos sus esfuerzos en ellos. Necesitaba a aquella Banshee manteniendo a raya a las tropas de Phobos, y no podía permitirse mantenerla bajo constante vigilancia para asegurarse de que no desertase. La única forma viable de asegurar su lealtad durante el tiempo suficiente sería demostrarle que, en el fondo, no tenía elección.
- Rendirse no es una opción viable- Respondió Asatur, sin inmutarse.
- Para ti desde luego no- Dijo Hammerhead, con desdén- Tú eres un objetivo de captura de prioridad Ultra.
- Vosotros también lo sois, probablemente- Le corrigió Asatur- Medio siglo de espionaje corporativo no es algo de lo que uno se libre así como así. La Administración Central de Phobos no se arriesgará a dejarnos a ninguno con vida si sospechan que sabemos algo sobre su Programa Godkiller o cualquier otro de sus proyectos secretos.
- Tiene un cierto sentido- Admitió Taggart- Los créditos no son más que créditos, pero algunas cosas no se pagan con simple dinero.
Satsuki se estremeció ligeramente al escuchar aquellas palabras. Ella misma había mencionado aquel Programa Godkiller a Alisa, sin darle demasiada importancia. Aún no tenía ni idea de qué era eso, pero ya había revelado a un miembro de Phobos que conocían de la existencia de aquel proyecto. Si el Comandante Black protegía realmente con tanto recelo la información de Deicide Corporation hasta el punto que ni siquiera la HEC había logrado averiguar nada, probablemente rodarían cabezas en cuanto se supiese que Deimos había conseguido hacerse con aquella información clasificada. Satsuki dedicó una mirada casi compasiva a aquella Banshee, que apoyó sus quitinosas manos sobre aquella mesa de metal y agachó la mirada mientras su rostro exteriorizaba un horror absoluto. Casi parecía que acabasen de revelarle que era víctima de una maldición. En realidad, no era para menos. Incluso aunque la mayor parte del personal de Deimos fuese reaprovechado por Phobos si les derrotasen o se rindiesen, resultaba obvio que los oficiales de la organización iban a llevarse la peor parte. Ellos eran los responsables de todo aquel conflicto, y también eran los más propensos a tener a su alcance información sensible que hubieran obtenido de forma ilícita. Aunque Phobos no acostumbrase a sentenciar a muerte a la ligera a sus enemigos, todos ellos eran firmes candidatos a convertirse en excepciones. Si ellos desaparecían, el problema desaparecía con ellos, y además servirían de ejemplo para disuadir a futuros insurgentes y conspiradores.
Aquello sin duda resultaba desalentador, pero Satsuki no lograba notar diferencia alguna en su situación. Mientras Asatur siguiese obsesionado con destruir Phobos y la siguiese teniendo atada en corto, ella no tenía por qué preocuparse por las consecuencias de una rendición que ni siquiera se encontraba entre sus posibilidades. Sus preocupaciones más inmediatas eran su propio estado de salud, que aún no había tenido medios para confirmar, y la evidente posibilidad que Alisa volviese a por ella y en aquella ocasión terminase lo que había dejado a medias. Aún no sabía cómo iba a apañárselas para conseguir que Asatur o algún otro científico de Prometheus Labs le confirmase que su cuerpo estuviese libre del factor de expiración, ni tampoco tenía ni idea sobre qué plan tenía aquel metamorfo para derrotar a la titán psiónica de Phobos.
- Me dijiste que te necesitaba para vencer a Alisa- Le recordó Satsuki- Asumo que tienes algo parecido a un plan, ¿verdad?
Asatur dedicó un último instante a contemplar a aquella Banshee que estaba haciendo uso de toda su fuerza de voluntad para no romper a llorar en plena reunión, para a continuación simplemente ignorarla y volver a centrar su atención en el holograma de Satsuki. La crisis había sido controlada, y con suerte pasaría algún tiempo antes de que la idea de negociar una rendición volviera a parecerle una buena idea a ninguno de aquellos oficiales. Ahora por fin había llegado el momento de tratar el asunto más importante de aquella reunión. Tenía que explicarle al resto de líderes de Deimos cómo harían para deshacerse de Alisa. Si todo salía bien, quizás incluso la moral dentro de la organización subiese lo suficiente para no tener que volver a escuchar ninguna solución derrotista durante algunos años más.
- Cuando trabajaba en el Departamento de Psiónica de Icarus Rest, teníamos un proyecto en desarrollo. Un arma que Phobos pretendía utilizar en su guerra contra Zyon- Comenzó a explicar el metamorfo- Del mismo modo que los amplificadores psiónicos diseñados por la antigua Comandante Venus podían magnificar las proyecciones telequinéticas, nosotros intentábamos desarrollar un sistema equivalente para usarlo en sujetos con capacidades telepáticas.
- ¿Qué esperabais conseguir amplificando una señal telepática? ¿Un sistema de comunicaciones?- Preguntó Satsuki, nada impresionada- No es algo que podamos utilizar contra Alisa.
- El objetivo era desarrollar un inhibidor psiónico- Respondió Asatur, algo molesto por aquella interrupción- Algo capaz de interferir con la percepción extrasensorial y neutralizar al instante a cualquier psíquico.
Satsuki guardó silencio ante aquella explicación, mientras pensaba en sus numerosas implicaciones. Nunca había oído que nadie en todo Acies hubiera sido capaz de desarrollar algo así. Ni siquiera sabía si aquello era realmente posible ni cómo podrían hacerlo funcionar. Sin duda, era un arma de doble filo para Phobos. Aunque ser capaz de inhibir las capacidades psiónicas de las tropas de Zyon podría darles una ventaja considerable en aquella guerra, también existía el riesgo de que aquella tecnología acabase cayendo en manos enemigas. Phobos también dependía en gran medida de la psiónica. Tanto la megaflota como varias de las clases de supersoldado más poderosas dependían de aquella fuente de poder. Sin embargo, aquella era precisamente la razón por la que ella misma había perdido contra Alisa. Si todo se hubiese reducido a un simple enfrentamiento cuerpo a cuerpo, ella habría ganado con extrema facilidad. No tendría miedo alguno de volver a enfrentarse a Alisa si aquella otra titán fuese incapaz de utilizar su telequinesis durante el combate. Valía la pena darle una oportunidad a aquel plan. Al fin y al cabo, no conseguiría ganar luchando limpiamente, y aquel miedo que sentía no desaparecería mientras Alisa siguiera respirando.
- ¿Funcionará?- Preguntó Satsuki, sin atreverse aún a tener demasiadas esperanzas.
- El proyecto nunca llegó a completarse- Admitió Asatur.
- Genial... Nuestras esperanzas están puestas en una máquina que no funciona- Se quejó Hammerhead, con sarcasmo- La cosa mejora por momentos.
- Aunque eso fuese posible... ¿Cuál es el plan? ¿Terminar a contrarreloj una investigación que Prometheus Labs consideró inviable hace casi dos siglos, mientras esa titán psiónica nos extermina como a insectos?- Preguntó Taggart, mientras no podía evitar reír ante lo ridículas que llegaban a sonar sus propias palabras- Me va a tener que disculpar si no comparto su optimismo, Doctor.
El Dr. Asatur dirigió la mirada hacia el representante de la HEC. No le había agradado aquel hombre desde que había entrado por primera vez en aquella sala. Sin embargo, muy a su pesar, Satsuki había tomado la decisión correcta al aceptar a aquel enviado por parte del Fabricador Principal. Taggart era prudente, era eficiente y se tomaba muy en serio su cláusula de no perjudicar los intereses de Deimos. Lo que él decía en aquel momento tenía sentido, era muy optimista por su parte confiar en aquel proyecto fallido de Prometheus Labs para derrotar a Alisa. Sin embargo, irritantemente optimista por su parte o no, en realidad era la única opción que tenían. Cualquier enfrentamiento directo con aquella titán acabaría en una masacre unidireccional. Aunque fuese una medida desesperada y poco realista, no tenían otra opción.
- Conservo grandes volúmenes de datos sobre aquel proyecto. No sería necesario empezar el desarrollo desde cero- Respondió Asatur- Si vuelco todos mis recursos en la investigación y nuestro ejército puede mantener la posición durante algunas semanas más, quizás pueda conseguir un prototipo funcional.
Persephone alzó la mirada y dirigió sus llorosos ojos rojos hacia aquel metamorfo. Ya estaba lo suficientemente decepcionada y afligida al saber que no iban a rendirse. Ahora además acababa de escuchar cómo proponían utilizarla a ella y a sus tropas como un simple muro de carne para intentar ralentizar el inevitable avance de Phobos. Durante los últimos años, aunque el enfrentamiento había estado muy desequilibrado en su contra, al menos la fuerza del enemigo no era tan abrumadora. Persephone recordó cuánta desesperación llegó a apoderarse de ella cuando observaba con impotencia cómo aquel tanque Black diezmaba a sus tropas, derrumbaba sus fortificaciones y bombardeaba objetivos estratégico a través de su línea defensiva. Con Alisa en el campo de batalla, la situación sería muchísimo peor. Al menos el tanque Black podía ser vencido si reunían la suficiente potencia de fuego o si lograban que Satsuki cooperase. Pero tratándose de Alisa, no había forma de que pudiesen aguantar tanto tiempo. Aquella titán parecía capaz de borrar en cuestión de minuto toda aquella red defensiva que les había llevado tantos años construir.
- ¿Semanas? Imposible- Escribió Persephone, con un trazo sorprendentemente firme, teniendo en cuenta lo mucho que temblaba la Banshee.
- Tendrás que hacerlo posible, Comandante Persephone- Insistió Asatur, con total impasividad- Haz lo que sea necesario. Utiliza ciudades como señuelo, sacrifica tropas, cede algo de terreno. Pero ralentiza el avance enemigo todo lo que puedas, cueste lo que cueste. Porque la otra alternativa que tenemos es dejarnos aniquilar sin siquiera luchar.
Por primera vez en todos los años que había pasado formando parte del Círculo Interno de Deimos, Persephone se levantó de la mesa antes de que concluyese la reunión. Al igual que lo había hecho Agatha, ella tampoco podía soportarlo más, y finalmente había reunido las agallas para retirarse. Deslizándose sobre sus tentáculos, aún en contacto con el suelo, la Banshee se dirigió hacia la puerta de salida. No había pedido permiso para marcharse, pero no le importaba. Si más tarde la Comandante Aldrich decidía echarle la bronca por haber abandonado la reunión antes de tiempo, se las arreglaría para soportarlo. Pero no podía dejar que el resto la viese así. Estaba a punto de dar rienda suelta a su frustración e impotencia y romper a llorar como una niña pequeña en plena reunión de oficiales. Ella no había pedido nada de aquello. Ella no había pedido que la convirtiesen en Banshee, no había querido formar parte de aquel ejército ni ser una de sus oficiales. No quería tener que tomar decisiones que llevasen a millones de personas a la muerte. No quería utilizar seres humanos como carnada. Le habría gustado reunir las agallas para decirle al Dr. Asatur que era tan demente o más que el Comandante Black, y que por su culpa habían muerto millones de personas en ambos bandos. Si ella hubiera tenido el valor que tenía Hammerhead o la confianza en sí misma que derrochaba Agatha, le habría gustado llevar a Asatur las trincheras del frente norte, para que aquel farsante pudiera ver de primera mano las consecuencias de su ambición por destruir Phobos.
Sin embargo, no tenía sentido pensar en lo que habría hecho si no fuera tan insegura y cobarde. Mientras cruzaba la puerta de salida de aquella habitación, llevándose ambas manos al rostro para tapar con ellas sus lágrimas y esforzándose por no gritar de pura desesperación, Persephone sabía que en el fondo iba a obedecer, como siempre lo hacía. Sabía que haría lo que le pidiesen y que, si tenía que utilizar ciudades enteras de millones de habitantes como cebo para que aquella psicópata se entretuviese destruyéndolas, lo haría. También sabía que si tenía que dispersar sus tropas para que Alisa jugase a darles caza y perdiese el tiempo, lo haría. Tenía miedo de todo el mundo. El enemigo era terrorífico, pero sus aliados también le inspiraban un auténtico pavor. No era capaz de revelarse, pero tampoco se salvaría obedeciendo. Solo podía hacer lo que le pedían y tener la esperanza de que ni ella ni su asistente acabasen muertos en medio de aquel apocalipsis que estaba a punto de desatarse sobre Deimos.
Cuando las puertas se cerraron y la Banshee se quedó fuera, en aquel oscuro corredor que había al otro lado, todos los oficiales de Deimos que aún quedaban en la sala se estremecieron. Un estridente y agudo sonido se filtró a través de las paredes. Un leve sollozo distante, que sin embargo tenía potencia de sobra para provocar una leve jaqueca incluso a aquella distancia y a través de aquellas paredes de oricalco y hormigón. Aunque apenas duró un instante, fue suficiente para dejar una sensación de malestar en todos los presentes. Incluso Satsuki, que recibía el sonido de aquella reunión a través de su ordenador de mano, recién recuperado de entre las ruinas de Kubeigh, pudo sentir una cierta incomodidad al oír aquel lamento.
- No me esperaba que la Comandante Persephone fuese a reaccionar así...- Dijo Taggart, aún con una leve expresión de dolor en el rostro.
- No le hagas caso. Hará su parte- Le garantizó Hammerhead- Esa mujer no es tan blanda como parece.
- Eso espero, porque no tenemos otra opción- Murmuró Asatur- Necesitamos ganar todo el tiempo posible.
Hammerhead dejó salir una gutural risa burlona ante aquellas palabras.
- ¿Acaso importa realmente?- Preguntó el Goliat- En el mejor de los casos, aunque tu plan de mierda funcionase, solo volveríamos a estar como al principio. Incluso sin Alisa, no hay forma de ganemos a Phobos.
- La diferencia de tamaño, recursos y personal entre Phobos y Deimos es... poco razonable- Añadió Taggart- Sinceramente, no me imagino viendo a nuestras tropas invadir Phobia Aegis en menos de quinientos años. Asumiendo, claro, que no acabemos todos muertos mañana mismo.
Satsuki estuvo tentada de ser la próxima en desconectar de la reunión al escuchar lo que decía Taggart. Pensar que aquella guerra pudiese llegar a alargarse tanto le producía una sensación de ansiedad. Sin embargo, lo que aquel representante de la HEC decía no era demasiado descabellado. Phobos ya tenía más de mil años de historia y, prácticamente desde la Fundación, habían estado en guerra con la Teocracia de Zyon. Los conflictos bélicos entre facciones tan grandes no se solucionaban rápido. Especialmente si el nivel tecnológico de ninguno de los dos ejércitos destacaba demasiado sobre el otro. Y en el caso de Deimos, estaban utilizando las armas de Phobos contra ellos. En aquella situación, el estancamiento era prácticamente inevitable.
- Quizás no sea necesario invadir Phobia Aegis para destruir a Phobos. He estado contactando con mis infiltradores. Me han enviado algo de información sin confirmar, pero que pienso que podría tener un cierto sentido- Dijo el Dr. Asatur, evitando mirar fijamente a nadie mientras hablaba- Parece que el Comandante Black acostumbra a frecuentar con su segunda al mando ciertos locales de Dionysos Station. Y... La Prima Donna Venus siempre llega al lugar antes que ellos. Personalmente, yo no creo en las casualidades.
- ¿Qué insinúas con eso?- Preguntó Satsuki, sin estar muy segura de a dónde quería llegar aquel metamorfo.
- Creo que la Junta de Directivos de Phobos tiene menos poder real del que ellos se piensan. Atentar contra ellos resulta contraproducente, porque en realidad son bastante fáciles de reemplazar. Si matas a uno, el siguiente en la cadena de mando ocupará su lugar y nada cambiará- Respondió el Dr. Asatur- Pero...
El Dr. Asatur respiró hondo antes de continuar. Aún no se sentía del todo cómodo compartiendo aquella información que sus espías le habían hecho llegar. No estaba confirmada, pero quería con todas sus fuerzas creer que aquello era real. Destruir a Phobos hasta que no quedase nada de aquella organización había resultado ser una meta mucho más ambiciosa de lo que había especulado medio siglo atrás, cuando movió los hilos para que Satsuki fundase Deimos. Si una victoria convencional no era posible, quizás aquella información meramente especulativa fuese su única oportunidad de causar un daño significativo a Phobos.
- Es posible que el Comandante Black también tenga un Círculo Interno. Quizás la Administración Central de Phobos tenga un punto débil que podamos atacar. Si encontramos y eliminamos a sus miembros, la organización podría caer por su propio peso.
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