ocho

¡Hola bebés! Bueno sé que es un poco confuso acerca de lo que Harry puede o no puede hacer en esta historia, así que les daré un explicación clara:

Él es tangible, lo que significa que es prácticamente como una persona con vida, pero su cuerpo no funciona, sólo su mente lo hace. Él no puede sentir nada físicamente, puede tocar las cosas pero no puede saber como se sienten. Es casi como si fuera insensible, realmente. Él puede ser visto por todos, no sólo Jane. Espero que esto les haga las cosas más claras ¡Y gracias por leer! Espero que estén disfrutando de la historia :)

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No he visto a Harry durante tres días. No sé exactamente por qué, pero él nunca se apareció en mi habitación como usualmente lo hace, así que asumí que estaba ocupado.

Lo cual es raro, considerando que está muerto.

Hoy es viernes, y esta noche es la fiesta en casa de Nate, la cual Ría me invitó.

Durante toda la semana, tanto Ría como Jenna trataron de persuadirme de ir. En el almuerzo, era de lo único que hablaban. No entiendo, ¿qué es lo genial de esta fiesta?

Cuando les pregunto eso durante el almuerzo, ambas me miran sorprendidas.

Jenna se recarga encima de la mesa, hablando lentamente.

—¿Has visto el tamaño de la casa de Nate? Es casi como un hotel.

Levanto una ceja.

—¿Y?

—Y, él siempre da las mejores fiestas. Literalmente todos van. Nosotras iremos, junto con Max y Ava. Oh, y Zoe, Roy...—dice un montón de nombres que no conozco.

—Mira, estoy segura de que será divertido y todo pero, creo que paso—tomo una papa frita de mi plato.

—Te lo perderás—dice Ría.

—Lo superaré—fuerzo una sonrisa.

Ría y Jenna intercambian miradas.

(...)

Cuando llego a casa después del colegio, ninguno de mis padres ha llegado todavía del trabajo, así que tengo la casa para mí sola.

Pienso en comenzar mi tarea, y casi vomito por mi pensamiento, desechando esa opción.

Miro por la ventana del comedor hacia el patio trasero. A través del enorme espacio verde puedo observar la pequeña puerta y el terroso camino que dirigen al bosque.

Antes de que pueda decidir, empujo la puerta trasera y camino por el patio. El largo pasto araña mis tobillos. Mi padre dijo que necesita podarlo, pero a mí me gusta así.

Empujo la puerta de madera, entrando al sendero. Es tan diferente caminar por el bosque durante el día que por la noche. Los árboles no lucen tan altos e intimidantes, y el sol ilumina el camino por el sendero.

El camino hacia el claro luce más largo ahora que cuando Harry me trajo, y espero que sea porque vine sola. Comienzo a pensar que tal vez tomé el camino equivocado, pero pronto veo la punta del gran Sauce en lo alto.

Camino hacia éste, tomando un momento para apreciar la belleza del lugar cuando el sol lo ilumina. Las hebras del Sauce se mueven fácilmente con la brisa, los dos columpios se mueven de igual manera. Veo algo moverse de reojo, volteo para ver a tres pequeños conejos saltando lejos del claro. Una platinada mariposa azul permanece sobre un pedazo de hierba a unos cuantos metros desde donde estoy.

Escucho unos crujidos y observo uno de los árboles que cubren el claro. Un par de ojos verdes que contrastan con las hojas del árbol se encuentran con los míos, Harry me sonríe desde una rama en lo alto.

—Buenas tardes—me saluda, recargándose sobre el tronco—. Te vi venir desde el patio.

—Sí—digo.

—¿Quieres acompañarme aquí arriba?—. pregunta, una maliciosa sonrisa aparece en su rostro.

—No, gracias—digo.

—Ah, cierto—dice—. Acrofóbica. Lo recuerdo.

—Casi acrofóbica—lo corrijo.

—Sí claro.

Una delicada brisa agita mi cabello sobre mi hombro.

—Así que... ¿qué haces allá arriba?

—Viendo el mundo desde las alturas.

—¿Por qué?

—Los árboles son divertidos.

Cruzo ambas manos detrás de mi espalda, pateando un poco de tierra por el suelo.

—Tus amigas me invitaron a una fiesta esta noche.

Levanta una ceja.

—¿Qué amigas?

—Ría. Y Jenna.

Se ve pensativo por un momento antes de saltar de la rama y caer al suelo. Se levanta rápidamente, acercándose.

—¿En dónde es?—dice, deteniéndose a pocos metros de mí.

—En casa de Nate.

Me mira sorprendido.

—¿Con Nate? Oh, ¡debes ir!

Cruzo ambos brazos sobre mi pecho.

—¿Por qué?

—Nate da las mejores fiestas. Las mejores.

—¿Y que?

—¿Qué, evitas las fiestas o algo?

Hago una mueca.

—No, sólo no me gustan. ¿Eso es un crimen?

Nota mi cambio de humor e inclina su cabeza ligeramente de lado.

—De todos modos irás. Te divertirás.

—Si es tan divertido, ¿por qué no vas tu? oh, cierto—me arrepiento tan pronto las palabras salen de mi boca.

En vez de enojarse, Harry sonríe.

—Ouch—dice, casi divertido.

—Lo siento—digo—. No me refería a eso.

Se encoge de hombros.

—No me ofendí.

Miro hacia un lado. Me alegra que no lo esté.

—¿Puedo preguntarte algo?—digo mirándolo de nuevo.

—Lo que quieras—dice sonriéndome dulcemente.

—¿Cómo esperas que te ayude... tu sabes... a encontrar a tu asesino?—pauso—. Quiero decir, ¿por qué me necesitas? ¿de qué te sirve mi ayuda?

—Bueno, es simple—responde—. Estás viva

Lo miro.

—¿Cuán raro crees que se vería si alguien que crees que está muerto investigara su propio asesinato? Estuve esperando a que alguien como tu se mudara a la Mansión Cadence desde hace tiempo.

—¿Así que cualquiera que se mudara allí sería el elegido?

—¿El elegido?—ríe—. Claro, si quieres verlo de ese modo—me vuelve a mirar—. Pero no, no podría haber confiado en cualquiera que se mudara.

—Entonces... ¿por qué yo?—recuerdo como sus helados dedos recorrieron las cicatrices en mi muñeca el otro día en el auto, y tiemblo.

—Me interesas, Jane—dice—. Eres tan diferente a todas las personas que viven en este pueblo.

—Así que, ¿cómo esperas que te ayude?—. pregunto nuevamente—. Me refiero a ¿tienes algún sospechoso en mente?

Harry recorre su lengua alrededor de sus labios, mirando al cielo.

—No exactamente—dice.

—Gracias, eso ayuda.

—Cállate.

—Bien—digo encogiéndome de hombros—. No sé que decirte, Harry.

En vez de responderme, sólo me mira.

—¿Qué?

—Nada—sonríe débilmente, desviando su mirada.

—¿Ocurre algo?

—No—dice, mirándome nuevamente—. Sólo que no había escuchado a nadie decir mi nombre en un largo tiempo.

Me sorprende, otra cosa que aprecio al estar viva.

—Harry—digo de nuevo y su sonrisa crece dejando salir una pequeña sonrisa de mi parte.

Mira hacia el cielo cerca del sol y después vuelve a mí.

—Son casi las cinco y media—dice—. Deberías irte arreglando para la fiesta.

—¿Qué? no voy a ir—digo, negando con la cabeza—. ¿Y cómo sabes que son las cinco y media?

—El sol está cerca del horizonte, es una aproximación—sonríe—. Y claro que irás a la fiesta.

Cruzo ambos brazos encima de mi pecho.

—Irás, y preguntarás acerca de mí.

—¿Preguntar acerca de ti? ¿Eso no se verá... sospechoso?

—Todos estarán medios ebrios de cualquier manera.

Suspiro.

—Bien. Tu ganas, iré.

Sonríe.

—Pero, ¿cómo me dejarán salir mis padres?

—Dile a tu papá que verás el documental sobre la formación del Gran Cañón con él el sábado.

—¿Cómo es que-

Observación, Jane.

Ruedo mis ojos.

—Muy bien. Le preguntaré. Pero si dice que no, ni modo.

Harry sonríe.

—Veme aquí cuando regreses a casa.

Asiento. Él sigue sonriéndome, e involuntariamente le sonrío de vuelta.

(...)

Una hora y media después estoy frente a mi armario preguntándome por qué mi guardarropa apesta tanto. ¿De verdad sólo uso camisetas y jeans?

Finalmente decido usar mis mejores jeans y una blusa que no esté hecha de tela de camiseta.

Me miro en el espejo. ¿Debería hacer algo con mi cabello? ¿debería quitar la pequeña capa de maquillaje que apliqué sobre mi rostro?

Tomo el tubo color púrpura de la máscara y termino poniendo un poco sobre mis pestañas, pero la mayoría queda sobre mis ojos. Nunca he tenido un buen pulso cuando se trata de maquillaje.

Retiro el exceso de máscara y suspiro.

Ruedo los ojos ante mi reflejo y tomo mi bolso.

Mi padre está sacando algo del horno cuando entro a la cocina. Mi madre tuvo que quedarse hasta tarde en el trabajo por una junta, así que ella no está en casa todavía.

—Jane, te ves bien—dice.

—Gracias—digo—. Me invitaron a una fiesta.

Levanta una ceja.

—¿Una fiesta?

—Sí, volveré a medianoche.

Empiezo a caminar junto a él, pero me detiene.

—Espera, ¿quién dijo que podías ir?

—¿Por favor?

—¿En dónde es?

—En casa de un chico.

—¿Lo conoces?

—Obviamente.

—Jane.

Bufo, recordando la excusa que Harry me dijo.

—Veré el documental contigo este fin de semana. El del Gran Cañón.

Me mira como si le hubiera dicho que me teñiría el cabello de un tono naranja neón. Nunca, en mis diecisiete años que llevo viviendo con mi padre, le había ofrecido antes ver un documental con él. Creo que el decirle que me teñiría el cabello hubiera causado el mismo efecto en él de todos modos.

—No le digas a tu madre—susurra y yo sonrió, abrazándolo.

—¡Gracias papá!

Me pongo un par de flats y salgo hacia mi auto antes de que él cambie de opinión.

No me sorprende encontrar a Harry recargado sobre el asiento del copiloto.

—Te dije que te dejaría ir—me dice en cuanto entro al auto.

Asiento y meto la llave en la ignición.

—¿Vienes conmigo?

Bufa.

—No, sólo quería verte antes de que te fueras. Oh, y disfrutar el hecho de que sabía que tu padre te dejaría ir y tu dudaste de mí—sonríe.

Ruedo mis ojos.

—Eres tan cómico—digo y él ríe.

—Diviértete—dice, abriendo la puerta del auto y saliendo. Se agacha y me mira a través del cristal—. Y ten cuidado.

Aprieto mis labios.

—Si me asesinan, será tu culpa.

—Claro, culpa al chico muerto.

—¿A quién más podría culpar?—pregunto, aguantando la risa.

—Buen punto—me sonríe una vez más por la ventana antes de enderezarse—. Te veo luego.

Lo observo irse caminando por un lado de la casa, acercándose al bosque.

Enciendo mi auto y salgo hacia la carretera, esperando no cometer una equivocación al ir a esta fiesta.

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