catorce
Los ojos de Harry se abren ampliamente, mostrando enojo creciendo detrás del suave color verde.
—De ninguna manera—dice, su tono es frío.
—Harry, Jenna me dijo que ellos fueron quienes cerraron tu caso.
Niega con la cabeza.
—Ella está equivocada, y tu no irás a ver a mis padres, ¿qué clase de plan es este?
—¿Qué quieres decir con que ella está equivocada?
—Jenna no sabe nada, no debiste hablar con ella—cruza ambos brazos por encima de su pecho como niño pequeño, alejando su vista de mí.
—¿Qué pasa contigo?—pregunto frunciendo el ceño—. Iré con tus padres y te callas.
Está actuando muy extraño. Mueve sus piernas hacia arriba y abajo pareciendo nervioso y sigue sin mirarme.
—¿No estás perdiendo clase?—me pregunta.
—No me importa perder clase—digo.
—Pues debería.
—No empieces, ya he tenido suficiente de esa mierda por parte de mis padres—hablo.
Entrecierra sus ojos.
—No irás a ver a mis padres, ya dije—habla, su voz es fríamente calmada.
—¿Por qué no?—imito su tono.
Mira hacia un lado, cierra y abre su boca.
—Porque ya no les importo, ¿esta bien?—me mira a los ojos—. No les importo.
—¿De qué estás hablando?
Sé que si él pudiera respirar, su respiración sería irregular y acelerada. Pero su pecho no se mueve de adentro hacia afuera como ambos quisiéramos.
—¿Sabes que?—dice girando su rostro—. Bien, ve a ver a mis padres. De hecho, vamos ahora. Ya.
Lo miro.
—Vamos, ve detrás del volante. Vancouver está a unas cuantas horas en auto.
—Espera, ¿es enserio?
Asiente.
—Me estás ayudando, así que deberías ver esto.
Un escalofrío recorre mi espina dorsal.
(...)
Minutos después estoy conduciendo por la carretera, Harry sigue en el asiento trasero, recargado hacia delante sobre la consola del auto, hablando conmigo. Su humor está mejorando, pero puedo ver que él todavía no está muy de acuerdo.
—¿Tienes hermanos?—le pregunto.
Niega con la cabeza
—Yo era algo así como un niño milagroso—me dice—. Por mucho tiempo mi madre pensó que ella era infertil, pero de alguna manera quedó embarazada de mí. Mis padres trataron de tener otro bebé unos años después de que yo naciera, pero no hubo suerte.
—¿Trataron con la adopción?
—Hablaron de ello por un tiempo cuando yo era más chico, pero odiaba la idea. Quería ser su único interés, su único centro de atención.
Asiento, mordiendo la uña de mi pulgar.
Harry me mira.
—Sé lo que estás pensando—me dice, con un rastro de sonrisa en su rostro—. Crees que fui egoísta.
—¿Qué? no estaba pensando eso.
—Oh vamos. Incluso yo lo pensé—se incorpora en su asiento—. Era un pequeño mocoso egoísta y mimado. Y nada de eso ha cambiado desde que morí.
—Que malvado.
Harry ríe levemente.
—Como sea, no soy tan egoísta como mi asesino.
—¿Qué te hace pensar que lo es?
—Tienes que ser muy egocéntrico para matar a alguien sólo para hacer tu propia vida más fácil.
—No conocemos el motivo de tu asesino de todos modos.
—¿Y qué? Asesinar es egoísta. Al final, sólo se trata de deshacerse de ese alguien que hace tu vida difícil.
—Supongo que tienes razón.
—Aunque, no se deshizo de mí exactamente—sonríe.
Río ante su comentario.
—No hasta que descubras quien es.
Siento su mirada sobre mí y veo su sonrisa desvanecer desde el rabillo de mi ojo.
—¿Qué?—pregunto, mirándolo brevemente.
—Nada—dice, agitando su cabeza—. Nada.
(...)
Conduzco durante dos horas más y reviso el tiempo. Debería estar saliendo de la escuela ahora. Dios, mis padres estarán furiosos cuando llegue a casa tarde esta noche, de la escuela en la noche, pero honestamente, no me importa mucho.
—¿Cómo cruzaremos la frontera canadiense?—le pregunto—. Quiero decir, tu est..
—Necesitas tu pasaporte—me dice, recargándose hacia delante y abriendo la guantera. Me entrega mi pasaporte y se incorpora de nuevo en el asiento.
—¿Cómo es qu..
—Tenía un presentimiento de que tu querrías ver a mis padres en algún momento. Sabía que era inevitable.
—¿Qué hay de ti? Estás... muerto, tu sabes.
Sonríe.
—No me digas que te volverás invisible—digo—. Porque eso sería realmente increíble.
Él ríe.
—No Jane—dice—. Lamento decepcionarte.
—¿Puedes al menos tratar?
Agita su cabeza aún riendo.
—No puedo volverme invisible, y no puedo caminar a través de las paredes. Como sea, no necesito ninguna de esas cosas para espantar a los niños pequeños.
—Oh mi Dios, ¿qué has hecho?
—Nada grave, sólo arrastrar algunas cadenas fuera de sus ventanas y pintar cuidado con sangre en la puerta de su cochera.
Suelto una carcajada.
—No lo hiciste.
—Bien, no lo hice, pero cuando llegue Hallowe..
—Oh vamos—digo—. Eres como un fantasma amigable.
—¿Cómo te atreves?—mofa—. Puedo ser muy aterrador.
—Sí, claro. Eres absolutamente terrorífico—sonrío ante mi propio sarcasmo.
—¿Sabes que? te espantaré. ¿Qué te parece?
—Tu no me das miedo.
—Lo haré, a media noche, cuando todo esté oscuro.
—Muy bien, inténtalo—digo, mordiendo mi labio para tratar de no reír otra vez.
—Sólo espera—dice aniñadamente—. Sólo espera.
(...)
Al momento en el que el sol comienza a sumergirse por el horizonte, ya nos encontramos en la frontera canadiense.
Cruzo fácilmente, Harry sale y cruza a través del bosque que cubre la frontera. Me dijo que conocía un atajo y que ya lo ha tomado antes sin ser visto.
Lo recojo del otro lado de la frontera.
—¿Cuántas veces haz cruzado la frontera eh?—le pregunto una vez se desliza por el asiento trasero.
—Una docena, tal vez—dice.
—¿Por qué tantas?
Se encoge de hombros, su expresión se torna seria.
(...)
Terminamos el recorrido hacia Vancouver para cuando ya está oscuro afuera, y Harry me dirige hacia la casa de sus padres.
Me estaciono frente a una majestuosa mansión que se parece mucho como en la que yo vivo ahora. Aunque, es más grande y no luce tan vieja.
—Esto es todo.
Observo detenidamente a Harry. Su mandíbula está apretada y su mirada es helada, junto con su pálida piel la cual emana ese raro frío.
—¿Debería sólo... golpear la puerta?
Niega con su cabeza.
—Vamos—abre la puerta del auto y salgo después de él, siguiéndolo por un lado de la casa. Coloca sus helados dedos alrededor de mi muñeca y me detiene frente a una larga ventana, la cual está entreabierta. Voces se escuchan desde adentro.
Con cuidado, me asomo por la ventana.
Un hombre y una mujer permanecen sentados en un gran comedor, con platos frente a ellos. El cabello de la mujer es oscuro y recogido en un estilizado moño sobre su cabeza, largas argollas doradas cuelgan del lóbulo de sus orejas. El hombre tiene cabello negro con pequeños toques grisáceos, apenas visibles a los lados de su cabeza, y usa un traje de etiqueta color azul marino. Ambos hablan y ríen mientras comen, voces joviales llenan la habitación, conduciendo fuera de la ventana.
Mientas más observo la escena, más similitudes encuentro. La mujer tiene la nariz y labios de Harry, y su tono de cabello contrasta con el de él. El hombre tiene la estructura facial y tipo de ojos de Harry, al igual que su alta figura.
—Mira lo felices que se ven—dice Harry, casi con odio.
Lo miro, sus dedos aprietan más mi muñeca con cada movimiento que vemos de la pareja.
—¿No era eso lo que querías?—pregunto, asegurándome de mantener mi voz silenciosa—. Que ellos fueran felices.
—¿Acaso ves alguna foto mía?
Regreso mi vista a la habitación. Hay una estantería junto a la mesa, por la puerta. Echo un vistazo a los portarretratos y no reconozco a Harry en ninguno de ellos. Paro en la última foto sobre el mueble.
Es la misma foto que encontré en la pequeña caja al principio de todo esto, la de Harry. Reconozco la inquietante sonrisa en su rostro. La única diferencia es que ésta está puesta en un simple marco color negro.
—Ahí—murmuro—. Al final.
Se inclina a mi lado, y mira hacia donde yo le indiqué. Cuando regresa su vista hacia mí, estamos a sólo centímetros de distancia.
—Debe ser por luto—susurra y sin duda me hubiera gustado sentir su aliento sobre mi rostro, si tan sólo él pudiera respirar. Estar tan cerca de él envía escalofríos bajo mi piel.
—Tal vez sea por eso—susurro en respuesta—. Sólo que tu no lo ves.
—He pasado días aquí, observándolos—responde—. Justo después de que se mudaran estuve esperando por mucho tiempo a que ellos mostraran alguna señal de dolor, pero no hubo ninguna.
No sé que responder. Giro mi cabeza para volver a mirar dentro de la habitación y observo a la madre de Harry servir más vino en la copa de su marido. El color del líquido me recuerda a la sangre.
—Ellos viven sus vidas conmigo como un recuerdo distante—dice Harry, su voz suena cerca de mi oído—. Me hace cuestionarme si de verdad los conocía del todo.
Sin pensar, remuevo mi mano de su agarre y deslizo mis dedos por su muñeca. Aprieto su mano antes de que recuerde que él no puede sentir. La tristeza en su mirada me dice que él desearía poder sentirla.
Alejo mi mano.
—¿Debería tocar el timbre y hacerles algunas preguntas?
—No servirá.
—Tal vez..
—Dije que no Jane.
No digo nada.
Observo a la madre de Harry caminar junto al estante lleno de fotografías, sosteniendo una pila de trastes sucios. Cuando llega al final, se detiene de repente en sus talones y gira su cabeza para mirar la solitaria foto de Harry. Espero a ver en su rostro alguna señal de dolor o tristeza por su fallecido hijo, pero permanece estática, para después desviar su vista y continuar caminando.
(...)
Harry y yo nos dirigimos al claro detrás de la Mansión Cadence tan pronto regresamos de Vancouver.
Es pasada medianoche y estoy segura de que mis padres deben estar muy preocupados. Aunque, solía hacer esto cuando vivía en Sacramento, llegar tarde a casa sin explicación alguna.
—¿Ves a lo que me refiero?—me pregunta Harry, caminando hacia el Sauce—. No les importo.
—¿Por qué cerrarían tu caso?—musito.
—No lo hicieron. Ellos no lo cerraron.
—Pero Jenna di..
—Ya te dije, ella está mal. La policía no dio a conocer una razón por la cual cerraron el caso.
—Pero es una posibilidad, ¿no? Que tus padres hayan pagado a la policía para cerrar tu caso.
Harry se detiene.
—Sí. Es una posibilidad.
—Debería preguntarles acerca de ello—digo—. Tus padres deben tener alguna informaci..
—¿Sigues sin entender verdad?—gira hacia mí, observándome—. Ellos se mudaron. De hecho, ni siquiera sé si estuvieron dolidos todo este tiempo. Mi madre lloró en el funeral, pero eso fue todo. Fue todo lo que obtuve de ellos.
Lo observo caminar de un lado al otro.
—¡Deberían estar devastados. Mi madre debería llorar hasta quedarse dormida, y mi padre debería estar perturbado. Deberían estar buscando por algo que los haga felices, deberían estar recordándome en vez de alejar mi memoria como si no importara!
—Tal vez así sea como lidian con el dolor—intervengo—. Todo el mundo lo asume de diferente manera, no puedes culparlos por querer seguir con sus vidas.
—Sí puedo. Si ellos fueron quienes cerraron mi caso, ¿qué dice eso? Que ellos no querían seguir desperdiciando su tiempo, dinero y esfuerzo para encontrar mi cuerpo y a mi asesino—escupe.
—Estas siendo egoísta—digo—. No sabes como se sienten, tu sólo sabes lo que ves desde fuera. Tu no puedes exigir que ellos estén devastados cuando esta sea tal vez su manera de lidiar con el dolor.
—¿Qué sabes tu acerca del dolor? ¡Nunca has perdido a nadie!
El enojo me consume.
—Estás equivocado.
—Muy bien entonces. Ilumíname. ¿A quién has perdido tu?—se cruza de brazos observándome.
—¡Me he perdido a mí misma múltiples veces, ¿qué te parece? Digo, ya que tu sabes mucho sobre esto!—apunto hacia las cicatrices en mis muñecas.
Harry da un paso hacia atrás, la culpa cruza levemente su rostro.
—Tienes razón, lo siento.
Cubro mis muñecas nuevamente y bufo, tratando de deshacer el nudo que se formó en mi garganta.
—Jane—dice—. Lo siento mucho.
—Vete—miro hacia un lado.
Se sienta sobre un columpio y pone su rostro entre sus manos.
—No me refería a que quería que ellos fueran infelices—dice—. Sólo quería que me recordaran. Era su único hijo, su niño milagroso. ¿Eso no significa algo?
Me mira, sus ojos llenos de tristeza. Suspiro y me siento en el columpio frente a él.
—Desearía poder decirte que te entiendo—hablo.
—Desearía que pudieras también.
Bajo el tono de mi voz, susurrando.
—Harry, ¿tu crees que...—trago saliva—. ¿Tu crees que tus padres tengan algo que ver con tu muerte?
—Todo es posible—murmura.
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