quince

La luz de la sala se enciende en cuanto entro por la puerta principal.

Muerdo mi labio, sonriendo inocentemente hacia mis padres, quienes me miran severamente de brazos cruzados.

—Hola—musito.

—Es pasada medianoche—dice mi madre.

Dejo salir un poco de aire por mi boca, tratando de pensar en una excusa.

—Sí...

—Jane, pensé que ya habíamos terminado con esto. ¿Llegar tarde a casa? ¿sin ninguna explicación razonable? ¿haz estado bebiendo otra vez?—mi madre dice divagando.

—No, no lo he hecho—digo—. Yo sólo fui a dar una vuelta ¿de acuerdo?

—¿Pasada de medianoche?

—Fue un largo recorrido. ¿Puedo irme a dormir?

Mis padres intercambian miradas.

—Bien, pero estás castigada—dice mi madre—. Sin auto a excepción para ir al colegio. Hablaremos del resto de tu castigo mañana.

Frenéticamente miro a mi padre por un poco de ayuda, pero él sólo asiente estando de acuerdo con mi madre.

—Bien—digo, pasando a un lado de ellos y subo las escaleras, tratando de contener mi ira. Estar castigada no es lo que necesito ahora, especialmente cuando estoy tratando de averiguar quien es el asesino de Harry. Como sea, no puedo decirle eso a mis padres.

Hey mamá papá, adivinen qué. Conocí a un chico fantasma y ahora estoy posiblemente arriesgando mi propia vida ayudándolo a encontrar a su asesino, así él podrá cruzar al después de la vida. ¿No es genial?

Dramáticamente azoto la puerta de mi habitación y bufo. Ser una persona impulsiva tiene sus ventajas, pero también sus desventajas.

Agradezco que mis padres no se hayan enterado de que perdí la mitad de mis clases hoy. Con suerte puedo idear una buena excusa para mañana, si la escuela no me echa primero.

Me cambio para dormir y me acuesto sobre la cama mirando al techo en la oscuridad.

Recuerdo hoy en la tarde cuando tomé la mano de Harry; cuando momentáneamente olvidé su falta de sensibilidad. Estoy demasiado acostumbrada a que los gestos físicos vengan naturalmente, todos los seres humanos lo estamos. Una mano confortando sobre el hombro o un choque de palmas en señal de celebración; todo eso es parte de lo que somos. Lo aceptamos, pero Harry es negado a ese simple y exclusivo estado.

Es increíble, pienso, el como su toque parece irradiar hielo electrizante sobre mí, dos opuestos de la naturaleza, calor y frío parecen combinarse dentro de su cuerpo sin vida.

La muerte tomó su cuerpo, toque y aliento. Pero dejó su espíritu.

(...)

Camino por el pasillo haciendo eco con mis zapatos gracias al espacio vacío. Juego con el pase volteándolo repetidas veces en mi mano mientras dejo salir un suspiro.

Volteo en la esquina del pasillo quedando frente a frente con el baño de mujeres. Es raro andar por la escuela cuando todos se encuentran en clases; es muy callado y sereno.

Instantáneamente escucho pasos del otro lado del pasillo y observo ligeramente el rostro de Max antes de esconderme detrás de la esquina. Él está con alguien, pero no tuve tiempo de ver quien es. Por suerte, Max no me vio.

Trato de disminuir mi respiración mientras ellos comienzan a hablar.

—¿Qué quieres decir? ¿fuiste a su lápida?

Ava.

—Hace un par de días. Le dejé flores—dijo Max. Sus voces no sonaban alto, pero sí lo suficiente como para que los escuchara.

—¿Sabes lo estúpido que fue eso? Dios Max, te juro... a veces no piensas con el cerebro.

Ellos caminan lento, pero es sólo cuestión de tiempo antes de que crucen por la esquina.

—Vamos, el caso fue cerrado. No va a pasar nada—Max deja salir una risa arrogante.

De pronto, las pisadas cesan.

—¿Tu conoces a esa chica nueva, Jane no?

Siento mi corazón atorarse en mi garganta y frunzo el ceño, escuchando.

—¿Qué hay con ella?

—¿No te parece... algo rara?

—No. ¿Por qué?, ¿a ti te parece rara?

—No lo sé. ¿Ella se acaba de mudar, verdad?

—Probablemente por el trabajo de sus padres, es por eso que todo el mundo se muda.

—Ella esconde algo.

—¿Qué te hace pensar eso?

—¿Por qué ella usa manga larga todo el tiempo? No hace tanto frío todavía.

¿Por que él usar manga larga tiene que ver con que escodo algo?

El calor sube por mis mejillas. Una gran parte de mí quiere salir de aquí y confrontarlos, pero no lo haré.

—Quien sabe, y a quien le importa. Ella no tiene nada que ver con esto.

Un suspiro sale de la boca de Ava.

—Tienes razón—los pasos comienzan a escucharse de nuevo—. Lo digo enserio. No puedes hacerte un hábito de ir a visitar la lápida de Harry. Sabes lo arriesgado que es eso.

—Él era mi mejor amigo, Ava.

—Y fue asesinado, Max—Ava sisea, disminuyendo el sonido de su voz—. ¿O no lo recuerdas?

Siento mi corazón latir fuertemente en mi pecho.

Entonces, hay una breve pausa.

—Definitivamente lo recuerdo.

—Esto no es acerca de él de todos modos—Ava habla, aún susurrando—. Esto es acerca de proteg...

—¡Hey, Jane!

Giro mi rostro hacia Estella, quien está parada frente a mí sosteniendo un pase entre sus manos. Ella me sonríe. ¿Cómo es que no la escuché venir?

La conversación al otro lado del pasillo se detiene abruptamente.

Cierro mis ojos brevemente, forzando una sonrisa hacia Estella.

—Hola—digo entre dientes.

Escucho el sonido de tacones acercándose desde el otro pasillo y Ava aparece por la esquina.

—Oh—dice, levantando una de sus cejas.

—Me dirigía hacia el baño—hablo, tratando de explicar.

Max aparece por la esquina segundos después, sonriéndome y saludándome ligeramente.

—Hey Jane.

Los ojos de Ava se conectan con los de Estella.

—Cambiando de tema, tengo un sustituto en matemática—Estella dice, agitando una hoja de asistencia en su mano.

—Es chistoso como es que nos encontramos justo en este momento—dice Ava, frunciendo el ceño hacia mí.

Su intento por intimidarme no sirve de nada.

—Sí, muy chistoso—digo, cruzando mis brazos por encima de mi pecho—. Me sorprende que no haya risas pre-grabadas alrededor. Tu sabes, como en la series de comedia. Porque esto es realmente divertido.

Ava abre levemente sus labios. Ella obviamente no esperaba que yo le respondiera. Max trata de contener una risa.

—Me voy de vuelta a clase—dice, caminando con brusquedad junto a mí, con sus tacones resonando fuertemente alrededor del pasillo.

Estella se encoge de hombros y camina lejos, acomodando su rubia coleta sobre uno de sus hombros.

Max me sonríe.

—Ava está enojada ahora, lo sabes—dice—. No le gusta que la gente le conteste.

—Entonces Ava no conoce absolutamente nada sobre la comunicación—digo—. Cuando la gente te habla, tu les respondes luego. Se llama conversación.

Max ríe.

—Andas muy confiada hoy ¿no?—dice.

Me encojo de hombros.

—Tal vez.

Lo miro directamente y siento una ola de preguntas formándose en mi lengua.

¿Por qué visitaste la lápida de Harry? ¿Por qué Ava no quiere que vayas allí más? ¿Qué es lo que sabes acerca de la muerte de Harry?

¿Tu lo mataste?

Pero me vería como una tonta preguntándole algo de eso aquí, en la escuela. Ahora no es el momento.

—Te veo luego—le digo, pasando a un lado de él y girando en la esquina, caminando hacia el baño de mujeres.

Me inclino sobre el lavabo, recargando mis palmas a los lados de este, mirando hacia la zanja.

Me siento en demasiado conflicto. Tengo muchas preguntas por hacer, pero nunca es el momento correcto. ¿Cómo encuentro el momento justo? ¿Habrá alguna vez un momento justo?

Max y Ava eran claramente los amigos más cercanos que Harry tenía. Ellos deben saber algo acerca de su muerte. Yo sólo necesito encontrar que es.

(...)

La puerta de la cocina se cierra detrás de mí y tiro mi bolso sobre la mesa, sin sorprenderme de ver a Harry reclinado sobre una de las sillas, aventando una manzana roja en el aire y atrapándola después.

—Bien, adivina que—dice, levantándose emocionado—. Algo pasó hoy.

Levanto una de mis cejas, mirándolo.

—¿Algo pasó?

—Oh sí. Algo pasó Jane, ¡algo pasó!

—¿Vas a decirme o vas a...

Se para, caminando hacia mí, conteniendo una sonrisa.

—Caminé a través de una pared.

Una gran sonrisa se hace presente en mi rostro.

—¡Mientes!

Él sonríe, negando con su cabeza.

—No, hablo enserio. Estaba caminando hacia aquí desde el claro y en vez de abrir la puerta de la cocina simplemente caminé a través de ella.

—Espera, ¿cómo?

—No lo sé. Supongo que nunca lo había tratado hasta hoy.

—Pruébalo—digo, apuntando hacia la pared.

Me sonríe.

Camina alrededor de la mesa de la cocina y me mira sobre uno de sus hombros brevemente antes de dar un paso hacia delante y directamente atravesar la pared.

—¡Oh mi Dios!

El ríe, dando un paso hacia atrás, entrando nuevamente a la cocina.

—¿Genial no? He caminado a través de las paredes durante todo el día.

Suelto una carcajada.

—No puedo creerlo. ¿Esto quiere decir que también puedes volverte invisible?

—Ya lo intenté. El volverte invisible no viene con el paquete de la muerte.

—Que mal.

—Estoy de acuerdo.

—Así que, ¿esto quiere decir que puedes traspasar diferentes cosas?

—Sólo he tratado con paredes.

Camino hacia la mesa de la cocina, tomando la manzana roja que él dejó sobre ésta, en mi mano.

—Bien, veamos.

Me mira confundido mientas me paro frente a él al otro lado de la cocina, una sonrisa maliciosa atraviesa mis labios.

—Quieto, ¿de acuerdo?

—¿Qué vas a..

Aviento la manzana hacia él lo más fuerte que puedo. Sus ojos se abren ampliamente y antes de que pueda reaccionar, la manzana atraviesa justo por su pecho, cayendo al suelo detrás de él.

Ambos miramos la manzana que yace tirada sobre el suelo.

—Eso fue la cosa más genial que haya visto en toda mi vida—digo.

Ambos nos miramos rompiendo en risas.

Harry recoge la manzana y la observa, camino hacia él y también la observo, ambos seguimos sorprendidos por el fenómeno que acabamos de presenciar.

—¿Cómo hiciste eso?—le pregunto.

Se encoge de hombros.

—Ojalá supiera. Todo lo que hice fue desear que esa manzana no me golpeara.

—Así que lo controlas con tu mente.

—Sí, eso creo.

—Muy bien, así que si yo fuera a golpearte la mejilla y tu desearás que yo no lo hiciera, ¿tu sólo harías que mi mano atravesara tu rostro?

—Bien, probemos, ¿quieres?

Sonrío y doy un paso hacia delante, rápidamente dirigiendo mi mano hacia la mejilla de Harry en un fuerte golpe. Mi mano siente la frialdad de su rostro por un segundo antes de atravesar éste.

Nos soltamos a reír nuevamente.

—Esto es genial—digo, agitando mi cabeza.

—No puedo creer que lo descubrí hasta ahora—él dice—. Me la he pasado tres meses sin saber que puedo hacer esto.

—Pero si tu quieres ser.. tu sabes... tangible, entonces puedes serlo ¿no?

Sus labios se tuercen con rastros de una sonrisa.

—¿Por qué me quieres tangible Jane?

Me sonrojo enseguida, girando mi cabeza hacia un lado.

—Sólo me preguntaba, yo..

Acerca su mano hacia mi rostro y lo gira hacia él para que lo mire, sus dedos acarician gentilmente mi piel.

Si mi piel es fuego, entonces la de él es hielo, enviando escalofríos hasta mis huesos y encendiendo llamas en mí al mismo tiempo.

¿Cómo es que este chico muerto puede hacerme sentir tan viva?

—¿Suficientemente tangible?

Me sonrojo un poco más y el ríe, colocando su mano a un lado de su cuerpo.

—Eres chistosa, Jane.

—No me hagas aventarte otra manzana.

—Está bien.

(...)

Harry y yo nos pasamos la siguiente hora buscando cosas alrededor de la casa para que él las atravesara. No me había reído tanto en mucho tiempo. Se siente bien.

Pero pronto, mi madre llega a casa. Harry rápidamente camina a través de la pared de la cocina mientras ella cruza la puerta principal. Se despide brevemente de mí y me sonríe de camino, me quedo con manzanas magulladas y con mi corazón latiendo de felicidad.

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