Un visitante inusual
A la mañana siguiente, las instalaciones del resort amanecieron dañadas por la tormenta.
-¡Buenos días!- gritó Erii al bajar con su amiga para desayunar.
-Hola queridas, ¿cómo pasaron la noche?- preguntó Aphrodite mientras les servía unos waffles a las chicas.
-Muy bien, gracias.- respondió Freya.
-¿Dónde está el tío Deathmask?- inquirió Erii, buscando con la mirada a su tío.
-Tuvo que salir temprano, la tormenta dañó algunas de las instalaciones en el resort, en especial la piscina- comenzó a explicar Aphrodite mientras le untaba mantequilla a sus waffles. -Es... posible... que el joven Hyoga este con él para ayudarle...- el hombre le dirigió a su sobrina una mirada pícara.
Las jóvenes se miraron atónitas, deteniendo en seco lo que estaban haciendo.
-Creo... que al tío le vendría bien un par de manos extras... ¿no?- balbuceó Eri mientras se levantaba torpemente de la mesa.
-Sí... creo que podemos desayunar luego...- continuó Freya, imitando a su amiga. -Si no hay problema, claro está...- las chicas dirigieron sus miradas a Aphrodite, aguardando su bendición.
-Supongo que a tu tío no le molestará...- contestó finalmente el peliazul, las chicas salieron voladas a cambiarse. -¡Pero no hagan alboroto, niñas!
Ya en la piscina, Deathmask, Hyoga y Artemis estaban revisando los daños, cuando un par de chicas atolondradas se acercaron.
-¡Erii! Te levantaste temprano, mi amor- expresó Deathmask cuando vio a su sobrina.
-¿Necesitan ayuda?
-No realmente, Hyoga lo tiene controlado ¿no es así?
El rubio se volteó al escuchar su nombre y asintió; luego le dirigió a las chicas una sonrisa. Las amigas se ruborizaron y las piernas les comenzaron a temblar.
-Sí, es principalmente basura del mar, parece como si medio océano se hubiera metido aquí anoche.- continuó Hyoga.
Mientras Freya trataba de mantener viva la conversación con el tío y el guapo salvavidas, a Erii le llamó la atención un peculiar brillo que provenía del fondo de la piscina.
-Tío... ¿no apagaron las luces de la piscina?- preguntó la rubia mientras se acercaba más a la alberca, para distinguir mejor que era aquel destello.
La muchacha estaba demasiado cerca del agua, y el piso estaba mojado; y en menos de lo que imaginó, resbaló y cayó en la alberca.
Erii sabía nadar, al vivir cerca de la playa, era bastante común que los niños de aquel lugar aprendieran a nadar antes que a hablar o incluso caminar. Pero un miedo en su interior le impedía hacer uso de esas habilidades: el recuerdo del accidente por el que terminó bajo el cargo de sus tíos. Ella no había estado en él, pero el simple hecho de pensar en lo ocurrido hizo que desarrollara una fobia al agua, bastante irónico e inconveniente, dado la isla en donde vivía.
Los otros tres, que seguían inmersos en la conversación, se percataron del accidente al escuchar el chapuzón, seguido de un grito ahogado de Erii. Y como su noble naturaleza y profesión le comandaban, Hyoga se apresuró a rescatar a la chica; no sin antes quitarse la playera, desde luego.
Dentro de Freya se produjeron emociones mezcladas: miedo por su amiga y éxtasis al ver el torso desnudo del salvavidas de cerca.
Al interior de la piscina, Erii luchaba por no ahogarse, tratando de subir a la superficie. Justo como el rubio lo había indicado, parecía como si parte del océano se hubiera introducido en la alberca: había algas, algunos pescaditos, arena, basura marina y demás. Pero hubo algo en particular que hizo que la chica sintiera un pavor increíble, además del que ya sentía.
Entre las algas, notó que el brillo que admiraba hace algunos instantes se aproximaba a ella... era una cola larga y de color azul aqua.
El ser misterioso se acercó cautelosamente a la chica, y por un instante ambos hicieron contacto visual. Erii gritó aterrorizada, ¡esa cosa tenía cara!
En medio de los gritos de la rubia y sus movimiento desesperados por salir, el salvavidas llegó a ella, tomándola en sus brazos para luego subir a la superficie.
-¡Ahí hay un tiburón!- chillaba Erii, al emerger de la piscina, mientras tosía para sacar el agua que había tragado. -¡No se qué sea! ¡Pero es horrible!
-Creo que está en shock...- manifestó Hyoga mientras depositaba a la chica en un camastro cercano. -Tragó un poco de agua, pero estará bien.
-¡Y ESTÁ VIVO!- seguía gritando la rubia.
-¡Cierra la alberca! No queremos que nadie vuelva a caer ahí...- le ordenó Deathmask a Artemis mientras cubría a su sobrina en un montón de toallas. -Qué bueno que estabas aquí, Hyoga.
-¡Sí!- exclamó Freya, quizás un poco más emocionada de lo debía. -Que valiente eres Hyoga...- continuó en un tono coqueto.
-Sí... gracias Hyoga.- agregó Erii, retomando el aliento.
El chico les dedicó una sonrisa amable y hermosa, y procedió a continuar con su trabajo en la piscina.
Cuando la conmoción pasó, y todos estaban seguros de que Erii estaba en perfectas condiciones, las amigas emprendieron el camino de regreso a casa de Erii.
Freya arrastró violentamente a su amiga hasta que salieron del área de la alberca.
-¡Ay! Espera... ¡Freya!
-¡No puedo creerlo! ¿¡Cómo no se me ocurrió antes!? ¡¡¡Hyoga te sostuvo con sus grandes bíceps!!!- proclamó emocionada Freya.
-No fue a propósito...- Erii hizo una mueca de puchero.
-¡Aaaaahh! ¡Te odio tanto! Dime, ¿son fuertes? Aaaaaaahhh deben ser muy fuertes y firmes, ¡Por Dios, qué suerte tienes!
-¡Freya! ¡¿Quieres calmarte por un segundo?! No estoy mintiendo, había algo allí abajo...
-Estás en shock...- declaró Freya, tomando a su amiga de los hombros. -¡Por tocar a Hyoga!
Erii puso los ojos en blanco.
-No es juego, hay algo o alguien allí.
-¿Y qué quieres hacer? ¿Regresar?
-¡¿Estás loca?! Yo... no... bueno...
-Sólo para asegurarnos de que no es ningún monstruo de ninguna clase... y para saciar nuestra curiosidad...- Freya esbozó una sonrisa pícara.
-¿Y qué si alguien nos ve?
-Relájate Erii-chan... volveremos en la noche, cuando nadie nos vea.
Después de cenar, las chicas subieron a la habitación de Erii a "prepararse para ir a domir", aunque en realidad sólo se hicieron guaje en la oscuridad mientras esperaban que los tíos de Erii se fueran a dormir.
Freya arregló las cosas con su mamá para quedarse en casa de Eri aquella noche, de todas maneras, su casa estaba tan atascada de cajas que era mucho más cómodo para la chica dormir en casa de su amiga; por lo que Hilda no puso objeción para ello.
Salieron de la casa a hurtadillas y se dirigieron a la escena del crimen, Freya llevaba una mochila con "provisiones" y chucherías por si se necesitaba.
La piscina estaba cercada, Artemis se había tomado en serio eso de "cerrar la alberca".
-Creí qué sólo pondrían una de esas cintas amarillas que dicen "precaución" o algo así...- suspiró Erii, derrotada.
Pero Freya era más tenaz, y decidida a averiguar que era ese ser misterioso que su amiga había visto, lanzó la mochila por sobre la cerca y comenzó a subir. Erii la miró boquiabierta y luego la imitó.
Cuando llegaron a la orilla de la piscina, Freya comenzó a desempacar las provisiones y una linterna. Primero sacó un recipiente con dedos de pescado empanizados, sobrantes de la comida del tío Aphrodite. La chica sacó uno y lo arrojó al agua.
-¿Pescado?- preguntó Erii extrañada.
-Tal vez sea un pulpo...- respondió Freya mientras sacaba unas gomitas para ella.
-¡Tenía cola! Y una cara... Freya, ¡esa cosa me vio a los ojos!
-¿Quieres?- Freya le ofreció una gomita a su amiga.
-¡¿Me estás escuchando?!- le reprochó Erii mientras botaba la bolsa de gomitas, ocasionando que algunas cayeran al agua.
-¡Hey! Mis gomitas...- se quejó Freya.
-Si no me quieres tomar en serio...
-¿¡Quién dijo qué no?!
-¿Crees qué es un juego?
-Yo sólo te ofrecí gomitas...
-¡No quiero gomitas!
-¡Pues no y ya! ¿Por qué te pones tan neurótica?
-¿¡Qué!? ¡Yo no...!
-Yo soy lo que viste...- agregó una tercera persona, en medio de la pelea de las amigas.
Las chicas se callaron al instante, y dirigieron sus miradas a donde se originaba aquella voz, en la esquina de la piscina.
-Tal vez fue... un tritón...- declaró lo que parecía ser un joven, de piel blanca y cabello verde, mientras su cola jugeteaba en el agua, haciéndose visible.
Las amigas quedaron boquiabiertas y totalmente paralizadas. El joven tritón observó como algunas gomitas flotaban cerca de donde estaban las muchachas, y se aproximó a ellas.
Al ver que la "cosa" se acercaba, Erii y Freya comenzaron a gritar enloquecidas; al percatarse del escándalo que estaban haciendo, Freya intentó calmarse al mismo tiempo que le tapaba la boca a su amiga con la mano.
-¡Dejen de gritar como urracas locas!- les reclamó el joven, que estaba algo aturdido por los gritos.
-E-eres... eres... un... eres una... sirena...- balbuceó Erii. El joven volteó los ojos.
-No. Sirenas son las hembras, al macho se le llama tritón... y pues... eso soy. Hombre mitad pez... ¡tritón!- explicó el joven en tono divertido.
-Ajá...- dijo Freya mientras reía nerviosamente.
-Me llamo Shun, príncipe heredero del Océano Atlántico del Norte, ¿y ustedes...?
-Freya, y ella es Erii...
-¡Hey! ¡Vuelve aquí!- exclamó Shun al ver que una de las gomitas flotaba lejos de su alcance. Con un ademán formó una pequeña ola, que trajo a la gomita directo a su mano nívea.
-Wow...- expresó Freya, estupefacta. -¿Puedes hacer eso?
-¡Sí!- respondió alegre el tritón. -Mi padre hace unas más grandes; la tormenta de ayer, él la provocó.
-Qué rudo...- declaró Freya.
-Seeeeh... se molestó porque huí de casa, me quería casar con una chica que no amo.
-Lo siento.- agregó Erii, un poco más tranquila. Pero la tranquilidad no le duró mucho, pues Shun se acercó a ella y la jaló de los pies.
Erii comenzó a gritar alarmada.
-¡¡¡NOOOOO!!! ¡Suéltame!- aullaba Erii mientras pataleaba. -¡Por favor, no me comas!
-¡¿Qué?! ¿¡De qué hablas!?- contestó Shun mientras evitaba las patadas de la chica. -¡Cálmate! Sólo quiero ver cómo son tus pies... ¿sujetan cosas?
-¡NO! ¡Pero te puedo patear si no me sueltas!- dijo la chica mientras lanzaba otra patada a la cara del tritón. Al ver que no lograría nada de ese modo, Shun desistió y soltó el pie de la chica.
-No hagas tanto drama Erii...- le reprendió Freya.
-No me digas que o no hacer, estamos a mitad de la noche hablando con una criatura ficticia...
-Yo no soy ficticio... soy discreto.- interrumpió Shun.
La charla no pudo continuar, pues las luces de una caseta cercana se encendieron, de esta, Artemis salió gritando con una literna en mano.
-¿Hay alguien ahí?
-¡Es Artemis!- dijo alarmada Erii.
-Tenemos que irnos.
-¡No! Esperen, no me dejen aquí...- suplicó Shun.
-Volveremos en la mañana.- le aseguró Freya.
-¡QUÉ SI HAY ALGUIEN AHÍ!
-¿Lo prometen?- preguntó el príncipe.
-¡Sí!- respondió Erii, desesperada.
-Adiós. Sumérgete, ¡qué no te vea!- expresó Freya.
Las chicas salieron voladas de las instalaciones, mientras Artemis peinaba el terreno; cuando el hombre se aseguró de qué no había nadie, volvió a su caseta.
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