Problemas

Mientras el grupo de amigos emprendía la huída hacia la torre de agua, Ami los observaba muy cuidadosamente desde lejos.

-¿A dónde van con tanta prisa?- pensó la peliazul. No se le ocurría una buena razón para salir tan estrepitosamente a una hora tan precisa. Sabía que algo andaba mal, lo que fuera, seguro no era nada bueno.

Por vez única, en lugar de ir tras Hyoga, y aprovechar que este estaba solo y abandonado, decidió ir tras el chico nuevo.

-Chicas, vamos a dar un paseo...- Ami convocó al resto de su pandilla, si Shun estaba metido en asuntos siniestros, no quería aventurarse allá sola. Así que convenció al resto de sus amigas de subir al auto e ir en pos del joven que le había arrebatado al salvavidas.

-Ami, déjalo...- expresó Usagi desde el asiento trasero, cuando cayó en la cuenta de que se alejaban cada vez más y más del lugar de la fiesta. -Nos perderemos los fuegos artificiales...

-Shhhh...- espetó la peliazul. -¿Qué esconden, bichitos?- concluyó, dirigiéndose al grupo de amigos que pedaleaba sin cesar.

-Estamos en medio de la nada...- se quejó Rei, quien iba en el asiento del copiloto.

Después de un rato, las bicicletas finalmente se detuvieron. Como el auto era muy llamativo, Ami decidió estacionarse a una distancia prudente para que no fueran vistas. Aguardaron en silencio, muy atentas a las acciones de los otros.

-¿Qué rayos hacen?- inquirió Minako, algo sorprendida de ver a Hägen , Freya y Shun subir a la torre de agua.

Antes de que alguna de las muchachas pudiera pensar o decir algo, contemplaron como Freya abría la puerta del tanque, y acto seguido, Shun se introducía en él.

-¿¡¿¡KHA!?!? ¿¡QUÉ DEMONIOS!?- gritaron las chicas, estupefactas por lo que acaban de presenciar.

-SHHHHHHHHH- las calló Rei.

-¿¡No saben que existen piscinas?!- volvió a chillar Makoto, un poco menos fuerte.

-¡Que te calles!- le ordenó Ami.

-Oh no, ahí vienen...- agregó Minako, algo asustada. Ya no estaba segura de lo que aquel grupo era capaz.

El trío pasó frente a ellas, pero ninguno de los tres pareció notar su presencia. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, Ami volvió a encender el coche, y se acercó a la torre.

-¿Y ahora qué?- le preguntó Rei, algo confundida por lo que su amiga planeaba.

-Hay que esperar a ver que hace...








-Lleva ahí por siempre...- se lamentó Minako, completamente aburrida. Llevaban en el auto más de dos horas, ya había anochecido por completo, los fuegos artificiales habían comenzado y terminado y el estómago de Usagi rugía como un volcán.

-¿Vive en la torre de agua?- añadió Ami, algo confundida y decepcionada.

-¿Esperabas algo más?- rechistó Rei en tono de fastidio.

Ciertamente, vivir en la torre de agua no era un crimen, sólo era raro, y Shun ya había dejado muy en claro que él era raro. Muy probablemente, Ami esperaba descubrir el escándalo del siglo, o al menos algo lo suficientemente indignante para hacer a Hyoga cambiar de opinión sobre el joven.

-Ya nos perdimos los fuegos...- se quejó Usagi, nuevamente. -Hace frío y tengo hambre...

-Usagi, deja de quejarte por favor.- agregó Ami mientras salía del auto.

-¿A dónde vas?- inquirió Makoto, desinteresadamente.

-Quiero ver más de cerca...- Ami sacó una lámpara de la cajuela del vehículo. -Si alguien viene, griten. ¿okay?

Usagi suspiró malhumorada, mientras hacía puchero, las demás sólo se quedaron en el auto mientras respondían tediosamente.

Ami comenzó la subida, normalmente no le importaban las alturas, pero esa escalera era particularmente aterradora y frágil a la vista, sin mencionar su rústico diseño y apariencia oxidada. Los glamorosos zapatos que traía, tampoco le hicieron fácil la subida. Cuando por fin logró llegar hasta arriba, caminó cuidadosamente hasta la entrada, sujetándose en todo momento del barandal, igual de feo y maltratado, que bordeaba la zona del tanque.

Conforme se iba acercando a la puerta, podía escuchar unos suaves e indefinidos sonidos. Parecía una voz. Cuando estuvo más cerca, se percató de que era efectivamente alguien tarareando.

Con más miedo que decisión, la peliazul se acercó a la puerta entreabierta, abriéndola de par en par.

El rechinido de la puerta captó la atención de Shun, quien calló inmediatamente.

-¿Freya?- preguntó el tritón, algo asustado.

En ese momento, Ami dirigió la luz de su linterna hacia la cara de Shun. Se sorprendió de verlo ahí, flotando en el agua; pero nada la pudo haber preparado para lo que vió después.

Cuando el príncipe fue deslumbrado por la lámpara, instintivamente se sumergió, no estaba pensando claro, sólo sabía que tenía que evitar ser visto. En cuanto se adentró al agua, su cola azul aqua salió a relucir por un instante. Aquel breve momento fue todo lo que Ami necesitó para verla, y la chica quedó más anonadada de lo que ya estaba.

Haya sido por pánico o sorpresa, la muchacha soltó la linterna y salió huyendo de ahí. Cerró abruptamente la puerta y corrió escaleras abajo.








-¡Tengo hambreeeeee!- Usagi seguía quejándose mientras abrazaba su estómago, que rugía como una bestia salvaje.

-Cálmate nena, Ami no debe tardar...- la consoló Makoto.

-¿Por qué le importa tanto?- preguntó Minako, mientras sus dedos tamborileaban.

-Por HyOgAaAaA...- se burló Makoto, haciendo reír al resto de las amigas.

-A mí me da lo mismo lo que pase con el niño kawaii...- continuó Rei.

-¿Quién quiere estar aquí?- añadió Minako. Al pronunciar esas palabras, las amigas se miraron las unas a las otras. Después, Rei sonrió pícaramente, y rápidamente se pasó al asiento del conductor, encendiendo el motor y dirigiendo el vehículo de regreso a la fiesta.

-¡Vámonos!- gritó Usagi, bastante feliz de poder comer algo finalmente.








-Es un... es un... es un...- Ami corría tan rápido como sus zapatos le permitían, buscando desesperadamente su auto. -Es una... es una...- entre el susto y el ejercicio, a la chica le faltaba el aliento.

La peliazul seguía repitiendo lo mismo mientras iba en dirección a su auto. Estaba completamente segura de que lo había dejado por ahí, pero por alguna razón, no se veía cerca. Siguió corriendo unos cuantos metros más, pensando que tal vez su memoria espacial la había traicionado. Finalmente se dio cuenta que, en efecto, el coche ya no se encontraba por esos lares.

Ami se detuvo en seco, confundida y mirando a su alrededor. Sus amigas la habían abandonado a su suerte, con un monstruo a tan sólo metros de ella y lo que era peor, ahora tenía que caminar todo el trayecto de regreso.

-No puedo creerlo...- gruñó, mientras emprendía la larga caminata hasta el lugar de la fiesta.








Esa noche, Freya decidió, sorpresivamente, dormir en su propia casa.

En su habitación, continuó con su molesto hábito de abrir las cajas de la mudanza, pero a diferencia de otras veces, no sacó todo el interior, solamente una fotografía enmarcada de ella y su mamá. Aquella foto era del día en que Hilda se había graduado de su doctorado.

Mientras la observaba, pensó en como su mamá jámas se había rendido o desmoronado después de que su padre se fuera. Completamente sola cuidó de Freya, trabajó y terminó sus estudios.

Las palabras del tío Dite seguían resonando en su cabeza.

Doscientos candidatos...

Y su madre era la mejor bióloga marina de entre todos ellos. Y nada de eso importaría ya, porque lo arruinaría con el deseo que Shun les concedería.

Así como así, todo por lo que Hilda había trabajado se vendría abajo, todo porque Freya era egoísta y sólo pensaba en como su mamá la arrastraba por todo el mundo en busca de trabajo, sin darle la oportunidad de establecer lazos con nadie y de pertenecer a ningún lugar. Pero jamás se había puesto a pensar en todo lo que Hilda había sacrificado por ella, porque incluso su trabajo era solamente para Freya, para que a su hija no le faltara nada, para llenar el vacío que Siegfried había dejado.

Tal vez, su mamá no era tan egoísta como ella creía después de todo...








Día 3

La mañana llegó, y con ella el momento de la verdad. Contaban con las próximas horas para hacer confesar al salvavidas su amor por Shun.

Freya se levantó temprano y fue inmediatamente a casa de Erii. Hilda estaba más ocupada que de costumbre, la mudanza llegaría en un par de días, y su hija no había hecho un buen trabajo en empacar a tiempo. Cuando la rubia le dijo que volvería más tarde, Hilda no intentó detenerla, aprovecharía su ausencia para empacar lo que hacía falta, así por lo menos estaba segura de que la adolescente no intentaría alguna travesura con el equipaje.

En su casa, Erii se estaba arreglando para encontrarse con Shun en el muelle y darle un par de consejos antes de que se viera con Hyoga. Se suponía de Hägen iría por el tritón a la torre de agua, y que todos se verían en la playa.

La rubia se sorprendió cuando tocaron la puerta de su habitación y vio a su amiga parada ahí. Se le notaba pensativa, y Erii intuyó que algo no andaba bien, pero ignoró su instinto y le habló como si nada.

-¡Hola! Creí que nos veríamos en la playa.- dijo Erii, siguiendo con lo suyo mientras Freya entraba a la habitación.

-Sí... pero primero quería hablar contigo...

-Claro, ¿qué pasa?- Erii se sentía incómoda, algo no le gustaba. Freya tomó aire antes de comenzar a hablar.

-Creo... creo que deberíamos cambiar de deseo...- Erii paró abruptamente lo que estaba haciendo. Ahí estaba el asunto, y efectivamente, no le gustó lo que escuchó.

-No digas tonterías, Freya. Te quedarás en Santorini. No te preocupes.

-No es eso...- Freya fue interrumpida por su amiga.

-Ahorita te sientes mal y nerviosa, pero cuando te quedes, te darás cuenta de que fue lo mejor.

-¿Para quién?

-¿Cómo que para quién?

-Mira, quiero ser franca contigo. Ni siquiera sabemos si tendremos el deseo...

-¡Pamplinas!- Freya fue repentinamente cortada por su amiga, otra vez.

-¡Déjame terminar!- Erii la miró estupefacta. -No es justo... para mi mamá...

-¿Es por lo que dijo el tío Dite?- Freya asintió, avergonzada.

-Erii, yo creo que lo mejor es dejar las cosas en paz. Pediremos otra cosa como...

-¿Cómo qué, Freya?- Erii estaba furiosa. -¿Una nueva amiga? No quiero que te quedes para arruinarle la vida a tu mamá. ¡Eres una amiga muy especial y no quiero perderte!

-¡Sólo no quieres quedarte sola en las clases!- Freya explotó, e inmediatamente se arrepintió de lo que había dicho. Pero el daño ya estaba hecho.

-¿Cómo te atreves...?- Erii estaba al borde del llanto. -¿Crees que te necesito? ¿Qué no puedo hacer nada por mi cuenta?

-Pues yo sólo he vivido tres años aquí, y tú toda una vida. Y aún así, soy tu única amiga.

Las chicas se miraron fijamente. Erii estaba dolida por las palabras de su amiga, pero en el fondo odiaba que tuviera razón; pero aún así, no tenía la respuesta, ni siquiera ella sabía porque no tenía a nadie más que a Freya. Esta se arrepintió enormemente por todo lo que dijo, pudo encontrar otra manera de decírselo. Inetntó disculparse, pero las palabras no salieron de su boca.

-Vete de aquí...- declaró Erii, furiosa pero tranquila.

Freya no quería desatar una batalla campal y se fue, azotando la puerta detrás de sí. Acto seguido, Erii lanzó una almohada hacia la puerta y rompió a llorar.








Por otro lado, Hägen iba en camino a recoger a Shun, esperaba encontrarlo afuera del tanque, vestido y listo para irse. Pero cuando llegó al recinto, no había rastro del peliverde.

Resignado, el rubio emprendió el camino escaleras arriba, y se sorprendió al ver la puerta completamente cerrada.

Con todas sus fuerzas abrió el tanque y se encontró únicamente al patito inflable flotando en el agua.

-Oh no... ¿Shun?- preguntó cautelosamente pero no recibió respuesta. -¿Shun? Soy yo, Hägen...

El rubio estaba a punto de rendirse cuando escuchó un chapoteo.

-¿Hägen?- el tritón únicamente asomó la mitad de su cara, cuando se aseguró de que era quien decía ser, dejo verse por completo. -¡Qué alivio! ¡Gracias a Poseidón!

-¿Qué pasa? ¿Por qué aún no estás listo?- Shun lo miró irritado.

-Bueno... ¡¿Tal vez porque no podía salir del agua?!

-¿Y por qué cerraste la puerta?- preguntó Hägen, un poco confundido.

-Yo no lo hice, genio. Fue Ami.

-¿¡¿¡KHA!?!?- gritó el muchacho, completamente presa del pánico.

-No sé cómo pero ayer en la noche vino y creo que me vio...

-¡Demonios! Esto es malo, muy malo.- se lamentaba el rubio mientras sacaba su teléfono.

-Pero venía sola...- el príncipe intentó hacer la situación menos inquietante.

-Eso no importa, Shun, nada le impide ir de chismosa. ¡Le dirá a Hyoga!

-No sabe que nos íbamos a reunir...

-Escucha, Shun. Ami es como Erii y Freya, pero más atractiva y menos loca. Seguro que sabe rastrear a Hyoga. Ahora vístete, le avisaré a las chicas.

Shun obedeció mientras Hägen hacía una llamada.

-Hola ¿Freya? Tenemos un problemón, algo muy del asco.








En cuanto Freya se enteró de la situación, regresó corriendo a casa de Erii y aunque al principio la chica se rehusó a recibirla, cuando le gritó lo ocurrido a través de la puerta, la pelea anterior quedó en el olvido y ambas rubias se precipitaron hacia la playa.

-¿Vio tu cola?- preguntó Freya, intentando mantener la calma.

-No estoy seguro...

-¡Qué importa eso! ¡Yo creo que es suficiente problema que le haya visto la cara! ¿¡Quién vive DENTRO de la torre de agua!?- Hägen interrumpió violentamente al príncipe.

-Hägen tiene razón, si sabe lo que eres o no, viene sobrando. Es suficiente que te haya visto en el tanque.

-De acuerdo...- Freya respiró, manteniendo la calma. -Tú ve con Hyoga y actúa natural, Nosotros nos encargaremos de que Ami no intervenga...

-Suponiendo que no le ha dicho todavía...- agregó Erii.

-Sólo podemos rezar por ello...








Hyoga ya llevaba esperando en el muelle un buen rato y no había señales de Shun. El rubio estaba nervioso, quería aprovechar tanto tiempo como le fuera posible antes de que saliera huyendo con sus amigas por razones desconocidas.

Sus dedos tamborileaban rápidamente sobre la barda del muelle. Suspiró ruidosamente y volteó a ambos lados, para ver si venía el chico, pero aún nada.

Desde que lo besó, no había dejado de pensar en él. Antes de cerrar los ojos en la noche y al abrirlos en la mañana, Shun invadió sus pensamientos por completo, incluso en sus sueños. Estaba loco por él, y necesitaba verlo en seguida.

Pero poco antes de que el salvavidas perdiera la cabeza definitivamente, su adorado peliverde apareció.

-Creí que me plantarías...- bromeó Hyoga a modo de saludo, depositando un beso en la mejilla del príncipe.

-Perdona, se me hizo un poco tarde. Me quedé encerrado.- el rubio se carcajeó, ya ni siquiera intentó preguntarle a qué se refería.








Cerca de ahí, o mejor dicho, debajo del muelle, Erii, Freya y Hägen estaban al pendientes de la conversación. Suspiraron aliviados cuando Hyoga no mostró indicios de haber hablado con Ami.

Pero por alguna razón, el chico se sentía tenso, y presintió que algo andaba mal con las chicas.

-Oigan... ¿está todo bien?- inquirió con cautela.

-Sí...- respondió Erii, sin verlo a la cara. Freya suspiró fastidiada y luego asintió.

-Debemos guardar silencio, Hägen. O no podremos escuchar.








-¿Tienes planes para hoy?- preguntó Hyoga mientras caminaban por el lugar.

-No realmente. Estar contigo, nada más.- el tritón se sonrojó y sonrió adorablemente.

-Estuve pensando mucho en el beso de ayer... me... me encantó.- Hyoga tomó la mano de Shun y entrelazó sus dedos.

-Me alegra saberlo...

Debajo, las chicas estaban intentando ahogar sus gritos de emoción. Todo iba viento en popa.

-Sabes Hyoga, vine aquí buscando algo.

-¿Y lo encontraste?

-Eso creo...- Shun tomó aire antes de continuar. -Depende de ti, realmente.

Hyoga lo miró confundido, no sabía a que se refería el joven. Pararon de caminar y se plantaron uno frente al otro. El corazón de Shun palpitaba con fuerza, y el de Hyoga también, pero por razones distintas.

Abajo, el trío ya no escuchaba bien; podrían haber seguido caminando, pero el agua del mar impidió que Erii quisiera continuar. Al no querer dejarla sola, decidieron subir a ver la reunión por medio de unos binoculares que estaban dispuestos en el muelle, para aquellos que disfrutaban de ver el paisaje, las gaviotas y todo eso.








-Hyoga... ¿tú me amas?- la sonrisa del salvavidas comenzó a desdibujarse al escuchar esas palabras. Al ver la reacción del rubio, la cara de ilusión del tritón también cambió.

Hyoga no contestó, y al no obtener respuesta, Shun soltó la mano del chico e intentó irse, conteniendo las lágrimas.

-¿Por qué?- el rubio lo detuvo del brazo. -¿Por qué es tan importante que te ame ahora? Mira Shun, siendo honesto contigo, me gustas mucho, de verdad. Pero el amor... tarda más tiempo en desarrollarse...- continuó con dulzura. -Quiero seguir viéndote y quiero saber más de ti. Para enamorarme de todas las cosas que te gustan y te hacen ser quien eres.

El peliverde no pudo más y rompió a llorar.

-Pero en este preciso momento, no puedo... no puedo amarte del modo que mereces. Aunque me gustaría hacerlo en un futuro.- Hyoga lo tomó de la barbilla para mirarlo a los ojos y fue ahí cuando notó que el chico estaba hecho un mar de lágrimas.

-¿Shun? ¿Estás llorando?- le dijo mientras le limpiaba las gotas con sus manos.

-Sí... al parecer hago esto a menudo...- añadió el tritón, aún incapaz de ver al salvavidas a los ojos.








A la distancia, Hägen, quien sostenía los binoculares, observaba la escena.

-Chicas, esto pinta mal.

-¡Demonios!- espetó Erii. Freya no hizo ni dijo nada, más que suspirar en modo de derrota.

El trío estaba tan inmerso en el fracaso de su plan que no notaron que Ami llegaba bastante molesta y con paso decidido al muelle.

-Lo sabía...- murmuró el chico cuando la muchacha los rebasó. -¡Chicas! ¡Alerta roja!

Las rubias se voltearon y vieron a la peliazul acercarse peligrosamente a la pareja.








Hyoga notó que Ami se acercaba, y la miró seriamente. No sabía lo que pretendía pero no parecía nada bueno.

Al ver que el rubio desviaba la vista, Shun se volteó para ver que era lo que demandaba su atención.

En ese momento vió a Ami demasiado cerca de su rostro y a Freya y a Erii corriendo frenéticamente detrás.

-¡Oye tú! ¡Aléjate de él!- interrumpió la peliazul a gritos, apartando al salvavidas de un empujón. -¿Por qué no mejor regresas al lugar de donde saliste?

La chica estaba furiosa, y acto seguido empujó a Shun, tan violentamente que este cayó al agua.

Hyoga, Erii, Freya, Hägen y hasta la propia Ami se quedaron boquiabiertos. Verdaderamente la chica no conocía su fuerza.

-¿¡Cuál es tú problema!?- le gritó Hyoga a la muchacha, ganas no le faltaban para arrojarla a ella al agua también.

Antes de que la chica pudiera responder, el cielo se nubló totalmente, era un panorama aterrador.

Hyoga se inclinó para ver a Shun y asegurarse de que estaba bien. En ese momento, las piernas del muchacho comenzaron a transformarse en una larga y hermosa cola con escamas color aqua, que empezó a moverse de arriba a abajo entre las olas del mar.

Ami sonrió orgullosamente, su plan había resultado mejor de lo esperado. Hägen se llevó las manos a la cabeza, todo estaba perdido. Erii gritó desesperada y Freya comenzó a maldecir como loca.

Hyoga puso los ojos como platos y comenzó a respirar pesadamente. No podía creer lo que estaba viendo. Sus ojos tenían que estarlo engañando. Aquello no era posible.

Shun le regresó la mirada, estaba muy apenado y tenía la certeza de que ahora sí, todo el asunto estaba echado a perder.

-Perdóname...- el tritón sólo pudo mover la boca, aunque no salieran palabras audibles de ella.

-No puede ser...

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