Sombras de dolor y venganza. Parte V


-¡Oh, por Iy-zus! ¡Qué he hecho!- sollozó una atribulada Hara-pa, cuyas mejillas eran barridas por gruesas lágrimas ante la vista del pálido cuerpo de aquel a quien alguna vez había llamado "hermano mayor" -¡Noooo! ¡Mai-ka, Mai-ka! ¡No, por favor! ¡Mai-ka! ¡Tú no, Mai-ka! ¡Tú no!-

-¡Aaaahhhaaaa! ¡Lo siento tanto! ¡Ii-ack, lo siento tanto! ¡Perdón Ii-ack! ¡Perdóname... perdóname... perdóname!- casi enseguida, sacudida por un violento llanto, la chica se abalanzó sobre el cuerpo de Ii-ack para cubrir de desesperados besos el rostro amado.

De igual forma tendido en el suelo y con la mirada perdida, la mente del valiente joven había sido incapaz de resistir por más tiempo y sólo los dioses sabrían cuánto tiempo le tomaría recuperarse, si es que algún día podía hacerlo, y ni siquiera la desesperada voz de Hara-pa que lo llamaba fue capaz de arrancar reacción alguna de su cuerpo ahora completamente inerme.

Entre tanto, Cyan, quien no podía dejar de ver a Hara-pa, ya había sido sometida por cuatro fornidos D'ltax, quienes, con lujo de brutalidad, la habían despojado de sus armas y arrojado al suelo, donde habían procedido a catearla a conciencia, bajo la atenta mirada de Rowz Khrimson.

-¡Ustedes... ustedes lo prometieron! ¡Prometieron que no le harían daño a nadie!- en medio de su dolor, pero sin soltar a su adorado Ii-ack, la niña del cabello de plata dirigió una mirada llena de rencor hacia las elvian, quienes habían comenzado a supervisar la disposición de la fila de prisioneros para conducirlos a Avalouhn.

-¡Lo siento, lo siento Dama Cyan! Yo... yo nunca quise que esto pasara, se lo juro. Sólo quería encontrar a mi hermano y ellas juraron... juraron por Iy-zus que me llevarían con él si yo les ayudaba a capturarla-

Cyan desconocía las creencias de la gente del bosque, sin embargo, sí sabía que, cualesquiera que fueran, los älv no las compartían. Fuera de la arena, los siniestros elfos sólo creían en una cosa, el poder, y sólo veneraban a su encarnación, los oscuros GRYMM.

Totalmente vencida y quebrantada, incluso más que la propia Cyan, Hara-pa se había derrumbado sobre el inerme Ii-ack, la plateada cabellera cubriendo el rostro de él, aún deformado por un rictus de ira, mientras violentos sollozos sacudían el menudo cuerpo de la jovencita, cuya fuerza la había abandonado.

Sin embargo, no pasó mucho antes de que Zno' Hwait volviera a reparar en ella. La demente älv dejó por un momento su labor al frente de su falange para acercarse a la niña y acuclillarse a su lado para tomar uno de los plateados rizos con gesto juguetón.

-"¡Estúpidos humanos!"- espetó en saxlish con un dejo de burla en su voz -"¡siempre tan dispuestos a aparearse con cualquier cosa que se acerque a su entrepierna! Por lo menos, sus constantes revolcones producen lindos cachorros. ¡Átenla con los demás! Seguro Dama Mrrgan obtendrá un buen precio por ella en la próxima subasta"-

Al escucharla, Hara-pa salió de su estupor y se volvió a verla, horrorizada.

-"Pe-pero... pero... ¡hice todo lo que me pidieron! ¡Les traje a la Dama Cyan!"- gritó desesperada a la vez que una R'nyer la levantaba bruscamente por un brazo -"¡Ustedes lo prometieron! ¡Ustedes prometieron que me devolverían a mi hermano!"-

Sin embargo, ni Zno' Hwait ni Rowz Khrimson se dignaron siquiera a voltear a verla y ante el ahora enfurecido llanto, fue la R'nyer la encargada de dejar caer sobre ella la avasalladora verdad.

-Pobre humana estúpida- dijo en zenderanto con cargado acento saxlish -Cada año miles de esclavos pasan por las subastas ¿de verdad creíste que las Deihms sabrían dónde encontrar a un insignificante mx'vlod? Si es así, entonces eres más estúpida de lo que pareces-

Acto seguido, con toda la violencia de la que fue capaz, arrastró a la desolada chiquilla hasta la recién formada línea de esclavos, donde la encadenó justo detrás de Mino-han, cuya mirada cargada de un profundo desprecio fue el último golpe a su devastado espíritu.

Mientras tanto, Rowz y Zno' habían dedicado su atención completa a Cyan, totalmente sometida por los D'ltax, quienes la habían despojado de armas, armadura y ropa, hasta dejarla sólo con el atado de listones que hacía las veces de ropa interior.

-Deberías permitir que le pusieran la Ofrenda- dijo, con tono glacial, la rubia, al tiempo que señalaba con la cabeza al pálido cuerpo de Mai-ka -El chico se la merece y tú lo sabes-

La hermosa guerrera, cuya mirada no había perdido ni una gota de su característico desafío, se refería al delicado estambre trenzado de hilos de oro y acero que cualquier alma debía entregar a Macha en agradecimiento por haberla guiado a salvo a través de los Páramos de Llanto y Cenizas. El alma podía no entregar la Ofrenda y aun así la "Adusta Guía" lo llevaría ante Badb, sin embargo, esta última sí tomaría en cuenta la falta del obsequio a la hora de emitir su juicio.

-No lo dejes sin la Ofrenda, hay una en la bolsita que cuelga de mi cinturón- pidió a Rowz, al tiempo que con la mirada apuntaba al mencionado accesorio.

-¡Vaya! Siempre preparada para morir. ¿Sabes? Por cosas como ésta es que siempre me has agradado, Msk o'Dehd- dijo Zno', al tiempo que hacía una seña a uno de sus subalternos, quien se dio a la tarea de atar el delicado cordón a la muñeca del joven, para cumplir con el ritual exigido por La Trinidad, las diosas de la arena.

-Deja de llamarme así- masculló Cyan con la mandíbula tan apretada que podría habérsela fracturado -Ése no es mi nombre, nunca lo fue y nunca lo será-

-¡Te equivocas, perra!- Rowz dejó su malhumorado mutismo para saltar sobre Cyan, a quien derribó de una poderosa bofetada -¡Tú me lo arrebataste, tú me lo quitaste y luego lo despreciaste, pero aun así es tu responsabilidad portarlo! Tú me despojaste de él y será tuyo hasta que mueras o yo te lo arranque junto con la máscara-

Sin retroceder un centímetro, Cyan volvió a incorporarse para pagar el odio de Rowz con un fría arrogancia que la otra tuvo que tragarse, al ver que Zno' la miraba con el mismo gesto de desaprobación que habría dirigido a un niño empeñado en hacer una travesura.

-"¡Llévensela antes de que la mate... y asegúrense de atarla bien!"-

Los soldados estaban a punto de cumplir con la orden, cuando Zno' los detuvo.

-¡Ah, ah, ah!- exclamó la hermosa älv al tiempo que negaba con el dedo con expresión juguetona -Alto ahí, Msk o'Dehd ¿acaso creíste que podías engañarme? Pues piénsalo otra vez, zorra- dijo esto último susurrando al oído de Cyan, a quien se le había acercado por detrás.

La hermosa rubia sintió en su desnuda espalda la fría presión de los pechos esculpidos en acero de la armadura älvean, mientras los brazos de Zno' la rodeaba con gran delicadeza por la cintura justo antes de que las azules manos recorrieran la tersa piel de la prisionera, a quien no le quedó más remedio que estremecerse ante la delicada "caricia".

Un respingo involuntario sacudió a Cyan cuando la älv dejó subir sus manos hasta sus pechos, donde se abrieron paso por debajo de los listones de algodón, tintados de un pálido color hueso, pero sólo para alcanzar y arrancar, con toda la brusquedad posible, una de las "navajas de emergencia" de la rubia.

Enseguida, las manos de Zno' bajaron por su espalda, dejando que las cortas uñas pintadas de negro trazaran rojos surcos paralelos sobre la delicada piel, antes de llegar hasta las esculturales nalgas, las cuales, en un movimiento instintivo, se contrajeron ante el indeseado contacto.

-¡Vamos, vamos! ¡Como si fuera la primera vez!- se burló la älv en su oreja mientras su diestra encontraba la segunda navaja y la siniestra comenzaba a recorrer la cintura de las bragas otra vez hacia la parte de enfrente, buscando el camino a...

¡Un brutal golpe de Rowz en su abdomen derrumbó a Cyan al suelo sin aire en los pulmones! De inmediato, la celosa älv descubrió la nuca de su rival y, con toda la ira que inundaba su corazón, arrancó la tercera y última cuchilla.

-"¡Estás disfrutando demasiado de esto ¿no crees?!"- le espetó a Zno' Hwait a la cara, al tiempo que, con desprecio, arrojaba al suelo la pequeña navaja..

-"¡Oh, vamos, cariño!"- dijo Zno' en tono conciliador, pero no sin cierto desdén en su violeta mirada, al tiempo que hacía una seña a los D'ltax para que, ahora sí, se llevaran a la prisionera -"¡Esa pálida perra jamás podría compararse contigo!"-

-"Más te vale, zorra, porque te juro por ese GRYMM tuyo que no te gustaría estar en el extremo equivocado de mi acero"- susurró Rowz con ferocidad, al tiempo que le daba la espalda a su amante y se dirigía a una de las R'nyerx -"Envíen un cuervo a Avalouhn, avisen a Dama Mrrgan que ya tenemos a Msk o'Dehd y al primer artefacto, y que estamos en camino"- ordenó, al tiempo que se estiraba hacia Cyan y, sin que ésta pudiera hacer algo, le arrancaba del cuello la delicada cadena con el relicario que guardaba el rizo de su madre.

-¡CÓMO TE ATREVES! ¡ESO ES MÍO! ¡DEVUÉLVEMELO, PERRA!-

Como pudieron comprobar los cuatro D'ltax que sostenían las cadenas que la ataban de tobillos y muñecas, Cyan era mucho más fuerte de lo que parecía, sin embargo, ni siquiera la ira y la desesperación que la impulsaban fueron suficientes para por lo menos aflojar el férreo agarre de sus captores, quienes, una vez repuestos de la sorpresa, estiraron las cadenas hasta lograr someterla, para luego arrastrarla y obligarla a formarse hasta atrás de la fila de esclavos.

Mientras tanto, una de las R'nyerx, siguiendo el mandato de Rowz, ató un mensaje a una de las patas de un cuervo y, casi de inmediato, la negra ave mensajera emprendió el vuelo, remontando Dao Sh'atei con dirección a Avalouhn, hogar y fortaleza de Mrrgan T' Fä.

Justo detrás de Hara-pa, la rubia alcanzaba a escuchar los desconsolados sollozos de la niña. De ningún modo la joven guerrera culpaba a la criatura por aquella infamia, ella misma había sido víctima de una canallada mucho peor por parte de las despiadadas älvs, quienes se habían aprovechado y burlado de su desesperación para obligarla a cometer tan negra traición.

Por ello y a pesar de la oscura sombra que se extendía sobre su porvenir, Cyan se juró que la encontraría, sin importar lo que tuviera que hacer ni cuánto tiempo le tomara, encontraría a aquella desdichada jovencita y haría todo lo posible por darle la oportunidad de una vida normal, la oportunidad que a la propia Cyan se le había negado hacía tantos años.

-"Apresúrense, una tormenta se acerca por encima de las montañas"- fue lo último que dijo Rowz Khrimson antes de montar su caballo y emprender el camino al Este, donde ya las oscuras nubes comenzaban a apiñarse más allá de los altos picos de Dao Sh'atei.

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