V.

Armados mis hermanos
Con la espada del incierto saber,
Al campo de batalla vamos
Con la ignorancia del creer.

Tomamos de las copas rotas,
Bañadas en el vino tinto
De pensamientos enfermizos,
Que desde niños nos creímos.

Lucharemos hoy hermanos
Con las espadas de ideas,
Bañadas en la tinta negra
De ilusiones ajenas.

Rogaremos a las flechas
Con argumentos agujereados,
Que taladren hondo,
En las fisuras de sus hermanos.

Pelearemos, grito de guerra,
Condenarémos a cadenas;
Pues la causa es justa,
Aunque nadie más lo crea.

Veremos la cara maltrecha,
De nuestros buenos enemigos
Que al igual que nosotros,
En un ideal creímos.

Juntémonos hermanos,
Los que al mismo adoramos,
Y en campo perdamos
Lo poco que nos hace humanos.

Que la espada perfore,
Que las flechas acierten;
Y que la sangre corra
Como quiere nuestra gente.

Sufriremos las heridas.
No lo duden, también ellos.
Pagaremos el precio
Por tener diferente credo.

No habrá ganadores,
Al final habrán hermanos
O sucios pecadores
Con la cara sobre el barro.

Pongo en duda si es correcto
Pero así ha sido siempre;
Donde el llanto de herejes corre, 
Donde se sultrajan inocentes.

Una conquista por la fuerza
La sangre se ha derramado,
Todo por la noble justa,
De saber que es bueno o malo.

Para ti: su entrada al cielo

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