doce
Me dormí en el auto camino a casa. El largo recorrido y el que mis padres me hayan levantado temprano hicieron que mi cuerpo no diera para más.
—Jane, hemos llegado a nuestro destino, ósea a casa, tal y como la agradable señorita en el teléfono de tu madre nos dijo.
Bufo hacia la rara forma de mi padre por despertarme.
—¿No pudiste solamente decirme que llegamos a casa, tal y como cualquier padre normal lo haría?
—Negativo. No soy un padre normal—me sonríe.
Salgo del auto, tallando mis ojos y frunciendo el ceño hacia mi raro padre.
Harry me dijo que lo encontrara en el claro, así que camino a través de la casa, saliendo hacia el patio. A medio camino me suelto a correr, con mis pies golpeando el verde suelo del bosque. Las aves cantan mientras el sol brilla desde lo alto. Siento mi cabello ser azotado por la suave brisa del viento, es una sensación maravillosa.
Disminuyo el paso mientras llego al claro.
No obstante, cuando miro alrededor la pradera está vacía. Ni siquiera hay señal de la familia de conejos que vi el otro día.
—¿Harry?—lo llamo, pero no obtengo respuesta.
¿Dónde está? Me dijo que lo encontrara aquí.
Camino por el sendero, desilusionada.
Me dirijo a mi habitación en cuanto entro a la casa.
Abro la puerta y me encuentro a Harry, quien sigue sentado sobre mi cama, en el mismo lugar donde lo dejé. Luce tan tranquilo y contento recostado sobre mis almohadas, su rostro está relajado y sus ojos levemente cerrados.
Abre instantáneamente sus ojos al momento en que el seguro de la puerta suena detrás de mí.
—Lo siento—digo.
—Está bien.
Me balanceo sobre mis talones.
—¿Estabas... durmiendo?
Deja salir una pequeña risa.
—No, estaba probando si tal vez podía... tu sabes, dormir aunque sea un poco.
—¿Tuviste suerte?
Niega con la cabeza.
—No he dormido desde que estaba vivo. Lo cual es irónico, ya que muchas personas creen que la muerte es una profunda e interminable siesta.
—Pero, ¿no te sientes físicamente cansado, o sí?
—No, extraño soñar también.
Sonríe débilmente.
—Me encontré con Jenna en el mercado de granja—digo, cambiando el tema.
Harry se inclina hacia delante poniendo sus manos sobre sus rodillas, mirándome con curiosidad.
—Ella reconoció el collar, y casi dijo tu nombre.
Frunce el ceño.
—¿Lo reconoció?
Asiento.
—Dijo que lucía exactamente como al que Ava recibió de alguien, y ella casi dejo salir tu nombre.
Harry niega con la cabeza.
—Eso es imposible. Nunca le di el collar a nadie. Sólo a ti, claro.
Un pequeño sentimiento de pertenencia crece dentro de mí.
—Entonces, ¿cómo es que Jenna y Ava lo reconocieron?—pregunto.
Harry se levanta, caminando hacia la ventana con sus manos entrelazadas en su espalda.
—Todos los recuerdos cercanos al día de mi muerte están borrosos—dice frunciendo el ceño—. No puedo recordar nada de mis últimos días, son escasos.
Cruzo ambos brazos por encima de mi pecho y me siento sobre la cama.
—Dios, es frustrante sabes—su normalmente callada voz es incrementada de tono mientras se gira mirándome—. Todo sería mucho más fácil si pudiera recordar que diablos me pasó en Junio. ¿Por qué no puedo... por qué sólo no puedo dejar este mundo atrás todavía? ¡No es justo!
—Baja la voz—siseo—. Mis padres podrían escucharte y aparte, gritar no nos ayudará en nada.
Recorre una de sus manos por su cabello.
—Tienes razón.
Me levanto y camino hacia él quedando a pocos centímetros de distancia.
—Mira, sé que debe de haber un montón de cosas en tu cabeza que te molesten acerca de esto, pero quiero ayudarte y lo haré, ¿de acuerdo?
Aligera su mirada y asiente.
—Gracias Jane.
Le sonrío ligeramente.
—Bueno, ¿y que hacemos ahora?—pregunto.
Cruza ambos brazos sobre su pecho.
—Necesitamos saber que es lo que Jenna sabe. Obviamente es algo si ella está actuando tan extraña.
—¿Crees que ella podría ser tu asesino?
—Es una posibilidad. Nunca la amé como ella a mí, así que...
Frunzo el ceño.
—¿Eso es suficiente motivo para matarte?
—No lo sé. Jenna es demasiado ruidosa y alegré todo el tiempo, aparte no es muy brillante. No creo que sea capaz de asesinar.
—De todos modos, ella sabe algo.
—Definitivamente.
Hay un momento de silencio entre nosotros.
Harry mira hacia la ventana, está pensativo. Él es tan fascinante. Puede pensar, pero no puede sentir. Puede tocar, pero no respirar. Puede sonreír, pero no puede dormir. ¿Cómo es que te acostumbras a algo como eso?
—¿Cómo es?
Desvía su vista hacia mí.
—Tu sabes, estar muerto. ¿Cómo se siente?—pregunto lo que quería saber desde mi atentado suicidio meses atrás.
Harry desliza lentamente su lengua por encima de sus rosados labios antes de capturar el inferior entre sus dientes.
—Siéntate Jane.
Confundida, lo hago.
Harry se detiene frente a mí, entrelazando los brazos detrás de su espalda.
—Nadie me ha preguntado eso antes—dice—. De hecho tu eres el primer contacto humano que he tenido desde que estaba vivo.
—¿No has hablado con nadie más? ¿Ni siquiera tu familia?
Niega con la cabeza.
—No estaba seguro de si mi voz funcionaba, honestamente—deja salir una leve risa—. Los últimos tres meses me la he pasado observando, como dije antes. Observé mi funeral, los vi cerrar mi caso y vi a mis padres empacar todo y mudarse—aprieta su mandíbula—. Ellos nunca encontraron mi cuerpo. No tengo una tumba, sólo tengo un puto altar. Mi cuerpo ni siquiera está enterrado bajo esa lápida, sólo hay tierra. Me enoja que mi... mi padre y mi madre no hayan protestado cuando la policía dio el caso por terminado, como si no importara.
—Por lo menos tienen respeto hacia ti—digo levemente.
—No lo entiendes—dice—. No quiero su respeto. Quiero mi vida de vuelta.
No digo nada.
—Quiero mi vida o quiero poder cruzar. Pero estoy estancado aquí.
—En el infierno—digo.
Harry me mira.
—El intermedio, y el después de la vida. El después de la vida es donde está la paz, el cielo. El intermedio es donde te quedas estancado, aquí en la tierra, cuando te pasas toda una vida preguntándote como es que existe un lugar tan cruel. Ese es el infierno, cuando estas estancado observando la vida de otros mientras eres incapaz de respirar.
Las palabras salen de mi boca como si tuviera algún grado en psicología. No sé de donde vienen, pero me gustan.
Harry me observa.
Pasan unos segundos antes de que una sonrisa aparezca en su rostro.
—Ves Jane—dice—. Es por eso que te escogí a ti para ayudarme.
—¿A qué te refieres?
—Piensas como yo.
Lo miro, cruzando miradas.
Es increíble como es que somos capaces de mantener una conversación así cuando existimos en dos mundos diferentes. Siento como si sólo una fina capa nos separara, pero la cual es imposible de cruzar. La vida humana es muy frágil pero la mente humana es fuerte, y sé que es por eso que Harry está parado delante de mí ahora. Tal vez le quitaron su vida, pero su mente prevalece.
Harry aclara su garganta.
—¿Te gustaría ver mi lápida Jane?
Mi pulso incrementa con rapidez.
—Sí.
Asiente levemente, caminando hacia la ventana y abriéndola.
Cierro la puerta de mi habitación y lo sigo por la ventana, deslizándome por la enredadera hasta que mis pies tocan el suelo.
Harry sube en el asiento del copiloto de mi auto, dándome las indicaciones. Siento como si se me fuera a salir el corazón. Esto me pone muy nerviosa y no tengo idea del por qué.
Aparco mi auto en el estacionamiento del cementerio.
Harry sale sin hablar o gesticular algo hacia mí para que lo siguiera.
El cementerio de Castle Hill está rodeado por un gran muro de piedra y sólo tiene una entrada, una negra reja metálica. Los grandes árboles se dispersan por el complejo, brindando privacidad y cierto respeto por los que yacen allí.
Harry camina por él como si hubiera estado aquí miles de veces.
Lo cual es muy probable.
Y de alguna manera, me rompe el corazón.
Sus hombros están tensos y siento el fuerte escalofrío intensificarse mientras seguimos caminando. Me pregunto si habrá más personas estancadas en el intermedio aquí, torturadas y con trabajos pendientes.
Me conduce hacia abajo a un lugar apartado, detrás de un Roble. Se detiene de repente, retrocediendo y poniendo su brazo frente a mí.
—Oh por Dios—dice, su voz se escucha como un murmuro en el viento.
Me jala detrás del Roble y lo miro, claramente confundida.
—¿Qué diablos?—murmuro.
—Mira detenidamente a tu alrededor—responde, su voz es tan silenciosa que me cuesta escucharlo.
Lentamente, observo alrededor del árbol.
Una figura permanece parada frente a una lápida, sosteniendo un ramo de orquídeas en sus manos. No puedo reconocer a la persona gracias a la sombra que emana del árbol, pero puedo decir que definitivamente es un hombre.
—Esa es mi lápida—dice Harry levemente en mi oído—. Nadie ha venido aquí después de mi funeral.
Observamos a la figura dejar el ramo de flores sobre la lápida con ligereza, se encorva de hombros y ladea su cabeza hacia abajo.
¿Puede ser un viejo amigo adolorido?
¿Un miembro de su familia?
Un pensamiento cruza por mi mente y casi deja salir todo el aire de mí.
¿Puede ser el asesino con una mente culpable?
Sé que Harry está pensando lo mismo porque sus ojos observan cautelosamente a la figura cuando se voltea, y finalmente veo su rostro.
Cabello rubio ligeramente despeinado, ojos grises y la sudadera azul marino de PCH.
—Max—murmura Harry.
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