18
Renuncia de derechos, los personajes que salgan aquí son de sus respectivos autores.
"Bien chicos, descansen"
Ante aquellas palabras el par de hermanos se dejó caer sobre el suelo soltando un suspiro de cansancio, llevaban dos horas entrenando.
Goku silbó asombrado al ver la cantidad de lechugas que habían recolectado, se habían superado a sí mismos y habían conseguido alcanzar el objetivo que él había puesto.
"Poco a poco chicos, y superarán sus límites"- pensó Goku con una sonrisa observando a los Phenex, iban avanzando a paso lento y seguro.
Raiser se levantó lentamente, su cuerpo se estaba acostumbrando a este entrenamiento por lo que los dolores le eran menos frecuentes.
Yubelluna le ayudó a levantarse y le llevó hasta un lugar en la sombra para secar el sudor que estaba presente en el rostro y en el cuerpo de Raiser.
-Tranquila, lo haré yo -intervino el demonio tomando la toalla y secándose, Yubelluna abrió sus ojos sorprendida pues jamás Raiser le había dicho algo así en el tiempo que llevaba con él.
"Algo está cambiando en mi señor"- indagó la hermosa diablesa mirando al demonio, desde que él comenzó a entrenar con Goku le notaba distinto... o tal vez era una equivocación suya.
Raiser se masajeó el cuello mientras al mismo tiempo se miraba la mano, se sentía muy distinto a cuando comenzó su entrenamiento con Goku.
"Hum... ¿según él todavía no hemos empezado el entrenamiento?"- se preguntó Raiser extrañado pues si esto era un calentamiento no quería saber qué sería la tortura que vendría después de esto.
Mientras tanto, Ravel seguía jadeando en busca de oxígeno para sus pulmones, ella no entrenaba muy seguido pero las veces que lo hacía siempre acababa exhausta y con el cuerpo dolorido.
"Ese tonto de Goku"- pensó Ravel alzando su cabeza y viendo cómo el rubio daba media vuelta yendo en dirección al terreno de plantaciones.
No pudo evitar sonrojarse recordando aquella noche de hace semanas, cuando bailó con él y luego en su habitación... le besó en la mejilla.
Por más que quería negarlo sabía que no podía... Ravel no podía negar el hecho de que algo estaba cambiando en ella y toda la culpa la tenía Goku.
A su vez desde aquel mismo día Goku parecía más apagado, distraído, triste... no parecía ser el que siempre terminaba sacándola de quicio, no parecía ser el mismo chico con el que bailó aquella noche y el chico al que había besado.
Sabía que algo le había sucedido y quería averiguarlo, si ese tonto de Goku seguía así de triste y apagado no se lo perdonaría jamás.
Con Goku.
"Otra semana más"
Goku suspiró dejándose caer sobre su cama y se llevó las manos al rostro volviendo a suspirar con hastío, su mente era un remolino de emociones.
Tres semanas habían transcurrido desde el baile que tuvo con Ravel, y desde que Serafall le confesó su amor pero él tuvo que rechazarla.
Transcurrieron varios días desde entonces y comenzaron los trabajos en la aldea, los Sitri, Agares, Phenex y Gremory empezaron con la construcción de varias infraestructuras.
Lo primero que hicieron fue evacuar a la población para que se instalasen en tiendas de campaña mientras construían de cero la aldea.
Una vez que tuvieron la aldea despejada y derribada con los planos que hicieron Sona, Seekvaira y demás empezaron el trazado de carreteras y algunos edificios básicos.
Goku y Sairaorg se encargaban de que a la población evacuada no le faltase de nada, les repartían ropa, comida y todo lo necesario para vivir mientras seguían las construcciones.
Serafall ayudaba en lo que podía, ya que su trabajo como Maou le tenía ocupada... y al igual que Goku se veía más triste que de costumbre, sólo que intentaba esconderlo con una sonrisa.
Ella estuvo evitando a Goku todo este tiempo pues el dolor todavía seguía presente y cada vez que se veían compartían un simple 'hola' y luego hacían como si nada, aunque en el fondo habían palabras encadenadas que querían ser liberadas.
No, era Goku quien se encadenaba a su pasado y no quería vivir el presente como debería hacer. Serafall ya había dicho todo e incluso le confesó su amor, ¿y qué había hecho él hasta ahora?
Fácil, se hizo amigo de Serafall para que ella le ayudase con el tema de ayudar a la aldea y poder redimirse de esa forma pero... ¿dónde quedaban los sentimientos de Serafall en todo esto?
Su objetivo inicial en el inframundo era evitar una posible guerra que pusiera en peligro al mundo... ¿pero haría eso sin conocer a personas valiosas en el camino? Por lo visto no podría hacerlo
-¿Qué es lo que quiero realmente? -se preguntó Goku con las manos cubriendo su rostro, ¿qué es lo que deseaba? ¿qué quería en verdad él?
"¿Por qué me dijiste que estaríamos juntos en esta aventura si no quieres que esté a tu lado? ¿Por qué somos amigos si quieres que me aleje de ti? ¿Por qué... ¡Por qué tuve que enamorarme de ti!?"
Goku todavía recordaba aquellas palabras y por nonagésima vez se maldijo, maldijo su estupidez porque nuevamente lo había arruinado todo.
"¡Te odio Goku!"- aquellas palabras todavía le seguían produciendo un dolor en el corazón, un dolor que hacía mucho tiempo que no sentía.
-¿Por qué todo esto me está pasando a mí? ¡POR QUÉ! -gritó Goku con frustración, la historia volvía a repetirse y aunque no quería cometer los mismos errores siempre terminaba ocurriendo lo contrario. ¿Por qué tan sólo no podía ser feliz?
Ser feliz... Goku tenía que evadirse muy lejos en sus recuerdos para que aquella palabra cobrase significado, ahora simplemente era una palabra desconocida para él... era una palabra vacía.
La felicidad podía venir de la mano de Serafall pero a la vez vendría el sufrimiento tras recordar la pesada maldición con la que cargaba.
"Yo que pensaba que ser inmortal sería estupendo... qué equivocado estuve al aceptar esto"- pensó Goku suspirando con aburrimiento.
Sabía que tenía que pedirle perdón a Serafall, seguro era la primera vez que se enamoraba y se llevó a la vez su primera gran decepción.
Pero antes de eso tenía que hacer algo que le había prometido a Sairaorg hace un par de días.
Flashback:
"Aquí tiene señora"
Goku se agachó a la altura una mujer a cuyos lados habian dos niños, y le extendió una bolsa que contenía gran variedad de alimentos como frutas, verduras y demás, y agua embotellada también.
La mujer encantada aceptó la bolsa dada por Goku y sus hijos con ilusión se acercaron rápidamente y comenzaron a abrir la bolsa para ver qué había.
-Si falta algo me lo dicen y voy a buscarlo enseguida -comentó Goku con una sonrisa al ver lo contentos que estaban los niños viendo la bolsa.
-¡Claro que no, faltaría más! Mis hijos y yo le estamos eternamente agradecidos Goku-sama -habló la mujer inclinando humildemente su cabeza.
-Oohh no me traten con el honorífico, en verdad no lo merezco -Goku se rascó la nuca con una sonrisa nerviosa en su rostro y la mujer asintió sonriendo.
Goku salió de la tienda de campaña y se limpió el sudor de la cara mientras suspiraba, esperaba que aquellos alimentos les llegaran para toda la semana. Si no, pues les iría a dar más comida.
Alzó la cabeza viendo que los trabajos avanzaban favorablemente y en medio del vasto panorama la vio. Ahí estaba ella con su traje azul y pelo recogido en dos coletas como solía hacerlo habitualmente.
Ella también le vio ahí parado, con su gabardina gris... como la primera vez que se vieron en el estudio de grabación hace ya unas semanas.
Ambos conectaron sus ojos en aquel momento: azul turquesa y violeta chocaron en aquel momento creando así una pequeña tensión en aquel lugar.
"Serafall..."- Goku tenía mil y un cosas que decirle en aquel instante, era su turno de hablar ya que ella había dicho todo lo que tenía en su momento.
"Si le pido perdón tendría que ser sincero con ella y decirle todo... pero aún no es momento de hacerlo"- discuriró el rubio lamentándose en su interior.
Serafall se tomó de las manos esperando que Goku fuese a su encuentro para hablar... pero no fue así y giró la cabeza caminando hacia otra dirección.
"Goku-chan... ¿por qué no me quieres decir la verdad?"- Serafall todavía seguía preguntándose lo mismo desde aquella noche llena de tristeza.
Quien era su primer amor, a quien le dio su primer beso y le confesó sus sentimientos con honestidad... no fue sincero con ella, todo fue una farsa. ¿Qué tanto de lo que era Goku era verdad?
Serafall no lo sabía y la verdad Goku tampoco estaba para decírselo. ¿Qué podía hacer, si todavía seguía enamorada de Goku? Lo que ella sentía no se podía olvidar así de la noche a la mañana.
Goku vio cómo Serafall se alejaba y bajó la cabeza apretando sus puños, aquello no pasó desapercibido por Sona pero estaba ocupada con Seekvaira trabajando junto a los arquitectos.
"Gokuuuuu-san"
El rubio se giró al oír su nombre y esbozó una sonrisa al ver que Sairaorg corría hacia él sonriendo. Estos días Sairaorg fue un consuelo para él ya que se lo pasaba muy bien con él.
-Ya terminé de repartir la comida en aquella zona, ¿tú cómo vas? -preguntó el pelinegro sonriendo de forma satisfactoria tras terminar el reparto.
-¿Realmente apenas acabas de terminar? Vaya, me esperaba más de ti Sairaorg -Goku negó con la cabeza fingiendo una profunda decepción.
-¡E-espera y mañana verás! ¡Te aseguro que ganaré yo! -habló Sairaorg con confianza y Goku soltó una carcajada al escuchar las palabras de su amigo.
-Me alegra que los trabajos estén avanzando favorablemente, seguro terminamos en tres meses -estimó Goku con una sonrisa y Sairaorg asintió.
Al ser demonios eran más productivos que los humanos, eso sumado al hecho de que usaban magia para acelerar el proceso de construcción.
-Así todas estas personas podrán tener una vida mejor -añadió el primogénito Bael con una sonrisa idéntica a la de Goku- A propósito Goku-san.
Goku desvió la mirada.- ¿Qué ocurre?
-Me gustaría que conozcas a mi madre si no es molestia para ti claro... le he hablado de ti y ella en verdad quiere conocerte jajaja -habló Sairaorg mientras se rascaba la nuca nerviosamente.
Goku recordó a la mujer que salvó hace unas semanas en el hospital Sitri y sonrió nerviosamente al igual que Sairaorg, y menos mal que había usado otra transformación para sanarla aquel día.
-Claro, no veo ningún problema Sairaorg, ¿cuándo sería? -preguntó Goku con algo de curiosidad.
-Mañana si te parece bien, ya que por la tarde le dan el alta así que estaré ocupado atendiéndola -comentó Sairaorg recordando el hecho de que su padre repudiase a Misla y a él mismo también.
Todo por ese estúpido poder de la destrucción, él había cerrado la boca de los ancianos Bael al demostrarles que llegaría a la cima usando sus puños y así quería llegar a ser uno de los Maou.
Había seguido un camino distinto al de Sirzechs y Rias quienes manejaban el poder de la destrucción y se fortaleció a base de touki y otro factor secreto e importante con el que contaba en su peerage.
Su madre le apoyaba en todas sus decisiones y estaba muy orgullosa de lo que estaba logrando su hijo hasta la fecha, y ahora que el joven estaba comprometido con un trabajo de ayudas sociales no podía estar más orgullosa de su pequeño hijo.
Por eso Misla quería conocer en persona a quien estaba detrás de todo este proyecto, y Sairaorg le había prometido que le daría a conocer a Goku.
-¿Qué tal si nos tomamos un descanso? Realmente tengo hambre -habló Sairaorg sobándose la nuca y Goku asintió sonriendo de igual manera que él.
Ambos se sentaron en unas rocas que habían ahí y Goku sacó dos refrescos de un refrigerador portátil y le extendió uno a su amigo, quien lo tomó.
-Brindo por el éxito de este proyecto -Sairaorg alzó su refresco al aire mientras contenía las ganas de reír y Goku hizo lo mismo que el pelinegro.
-Salud amigo -Goku extendió su refresco de cola y lo chocó con el de Sairaorg, ambos sonrieron y dieron un trago a su bebida antes de reírse.
Fin del flashback.
-Realmente él es un buen amigo -habló Goku con los ojos cerrados mientras mantenía una sonrisa.
"Hmpf, ¿quién es un buen amigo?"
Goku abrió sus ojos saliendo de sus pensamientos y vio a unos centímetros de él el rostro de Ravel mirándole con algo de curiosidad.
-AAAAHHH -Goku se cayó al suelo un tanto asustado y Ravel por el repentino sobresalto también se cayó con él- ¡JAJA TE CAÍSTE!
-¡Idiota, no eres el más indicado para hablar! ¡Además te asustaste! -habló Ravel enseñándole la lengua al rubio quien negó al momento.
-Para nada Hime-sama, me empezaste a seguir desde que entré a la cabaña y después te pasaste diez minutos dudando si entrar o no hasta que lo hiciste, ¿me equivoco? -preguntó Goku burlón.
El rostro de Ravel se enrojeció ante aquellas palabras, la diablesa Phenex sabía que no podía argumentar ante aquella lógica irrefutable.
-Hump, como sea -Ravel se levantó del suelo y sacudió su ropa- Este lugar está más limpio de lo que recordaba -añadió mirando los alrededores.
-La última vez que viniste aquí fue cuando me hiciste aquel pastel, que por cierto estaba horroroso -habló Goku fingiendo un vómito.
Ravel apretó sus puños con bastante molestia pero enseguida analizó la sonrisa de Goku y se percató de algo que llevaba tiempo sospechando.
-Go-goku... -pronunció Ravel con bastante dificultad debido a que se había acostumbrado a llamarle "plebeyo"- Tengo algo que preguntarte.
-Adelante... espera, ¿me llamaste por mi nombre? -Goku se llevó la mano al corazón y dramáticamente se cayó de rodillas al suelo.
Ravel rodó sus ojos y se cruzó de brazos mientras veía a Goku llorar de la emoción.
"¿Y este es el chico que me hace sentir estas cosas raras en mi corazón? Sólo es un plebeyo idiota... pero aún así yo..."- pensó Ravel apretando el cuello de su camisa mientras murmuraba.
"Entonces"
Ravel salió de sus pensamientos cuando vio a Goku parado enfrente de ella, desvió la mirada con las mejillas sonrojadas y negó al momento.
-Te he notado raro desde... desde aquella noche y sé que algo te pasa, ¡no se qué es pero no estoy equivocada! -exclamó Ravel algo exaltada.
Ravel sabía que este Goku no era el mismo de siempre... algo, algo en su ser había cambiado y ella había sido capaz de darse cuenta.
Y no entendía el motivo, pues estaba segura de que Goku se lo pasó igual de bien que ella el día del baile y luego cuando ella le... bueno, "besó".
A no ser...
"Que haya sucedido algo entre el lapso de tiempo en que me acompañó a mi cuarto y el día siguiente"- indagó Ravel formulando su hipótesis y en verdad no era para nada descabellada.
¿Qué cosa había podido suceder?
También estaba la pregunta: ¿Quién?
Goku abrió sus ojos bastante sorprendido por aquella declaración, ¿cómo es posible que Ravel lo hubiera notado si había hecho todo lo posible por camuflar su pésimo estado de animo?
-Ravel... no te preocupes -Goku puso su mano en la cabeza de Ravel y la empezó a acariciar- Estaré bien en unos días, no es nada así que tranquila.
-Hmp, no hay forma en que pueda confiar en ti... así que haré algo para subirte el ánimo, ¡sé agradecido plebeyo! -exclamó Ravel inflando su pecho con orgullo y Goku esbozó una sonrisa.
-Jajaja no es necesario Ravel, además creo que si cocinas otro pastel sí que tendría que preocuparte de verdad, pero por mi estómago -habló Goku sonriendo burlescamente.
PAM.
Ravel le dio un coscorrón en la cabeza haciendo que un gran bulto se quedara marcado en la zona.
-Alguien como tú jamás lo entendería, tan sólo esperame aquí y verás -habló Ravel sonriendo con los ojos cerrados y Goku asintió con miedo.
Ella era una diablesa de alta nobleza y como tal no se podía permitir el lujo de tener deudas.
Y menos con un plebeyo.
-¿Qué haces? Te has desviado de la ruta -le indicó Ravel al ver que no giraron a la derecha y luego a la izquierda para dirigirse a los terrenos Phenex.
-Sé que te pasa algo y por eso te llevaré a tomar un helado para que me cuentes qué te ha pasado, tómalo o déjalo -habló Goku con una sonrisa.
-Hmpf, más te vale que en ese lugar hayan helados de calidad plebeyo, tomaré tu oferta... -habló Ravel cruzándose de brazos y tratando de esconder esa enorme sonrisa que se esparcía por su rostro.
-Él me ayudó cuando estaba preocupada... mi deber como noble es corresponder el gesto hmp -habló Ravel creando un círculo mágico bajo sus pies con el sello Phenex y desapareció de ahí.
Mientras tanto Goku todavía se sobaba la zona del golpe que le había dado Ravel minutos antes, en verdad la pequeña golpeaba con fuerza.
Se restableció y se sentó en el sofá. Prendió la tele y vio que justamente enseñaban el episodio que grabó junto a Serafall hace semanas.
Todavía recordaba todos los detalles del día en que se fue a grabar el capítulo en el territorio Sitri y la verdad es que fue un día... fantástico.
Y eso le recordó lo imbécil que había sido la noche de hace una semana con Serafall cuando ella le confesó sus sentimientos, por eso apagó la tele; para no pensar más en aquel tema.
"Parece que no enseñan otro programa"- pensó Goku rodando sus ojos con molestia, anda que ya podían enseñar un programa de cocina.
Personas como él lo necesitaban, aunque eso le trajo recuerdos de cuando entrenó con Gohan en la habitación del tiempo y no supieron cocinar los alimentos, por lo que se murieron de hambre.
Negando con la cabeza el rubio extendió su brazo derecho y tomó su teléfono móvil para ver si había algo interesante, o jugar al juego donde eras un vándalo y un poli te perseguía saltando por trenes o metros y recogías monedas.
Y eso le volvió a recordar a cuando Bulma le entregó un móvil a la espera de la llegada de Whis. Suspiró, todo en esta vida eran recuerdos.
Al encender la pantalla del móvil Goku vio que tenía como fondo de pantalla de bloqueo una foto donde él y Serafall sonreían enseñando ambos el pulgar... ahí, los dos muy contentos y felices.
Muy distinto a lo actual.
"¿Qué quieres decirme, destino?"- Goku se preguntó ya que esto claramente eran mensajes subliminales del destino o quien estuviera ahí.
Goku dejó a un lado su móvil, pues le daría mucho que pensar, y suspiró llevándose ambas manos a la cabeza en un gesto de cansancio.
Justo entonces un círculo empezó a brillar en el cuarto, Goku reconoció el simbolo de los Phenex y confirmó sus pensamientos al percatarse de que Ravel emergía de aquel círculo...
¡Con dos helados!
-Sabía que esto te haría sonreír, hmp siempre tan predecible plebeyo -habló Ravel sonriendo mientras caminaba hasta sentarse a su lado.
-Ravel... en verdad no era neces... -Goku no pudo terminar de hablar cuando Ravel le puso el dedo índice en medio de sus labios- ¡¡Hmmmm!!
-Aquel día... yo estuve bastante preocupada y tú... ¡me llevaste a por un helado! -habló Ravel y Goku abrió sus ojos, otra vez muy sorprendido- Así que esta es mi forma de devolverte el favor, ¡y ni se te ocurra rechazarlo me oyes! -exclamó la chica.
Goku estaba asombrado, esta chica le sorprendía cada día... y en verdad le agradaba el cambio que estaba teniendo su carácter en estas semanas.
-Muchas gracias Ravel -agradeció el rubio tomando el helado de brownies con pepitas de chocolate que ella le había traído- ¡Incluso recordaste el helado que comimos aquella vez!
Ravel se sonrojó sabiendo de qué hablaba Goku... fue la vez en que comieron helados por primera vez y el día que fueron atacados por un renegado.
Aquel día marcó un punto crucial en su relación, dado que de otra manera las ansias de superarse no habrían surgido en Ravel y su hermano Raiser no habría actuado, por lo que no estarían siendo entrenados por el chico rubio a día de hoy.
-Hmmm... come o se te va a derretir el helado -Ravel magistralmente cambió de tema y Goku asintió notando la maravillosa jugada de Ravel.
-¡Claro, buen provecho! -exclamó Goku con una sonrisa y empezó a tomar su helado con ansias. Ravel le imitó y sonrió de igual manera.
Horas después.
Goku se adentró en el hospital junto a Sairaorg, después de su helado con Ravel y charlar un rato con ella, el joven Bael vino a buscarle al territorio Phenex a la hora que ambos acordaron ayer.
La recepcionista al reconocer al chico que vino junto a la Maou Leviathan hace unas semanas se puso firme y más viendo que venía acompañado del imponente primogénito de la familia Bael.
Ya había aprendido la lección, daba gracias a que Serafall hubiese tenido piedad de ella y que no la hubiera despedido de su empleo tras su fallo.
-Sairaorg-sama ya puede pasar -habló la chica con una sonrisa nerviosa y el pelinegro asintió agradeciendo humildemente por la atención.
Se dirigieron al ascensor y subieron hasta el segundo piso, ya que habían cambiado de planta a Misla después de su milagrosa recuperación.
Si bien los demonios tenían más resistencia que los humanos eso no quería decir que no se pudieran enfermera, y una de las enfermedades más peligrosas que padecían era la enfermedad del sueño, que mantuvo en cama a Misla.
Hasta que Goku intervino.
-Entremos Goku-san -habló Sairaorg con una sonrisa mientras empujaba hacia adelante la puerta del cuarto situado enfrente de él.
Ahí estaba Misla Bael, parada frente a la ventana y observando el horizonte. La diablesa se giró al oír el ruido de la puerta y sonrió al ver a su hijo.
Goku tuvo que admitir que la mujer se veía más hermosa y sana que el día en que vino a sanarla.
-Mira mamá, este es Goku-san de quien te hablé -habló Sairaorg poniendo su mano en el hombro de Goku- Y Goku-san... esta es mi madre Misla Bael, de quien te hablé y quien quería conocerte.
Misla estaba ansiosa por conocer al chico que había inspirado a su hijo Sairaorg y al que había robado el corazón de su amiga Serafall.
También, al que lo había roto.
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Fin del capítulo.
Hasta aquí llegamos lectores, no se olviden de dejar su voto y comentar si les gustó el capítulo.
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