...desenlace.

Dos días más tarde, Rosemary recuperó el conocimiento. Se encontraba en la fría sala de cuidados intensivos de un hospital, rodeada de maquinas que emitían intermitentes parpadeos y acompañada por una enfermera que sonrió al verla despierta.
—Me alegro de que te hayas despertado —le dijo la gruesa mujer con una voz muy cariñosa.
—¿Dónde estoy? —Preguntó Rosemary, algo aturdida aún.
—Estás en el hospital, a salvo.
—¿Y Adele?
—¿Te refieres a esa joven que no ha querido abandonar el hospital en estos dos últimos días? Está afuera, en la sala de espera. La avisaré de que te has despertado y podrá venir a verte, si tienes fuerzas para ello, claro...
—Sí, sí, me gustaría mucho verla... —dijo la jovencita esbozando una sonrisa.
—Iré a buscarla —la enfermera abandonó la habitación y al cabo de un momento entró Adele. Una sonrisa enorme iluminaba su rostro.
—¿Cómo te encuentras? —Le preguntó.
—Bien, creo. Algo mareada...
—Me alegro mucho de que estés bien...
—¿Qué sucedió? Después de que Abbey me disparase, no recuerdo nada más...
—Nuestro abuelo se fue para siempre, es largo de contar, cuando estés mejor te lo relataré todo, ahora debes descansar, Rosemary. Lo más importante es que sepas que todo ha terminado al fin...
—Todo no. La policía vendrá a detenerme...
—No fuiste tú quien cometió esos crímenes, Rosemary, fue nuestro abuelo. Él las asesinó. Brant lo sabe. Ahora debes descansar. Nosotros estaremos aquí y pronto vendrás a vivir con los dos.
—¿Brant y tú...?
—Sí, hemos decidido vivir juntos. Hemos alquilado una casa en Londres y Brant ya ha pedido el traslado. En unos días nos mudaremos y tú vendrás a vivir con nosotros...
—Pero yo no quiero ser una molestia, vosotros dos deseareis estar solos y...
—Eres la única familia que me queda, Rosemary. No eres ninguna molestia. Los dos estamos de acuerdo en ello.
—Gracias, Adele. Por todo.
—Gracias a ti... ¿Sabes quién fue la que nos rescató?
—¿Quién?
—Fue Laura. Es una niña increíble. Ella también vivirá con nosotros. Vamos a adoptarla y está de acuerdo.
—Es una muy buena decisión, Adele. Laura es una niña genial.
—Sí que lo es. Seremos una familia, al fin.

                                                                                         ◇◇◇

—¿Qué os parece la casa? —Le preguntó, Adele a su prima Rosemary y a Laura. Brant y ella habían viajado desde Kidderminster hasta Londres para tomar posesión de su nueva vivienda. Un antiguo caserón victoriano en las afueras de la ciudad y muy cerca del rio Támesis.
Las dos jovencitas se miraron a los ojos y sonrieron entre sí. La casa era muy vieja, aunque tras las reformas parecía otra. A pesar de ello, la niebla que ascendía desde el rio creaba un aura de misterio en torno a la vivienda.
—¿Sabes si tiene fantasmas? —Preguntó, Rosemary con una sonrisa. La joven se había recuperado del todo y hacía ya algunas semanas que abandonó el hospital.
—¡Claro que los tiene! ¿Qué mansión victoriana que se precie no tiene uno? —Contestó, Adele, sonriendo a su vez.
—Entonces me gusta —dijo la jovencita —. Si no sería muy aburrido y nosotras no estamos hechas para vivir en una casa normal y corriente, ¿verdad, Laura?
La niña asintió divertida.
—Entremos entonces —dijo, Adele —. Brant nos espera dentro. Tenemos una sorpresa para vosotras...
Entraron en la mansión y se dieron cuenta de que todo el aire espectral que desde afuera las intimidó un poco, desaparecía una vez traspasado el umbral de la puerta. Dentro todo era muy acogedor. La chimenea encendida daba un dorado resplandor al salón en el que Brant las esperaba.
—¿Qué tal, chicas? —Les dijo el recién nombrado inspector de Scotland Yard.
—Hola, Brant...
—Creo que a partir de ahora ambas podéis llamarme papá. Aquí tengo los papeles firmados por el juez que dicen que ahora sois hijas nuestras —dijo el joven.
Ambas sonrieron. Sobre todo Laura que había perdido a sus verdaderos padres muchos años atrás y estaba convencida de que nunca más encontraría unos padres.
—Yo creo que seguiré llamándote, Brant, si no te importa —dijo, Rosemary.
—A mi no me importa llamarte, papá —contestó, Laura —. Es más, creo que me encantará tener un padre tan guapo como tú...
Brant sonrió y Adele soltó una carcajada.
—Deberíais dejar de mirar así a mi futuro marido —dijo está última.
—¿Tú marido? —Gritó, Rosemary —¿Cuándo...?
—La boda será dentro de un mes. Esa es la sorpresa que queríamos daros. Espero que me hagaís el honor de ser mis damas de honor.
—Será un verdadero placer, Adele —dijo, Rosemary —. ¿O debería llamarte mamá a ti también?
—No me importa como me llames, lo único que deseo es que estéis a gusto aquí con nosotros...
—Lo estamos, ¿verdad, Laura?
—Yo estoy encantada, mamá...
A Adele se le saltaron las lágrimas al oírla pronunciar ese nombre.
—Imagino que querréis darnos un hermanito —dijo Rosemary, sonriendo —. Así que os dejaremos solos, Laura y yo iremos a inspeccionar la casa. Seguro que encontramos algún misterio o unos cuantos tal vez. Vamos, Laura, dejémosles solos a los futuros recién casados.
Una vez solos, Adele abrazó a Brant.
—¿Crees que funcionará?
—Deberá funcionar. Estamos poniendo todo de nuestra parte para que funcione, ¿no?
—Sí, lo estamos haciendo bien. ¿Sabes? No es mala idea la de darles un hermanito...
—No, es una idea fantástica. ¿Cuándo empezamos?
—¿Qué te parece si empezamos ahora mismo?
—Esa, cariño, es la mejor idea que has tenido hasta ahora —dijo, Brant con una pícara mirada.
—Lo sé.

                                                                                                 

 FIN


Madrid a 16 de mayo del 2018.

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