treinta y seis

A la mañana siguiente, Harry aparece en mi auto cuando entro en éste. Está sentado en el asiento trasero, y su repentina aparición me sorprende de nuevo.

—¿No deberías estar acostumbrada a verme salir de la nada en este punto?—pregunta con humor.

—Debería, pero no—digo, mientras dejo mi entrada y entro a la carretera.

Él sonríe, aparentemente feliz de tener el elemento sorpresa de su lado.

—Fue interesante la conversación que tuviste con tus padres durante la cena la otra noche—dice, inclinándose hacia delante para descansar su peso en la consola central. Lo miro en el espejo.

—¿Qué conversación?—el rojo comienza a subir a mis mejillas.

Se aclara la garganta.

—No, no seas loco papá, no tengo un novio muerto—dice imitando mi voz.

Ruedo mis ojos. Harry ríe, empujándose para descansar contra los asientos traseros. Estira sus brazos por encima de los asientos, sonriendo.

—La gran ironía de toda la conversación era hilarante—dice, sin dejar de reír. Imita mi voz de nuevo—. Los chicos preferirían morir antes de salir conmigo.

—Yo no tengo esa voz—gruño, girando el volante y viendo a Harry en el espejo, tratando de luchar contra una sonrisa.

Es el turno de Harry de rodar los ojos.

—Lo siento, no puedo copiar tu voz con tono perfecto—dice con sarcasmo.

Niego con la cabeza, todavía luchando contra una sonrisa.

Harry sonríe, inclinándose hacia delante de nuevo.

—¿No soy yo tu novio muerto, Jane?

Mis ojos varían entre Harry en el asiento trasero y la carretera.

—Vas a hacer que tenga un accidente automovilístico.

Se ríe de nuevo.

—Lo tomo como un sí.

Aparco en el estacionamiento de la escuela, teniendo un lugar relativamente alejado del edificio para mantener a Harry fuera de la vista de los demás. Apago el motor y me giro para mirarlo.

—Diviértete en la escuela—dice.

—Gracias—digo—. Me gusta ir a la escuela con tus viejos amigos, los cuales cualquiera podría ser tu asesino.

—¡Saca buenas calificaciones!—dice en cuanto cierro la puerta detrás de mí.

La primera mitad del día pasa lentamente, como de costumbre, y me encuentro preocupada por Harry. ¿Estará sentado en el auto todo el día? Sé que lo ha hecho antes, ¿pero si alguien lo ve en esta ocasión?

Niego con la cabeza y tomo una respiración profunda mientras camino para el almuerzo. Tengo que dejar de preocuparme. Harry está bien, siempre lo está.

Después de esperar en la fila para comprar agua (ya que dejé la mía en la encimera de la cocina esta mañana), camino hacia la mesa y dirijo a sentar en mi lugar habitual. Estoy allí, esperando a comer mi almuerzo después de una monótona mañana de escuela, cuando alguien agarra mi brazo.

—Hola, Jane—dice Ian, sonriendo—. ¿Cómo estás?

Me hago hacia atrás, recordando mi viaje a la tienda de reparación la cual reveló que Ian fue el encargado de llevar el espejo manchado de sangre por la mañana después de la muerte de Harry. Lo miro con cuidado, enviándole una sonrisa. O bien, una tan amable como puedo hacerlo, cuando es más que probable que mató a Harry en este punto.

—Estoy bien—digo—. ¿Tu?

—Estoy bien—responde, encogiéndose de hombros—. Hey escucha, el equipo de fútbol tiene un cuerpo a cuerpo aquí esta noche y quería invitarte. Nuestra temporada comienza más tarde en el año escolar pero todavía tenemos otros enfrentamientos contra otras escuelas antes.

—¿Estás en el equipo?

—Sí. El entrenador dijo que cada miembro del equipo debe invitar algunas personas, por lo que... sí—sonríe a medias, hundiendo sus manos en los bolsillos.

—Uh...—me muerdo el labio, tratando de tomar una decisión. Las excusas vienen a mi cerebro de inmediato, pero ¿será que este juego pueda ser beneficioso? Si Ian continúa trabajando conmigo, debe significar que puedo comenzar a construir parte de su confianza en mí. Y continuar construyendo su confianza significa aprender más acerca de él y poder probar o refutar la teoría de que él mató a Harry. Mi detective interior me dice que vaya.

—Por supuesto, Ian—digo—. Estaré allí.

—Genial—dice con una sonrisa—. Comienza a las cinco. Nos vemos allí.

Nos separamos y tomo asiento junto a Jenna en la mesa del desayuno, Ava se sienta frente a mí. Ella se ve cansada; agotada, a decir verdad. Apoya la barbilla en la palma de su mano yendo lentamente a su sándwich, mirando al vacío.

—¿Ella está bien?—le pregunto a Estella, que está sentada a su lado.

—Sí, está bien—replica Estella, mirando a Ava—. Problemas de chicas.

Asiento con la cabeza, y comienzo a comer mi almuerzo.

—¿Irán al cuerpo a cuerpo esta noche, verdad?—Max pregunta, poniendo su bandeja a mi lado y se sienta.

—Claro—dice Jenna—. Estamos en todos los cuerpo a cuerpo y juegos desde primer año. ¿Por qué parar ahora?

—Jane, ¿qué te parece?

—Sí—le digo—. Voy a estar allí.

—Genial—dice Max, sonriendo—. Tenemos el mejor equipo del distrito. Luchamos contra Jefferson esta noche, probablemente la mejor competición hasta la próxima temporada.

—Tonterías—dice Nate—. Jefferson es fácil. Hawkley es el equipo a vencer.

—No importa, les ganaremos a los dos—dice Max, y ambos ríen.

Jenna explica que los equipos de la escuela secundaria contra quien jugamos se tratan de pequeños pueblos que nos rodean, ya que la Preparatoria Castle Hill es la única escuela secundaria que tenemos aquí en la ciudad.

—Todas los pueblos están muy cerca uno entre sí, por lo que las distancias no son de demasiado tiempo—dice, encogiéndose de hombros—. Olvida todo, tenemos el espíritu de ciudad.

—Ah, y asegura vestir de azul oscuro, el color de nuestra escuela—dice Max.

—Lo haré—digo.

Pienso en Ava, que no ha dicho una palabra. Ella me llama la atención por una fracción de segundo antes de mirar hacia abajo a su comida, con su rostro pálido.

(...)

—¿Un cuerpo a cuerpo? Oh, Dios mío, recuerdo haber jugado en ellos—Harry sonríe, inclinándose hacia atrás para descansar su peso sobre sus manos mientras se sienta en la cama. Estamos en mi recámara.

—Algo me dice que eras el jugador estrella—digo, colgando mi chaqueta en el gancho sobre la parte de atrás de mi puerta.

—Bueno—dice en un intento de ser humilde, levantando un hombro—. Yo era el delantero centro, e hice algunos goles por aquí y por allá...

Sonrío.

—Vamos, saca todo.

—Lo extraño tanto—deja escapar en un torrente de palabras, inclinándose hacia adelante y apoyando los codos en sus rodillas—. Echo de menos ver al público aplaudiendo, estar de pie en el centro y el apretón de manos antes del encuentro, sabiendo que nuestra amistad no duraría mucho tiempo. Y luego, ¡bam! el saque inicial, y tengo a mi derecha a Max y a mi izquierda, Nate, y todo es tan rápido y la adrenalina comienza a fluir y...—se detiene, con ojos brillantes—. Creo que entonces, jugando lo que me apasionaba... era cuando me sentía más vivo.

Él sonríe con tristeza, mirando al vacío durante unos momentos antes de sacudir la cabeza, saliendo de su velo. Se pone de pie, moviendo los brazos para descansarlos alrededor de mi cintura.

—Diviértete—dice, tirando de mí a él—. Y dime cómo el equipo es una mierda sin mí.

Le doy una mirada y se ríe.

—Es broma—dice—. Pero sólo a medias—. Se inclina para besar mi mejilla y labios brevemente antes de sentarse en la cama.

—Si te quedas aquí, llamarás la atención de mis padres—digo, apoyando la mano en el picaporte—. Mi madre está en uno de sus delirios de limpieza.

—Claro. Hasta luego.

Asiento y sonrío de nuevo antes de arrastrarme fuera de mi habitación, cerrando la puerta detrás de mí.

(...)

El campo de fútbol de PCH es ya un hervidero cuando llego. Un lado del campo es un mar azul oscuro, y el otro es un mar de color verde oscuro. El juego aún no ha comenzado; he llegado justo a tiempo.

Las entradas son gratuitas, ya que sólo es un cuerpo a cuerpo, y yo estoy en la parte inferior de las gradas, sin saber dónde todos los que conozco están sentados. Veo al equipo azul, acurrucado en nuestro lado del campo. De repente escucho mi nombre y miro hacia arriba para ver a Ría ondeando hacia mí en las gradas.

Me dirijo a donde ella, Jenna, Ava, y Estella están. Ava tiene la misma mirada en blanco que tenía en el desayuno, y Estella es leal a su lado. Me siento junto a Jenna.

—Dios, estoy emocionada—dice Ria, sonriendo—. Me gusta ver a nuestro equipo.

El sol comienza a ocultarse y las luces en el campo se iluminan. Los equipos toman sus posiciones y antes de que me de cuenta, el balón está en juego.

—Max es tan rápido, mira—dice Estella mientras que Max comienza a tomar el balón por el campo.

—Estaba emocionado por jugar de delantero centro este año, ¿no es así?—pregunta Jenna.

—Sí. Ian está justo frente a él ahora—dice Ría y, por supuesto, Ian pasa la pelota a Max en el centro.

Max tomó la posición de Harry e Ian la de Max. En el campo, el otro equipo toma posesión de la pelota, uno de sus centrocampistas desliza a Nate. De la nada, Ian se precipita a través del campo y patea la pelota directamente a través de las piernas del centrocampista opuesto. Nuestro lado del campo les aclama cuando uno de nuestros centrocampistas coge el balón, dándoselo a Max, que dirige el resto del campo, enviando el balón por encima del portero y directamente en la portería.

La multitud ruge y sus compañeros de equipo chocan manos con Max, sonriendo.

Parpadeo y veo a Harry en lugar de Max meter el balón en la portería, usando el uniforme azul marino, el viento en su cabello, corriendo por el campo, mandando el balón a la portería con una fuerza que el portero no se atrevería a detener. Parpadeo de nuevo y salgo de mi aturdimiento.

Más abajo, veo a la Detective Whitmore apoyada contra uno de los postes de luz, viendo a su hijo jugar. Ella tiene una pequeña sonrisa en su rostro; una sonrisa de orgullo.

El juego estalla de nuevo en acción sobre el terreno, Nate está en posesión de la pelota esta vez. Un delantero contrario la toma. Luego, uno de nuestros centrocampistas recupera el balón y lo envía hacia Ian. Ian se detiene en la meta, el portero se desvía brevemente antes de que Nate llega y tira por delante antes de que un jugador de la defensa rival puede detenerlo. ¡Todos entran en erupción de nuevo!

Después el siguiente punto va para el otro equipo, y pierdo el foco del juego después de poco. Me encuentro perdida en mis pensamientos, con la barbilla en la palma de mi mano, todo se convierte en vítores ahogados a mi alrededor, Ría y Jenna gritan extasiadas.

—Necesito ir al baño.

Ava se pone de pie, con las manos en los bolsillos. Ría, Jenna y yo la dejamos pasar, Estella va con ella. Nos sentamos.

Miro a Ava y Estella, a los pies del suelo, Ava aparentemente insensible a todo el evento, con el rostro en blanco.

¿Cuál es su problema?

Antes de que pudiera pensar en algo, me levanto.

—Bueno, tengo que ir también—digo y Jenna y Ría me asienten, con los ojos fijos en el juego, dejándome pasar.

Hago mi camino por las gradas y miro alrededor para encontrar el inodoro. Están ubicados en un pequeño edificio de ladrillo, de un lado para las mujeres y los hombres de otro. Extiendo la mano para empujar la puerta cuando escucho el bullicio interior.

—Shh—alguien dice, y se oye el sonido distintivo de un lloriqueo.

—No puedo creer que yo... yo...—reconozco la voz de Ava.

—Está bien, cálmate—dice Estella.

—¡Yo lo maté, lo maté! No puedo creer que...—el resto de la frase fue ahogada por los sollozos.

—Ava, silencio.

—Yo lo maté...

—Shh, calma. Iré por tus cosas y te llevaré a casa. ¿Está bien?

Los gritos se reducen. Me aparto de la puerta y sale Estella, sus ojos aterrizan directamente en mí.

Sus labios se abren, pero no habla. Se queda así unos segundos.

Ella no dice nada mientras se va.

Y una vez que está fuera de mi vista me echo a correr.

Corro todo el camino hacia mi coche y me se siento al volante, cierro la puerta y pienso en lo que he oído de Ava.

Yo lo maté, lo maté.

»»»

A ver, las que pensaban que era Ian ahora les salió otra posible sospechosa, lol. Les digo que en esto no se puede confiar en nadie, síganle pensando quien puede ser (:

Y disculpen por no subirles ando de viaje lol

2/3

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