trece
Ahogo un grito en mi garganta mientras con Harry observamos a Max caminar lejos de la lápida, tallando sus ojos con la manga de su sudadera como si hubiera estado llorando.
Nunca he visto a Max así desde que lo conozco. Sin una sonrisa en su rostro.
¿Él es el asesino? ¿El mejor amigo de Harry?
El pensamiento casi parece un tabú. Pero nada es imposible.
Una vez que estamos seguros que el cementerio está vacío a excepción de nosotros dos, Harry camina alrededor del árbol, parándose frente a su lápida y lo sigo.
—Max...
—No—me corta, frunce el ceño mientras mira el pedazo de piedra delante de nosotros—. No.
—Tu lo dijiste, pudo haber sido cualquiera.
—No Max. No pudo haber sido Max.
Niego con la cabeza. No tenemos suficientes pruebas para hacer ninguna suposición, lo único que queda es ser un poco curioso.
Miro el ramo de orquídeas que yacen en el suelo frente al pedazo de piedra.
—Harry Styles—Harry lee de su lápida—. 1995 a 2013. Descanse en paz.
Luce como un simple epitafio para un chico tan complicado.
—¿De verdad viste tu propio funeral?
Asiente.
—Sí. Sólo quería ver lo que ellos podrían decir, sabes.
Agito levemente mi cabeza.
—Dios, no puedo ni imaginármelo—digo—. Ir a mi propio funeral.
Harry se encoge de hombros.
—No es para tanto. Mis padres se mudaron una semana después.
Leo el epitafio unas cuantas veces más.
Descanse en paz.
—Así que, eso es todo entonces—digo mirándolo—. Estas realmente muerto.
Levanta las comisuras de sus labios.
—¿Pensabas otra cosa?
Me encojo de hombros sonriendo.
—No lo sé, todo este tiempo una pequeña parte de mí pensó que tal vez estabas bromeando.
Deja ir su cabeza hacia atrás riendo, colocando sus manos dentro de sus pantalones. Río junto con él, y me siento realmente bien.
Su risa cesa y él sólo sonríe delicadamente, mirando hacia la distancia. Mi sonrisa desvanece.
—Harry—digo y él gira su cabeza conectando sus ojos con los míos. Me balanceo sobre mis talones—. ¿Crees que... crees que haya alguna posibilidad de que Max...
—No fue él. Honestamente Jane.
—Estás en negación.
—No tienes evidencia.
—Tu tampoco.
—Él era mi mejor amigo. ¿Cómo te sentirías si alguien acusara a tu mejor amigo de haberte asesinado?
—No lo sé—digo—. Nunca he sido asesinada, y nunca he tenido un mejor amigo—cruzo ambos brazos encima de mi pecho.
Harry frunce el ceño.
—¿Nunca has tenido un mejor amigo?
Me sonrojo.
—No. Bueno, he tenido un montón de falsos mejores amigos, pero...
—Wow—dice Harry—. Eso es impresionante.
Bufo.
—Gracias.
—No, no lo decía de esa forma—dice casi sonriendo.
Desvío mi vista, dejando salir un suspiro. No quiero seguir teniendo esta conversación con él.
—Puedo ser tu mejor amigo, si quieres.
Lo miro nuevamente, levantando una ceja.
—¿Tu?
—Sí. ¿Por qué no?—sonríe.
Casi hago una ingeniosa y sarcástica observación sobre él estando muerto, pero callo.
En cambio le sonrió y él sonríe de vuelta, seguimos así durante un momento más; sonriéndonos el uno al otro frente a su lápida en un vacío cementerio. Y todo parece tener sentido.
(...)
Me siento tranquilamente a la hora del almuerzo el lunes.
Max se sienta junto a mí, hablando sobre algún partido de basquetbol que dio lugar ayer. Oliver se sienta frente a nosotros, asintiendo y contribuyendo a la conversación sobre deportes junto con Max.
Ava y Estella caminan hacia nosotros y se sientan junto a Oliver, en diagonal hacia mí. Estella me sonríe pero Ava me ignora.
Ría actúa normal, como siempre, dibujando en su libreta y comiendo una manzana plácidamente. Su cabello está perfectamente trenzado y cae sobre uno de sus hombros. Me sonríe con ligereza antes de regresar su vista al dibujo.
Jenna se sienta junto a Max, evitando contacto visual conmigo.
Necesito estar a solas con ella para cuestionarla acerca de Harry, y pronto.
—¿Te encuentras bien Jen?—Oliver le pregunta a Jenna, recargándose sobre su codo—. Estás muy callada.
—Estoy bien—dice severamente, tomando su ensalada.
Oliver agita su mano rindiéndose y vuelve a hablar con Max.
Quiero preguntarle a Max acerca de que es lo que estaba haciendo en el cementerio, pero eso podría levantar sospechas para él. Por ahora, me enfocaré en Jenna.
Ava saca un tubo de lápiz labial de su bolso y abre un pequeño espejo compacto, pintando sus labios de un vívido color rojo.
—Hey Jenna, ¿puedo ver tus notas de historia?—le pregunta Max.
Jenna avienta su ensalada hacia un lado.
—¿Por qué me preguntas a mí? Pregúntale a Ría, ella es la lista.
Ría alza su vista, frunciendo el ceño.
—Enserio Jenna, ¿te encuentras bien?
—Dije que estaba bien—se burla, parándose de la mesa arrojando su servilleta sobre la bandeja. Recoge la bandeja y camina lejos, dejando al resto de nosotros consternados.
—¿Qué diablos fue eso?—pregunta Estella.
Aprieto mis labios por un momento antes de levantarme y recoger mi basura.
—Iré a hablar con ella—digo—. Tal vez sólo esté estresada.
—O quizá fue visitada por el diablo vestido de rojo—Ava habla sonriendo, Estella bufa riéndose y Ría sonríe, negando con la cabeza.
Oliver las mira confundido.
—Ósea que está en su periodo—dice Ava rodando sus ojos hacia Oliver.
Oliver arruga su nariz y Max mira a Ava como si ella hubiera dicho que cocinaba conejos como deporte.
Les dije que los veo después y camino lejos de la mesa.
Tiro mi basura y salgo hacia el patio buscando a Jenna. Busco su rubio cabello, mis ojos escanean el mar de estudiantes alrededor del área.
Miro un brillante amarillo por el rabillo de mi ojo y giro observando a Jenna caminar por un lado del edificio.
Acelero mi paso, corriendo por el patio para llegar a ella.
—¡Jenna!
Ella gira y me ve. Abre ampliamente sus ojos, negando con la cabeza hacia mí.
—Aléjate de mí—dice—. No quiero hablar contigo.
—Jenna—digo, deteniéndome frente a ella, recuperando mi aliento—. Yo..
—No sé quien te crees que eres para seguirme—dice, cruzando sus brazos sobre su pecho.
—Quería ver si estabas bien—digo.
—Tonterías—habla—. No soy idiota.
Suspiro.
—Bien, muy bien—digo—. Quería preguntarte acerca de algo, pero también asegurarme de que estabas bien.
Jenna aprieta su mandíbula.
—¿Por qué debería responderte a ti?
Lamo mis labios, cansándome de su rudeza.
—Porque sé que sabes algo, y sabes perfectamente de que estoy hablando.
Jenna se recarga sobre la pared de ladrillo detrás de ella, el ritmo de su respiración aumenta. Lo que significa que lo recuerda.
—¿Cómo es que reconociste mi collar?—le pregunto, bajando el tono de mi voz—. ¿Y por qué Ava tenía uno similar?
Jenna no habla. Me mira, sus azules ojos parecen estar en llamas.
—Dime por qué—presiono.
Gira su cabeza, exhalando.
—Ava lo obtuvo de su novio algunos meses atrás—responde simplemente.
—¿Quién es el novio de Ava?
—No lo conoces—ella esquiva mi mirada.
Si sólo supieras Jenna.
—¿Cuál es su nombre entonces?
—¿Eso que importa?
—Soy curiosa. Digo, este chico debe tener buen gusto en joyería si obtuvo el mismo collar que yo tengo—levanto una ceja, esperando que ella se compre mi patética excusa.
Jenna se sonroja.
—Harry—dice y luego cierra su boca como si ella hubiera pecado.
—¿Harry?
—Ese es su nombre.
Frunzo el ceño.
—Escuché que alguien llamado Harry se suicidó durante el verano.
Jenna luce afligida.
—Tal vez sea otro Harry—me encojo de hombros, mirándola cuidadosamente.
Su labio inferior comienza temblar.
—Si sólo hubiera sido ese el caso—susurra ligeramente, y para mi sorpresa, pone su rostro entre sus manos y rompe en llanto.
Pongo un brazo alrededor de ella y la guió hacia la banca más cercana en el patio, tratando de calmarla. Obtenemos algunas raras miradas pero los devuelvo una frías de mi parte, haciendo que hasta la persona más frívola continúe su camino.
Jenna lloró unos cuantos minutos más, derramando el oscuro maquillaje por todo su rostro. Busco en mi bolso por pañuelos y ella me agradece en silencio, limpiando con lentitud sus lágrimas.
Cuando finalmente se calma, toma un gran respiro antes de mirarme.
—¿Quieres hablar sobre ello?—le pregunto delicadamente.
Ella inhala y mira hacia delante. Asiente levemente, y eso es todo lo que necesito.
—¿Qué pasó con Harry?
—Durante el verano—dice. Su voz es ronca y tranquila por haber llorado—. Algo le pasó a Harry, pero no fue suicidio—mira hacia su regazo y juega con sus dedos.
No hablo.
Toma su labio entre sus dientes y limpia la orilla de su ojo.
—Él murió—su barbilla tiembla y rápidamente frota sus ojos.
Abro mis labios.
—¿Cómo?
Se encoge de hombros.
—No sabemos quien...—niega con su cabeza.
—¿Alguien lo mató?
—Sí.
—¿Y él le dio a Ava el collar antes de...
Jenna se vuelve a encoger de hombros.
—Todo lo que sé es que fue en casa de ella antes de que todo pasara, y ella estaba alardeando acerca de ello.
—¿Lucía como este?—hago un ademán hacia el collar alrededor de mi cuello
Lo mira y asiente.
—Casi idéntico.
La confusión nubla mi mente, pero la hago a un lado.
—¿Encontraron el cuerpo?
Jenna niega tristemente con la cabeza.
Pongo una de mis manos encima de su hombro.
—Lo siento mucho—digo.
Toma un rápido respiro.
—Lamentó haberme enojado contigo—dice—. A la gente de por aquí no le gusta hablar mucho sobre lo que le pasó a Harry Styles.
—¿Por qué no?
Me mira.
—¿Tu sabes acerca de su familia, o no?
Niego ligeramente con mi cabeza.
—Ellos cerraron el caso de asesinato—dice—. Le pagaron a la policía. Por lo menos eso es lo que he escuchado.
¿La familia de Harry?
Agito mi cabeza, cerrando ligeramente mis ojos.
—Wow.
—Lo sé.
La campana suena de repente, exaltándonos a ambas.
—Debería ir a clase—dice Jenna, colocando el bolso sobre su hombro y secando sus ojos una vez más—. Te veo después Jane.
Asiento y la observo irse, mi cabeza me da vueltas.
No me muevo mientras los demás estudiantes caminan por el patio para ir a sus clases.
Me paro instantáneamente y camino en sentido contrario, acercándome al estacionamiento. No me importa el llegar tarde a clase ahora, camino lo más rápido que puedo hasta llegar a mi auto.
Le quito el seguro y abro la puerta trasera.
—Lo sabía—le digo a Harry. Está sentado plácidamente en el asiento trasero, se desplaza por él hasta llegar a mí.
—Lo siento—se encoge de hombros, sonriendo.
—Acabo de hablar con Jenna—digo rápidamente, llegando al punto. Me deslizo por el asiento trasero junto a él y corro una de mis manos por mi cabello.
Harry asiente, inclinándose hacia delante y recargando su mentón sobre la palma de su mano.
—¿Y?
Tomo un respiro.
—Y creo que es hora de que visite a tus padres.
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