treinta y nueve
La pared se rompe con facilidad y rapidez, Harry y yo estamos delante de un agujero al nivel de nuestros ojos. Buscamos en el interior, la sala está bañada en la oscuridad.
Me agacho para recoger la linterna que traje con nosotros, pero Harry me toma de la muñeca.
—Está bien—dice sin apartar los ojos de el agujero en la pared.
—¿Puedes atravesar?—pregunto.
—Vamos a ver.
La mano de Harry suelta mi muñeca y él se extiende hasta el agujero, dando un paso adelante. Deseo y espero que con todo lo que hemos hecho funcione. Él tiene que cruzar.
Miro cómo sus manos se deslizan a través de la pared, y luego sus brazos y de repente estoy sola en el pasillo, mirando alrededor de la habitación para luego ver Harry volver a mirar hacia mí, con los ojos bien abiertos.
—Funcionó—dice, aliviado, casi me dan ganas de llorar. Comienzo a sonreír y me devuelve la sonrisa.
—Gracias a Dios—suspiro, sacudiendo la cabeza—. ¿Quieres que ilumine con la luz para ver, o...?
—Todavía no. Déjame sólo... mirar por un segundo.
Observo la silueta de Harry mientras camina en lo que fue la oficina de su padre. A medida que mis ojos se acostumbran a la habitación oscura con un poco de luz del pasillo, veo muebles viejos tomar forma. Un gran escritorio está empujado hacia el lado izquierdo, con una pintura en la pared detrás de él. No puedo decir lo que hay en la pintura en la oscuridad. En la pared opuesta de la oficina, hay más pinturas, con lo que parecen ser antiguos armamentos de espadas, lanzas, cuchillos y demás. Me doy cuenta de un espacio vacío entre las armas formando un rectángulo.
—Mi padre tenía un interés en las antiguas civilizaciones, especialmente en sus armas—dice Harry, moviéndose hacia la pared de armas—. Él coleccionó este tipo de armas desde hace años y me dijo que nunca se tocaran. Ves, esta hacha es de un antiguo imperio chino. Y esta espada es del antiguo Japón. Ambas tienen miles de años.
—Interesante—digo. Asiento con la cabeza hacia el espacio entre las armas—. ¿Qué había allí?
Harry se detiene, muerde su labio inferior y mira el espacio.
—Creo que...—él entrecierra los ojos. Entonces sus ojos se abren y libera lentamente su labio de entre los dientes—. Creo que el espejo estaba aquí.
Separo mis labios.
—Oh, Dios mío.
—Esto significa que... la razón del por qué no podía entrar aquí es porque...—Harry me mira—. Me mataron aquí.
Sus palabras son como un puñetazo en mi estómago al mirar fijamente la pared, con mis ojos en movimiento hasta llegar al suelo. De repente, él se inclina, está en cuclillas y mirando algo en el suelo.
—Jane—dice—. Enciende la luz.
Busco la linterna y hago clic en ella, dirigiéndola hacia Harry. La luz va hacia abajo.
—Hay sangre en el suelo—dice.
Accidentalmente dejo caer la linterna en el suelo del pasillo. Me agacho para recogerla e iluminar la habitación de nuevo. Harry está de pie ahora y me mira con ojos grandes y sé que él está parado justo donde murió, es su sangre en el suelo, lo mataron. Mi estómago se revuelve y mi corazón late fuerte en mi pecho mientras nuestros ojos se encuentran.
—¿Recuerdas algo?—le susurro.
Se vuelve a mirar el espacio vacío en la pared donde estaba el espejo, y luego al suelo.
—No—dice, y vuelve a mirarme, frunciendo el ceño. En un movimiento repentino, él camina rápidamente hacia mí a través de la pared y por el pasillo, alejándose de mí a través de la pared de otra habitación. Apago la linterna y lo sigo, llamando su nombre en voz baja.
Finalmente lo encuentro en mi baño, tumbado en la bañera, mirando al techo.
—Estoy muy enojado, Jane—dice sin mirarme. Me siento sobre la tapa del inodoro para enfrentarme a él.
—Lo siento, Harry—le susurro, alcanzando su mano. La toma entrelazando sus dedos con los míos y guiando mi mano a su mejilla, con los ojos fijos directamente en el techo.
El pequeño cuarto de baño se convierte rápidamente en un congelador debido a Harry, y mi mano se siente como hielo entre su mejilla y su mano, pero yo no.
—Quiero recordar todo—dice con tristeza—. Creo que ir allí ayudará.
—¿Por qué tus padres no se llevaron nada de esto con ellos cuando se mudaron?
Se encoge de hombros.
—Si tan sólo supiera. Estas armas valen un montón de dinero. Fue una estupidez de mi padre el dejarlas aquí. ¿Sabes qué? Fue una estupidez de mi padre haberse ido, igual mi madre. Fue estúpido de ellos mudarse, fue una estupidez de ellos no tomar toda esta mierda que queda en la habitación, y fue estúpido de mi parte dejar que me asesinaran.
—No has elegido que te mataran—le digo.
—Sí, pero debo haber hecho algo muy horrible cómo para que alguien lo haya puesto en práctica. Sabes que era un idiota cuando estaba vivo, ¿por qué te sorprende?
—No quiero tener esta discusión otra vez—digo, tirando mi mano de la de él.
Me agarra de la muñeca, utilizando la otra mano para agarrar mi antebrazo e impedir que me vaya lejos de él. Por último, me mira en lugar de al techo.
—Lo siento—dice—. Lo siento.
Algo en la forma en que lo dice me hace pensar que lo siente por algo más que presionarme, puede ser lástima por haberme involucrado en esto, tal vez lo siente por enamorarme de él, o lo siente por enamorarse de mí. O quizá lo lamenta por todo lo anterior a la vez.
—Yo también lo siento—digo y me libera del antebrazo, tomando mis dos manos.
Nos sentamos en silencio durante un rato.
Sé que debería levantarme y colgar la foto familiar encima del agujero en la pared, pero no lo hago. Mi piel me pica debido a la frialdad en el cuarto, el azulejo del baño me hace sentir aún más frío.
—Me preguntaba, ¿por qué elegiste ponerte de mal humor en la bañera?—le pregunto a Harry.
—Caminé a través de una pared al azar y me encontré con la bañera—responde.
Asiento con la cabeza, luchando contra una sonrisa.
Me mira, con sus pulgares moviéndose lentamente en la parte posterior de mis manos. La forma en que me mira es como ninguna otra, sus ojos color jade me recuerdan al color de la hierba en verano, suave en la piel cuando te tiras hacia atrás, enredándose entre tus dedos. Sus labios son de color rosa pálido, suaves y lisos como seda hilada por los dedos de dioses. Es tan hermoso, observándome. Me gustaría que no me abandonara.
(...)
Abro los ojos.
Lo primero que me llama la atención es que me siento absolutamente, positiva. Estoy en un cuarto oscuro, las siluetas de objetos son visibles alrededor de mí, pero estoy ahogándome en la soledad.
A continuación, aparece una luz, pero me parece más un centro focal. Una figura oscura se postra frente mí, y se vuelve a ver a alguien tirado en el suelo. Suéter blanco, vaqueros negros; es Harry en el suelo, con la cabeza de lado, lejos de mí.
Ahogo un jadeo en mi garganta cuando la figura se vuelve con ligereza, mirándome directamente. Reconozco el rostro al instante.
Max.
—Tu eres el asesino—digo, con mi voz fuerte y segura.
Max sonríe.
Parpadeo y de repente la figura se convierte en Ava, sus labios rojos cereza son iluminados con un mínimo de luz. Muestra la misma sonrisa que Max, su cabello rubio oscuro enmarca su rostro cubierto de maquillaje, con sombra negra aplicada a la perfección.
—Espera, ¿fuiste tu?—digo, frunciendo el ceño.
Ella levanta las cejas casi burlona y cuando vuelvo a parpadear, me parece terrible.
La figura es ahora Harry, vestido con una camisa negra remangada hasta los codos, sus labios forman una sonrisa de complicidad.
Se vuelve hacia mí por completo, con la otra versión de él todavía tendido en el suelo, y comienza a caminar hacia mí, sus ojos no son del color verde pálido habitual y agradable, sino de un color oscuro y siniestro de jade que envía escalofríos por piel.
No me alejo de él, pero choco contra una pared.
Él sigue caminando hacia mí, deteniéndose sólo cuando su rostro está a pocos centímetros del mío, con sus ojos llenos de malicia. Casi no lo reconozco, este no es el chico que amo.
Trato de hablar con él, pero tengo la boca seca y no puedo encontrar mi voz. La mano de Harry se eleva lentamente hasta tocar mi barbilla, inclinándome el rostro para mirarlo. Su sonrisa es sombría mientras su mano se extiende a través de mi garganta, me empujaba contra la pared, impidiendo al oxígeno pasar por mi tráquea. Trato de alejarlo de mí, pero no sirve de nada; su agarre es fuerte.
—Todo es posible, Jane—dice, mientras mis pulmones gritan y rezan por aire mientras aprieta con más fuerza mi garganta.
Me esfuerzo y trato de escapar, pero mis intentos son inútiles.
Cierro los ojos.
(...)
Me despierto por alguien diciendo mi nombre y abro los ojos para encontrar a Harry sentado a mi lado en la cama, con su mano en mi hombro. Por reflejo, me alejo de él, tratando de recuperar el aliento.
Harry parece desconcertado y preocupado, su mano tambalea de mi hombro hacia el colchón sin fuerzas.
—¿Jane?
Parpadeo rápidamente, mientras trato de sacar de mi cabeza la imagen de su sonrisa malévola amenazándome en mi sueño. No era real. Era un sueño. Una pesadilla.
—Estoy bien—digo—. Estoy bien.
—¿Quieres hablar?
Todavía estoy en mi cama, con las rodillas dobladas contra mi pecho. Tengo que decirle. Tengo que hablarle de mis sueños.
Comienzo con el primero y lo describo para él, vacilando al principio, y luego contándole. Me mira confundido, con el ceño fruncido.
Cuando termino de hablar, me entrega mi vaso de agua de la mesita de noche, en silencio. Tomo un sorbo y lo pongo en su lugar, en busca de Harry.
La mínima luz de luna baña la habitación, deslizándose a través de las rendijas de las persianas cerradas. Harry extiende su mano.
—¿Por qué no me dijiste nada antes? Podríamos haber hablado.
—Lo siento. Debí haberlo hecho, probablemente.
—Dios. Estos sueños parecen tan intensos—sacude la cabeza y se acerca a mí desde la cabecera de la cama. Envuelve su brazo alrededor de mí y descanso mi cabeza en su hombro.
—Siempre eres tan diferente en mis pesadillas—digo—. Sé que es bastante obvio que no eres tu, pero da un poco de miedo igual.
—Sí. Realmente da miedo—hace una pausa—. Sabes que nunca te haría daño, ¿verdad?
—Sí. Lo sé. Son sólo sueños.
Bostezo y cierro los ojos, mi pulso finalmente vuelve a su ritmo normal después de mi pesadilla.
—Vuelve a dormir, Jane—Harry dice en voz baja.
Asiento y pongo mi cabeza sobre la almohada, Harry tira de la manta sobre mí.
—¿Cómo sabías que tenías que despertarme?—pregunto.
—Estaba sentado allí y vi que sufrías en el sueño—él señala el sofá de la esquina en mi habitación.
Asiento con la cabeza, ahogando un bostezo.
—¿Quieres que vuelva allí?
Cierro los ojos.
—¿Qué?
—¿Quieres... que me quede aquí contigo?—reitera su solicitud, una sonrisa adorna sus facciones a la ligera.
Formo una pequeña sonrisa en mi rostro mientras asiento, mirándolo.
Se levanta y acerca a mi armario, para volver con una manta. La extiende sobre mí con cuidado, luego se sienta a mi lado en la cama quitando los zapatos de sus pies y acostándose junto a mí. Él tira de mí a él, con mi cabeza apoyada en su hombro, y no me importa la frialdad que emana sólo por el placer de estar cerca de él.
—Te amo—digo en su cuello—. Te amo mucho.
Esto hace que sus movimientos de pulgar en mi mejilla sean suaves, y sus labios presionan con delicadeza mi frente para luego hablar.
—Te amo demasiado.
(...)
Suena la campana significando el final del almuerzo y me levanto para tirar la basura, colgando el bolso sobre mi hombro y diciendo un adiós sencillo a Jenna y Ría, con quienes comí. La mayor parte del período de almuerzo fue dedicado a tratar de ignorar la mirada ilegible de Estella hacia mí. Durante todo ese tiempo, parecía que iba a decir algo, pero nunca lo hizo, mientras que Ava estaba sentada a su lado en silencio, apuñalando la pasta con su tenedor sin comer.
Camino a través del patio, empujando el cabello de mi cara y sintiendo un soplo frío y lluvioso. Las nubes arriba sugieren tormenta, pero eso no es sorpresa, ya que estamos en medio de Noviembre en Washington.
—Hey, Jane.
Miro hacia delante para ver a Estella caminar hacia mí, y mi primer pensamiento es ¿cómo es que el diablo vino aquí tan rápido de estar sentado en la mesa de comedor? Entonces me doy cuenta de que entrar a un ritmo glacial habrá sido fácil para ella, sobretodo para ponerse al día con tanta rapidez. Veo la expresión de su rostro y comienzo a ponerme nerviosa.
—Hey—contesto.
—¿Podemos hablar de algo?
—Uh, seguro.
Me dirige un movimiento de cabeza y comienza a caminar a mi lado, y sin saber muy bien qué va a pasar, me encuentro en la parte trasera del patio de la escuela.
Se da vuelta bruscamente, poniendo las manos en sus caderas.
—Está bien, necesito saber lo que has oído.
—¿Cuándo?
—Creo que sabes cuándo—ella entrecierra los ojos.
Oh.
—¿Quieres decir en el partido de fútbol?
Tomo su mirada fría como confirmación.
—¿Por qué es importante qué escuché?—pregunto.
—Porque muchas personas no saben...—Estella pausa, dejando escapar un suspiro. Baja la voz de modo casi inaudible—. Del bebé de Ava.
¿Qué?
Casi me caigo. Me sostengo de la pared de ladrillo del edificio escolar, ampliando los ojos hacia Estella.
—¿De qué estás hablando?
Es el turno de Estella de mirarme sorprendida.
—Espera, ¿que no sabías?
Niego con la cabeza lentamente.
—Bueno, supongo que ya no hay marcha atrás—dice en un susurro, sus ojos se encuentran con los míos y su voz se reduce a un susurro—. Unos meses antes... de qué Harry mueriera—dice con cuidado—. Ava descubrió que estaba embarazada. Ella y Harry habían tenido una discusión, y ella estaba volviéndose loca, decía que no estaba preparada para ser madre, y supongo que él no quería ser padre, pero lo siguiente que supe fue que todo había vuelto a la normalidad, no había... bebé. Ava actuó como si nada hubiera pasado.
—¿Qué quieres decir con que no había ningún bebé? ¿Tuvo un aborto?
Estella se encoge de hombros.
—Ella sacó una idea de unos libros que había leído o algo así. Sus padres se habrían enterado si ella hubiera ido a una clínica de aborto, y creo que nunca supieron que estaba embarazada en lo absoluto, por lo que no tienen que hacerlo. Ella me dijo que no me preocupara por eso, que el bebé se había ido.
De repente los gritos de Ava de "¡yo lo maté, lo maté! parecen tener sentido. Si de alguna manera se deshizo de su bebé, ella podía sentirse culpable por ello. Ella sintió que había matado a su hijo por deshacerse de él.
Estella suspira.
—Será mejor que me vaya—dice—. No se lo cuentes a nadie, ¿de acuerdo? Nadie sabe sobre el bebé de Ava.
Asiento con la cabeza.
—Sí, no te preocupes.
—Ah, otra cosa.
—¿Sí?
—Ava y yo iremos al centro comercial el próximo fin de semana. ¿Quieres venir tal vez?
Es una extraña oferta debido a la conversación que tuvimos, pero realmente no tengo muchos amigos en Castle Hill, excepto Harry. Y tal vez el salir con su ex novia luego de enterarme que ella abortó no es la mejor idea, pero necesito saber más acerca del embarazo de Ava. Así que asiento.
—Sí, por supuesto.
Estella me ofrece una pequeña sonrisa antes de separarnos para ir a clase.
(...)
Salgo de mi habitación el fin de semana para ver a mi padre, de pie en el pasillo, mirando la pared.
—Hola papá—digo lentamente.
—¿Tu colgaste esta foto?—pregunta, señalando la foto de nosotros tres en Disneyland cuando tenía diez años, la cual colgué sobre el agujero en la pared que Harry y yo rompimos para entrar en la habitación. El agujero está cubierto casi por completo, gracias a Dios.
—Uh, sí—digo, tratando de sonar optimista—. Lo encontré y pensé que debería ir allí, ya sabes. Es una imagen linda.
—Sí, tienes razón—dice, sonriendo—. Mírate, con Mickey y Minnie Mouse. Estabas tan feliz de estar en Disney, ¿recuerdas?
Sonrío para alivianar la ausencia de sospecha en mi padre.
—Sí, lo recuerdo—digo.
—Buena idea el ponerlo ahí, hija. Te amo—él sacude mi cabello ligeramente antes de caminar hacia otro lado por el pasillo.
Bajo las escaleras y le digo a mi madre que me voy al centro comercial, antes de salir por la puerta. El coche de Ava está aparcado al final del camino de entrada, Estella está en el asiento delantero.
Me deslizo en el asiento trasero del auto, intercambiando saludos con Estella. Ava esfuerza una débil sonrisa y mira a otro lado en la acera.
—Compré esta blusa pero no me quedó—dice Estella—. Tengo que volver para cambiarla. Va a ser rápido.
—Está bien—dice Ava categóricamente. Su cabello no está perfectamente recto como normalmente lo está, sino ligeramente ondulado. Ella usa una sudadera y unos vaqueros oscuros en lugar de su trajes glamorosos (y, a veces ridículos) de costumbre. Su maquillaje parece corrido alrededor de sus ojos estas últimas semanas, y hoy no es la excepción.
Las tres no hablamos mucho durante el camino hacia el centro comercial, y la lluvia comienza a caer en silencio. Estella y yo hacemos conversación mientras caminamos en el centro comercial.
—La lluvia hace que mi pelo se rice—dice Estella mientras caminamos—. Lo odio. Ah, aquí está la tienda, pueden simplemente esperar aquí, regresaré en pocos minutos.
Asiento con la cabeza junto a Ava y estoy delante de ella en relativo silencio. Es sábado, por lo que, naturalmente, el centro comercial está lleno. Ava mira a la distancia.
—Hey—digo y enfoca lentamente su visión sobre mí—. ¿Estás bien?
Ella separa su boca para responder, pero sus ojos se centran en algo detrás de mí. Me doy la vuelta para seguir su mirada.
Se trata de una pareja joven, sólo un poco mayor que nosotras tal vez, con un niño pequeño de quizá tres años. Se sientan en un banco, el niño en el regazo de su padre y la madre sosteniendo un pretzel, rompiéndolo en piezas para alimentar al niño. Los tres están sonriendo y riendo.
Seguro es lo que ve Ava.
Me doy vuelta para mirarla y verla con los ojos llorosos, su respiración es agitada. Sus ojos se clavan en la familia.
—Tengo que salir de aquí—dice ella, apurando su voz.
—Está bien, está bien—digo mientras ella pone su cabeza entre sus manos, su respiración se acelera rápidamente—. Ava, tranquila, vamos al baño, ¿de acuerdo? Está bien.
Ella asiente con la cabeza y pongo un brazo alrededor de ella para dirigirla al baño, el cual está, afortunadamente, no demasiado lejos. Cuando entramos, una mujer está a punto de terminar de cambiar a su bebé en el cambiador.
—Oh, claro—digo en voz alta mientras trato de mantenerme delante de Ava para evitar que vea a la mujer y a su hija. Confundida, la mujer toma a su bebé y se va después de completar el cambio. Suspiro de alivio y suelto a Ava, quien casi se cae al suelo, colapsando en lágrimas.
—Shh, tranquila—digo, cayendo al suelo con ella y pasando un brazo a su alrededor de nuevo, agradecida que en este momento no haya mujeres que deban usar el baño—. Está bien, está bien.
—Lo sabes, ¿no es cierto?—dice ella, secando las lágrimas de sus mejillas—. Sabes lo de...
—Sí—digo, interrumpiéndola—. Estella me lo dijo.
Ella rompe en llanto de nuevo, y alcanzo el lavamanos para conseguir toallas de papel para Ava. Ella acepta, secándose los ojos.
—Concéntrate en tu respiración—digo—. Sólo concéntrate en inhalar y exhalar.
Ava asiente y toma una respiración inestable, y continúa respirando lentamente y con cuidado. Ella se seca los ojos e inclina la cabeza hacia atrás contra los azulejos del baño.
—Soy un puto desastre—dice.
—Todos estamos hecho un lío a veces—le digo—. Tienes que volcar y seguir adelante.
Ella me mira desde la esquina de sus ojos.
—Pensé que me odiabas.
—Pensé que tu me odiabas.
Ella deja escapar una risa temblorosa y toma una profunda respiración.
—Eres muy buena para calmar a la gente, sabes—dice.
—Tuve que aprender de mis errores.
Se inclina hacia delante y pone su cabeza entre sus manos.
—Me siento como una asesina, ¿sabes? Sobre el bebé. Tengo pesadillas y casi no puedo dormir, pierdo el apetito y pienso en él todo el tiempo.
—¿Cuándo sucedió todo esto?
—Poco antes de que Harry muriera. Tenía tanto miedo después de descubrirlo. Harry fue malo. Me sentí tan perdida. Así que hice algunas investigaciones y encontré que una combinación de... ciertas pastillas podrían hacer rechazar al bebé. Iba a hacerlo, estaba dispuesta a ello pero... no pude. No podía hacerle eso al bebé—traga—. Así que el tiempo pasó, y de alguna manera había aceptado el hecho de que iba a ser una madre joven, y justo cuando reuní el valor de decirle a mis padres...—cierra los ojos y le ofrezco otra toalla de papel.
—¿Qué pasó?—pregunto suavemente, su respiración comienza a incrementar de nuevo. Pongo una mano sobre su hombro, con la esperanza de calmarla.
Ella disminuye su respiración y se vuelve hacia mí, su maquillaje se extiende por su rostro.
—Tuve un aborto involuntario. Todo natural, yo no tome pastillas o nada. Pero siento incluso como si lo hubiera matado—su labio inferior empieza a temblar.
—Tu no sabías—digo—. No fue tu culpa.
—Pero recuerdo cuando me hice la prueba de embarazo, recuerdo la sensación de hundimiento cuando vi que dio positivo—dice ella, sacudiendo la cabeza—. Y cuando le dije a Harry, tuvimos una gran pelea y odiaba al bebé por causar todo eso, estaba tan enojada. Quería matarlo, yo casi lo mato, pero al final, la naturaleza lo ha hecho por mí—ella comienza a sollozar.
—Shh, tranquila—le digo, sin saber qué más decir. Soy capaz de tomar otra toalla de papel.
—Vi a la familia allí y pensé que si tuviera al bebé, esos podrían haber sido nosotros. Una pequeña familia feliz—se suena la nariz en una toalla de papel y la tira en la basura, pidiéndome otra.
—Ava...
—Es estúpido, lo sé. Sabes, a veces sólo necesito que Harry me grite para separarme de este miedo, pero se ha ido también. Todo el mundo se ha ido.
Me muerdo el labio y la miro, dándole otro pañuelo.
—Lo siento, Ava.
Nos quedamos en silencio durante unos momentos. Unas chicas que parecen tener doce o trece años entran al baño y nos dirigen una mirada a Ava y a mí.
—¿Se les perdió algo?—les digo y vuelven al centro comercial.
Pongo los ojos en blanco y le tiendo a Ava otra toalla de papel.
Ella toma una respiración inestable. Pienso en ello. Ella asiente con la cabeza.
—Bueno, creo que lloré lo que debía llorar—me da una sonrisa débil y me levanto del suelo, estirando una mano hacia ella. Ella la toma y nos paramos frente al espejo.
—Oh, Dios mío, me veo como el infierno—dice ella, inclinándose hacia adelante y riendo suavemente mientras se seca el maquillaje debajo de los ojos.
—Sólo pretende que eres gótica o algo—digo, encogiéndome de hombros.
Ava suspira.
—Será mejor que nos encontramos con Estella.
Asiento con la cabeza y tomo una toalla extra para ella cuando nos vamos, por si acaso.
—Hey—dice ella, deteniéndose justo fuera del baño—. ¿Puedes... no decirle a Estella? ¿O nadie?
—Sí. Por supuesto.
Me dirige una sonrisa a medias.
—Gracias.
(...)
Cierro la puerta de mi habitación detrás de mí y alzo la cabeza para mirar a Harry.
—Necesito hablar contigo de algo.
Me mira sentado desde mi cama, con la barbilla en la palma de su mano.
—Eso no suena demasiado bien.
Cruzo los brazos sobre mi pecho, apoyada en la pared cerca de la ventana, frente a él.
—Me enteré del bebé de Ava.
Harry frunce el ceño.
—Oh.
Lo miro.
Se levanta, comenzando a caminar lentamente.
—¿Qué sabes?
—Ella estaba tratando de abortarlo con vitaminas o algo, pero no pudo y luego tuvo un aborto involuntario más adelante. Al parecer, estabas realmente molesto por eso. ¿Por qué no me lo dijiste?
—No es mi tema favorito—su tono cambia—. ¿Cómo querías que te lo dijera, Jane? "Oh, por cierto, mi ex novia estaba preñada. Fui un idiota al respecto y podría haberme asesinado por ello. ¡Diviértete resolviendo mi asesinato!"
—Sí, ¡tal vez algo así! ¿Qué ocultas Harry?
Se retuerce y mira lejos de mí, moviendo la cabeza.
—Nada. No oculto nada. Eso es todo.
—¿En serio? Porque estás actuando muy sombrío y defensivo en este momento.
—No, quiero decir, lo siento. Te amo y lo sabes.
Da un paso hacia mí y pone sus manos sobre mis hombros, moviéndose por mis brazos hasta que llegar a mis manos.
—Todavía no te creo—digo—. Siempre puedes decirme que me amas, pero eso no cambia los hechos. Sabes, acabo de ayudar a Ava.
Harry mira a sus pies.
Cierro los ojos.
—Lo siento. Fue difícil.
—Está bien. Lo descubriría tarde o temprano. Es mi culpa.
Me alejo de él y me siento sobre el sofá, poniendo mi cabeza entre mis manos.
—Apenas puedo entenderlo todo. Es tan...
Harry queda de pie.
—¿Quieres un procedimiento contradictorio? Lo haré si quieres.
Niego con la cabeza sin mirarlo.
—Estás enojada conmigo, ¿no es así?
—Estoy muy confundida, porque después de hablar con Ava siento como si no te mató. Pero no lo sé. Y sí estoy enojada, tu estabas plenamente consciente del embarazo todo este tiempo y no me lo dijiste. Está claro que esto sucedió lo suficiente antes de tu muerte, así que eres capaz de recordarlo...
—¿Qué quieres que haga, Jane? ¿Que te contara todo a la primera? Si pudiera viajar en el tiempo, créeme, me gustaría volver en el tiempo y arreglar cosas más importantes que contar un pequeño detalle estúpido.
—¿Detalle estúpido? Harry, ¡esto lo cambia todo! ¡Esto puede dar o quitar un motivo para Ava!
—¡Deja de jugar al detective durante cinco segundos, Jane, por amor de Dios!
—Oh, si no recuerdo mal, ¡tu me metiste en esto, Harry, y arriesgo todo sólo para ser atrapada en un lío un día de estos!
Harry es incapaz de encontrar una respuesta. Me mira, con sus ojos verde pálido llenos de ira ardiente. Se aleja de mí, enrollando sus mangas y apoyándose en el alféizar de la ventana.
Cruzo los brazos sobre mi pecho y miro hacia otro lado.
—Tenemos suerte de que mis padres no regresaran del mercado de granja hasta dentro de una hora—digo en voz baja—. O se habrían oído los gritos y...
Harry sacude lentamente la cabeza.
—Deja de hablar, Jane.
Siento las lágrimas de rabia comenzar a inundar mis ojos. Tomo una respiración profunda y salgo de la habitación, cerrando la puerta detrás de mí.
»»»
Admitamos que este capítulo fue más que nada intenso, lol.
Disfruten, Liv.
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